Entrevista a Sergi Pérez

Entrevista a Sergi Pérez, director de “El camí més llarg per tornar a casa”. El encuentro tuvo lugar el miércoles 27 de mayo de 2015, en la Plaza Gutenberg, en el Campus UPF, de Barcelona.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Sergi Pérez, por su tiempo y generosidad, a Eva Herrero (autora de la instantánea que ilustra esta publicación) de MadAvenue, por su paciencia y amabilidad.

El camí més llarg per tornar a casa, de Sergi Pérez

ECMLPTAC-Poster-SevillARRASTRANDO EL DOLOR

Nos encontramos en el interior de un piso, vemos a un hombre en la treintena, de espaldas y tendido en la cama. La cámara avanza suavemente hacia él. En ese instante, se gira lentamente y llama a Elvis. Se levanta con dificultad y se mueve por la vivienda llamando a su perro. Finalmente, lo encuentra y el animal permanece inmóvil, no atiende, parece muerto. Corriendo llama al veterinario, y sale a la calle con el perro en brazos. Busca un automóvil, pero no lo encuentra. Coge su móvil y habla con alguien que le indica la ubicación del coche de una mujer. El hombre empieza a llorar y aparece el título de la película.

Con este prólogo de 10 minutos intensos arranca la película, una cinta dirigida por el debutante Sergi Pérez (Terrassa, 1976), financiada mediante crowdfunding, a través del esfuerzo titánico de muchas personas. Un brutal descenso a los infiernos que se introduce en el alma de un hombre moribundo, una alma perdida, que no reacciona, que se siente roto por el dolor, que se desplaza como un sonámbulo, sin rumbo ni destino, alguien que ha sido golpeado, pero es incapaz de levantarse. Lo vemos moverse por una ciudad que de repente se ha convertido en ajena, que no reconoce, ni ésta lo reconoce a él, que se tropieza con amigos y familiares de los que acaba huyendo, personas que le recuerdan quién es, pero él no quiere saberlo, quiere huir, escapar de todos, y sobre todo, de sí mismo, aferrándose a lo que ya no está, a lo que se fue, a esa ausencia que lo mata y lo ha dejado sin vida. El perro lo saca a la calle, Joel, que es así como se llama este hombre, quiere deshacerse del animal, pero parece que no le va a resultar tan sencillo, el perro era de ella, de la que no está.

Pérez acota su película en una sola jornada, 24 horas donde asistimos como testigos al derrumbe emocional de un ser que se ha convertido en un fantasma, la cámara lo sigue incesantemente, está encima de él, podemos escrutar sus emociones, escuchar el latido de su corazón herido, de esa falta de aliento. Los largos planos secuencia, intercalados con breves acercamientos, a través de un zoom que se acerca hacía ese rostro desencajado de Joel.  Un camino tortuoso y solitario que relata su huida, su viaje a ningún lugar, sus no acciones no atienden a nada en concreto, se mueve por inercia, como si fuese otro el que lo hace, su guía se ha perdido, va a la deriva, ya no escucha, no entiende, pide desesperadamente las llaves de su casa, que ha olvidado en su domicilio, pero sus conocidos no le pueden ayudar, reclaman su presencia, le piden que reaccione, que no se evada. Un beso que no viene a cuento, un polvo frustrado con una desconocida, curar al perro, volver a la oficina donde trabaja y violentarse con una compañera, y finalmente, enfrentarse a él mismo, porque nunca hay escapatoria, siempre uno tiene que volver a sí mismo, a mirarse en su interior, aprender a aceptarse, y aceptar las dificultades y los palos del entorno.

Un contundente y brutal viaje a las entrañas del alma, a las emociones más viscerales que nacen desde lo más profundo, contado con una belleza que abruma, apoyándose en una sinceridad y honestidad que traspasa, no se juzga, se mantiene un punto de vista de observación. Un cine vivo, parido a tumba abierta, sin concesiones, en esta bellísima fábula contemporánea que a ratos parece un western, en otros, una cinta de terror del este a lo Polanski (recuerden Repulsión o El quimérico inquilino), con ciertas reminiscencias a Yo (Rafa Cortés, 2007). Con un protagonista Borja Espinosa, que compone un personaje torturado donde su penetrante y perdida mirada,  su presencia física y su voz grave, juegan un papel fundamental en la naturaleza de la trama. Una cinta contada desde la astucia y la intensidad de hacer cine desde las fronteras y los pliegues desde lo más profundo y complejo de la condición humana.

Entrevista a Xapo Ortega

Entrevista a Xapo Ortega, codirector de “Ciutat Morta”. El encuentro tuvo lugar el Jueves 26 de febrero  de 2014 en Barcelona, en la oficina de su productora Metromuster.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Xapo Ortega y Xavier Artigas (autor de la fotografía que encabeza la publicación), directores de la película, por su tiempo, sabiduría, generosidad y paciencia, y al Creative Commons Film Festival, y a su codirector Andreu Meixide, donde descubrí la película.

52 Martes, de Sophie Hyde

52-martesMI MADRE/PADRE Y YO

Sophie Hyde es una directora australiana que lleva un lustro, junto a la colaboración del guionista Matthew Cormack, dedicada a producir y dirigir piezas de ficción y documentales para la compañía Closer Productions. Los dos colaboradores se han lanzado a abordar un tema espinoso y controvertido como es la transexualidad, en una película/experimento que se ha producido siguiendo la premisa argumental que plantea la película, en un trabajo parecido como el abordado por Richard Linklater en Boyhood. La película  explora las complejas relacionas de una madre y una hija, después que la progenitora le explica que va a recibir un tratamiento médico, de un año de duración,  para cambiar de sexo y convertirse en un hombre (tratamiento real que siguió el actor que interpreta a la madre), durante ese tiempo las dos se verán sólo los martes. La producción también se citaba cada martes durante ese año para filmar la película, con la idea que debería incluirse en la película algo de  lo filmado cada semana.

El trabajo de Hyde se mueve entre varias capas a nivel formal: la narración que actúa como elemento observacional, luego, vemos lo rodado por la madre que documenta su transformación, también, la hija, Billie, junto a dos amigos, graba en vídeo sus encuentros sexuales en un almacén, y además, también filma en soledad sus reflexiones y pensamientos sobre lo que está ocurriendo entre su madre y ella, finalmente, las imágenes de televisión que van documentando los sucesos que se van desarrollando durante los 365 días en los que transcurre la acción. La decisión de la madre, acelera el despertar sexual de la adolescente Billie, que a escondidas y sin permiso paterno (ahora vive con su padre) experimenta de forma libre y desinhibida el sexo que además filma en vídeo. Hyde opta en su película (que tuvo una gran acogida en Sundance y Berlín, certámenes en los se llevó dos galardones), por un tratamiento natural y cercano, huyendo de lo morboso y lo trágico, los personajes (actores no profesionales que debían tener algún tipo de vínculo con los roles que interpretaban), el núcleo familiar y la gente que les rodea, aceptan de manera normal la decisión de la madre de convertirse en James, si bien es Billie que quiere pasar más tiempo con su madre, y también, se desmarca escondiendo sus verdaderas opiniones sobre lo que está sucediendo, refugiándose con la ayuda de sus dos amigos, y la compañía de la noche, en unos juegos, que no resultan de lo más indicado para una joven confundida y desorientada que se siente apartada e intenta descubrirse a sí misma de manera acelerada, y más como un puñetazo de rabia que de una decisión tomada libremente.

Hyde no juzga a sus personajes ni nada de lo que ocurre, siempre deja la palabra al espectador para que sea él quien decida sobre sus propias ideas acerca de la familia, la maternidad, el género, la identidad y las difíciles relaciones entre los seres humanos ante situaciones que no entienden e intentan infructuosamente estar por encima de ellas, con los problemas que eso conlleva de adelantarse a los acontecimientos e intentar ir más rápido del tiempo que llevan las cosas.

5 D’A – EL VIENTO A FAVOR. Viaje a través de lo vivido y soñado.

El pasado 3 de mayo se cerraba la quinta edición del Festival Internacional de Cine de Autor de Barcelona, 10 días intensos, que arrancaron el 24 de abril, llenos de pases, directores, presentaciones, debates, coloquios, y sobre todo, días de encuentro, donde el cine de calidad, comprometido y reflexivo tomó la palabra. El tránsito que significó dejar un festival como el BAFF, y renacer con otras siglas, y ya no sólo centrarse en el continente asiático, sino que abarcar los 5 continentes, resultaba una empresa difícil y compleja, pero desde su primera edición, la del 2011 hasta esta última, celebrada este año, el D’A –como todos los seguidores y aficionados lo conocen- ha creado una marca, unas siglas que lo identifican, la cita de primavera de la ciudad condal, esa que sucede durante el primero de mayo, el festival que nos muestra un cine valiente, alejado de lo establecido, un cine diferente entre sí, un cine independiente, que ha sabido soportar las penurias económicas, en algunos casos, y en otros, las penurias legales, para crecer en libertad, explorando los diversos temas y plantearse cuestiones, no sólo a nivel argumental, sino también formales. El D’A, 5 años después, se ha erigido en un certamen serio, riguroso, vivo, valiente y que ofrece a su público cines y miradas de muchos rincones del planeta, de cinematografías totalmente inexistentes en las carteleras de los cines, un evento grande, en mayúsculas, que después de 5 años se ha afianzado en el interior de todos nosotros, y que su existencia no solamente es un logro de sus organizadores y patrocinadores, sino también de nosotros, el público que sigue acercándose cada principio de primavera a ver lo que sucede en esas pantallas inquietas, en esas salas a oscuras, y en esa maravillosa experiencia que es ver cine en las salas de cine.

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Mi andadura por el festival arrancó el domingo 26 de abril, y la elegida fue EL INCENDIO, de Juan Schnitman, enmarcada en la sección Talents. El realizador argentino nos somete en su segundo trabajo -el primero fue una codirección con Santiago Mitre en El amor (Primera parte)– a un vertiginoso viaje a las emociones de una pareja de jóvenes que ha dado el paso de la compra conjunta de una vivienda. 24 horas durísimas, de discusiones, gritos, peleas, desconfianzas y dudas entre dos seres que se sienten solos en el enjambre de una sociedad que marca un ritmo vertiginoso y no deja tiempo a pensar. Una brutal pesadilla sobre las volátiles relaciones, la difícil convivencia y sobre todo al miedo a la vida, y a nosotros mismos, rodada con cámara al hombro, creando un ambiente asfixiante y realista que incómoda en una de las obras más viscerales y contundentes de las vistas en el festival. De la misma sección me acerqué a A MISTERIOSA MORTE DE PÉROLA, de Guto Parente. El joven realizador brasileño nos introduce en un ambiente que arranca de forma cotidiana como si fuese una película de Oliveira, para luego girar de forma ingeniosa y sutil hacía lo terrorífico, donde cabrían autores de la talla de Hitchcock, con ecos de Vértigo, el Polanski de El quimérico inquilino, o las pesadillas psicológicas y perturbadoras del siempre indescifrable Lynch. Una elegante y sofisticada imagen, con apenas un par de personajes, y brevedad en su metraje para incomodarnos y hacernos viajar hasta la más temible de nuestros miedos.

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LES AMIGUES DE L’ÀGATA, de Laia Alabart, Alba Cros, Laura Rius, Marta Verheyen. Película surgida del grado de Comunicación Audiovisual de la UPF como trabajo final de carrera y supervisado por gente como Isaki Lacuesta, Elías León Siminiani y Gonzalo de Lucas, se llevó el premio del público con todo merecimiento. Las cuatro directoras hablan de algo que conocen, el difícil tránsito de la infancia a la edad adulta, de las amigas del colegio a las de la universidad, pero lo hacen de un modo fresco, natural, sin sentimentalismos, con una mirada inquieta, que recoge las pulsiones del momento y la agitación de ese instante. Una mirada seria y honesta a un proceso vital que genera conflictos propios y ajenos. Una cinta sincera y realista protagonizada por cuatro actrices cómplices y en constante evolución. ANTÍGONA DESPIERTA, de Lupe Pérez García. El segundo trabajo de la cineasta argentina es un ejercicio interesante que viaja por diferentes géneros sin definirse en ninguno (una de las constantes de las películas de aquí que se han visto en el festival), una aproximación fiel y natural sobre la descontextualización de los mitos, de su importancia en el tiempo que vivimos. Rodada en zonas agrestes, y apoyada de una luz bellísima que capta de forma contundente todos los aromas y agitaciones que estructuran la cinta. Con el apoyo de la complicidad de Juan Barrero, en labores de producción y cámara, y de Gala Pérez Iniesta -autora de la música-, como esa Antígona que se revela ante el poder. Una pieza de orfebrería que indaga en las grietas y costuras de la representación y forma cinematográfica. NO TODO ES VIGILIA, de Hermes Paralluelo. http://atomic-temporary-59521296.wpcomstaging.com/2015/05/16/no-todo-es-vigilia-de-hermes-paralluelo/. 

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De la sección Direccions, me sentí seducido por la fuerza de CHORUS, de François Delisle. Sexto trabajo de un director experimentado que nos introduce en una historia sobre las heridas del pasado, filmada en un hermoso blanco y negro, y con apenas dos personajes, sin olvidarnos de la inolvidable presencia de Geneviève Bujold (la enigmática actriz de Rudolph). Nos cuenta la tragedia de un matrimonio, ya deshecho, que vuelven a enfrentarse a la aparición del cadáver de su hijo menor que fue brutalmente asesinado. Un descenso a los infiernos desde la cotidianidad, con unas interpretaciones basadas en la contención, en las miradas, en un relato brutal, sin concesiones que somete al espectador a enfrentarse al dolor y a esas almas que sufren y no encuentran paz.  QUEEN OF EARTH, de Alex Ross Perry. La nueva película de unos realizadores más estimulantes del panorama independiente estadounidense, arranca con la ruptura de una pareja, ella, un joven artista anulada por el talento de su padre fallecido, se va unos días con una amiga íntima. Lo que en principio son unos días de descanso y recuperación, pronto se girarán hacía los más profundos miedos  de alguien con graves problemas emocionales. El cineasta americano utiliza tres personajes, y un único escenario (una casa y su entorno) para sumergirse en un cuento de terror cotidiano, alejándose de los sustos y demás elementos del género, para indagar de forma sencilla y directa en la complejidad de la mente y las consecuencias de la enfermedad mental. THE SMELL OF US, de Larry Clark. Nueva baja a los infiernos del siempre irreverente e incómodo cineasta y fotógrafo norteamericano. Esta vez se pierde por las calles de París para hablarnos de sus temas favoritos: adolescentes que viven al límite, tomando drogas, prostituyéndose con maduros y ancianas depravadas, utilizando el sexo desenfrenado como como forma de escape, y perdiendo el tiempo con el skate. Una cinta visceral con olor a sudor, que nos habla de una juventud perdida que no encuentra consuelo en nada, que se deja llevar por las pasiones más sucias y destructoras. Una mirada cruel, desoladora y decadente de unos jóvenes sin futuro  en un pozo de autodestrucción.

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Una de las secciones más interesantes del festival fue Futurs (Im)Possibles. CRUMS, de Miguel Llansó. Filmada en Etiopía y con actores del país. El realizador español nos sitúa en un ambiente postapocalíptico, donde los referentes culturales y consumistas han desaparecido, y han tomado nuevas definiciones y formas. Unos personajes atípicos encabezados por un antihéroe que emprenderá un viaje por lugares desolados, de extenuante belleza plástica, en los que deberá enfrentarse a duras pruebas y sobre todo a sí mismo. Una película transgresora en todos los sentidos, desde la comedia surrealista, el humor grotesco y fino, una love story, pero ante todo una película a tumba abierta en cuanto a forma y contenido, filmada en absoluta libertad y compromiso, que aboga por la experiencia del cine, del cine como una aventura, un viaje sin destino hacía los márgenes más alejados de cualquier estructura que podamos definir. Una experiencia que atrapa y no deja indiferente. EL HOMBRE CONGELADO, de Carolina Campo-Lupo. Una cinta que nos invita a viajar hacía los confines de todo a bordo de un barco de la armada. La realizadora nos sitúa en una aventura donde el paisaje invade completamente la pantalla, arrasando con todo. Una experiencia que nos recuerda a Leviathan, aquel viaje a bordo de un pesquero, ahora la palabra, en este caso la imagen, se la cede en su grandeza y totalidad al paisaje indómito y salvaje que engulle al barco y a sus tripulantes. Un documento visual donde el sonido cuestiona ciertos límites de la imagen y su representación. Una maravillosa y elegante cinta donde cada espectador se sumerge en sus propias fantasías en un viaje que no parece tener retorno. De la sección Transicions, me dejé llevar por la sencillez de LAS ