Iberia, naturaleza infinita, de Arturo Menor

EL MARAVILLOSO UNIVERSO DE LA FAUNA IBÉRICA SALVAJE. 

“Cada planta, cada animal, incluso cada complejo minero, cada paisaje, tiene su razón de ser. No están a nuestro alcance por puro azar o capricho, sino que forma parte de nosotros mismos. El hombre no es un ovni venido de una lejana galaxia; el hombre es un poema tejido con la niebla del amanecer, con el color de las flores, con el canto de los pájaros, con el aullido del lobo o el rugido del león”

Félix Rodríguez de la Fuente

El trabajo cinematográfico del biólogo y naturalista Arturo Menor (Talavera de la Reina, Toledo, 1970), siempre ha estado enfocado a mostrar, experimentar y descubrirnos la belleza y los secretos de la fauna ibérica salvaje, dirigiendo casi veinte cortometrajes, y dos largometrajes como Wildmed, el último bosque meditérráneo (2014), sobre los bosques de Sierra Morena, Barbacana, la huella del lobo (2018), siguiendo el rastro del lobo en su hábitat natural, y ahora nos llega su tercer trabajo con Iberia, naturaleza infinita, en la que siguiendo con la mirada y premisas anteriores, seguimos el viaje de un águila real que ha perdido a su pareja y desterrada de su espacio, emprende un viaje de norte a sur, buscando su nuevo lugar. 

La película se va deteniendo en cada rincón minúsculo, en cada espacio por mínimo que sea y a modo de detective meticuloso, nos va descubriendo y mostrando los diferentes ecosistemas y la fauna que lo habita, desde el pájaro más diminuto a la nutria que vive en sus pequeños riachuelos, incluso los osos y sus crías, y demás vidas que se mueven, que pueblan con sus existencias la gran riqueza y diversidad de nuestros bosques y dehesas. La película se toma su tiempo, no tiene prisa, porque quiere que veamos la naturaleza y sus pobladores de forma diferente, deteniéndose en aquello que parece invisible, en aquello que se nos escapa, en todo lo que hay, en todo lo que está y no vemos. El espectacular trabajo técnico es uno de los elementos del cine de Arturo Menor, en el que se rodea de un equipo humano magnífico, empezando por el montaje de José M. G. Moyano, que conocemos por sus trabajos con Alberto Rodríguez y Santi Amodeo, en un preciso y conciso trabajo, lleno de detalles e intensidad y reposo, en un estupendo ejercicio de pausa y de ritmo para verlo todo y no encantarse para condensar sus increíbles setenta y cinco minutos de metraje. 

Un especial y delicado trabajo de sonido por uno de los maestros en este tipo de documentales de naturaleza como es Carlos de Hita, que es el responsable de las últimas películas sobre el tema producidas en España al lado de Gerardo Olivares, Joaquín Gutiérrez Acha y Andoni Candela, entre otros. La mezcla de sonido lo hace un gran profesional como Jorge Marín, Juan Ventura es el responsable del color y los efectos visuales, Iván Merino es el piloto FPV y Juan Luis Malpartida es el zoólogo, y el narrador Jesús Olmedo, con su voz profunda que no solo nos explica aquello que no escapa, sino que se convierte en un narrador que nos explica un cuento, una fábula de un animal que busca su lugar en el mundo, y se va encontrando con infinidad de conflictos y demás en su itinerario de huida. La película reivindica la belleza de nuestra naturaleza y su fauna salvaje, y también, la mano del humano que los ha transformado para su beneficio, también habla de la riqueza y la belleza de la diversidad de tantos animales, ya sean aves, osos, nutrias, lince ibérico, y demás vidas ocultas e invisibles para nosotros, que habitan en nuestros bosques, en esos espacios recónditos y en las dehesas, tan alejados de nosotros que parecen seres de otro mundo. 

Iberia, naturaleza infinita quiere contarnos un cuento, el que protagoniza la águila real con un viaje que sirve como excusa para ver todo lo que encuentra, lo que vemos a partir de ella, lo que sentimos y experimentamos, todo aquello que nos conecta con la naturaleza, del lugar de donde venimos y pertenecemos, aunque no queramos reconocerlo, todo aquello que fuimos y donde empezaron nuestros ancestros. Quizás la película peca a veces, en contadas ocasiones, de contarnos ese cuento del águila real, con algunas imágenes sobreimpresionadas, pero no la desmerecen en absoluto, porque todo lo que muestra y sobre todo, como lo muestra, es de una belleza, riqueza e inteligencia fuera de la norma, con un inmenso trabajo técnico y humano, donde no solo lo vemos todo, sino que también lo vemos con nitidez, con pausa y con todo lujo de detalle, haciendo un recorrido espectacular de norte a sur, pasando por mil lugares y situaciones, desde a ras del suelo a las altas cumbres donde anidan las aves, desde diversos puntos de vista, y desde miradas de todas las situaciones y circunstancias. 

Volvemos a aplaudir el magnífico trabajo de Arturo Menor y su equipo, porque con Wildmed, el último bosque mediterráneo y Barbacana, la huella del lobo, y la actual Iberia, naturaleza infinita, queremos creer que es una especie de trilogía no concebida así en un principio, pero viéndola y disfrutándola queremos imaginar que es así, ha construido una película para los sentidos y para el alma, conformando una de las más bellas, intensas, cautivadoras y sensibles aproximaciones a nuestros ecosistemas ibéricos y toda la fauna que lo habita, con el espíritu y aroma inconfundible del maestro Félix Rodríguez de la Fuente, el hombre que miró a la naturaleza y sus animales, desde una mirada humanista, una mirada que traspasa la vida y criticaba los intereses económicos del humano, o mejor dicho, del sapiens, en sus ansías y codicia de sacar provecho de todo, sin importarle nada ni nadie, destruyendo y eliminando la vida vegetal y animal. La película de Arturo Menor nos obliga a mirar diferente, desde el reposo, desde la humanidad que parece que perdimos, en un ejercicio de reconectarnos con la naturaleza y sus seres, de ese lugar de donde venimos, de ese lugar que somos. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

Eterna. Una película documental sobre Gata Cattana, de Juanma Sayalonga y David Sainz.

EL LEGADO DE GATA CATTANA. 

“Me voy como lo que vine / como la antítesis de lo ario, de lo puro” (…) Quedará un yo, ese yo que solo aparecerá / con un olor, con una risa, una nota, / un litro, una persona, un ruido, un silencio, / y, lo más importante, un pensamiento”.

Gata Cattana

La temprana muerte de un artista carismático e influyente, siempre deja un vacío enorme y sobre todo, deja una huella imborrable. Ya sucedió con Eduardo Benavente, el líder de “Parálisis permanente” en 1983, cuando falleció en un accidente con apenas veinte años. Un caso parecido ha vuelto a suceder con el repentino fallecimiento de la artista Gata Cattana en el 2017, cuando sólo contaba veinticinco años. En Eterna. Una película documental sobre Gata Cattana, los directores Juanma Sayalonga (Sevilla, 1988), y David Sainz (Las Palmas de Gran Canaria, 1983), formados en el videoclip, en el cortometraje, en la web series, y demás espacios audiovisuales, no solo quieren hacer un homenaje, sino que también quieren descubrirnos a la artista y a la persona que había detrás, y no solo a través de los testimonios de sus familiares y amigos, y colaboradores y cómplices, sino otros y otras que la conocieron, que la trataron y la admiraron, sino que también hay un buceo profundo y sincero a través de ella, recuperando imágenes domésticas y televisivas, en las cuales vemos a la joven como va creciendo tanto a nivel humano como artístico. 

Muchos habíamos escuchado alguna cosa de Gata Cattana, pero no la conocíamos en profundidad, ni mucho menos, y por eso, uno de los grandes aciertos de la película no es solo que exista, sino que habla de ella, porque la cinta también actúa como espacio de abrir su arte a todas aquellas que necesitábamos conocerla mucho más, para acercarnos su arte y su legado a todas esas personas inquietas de la cultura, del arte en general, de la política, de la sociedad, de la historia y de lo humano, porque Ana Isabel García Lorente, el nombre que la vio nacer allá por 1991 en el pequeño pueblo de Adamuz (Córdoba), era todo eso y muchísimo más. Una artista de los pies a la cabeza, con una personalidad y una capacidad innata para brillar en el soneto, en la poesía y en el rap, donde era toda una fiera, según sus propias palabras: “Frágil pero muy guerrera”. Una de las cualidades de la película que no solo encantará a los amantes del rap español, a todos esos y esas que disfrutan con las llamadas “peleas de gallos” y demás, sino que es una cinta que gustará a todos los que les gusten las historias sobre el alma, sobre la vida, porque Gata era todo un terremoto y una batalladora en todos los frentes. 

Sus canciones hablan de historia, de sociedad, de política (de la que era licenciada universitaria), de poesía, de feminismo, una artista implicada a todos los niveles, que hablaba de injusticia, de explotación, de derechos, de mujeres, de amor, y de todo, y encima lo hacía con mucho arte, con letras interesantes, profundas y entretenidas, que calaron en mucha gentes joven y acercó a materias, antes imposibles, con una forma de hablar, recitar y cantar asequible para todos y todas, y sobre todo, generando esa conciencia que tanta hace falta en la sociedad actual. La película hace un recorrido desordenado y vivo, lleno de vitalidad, de risas, de humor, y de amor, a través de una artista que era todo amor, toda furia, toda guerra y toda alma, inquieta y luchadora, una mujer que lo tenía todo para convertirse en una de las más grandes y no solo en el ámbito del rap, sino en el mundo artístico, sin lugar a dudas, por su enorme talento, inteligencia y sabiduría. Otro de los aspectos que enriquecen la película es su estado de ánimo, es decir, que la película es un fiesta de la vida, de la vida de Gata Cattana, y en ningún momento cae en la tristeza y en la melancolía, sino todo lo contrario, es una continua celebración de su vida, de su camino, y sobre todo, de su aspecto humano y artístico. 

La película tiene un estupendo ritmo y se sumerge con muchísima transparencia en la intimidad y el alma de la artista. Conocemos sus inquietudes, sus alegrías y tristezas, y mucho más, en una bellísima aproximación de la mujer y la cantante, la poetisa, la lectora y demás, en un viaje que pasa por muchos lugares, su citado Adamuz, Granada, donde despertó totalmente su poesía, sus canciones y su rap, Madrid, donde se asentó y despertó el interés de todas y todos a nivel musical en todos los sentidos, y también pasa por New York, muchos lugares, muchas experiencias, muchos conciertos, muchos versos, y sobre todo, mucha vida de alguien que veía muchísimo más, de alguien que veía la sociedad, y la codificó bajo su verso y su poesía, siempre en actitud de activismo social, una luchadora que cantaba a la injusticia, a la explotación, a esta mierda de capitalismo feroz e inhumano, y a las mujeres, a su lucha, a su feminismo y a su camino, y lo hacía de tal forma, tan brillante, tan inteligente y tan especial, que capturaba la atención de todas y todos, ya fuesen amantes del rap como los otros, los que solo eran amantes de la cultura con mayúsculas. 

Celebramos, aplaudimos y nos vamos de fiesta con la película Eterna. Una película documental sobre Gata Cattana, porque nos ha encantado, porque sus noventa y nueve minutos de duración son una pasada, hemos disfrutado muchísimo en todos los sentidos. Hemos descubierto una artistaza que no solo nos deja un buen puñado de poemas y canciones magníficas, sino que también ha derribado tantos muros tan necesarios para que otras mujeres también se acerquen a la poesía y al rap y sigan todo lo que ella empezó, porque el mayor legado de una artista que, desgraciadamente nos ha dejado demasiado pronto, no es otro que la huella que ha dejado en los otros y otras que después vendrán, y como dice la Gata, nos despedimos con sus maravillosas palabras: “Vine de la tierra y a la tierra voy más que agradecida. Pueblo errante sabe que ná dura, por eso sabe de pintura también dejarlo escrito en la pared, pá quién venga después”. Solo nos queda decir que, a ti Gata, allá donde estés, gracias infinitas por todo lo que has dejado por aquí. Te cantaremos, te leeremos y sobre todo, te seguiremos amando, hasta el infinito y mucho más allá, por ser quién fuiste y por ser quién eres. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

Entrevista al Colectivo Nucbeade

Entrevista al Colectivo Nucbeade (Quiela Nuc y Andrea Beade), directoras de la película “A cinquito con derecho a tocar”, en el marco de la Mostra Internacional de Films de Dones de Barcelona, en la Filmoteca de Catalunya en Barcelona, el sábado 11 de junio de 2022.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Quiela Nuc y Andrea Beade, por su tiempo, sabiduría, generosidad y cariño, y a Anne Pasek y Teresa Pascual de Good Movies, por su amabilidad, generosidad, tiempo y cariño. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

Las paredes hablan, de Carlos Saura

LOS MUROS QUE PINTARON Y QUE PINTAMOS. 

“Un hombre se propone la tarea de dibujar el mundo. A lo largo de los años puebla un espacio con imágenes de provincias, de reinos, de montañas, de bahías, de naves, de islas, de peces, de habitaciones, de instrumentos, de astros, de caballos y de personas. Poco antes de morir, descubre que ese paciente laberinto de líneas traza la imagen de su cara”.

Jorge Luis Borges

Mencionar el nombre de Carlos Saura (Huesca, 1932), es citar a uno de las grandes cineastas de la historia del cine español, uno de los nombres más destacados de nuestra cinematografía de sus últimos sesenta años, con películas tan inolvidables e importantes en nuestra cinematografía como La caza (1965), Peppermint Frappé (1967), Ana y los lobos (1972), La prima Angélica (1974), Cría cuervos… (1976), Mamá cumple 100 años (1979), Deprisa, deprisa (1981), Carmen (1983), ¡Ay, Carmela! (1990), Tango (1998), Goya en Burdeos (1999), películas que resultan imprescindibles para conocer España durante el franquismo, y los primeros años de democracia, convertidas en crónicas profundas y muy personales del tiempo histórico más controvertido de nuestro país. 

Aunque su primer trabajo después de la Escuela de Cine fue el documental Cuenca (1958), el cineasta aragonés se había instalado en la ficción, quizás por esas cosas que en las ficciones se podía hablar más de lo que sucedía capeando la durísima censura. Será en los años noventa donde su cine se instala en el documental musical con géneros como el flamenco, con la complicidad en la cinematografía del gran Vittorio Storaro, con títulos emblemáticos como Sevillanas (1991), Flamenco (1995), Iberia (2005), Flamenco, flamenco (2010), y otros géneros como en Fados (2007), Zonda: Folklore argentino (2015), Jota, de Saura (2017). La película Las paredes hablan, nacida de una idea de José Morillas, que escribe el guion con el propio Saura, viene de un encargo de la productora María del Puy Alvarado, que conocemos por películas como Madre, El agente topo y Anatomía de un dandy, entre otras, es un documental que, en cierta medida, recoge muchos de los elementos de aquel trabajo de juventud que fue el citado Cuenca, en el sentido que muestra una realidad y la analiza desde una perspectiva íntima, muy natural, alejándose de todo artificio y estridencia narrativa, para construir una película tan sencilla y acogedora, que se empareja con aquel cine primitivo que con tan poco llegaba a tan lejos, mostrando todas aquellas pequeñas cosas, revelando la esencia de lo invisible y deteniéndose en lo más oculto y lo más frágil y sensible. 

El Saura cineasta filma a Saura personaje y nos invita a un viaje que abarca cuarenta mil años de historia de la humanidad, que no es poco, pero la maestría del cineasta oscense le hace huir de la manida grandilocuencia, y construir un relato profundo, muy personal y a la vez, universal, lleno de conocimiento, sabiduría y sencillez. Una travesía que nos hace recorrer las cuevas de Asturias, Cantabria y Chauvet y dejarnos llevar por las maravillosas pinturas paleolíticas más significativas, un paseo por los barrios obreros de Madrid y Barcelona, y sus calles, deteniéndose en sus muros abandonados y olvidados, y con compañeros de viaje como Pedro Saura, experto en arte paleolítico, Juan Luis Arsuaga, director científico del yacimiento de Atapuerca, el pintor Miquel Barceló, la comisaria de arte del Museo de Prehistoria, Anna Dimitrova, Roberto Ontañon Peredo, director del Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria, y artistas vinculados al mundo del graffiti como Zeta, Suso33, Cuco y Musa71, que nos cuentan su arte, su filosofía y demás entre maravillosas conversaciones entre ellos y con Saura, que se convierte en un personaje más en esta historia de idas y venidas, de pasado y presente, del arte y sus artistas, en una fusión, una mezcla de tiempos, tendencias, géneros y materias. 

La película construye un puente de conexiones y vinculaciones entre el arte paleolítico y el arte urbano más actual, en el que se mira, se analiza y se profundiza en texturas, elementos, de esencias y metodologías de trabajo, visitas a talleres, en el que los vemos a parte de conversar, intercambiar ideas y cuestionar lo establecido y elogiar la incertidumbre, el error y la pérdida, en un sinfín de ideas que van y vienen, que se construyen trabajando, que se hacen y se mueren en cada trabajo, en cada estructura, y sobre todo, en ese proceso infinito de búsqueda, de buscar, de buscarse dentro de nosotros, en nuestro interior, en nuestra alma, y en nuestro alrededor de forma inquieta, curiosa y sencilla, en la que se habla del arte y del artista, de sus orígenes, sus elementos naturales y abstractos, de filosofía, de condición humana y de sentir y emociones. La sabiduría y la magia que destila la película de Saura es como una vuelta a la inocencia, a aquella pulsión del creador que empieza y quiero descubrirlo todo, haciendo preguntas y haciéndose preguntas desde la mirada del que quiere saber, del que quiere descubrir, del que busca, pregunta y observa maravillado por las pinturas, los detalles, y todo lo que hay detrás, de  ese universo invisible que está ahí, pero hay que acercarse y mirarlo detenidamente para ver todo lo que nos cuenta la pintura y sus huellas, sus restos y el artista desconocido que estuvo allí hace miles de años, porque, en cierta manera, como ya hemos planteado, Las paredes hablan y mucho, nos hablan de todo lo que ha sucedido en ellas, de todas las capas, relieves y texturas que el tiempo ha construido en ellas, y también, nos habla de las manos de los artistas que estuvieron allí, de su arte y sus mirada, de todo su contexto social, económico, político y cultural en el que vivían y pintaban. 

La película se podría mirar en el reflejo de otras como Mur murs (1981), de Agnès Varda, en el que se recogen las pinturas de arte urbano en las paredes de Los Ángeles (EE.UU), y todo su contexto y el origen y deseo de los artistas que las pintan, así como el estupendo documental La cueva de los sueños olvidados (2010), de Werner Herzog, rodado en 3D, en el que se observan y analizan con profundidad todas las pinturas rupestres de la mencionada cueva de Chauvet. Las tres películas forman una especie de trilogía en la que se abre un profundo e íntimo diálogo entre el cine y el arte, o lo que es lo mismo, se abre un diálogo sobre los procesos creativos, sobre la necesidad de mirar sin prejuicios y sin perder la curiosidad del niño o niña que todos fuimos alguna vez, y sobre todo, de disfrutar en todos los sentidos de la magia de la historia, de todos los secretos y revelaciones que sabemos y nos faltan por descubrir, de dejarse llevar por sus magníficos setenta y cinco minutos breves e intensos de metraje, en el que nos llevan de la mano por la historia de la humanidad, del descubrimiento de la consciencia, de todo lo que soñados en forma de pinturas y demás, y de nuestra identidad que es aquella que vemos cada día en un espejo, y aquella otra, la que no vemos y sentimos y es el material del que están hechos los sueños y lo que soñamos. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

Un viaje de mármol, de Sean Wang

EL CAPITALISMO Y NOSOTROS. 

“La gente paga por su propia subordinación”

Noam Chomsky

Los tremendos y rápidos cambios económicos de China han quedado retratados de forma profunda y seria por un cineasta de la talla como Jia Zhangke en películas como El mundo (2004), Naturaleza muerta (2006), y Wuyong (Useless) (2007), entre otras, excelente cronista de su país y el desánimo de una población lanzada al capitalismo y expulsada a la vida. Otro cineasta chino como Sean Wang, retrata en Un viaje de mármol el capitalismo desde dentro y sobre todo, desde fuera de China, y sus conexiones con Grecia, destino turístico y colaborador esencial en engrandecer la economía de sus ciudadanos más pudientes. No es la primera vez que el director chino se ha acercado a la realidad griega, ya lo hizo en su ópera prima Lady of the Harbour (2017), en la que se centraba en el trabajo de Suzanne, una activista china que junto a su equipo, ayudaba a los refugiados que llegaban exhaustos a Lesbos, Pireo y Atenas, esos mismos lugares, a los que se añade otros lugares turísticos como Santorini y demás, son los espacios en los que se desarrolla la película.

La película tiene un arranque tan revelador como demoledor con las gemelas chipriotas haciendo un directo frente al Partenon y hablando en chino, a los que se les acercan un par de turistas chinos y el diálogo y la cordialidad se desarrolla de manera sencilla y divertida. Luego, pasamos al Peloponeso, la ciudad de donde se extrae el mejor mármol del mundo, con el que se construyó el Imperio Romano, que ahora se exporta a China para que los ricos se gasten cantidades indecentes en sus casas del material tan noble. Conoceremos a todos los agentes en cuestión: las citadas gemelas, una especie de embajadoras que reclutan ricos para que compren en Grecia su sol, sus islas y cualquier producto, un artesano chino del mármol que fabrica para el mundo entero haciendo copias y réplicas esparcidas por todos los países, un empresario que explota sus negocios con la piedra en China, en la que hay más permisividad a nivel laboral y legal, y finalmente, el sobrante del mármol, que acaba en los talleres chinos para crear souvenirs que vuelven a Grecia y se esparcen por todo el mundo. Wang va construyendo su narrativa desde un punto de vista global, sin caer en la condescendencia ni en el sentimentalismo. 

Un filme que propone la observación detenida, sin prisas, en la que nos abre una ventana para que contemplemos la belleza del mármol, y el mercantilismo feroz y terrible que se hace de él, con unas imágenes elegantes y sofisticadas, que en muchos momentos creemos que estamos en una película de ciencia-ficción por toda esa ostentosidad que contrasta con los talleres tan miserables en los que hay polvo nocivo, niñas trabajando y unas condiciones de explotación y horror. Wang no remarca en absoluto su discurso político, no le hace falta y tampoco sería necesario, porque sus imágenes y sobre todo, lo que retrata, deja muy patente la absurdidad del mundo capitalista y esa falsa idea de globalización de estar más cerca de todo y los otros, que es una falsedad, porque seguimos como siempre, unos privilegiados viven de esa forma porque la otra mitad de la población trabaja sin descanso y sufre una precariedad extrema. La película muestra situaciones de pobreza laboral, aunque también, mira y atiza a los “presuntos” empresarios, que van y vienen de Grecia a China y viceversa, copiando, replicando y rodeados de un lujo hortera y estúpido, donde todos parecen fotocopiados, en un mundo descontrolado donde la idea de amasar dinero y gastarlo en gilipolleces está a la orden del día, un mundo que parece el posapocalíptico de otro que fue, y ya no está, donde todo lo bello acaba siendo pasto de la mentira, la riqueza y la estupidez humana. 

Con un ritmo estupendo y ágil, nos llevan de manera suave y reposada por esos ambientes empresariales, donde abundan los encuentros, las fiestas y demás, incluidos los religiosos, y los otros, los que los trabajadores chinos y chinas pierden su vida y su salud esclavizados por el bien del progreso de otros, porque no del suyo. Wang podría haber construido una tragedia sin esperanza, pero aunque vemos poca de esperanza, sí que ha concluido mucho humor en su película, un humor divertido y en otras ocasiones, muy irónico, en el que se descojona sin compasión de todas las argucias y estupideces del sapiens por ganarse al rico y venderle de todo, con saraos superficiales, sonrisas fingidas y demás poses para ganarse la confianza, es decir su chequera. Aprovechen la ocasión que les brinda el DocsBarcelona a través de su maravillosa iniciativa del Documental del Mes y no se pierdan Un viaje de mármol, de Sean Wang, porque tiene de todo y muy bueno. Tiene eso que mucho cine actual ha olvidado y no es otra cosa que mostrar y retratar una realidad, pero no edulcorada cayendo en la deshonestidad, sino todo lo contrario, mostrando una realidad que duele, pero es así, porque podemos mirarla desde otros ángulos si queremos, pero seguirá siendo la misma realidad, eso sí, podemos contarla como lo hace Wang, de verdad, con emoción y con mucho humor, porque es bueno ver las cosas desde otro modo, aunque sigan siendo crudas, ayuda a sacar nuestras propias conclusiones y la próxima vez que tengamos la necesidad de comprar un artículo o turistear a algunos de esos países, pensemos un poco en toda la basura que mantiene esa injusticia, y sobre todo, a la maquinaria que hace que este mundo de tanto asco. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

 

Entrevista a Claudio Zulian

Entrevista a Claudio Zulian, director de la película “La montaña mágica”, en la Sala Laya de la Filmoteca de Catalunya en Barcelona, el jueves 19 de enero de 2023.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Claudio Zulian, por su tiempo, sabiduría, generosidad y cariño, y a Sonia Uría de Suria Comunicación, por su amabilidad, generosidad, tiempo y cariño. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

Regreso a Raqqa, de Albert Solé y Raúl Cuevas

MARC MARGINEDAS, REPORTERO DE GUERRA.

“No hay guerra que se pueda transmitir a distancia. Una persona se sienta a la mesa y se pone a comer tan tranquila mientras ve la televisión: en la pantalla, torbellinos de tierra saltan por los aires –corte–, se pone en marcha la oruga de un tanque –corte–, los soldados caen abatidos y se retuercen de dolor, y el espectador pone mala cara y maldice furioso porque, pendiente de la pantalla, ha puesto demasiada sal en la sopa”.

Ryszard Kapuscinski

La ausencia de imágenes, ya sean fotografías o audiovisuales, nunca significa un abandono de la película que se quiere contar. Si vemos el cine de Rithy Panh, descubrimos que, en La imagen perdida (2013), unas cuantas figuras de barro pueden retratar el horror vivido en los campos de trabajo de los Jemeres Rojos en Camboya. En otras ocasiones, la animación se ha utilizado ante la falta de imágenes como en películas tan extraordinarias como  Persépolis (2007), de Marjane Satrapi y Vincent Paronnaud, Vals avec Vashir (2008), de Ari Folman, en las que se retrataba duras experiencias como crecer siendo mujer en el régimen de los Ayatolá y como soldado israelí en una matanza de refugiados.

Los reporteros de guerra también han tenido sus películas como Un día más con vida (2018), ´de Raúl de la Fuente y Damian Nenow, sobre la experiencia africana de Kapuscinski, y Chris el suizo (2018), de Anja Kofmel, en la se narra la muerte de un reportero en la guerra de los Balcanes. En Regreso a Raqqa se centran en la experiencia del reportero de guerra Marc Marginedas, especialista en cubrir conflictos en países árabes que, después de su tercer viaje a Siria fue secuestrado por el Estado Islámico durante seis meses junto a otros diecinueve colegas y funcionarios de ONG. Sus directores son Albert Solé (Bucarest, Rumanía, 1962), con experiencia como reportero TV,  y con el nuevo milenio dedicado al cine documental en el que ha dirigido y producido más de veinte títulos, entre los que destaca el retrato de un personaje enfrentado a sus propios límites como Bucarest, la memoria perdida, Al final de la escapada, Los recuerdos del hielo, Gabor, entre otros, y Raúl cuevas (Barcelona, 1978), dedicado también al cine documental, entre los que destaca sus trabajos con Miguel Ángel Blanca, y sus trabajos conjuntos con Solé en la serie Examen de conciencia (2019), y L’última cinta des de Bosnia (2020).

Con Regreso a Raqqa vuelven a unir sus esfuerzos para contarnos desde lo personal e íntimo la horrible experiencia de Marc Marginedas, pero huyen del sensacionalismo y el manido ejercicio de superación, para adentrarse en un tipo que nos habla a modo de diario personal en su vuelta a Siria para contarnos lo que allí le sucedió. Marginedas nos habla, sin prejuicios ni cortapisas, de su oficio de periodista, de su labor como reportero de guerra durante las dos últimas décadas, de su trabajo a pie de guerra en países árabes, y sobre todo, de su secuestro durante seis largos meses en Siria. No deja nada fuera, cuenta con toda crudeza y realismo lo que allí vivió, su cotidianidad, sus torturas, sus palizas, el hambre, el miedo, la muerte, y mucho más, siempre desde la profundidad y la rigurosidad, sumergiéndonos en el horror de unos hombres que sembraron de terror y muerte allá por donde pasaban.

Solé y Cuevas tienen un material de primera, pero no lo envuelven en condescendencia ni mucho menos en sentimentalismo, aquí no hay nada que lo embellezca ni nada de heroísmo de telenovela, solo hay un viaje al corazón de las tinieblas, que nos mencionaría Conrad, y qué viaje, en el que su protagonista nos habla y nos cuenta, y sobre todo, revive su cautiverio y el de sus compañeros de celda, contando los seis que fueron ejecutados. Los cineastas optan por un relato breve, apenas su duración llega a los setenta y ocho minutos de metraje, en los que nada se deja al azar, donde todo se cuenta desde lo más crudo, añadiendo una gran sensibilidad y humanidad, contrarrestando todo el infierno que vivieron tanto Marc como los demás. Como buena película no solo asistimos al testimonio del protagonista, porque la cinta se nutre, y muy acertadamente, de otros testimonios como compañeros de secuestro, familiares de fallecidos, los allegados, compañeros y familia del protagonista, así como expertos en la materia, en los que se añade más información y sobre todo, se contextualiza los pormenores de lo que era el ISIS, su origen y su extrema violencia, y se hace un recorrido sincero sobre campos de refugiados en la actualidad y Marc recoge el testimonio de lo que fue vivir cerca de los asesinos del Estado Islámico.

El tótem del cine documental Frederick Wiseman dijo en su visita a la Filmoteca de Catalunya allá por la primavera de 2016 que: “El cine para ser verdad o buscar su verdad debía ser sincero, no solo con lo que retrata, sino también con el retrato que hace de sí mismo”, es decir, que nada de lo que se y lo que se oculta, corrompa en un ápice la verdadera intención de la película, que no es otra que retratar a las personas y sus hechos de forma honesta, sin querer violentar aquello que se ve y se retrata. Regreso a Raqqa se estructura a través de este precepto porque se envuelve de honestidad y veracidad en explicar la identidad de su protagonista, sus hechos y su convicción por y para el periodismo, y aún más, retrata el horror de forma cercana y humana, desviándose del espectáculo y recogiéndolo en un sensible y durísimo drama del horror que puede imponer una persona a otras, porque los asesinos del ISIS son eso, solo personas guiadas por el fundamentalismo más atroz que ven en la guerra y la destrucción su sentido vital, una desgracia para todos que la guerra siga siendo un medio y un fin, lo único humano en todo esto es que, personas como Marc y demás reporteros estarán allí para retratarlo y contarlo, seguramente no sirve para cambiar nada, si para dejar constancia que ya es mucho. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

Un cielo impasible, de David Varela

NUESTRA GUERRA CONTADA A LOS ADOLESCENTES.

“El pasado es siempre lo que dictaminan los presentes; en el futuro el pasado será el presente. Así se escribe siempre la historia”.

“Campo del Moro”, de Max Aub

En el verano de 2007, el Palau de la Virreina en Barcelona organizó la exposición “Cartografías Silenciadas”, de la fotógrafa Ana Teresa Ortega, compuesta por cincuenta instantáneas actuales de los lugares donde se alzaron campos de exterminio franquistas durante el período entre 1938 y 1962. Mi sorpresa fue mayúscula al conocer como esos sitios del horror habían sido silenciados y sepultados de la historia, en un trabajo de desmemoria de los gobernantes para borrar las tragedias de la dictadura. El cineasta David Varela (Madrid, 1972), que lleva desde hace más de una década en el cine documental formulando preguntas investigando nuestro pasado desde el presente, de forma audaz y reflexiva, como ya lo hizo acercándose a los vestigios y huellas de la Guerra Civil Española en Blockhaus 13 (2020), retratando el búnker de Colmenar del Arroyo (Madrid).

Con su nuevo trabajo Un cielo impasible, de título sumamente revelador en su propuesta, porque el director nos propone un viaje muy profundo y personal a nuestra guerra, a la guerra de nuestros antepasados, que diría Delibes, peor lo hace de forma muy interesante, ya que va mucho más allá que otras propuestas de revisión de memoria histórica, porque nos propone un trabajo a pie de campo, a visitar los lugares donde se desarrolló la Batalla de Brunete (Madrid), allá por julio de 1937, y lo hace de forma muy potente, convirtiendo su película-documento en una travesía que nos conecta con el pasado-presente en un solo espacio, donde se mezclan y fusionan en forma de caleidoscopio muchos elementos: las grabaciones de testimonios de combatientes y familiares, el ensayo-rodaje que tiene la película en varios instantes, los espectaculares planos secuencia con drones que nos permiten una visualización general del lugar y lugares más concretos, conociendo y valorando in situ los espacios, sus objetos y demás huellas de ese pasado que no se borra aunque algunos así lo pretendan.

Aunque la parte más interesante de de la película son los compañeros de viaje de Varela, porque se hace acompañar por un grupo de cuatro adolescentes que descubren, aprenden y miran lo que fue la Guerra en Brunete, y sobre todo, se preguntan, se cuestionan y reflexionan sobre nuestro pasado, sobre cómo este pasado se ha planteado en las aulas, y aún más, dialogan con historiadores y expertos sobre cómo se estudia el pasado y se transmite a los adolescentes de hoy en día. Varela se acompaña de buenos profesionales como la cinematógrafa Raquel Fernández Núñez, que ha trabajado con Mariano Barroso, Miguel del arco y María Ripoll, entre otros, para conseguir esas imágenes que tienen fuerza, que adquieren un nuevo sentido, porque ya no solo miran las huellas del pasado, sino que lo retratan, como el inmenso trabajo de sonido de Sergio López-Eraña, que tiene en su haber películas tan interesantes como Los veraneantes, True Love y Oscuro y lucientes, y muchas más, y la composición de Jonay Armas, que ha trabajado en films importantes como Europa y La estrella errante.

El extraordinario trabajo del propio director que escribe, produce, diseña el laborioso trabajo de sonido de la película, y además dirige, en colaboración con los cuatro adolescentes: Jimena Gómez de Diego, Paula Gordils Carrillo, Andrea Lázaro Pacios y Jacobo Llavona Pastor, en una experiencia que nos remite a la realizada por Jonás Trueba en su magnífico Quién lo impide (2021), en un relato sobre todos nosotros, sobre ese pasado que nuestros gobernantes demócratas han mirada de reojo, sin profundizar y sobre todo, dejando que el tiempo borre sus testimonios y sus lugares, pero películas como Un cielo impasible, heredera de otras como La guerrilla de la memoria (2000), de Javier Corcuera, Equí y n’otru tiempu (2014), de Ramón Lluís Bande, Elefantes (2017), de Carlos Balbuena, y Esa fugaz esencia que dejaron los sucesos (2022), de Carolina Astudillo, entre otras obras que se han acercado a la memoria de la Guerra Civil Española a través de todos sus lugares en su tiempo presente, retratando una historia contada por los vencedores y silenciando a los otros, a los vencidos, a los que nadie recuerda, a los que se perdieron en el olvido de la historia.

Un cielo impasible de David Varela, no solo es un retrato de lo mal que lo ha hecho este país con la historia de la guerra, que ha provocado nuestra desmemoria y atontamiento como sociedad que han provocado muchos de los problemas de los últimos tiempos, sino que también, y esto lo hace muy importante, la película se trata de un análisis certero y brutal sobre el mal funcionamiento de los centros de enseñanza públicos del país en materia de memoria, porque los más jóvenes están interesados en estos temas si se hacen con criterio, cercanía y sobre todo, con amor por nuestra historia, que no nos gustará, pero es la que es, y lo peor de todo, no solo es enseñarla mal, es no recordarla, es dejar que sus huellas desaparezcan y sean meros trozos de piedra y objetos sin significado, y es sería una tragedia como lo fue la guerra, porque los herederos de todo aquello somos los que debemos conocer la historia no solo para volverla a repetir, que eso es muy difícil, pero si para ser más humanos y seres que recuerden, que sepan y críticos con nuestro presente porque conocemos nuestro pasado. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

Entrevista a Silvia Rey

Entrevista a Silvia Rey, directora de la película “Wan Xia”, en el marco de LAlternativa. Festival de Cinema Independent de Barcelona, en los Jardins Mercè Vilaret en Barcelona, el viernes 25 de noviembre de 2022.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Silvia Rey, por su tiempo, sabiduría, generosidad y cariño, y a Mariona Borrull de Comunicación de L’Alternativa, por su labor como traductora, y su especial trabajo, amabilidad, generosidad, tiempo y cariño. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

Maija Isola. Ella, el color y la forma, de Leena Kilpeläinen

LA MUJER Y LA ARTISTA.   

“El diseño industrial necesita las bellas artes detrás para estar vivo”

Maija Isola

Muchos desconocíamos la figura de Maija Isola (Rrihimäki, Finlandia, 1927 – 2001), posiblemente la diseñadora y pintora textil más importante de la segunda década del siglo XX y más allá. La artista hizo más de 500 dibujos y diseños para objetos del hogar como manteles, delantales, cuadros, ropa de vestir y para aerolíneas, y mucho más. Un trabajo que la convirtió en la artista más icónica de todos los tiempos en la marca Marimekko, a la que le dedicó treinta y seis años de trabajo desde la década de los cincuenta hasta finales de los ochenta. La directora finesa Leena Kilpeläienn, con formación en Moscú, cinematógrafa y directora del documental The Voice of Sokurov (2013), que dedicó a la figura del genial cineasta ruso, vuelve con otro retrato, un retrato sobre la figura de Maija Sola, construyendo un recorrido muy exhaustivo y profundo desde su nacimiento hasta sus últimos días, pero aunque opte por una estructura lineal, la película no es nada convencional, adecuándose al arte de la Maija Isola.

A saber, la vida de la artista es contada por la propia artista, a través de sus documentos, reflexiones y demás, también participan su hija y nieta, que han seguido sus pasos en el universo textil. Además, la película se nutre de importantísimas imágenes de archivo, tanto personales como externas, tanto actuales como del pasado, donde nos contextualizan la época y los diferentes lugares por los que pasó la insigne artista. También se recurre a la animación para dar vida a los innumerables diseños y dibujos de Isola. Todo este puzle de textos, voces, imágenes se desarrolla a través de los tres pilares del trabajo de la artista: la luz, el color y la forma, que se nutrían de la naturaleza, el folk y los incontables viajes que realizó Maija Sola. La película es mucho más que un retrato de una artista, porque ante todo está la mujer, una mujer que rompió esquemas y todos los moldes posibles de la sociedad conservadora de mitad del siglo XX, porque siempre quiso ser ella, completamente independiente, amó con pasión y sin cortapisas tanto su trabajo como los hombres con los que estuvo. Una mujer que no es solo un referente para el diseño industrial, sino también por su forma de vivir y estar en el mundo y en la sociedad, porque fue una incansable amante de la vida, de los lugares y de las personas.

La cinta huye de cualquier atisbo de condescendencia y sentimentalismo, y no solo hace un retrato profundo y personal de Maija Isola, sino que nos sumerge en el significado de su trabajo, en el arte en sí mismo, en su actitud frente a sus diseños y sobre todo, en la parte humanista que encierra toda una forma de búsqueda, experimentación y de movimiento, donde la luz resulta fundamental, los llamativos y fusión de colores vivos, intensos y llenos de vida, sin olvidar las diferentes formas, texturas y mezclas que proponía la artista, y la alejaron del conservadurismo de la época y rompió definitivamente con los estampados y las formas clásicas, dotando al mundo del diseño textil de nuevos caminos y rutas por las que transitar, totalmente inciertas, llenas de aventuras y sobre todo, llenas de pasión y vida infinitas. Porque aparte de la artista, la película nos muestra esa otra parte interior, donde encontramos una mujer modernísima, a contracorriente de todo, con un mundo espiritual absorbente y lleno de luz y color, conociendo sus diferentes parejas, recorriendo sus diferentes travesías por lugares como su Finlandia natal, donde huía de las pequeñas urbes conservadoras y vacías, adentrándose en la naturaleza como refugio para experimentar y sentirse viva, ese París tan lleno de vida y formas que experimentar, la España del sur y la colonial, donde perderse por la cultura árabe y sus diferentes formas de vestir y vivir, ese Estados Unidos donde ver, conocer y sentir, y muchísimos más, donde Maija vivía, buscaba y encontraba formas y caminos que conocer y atrapar.

Nos alegramos que existan trabajos como Maija Isola. Ella, el color y la forma, con un subtítulo muy revelador de la figura que nos vamos a encontrar en este camino por su vida, sus pensamientos, sus hijas, sus viajes, sus amores, sus experiencias, y sobre todo, sus diseños que siguen maravillando a todos y todas las personas que los descubren por primera vez, como le ha ocurrido al que escribe todo esto, porque con el trabajo de Isola ocurre que ya lo habíamos visto, pero no sabíamos que eran de ella, por eso esta película es tan importante, porque tiene ese espacio didáctico, que el arte siempre ha de tener, descubrirnos y mostrar a personas que no deberían tener esa invisibilidad, porque Maija Isola, no solo es una gran artista, sino que fue una mujer que abrió muchas puertas, ventanas y mundos a todas las otras artistas que le sucedieron, y eso es muy grande, y no todas las personas dejan un legado tan impresionante tanto a nivel artístico como humano. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA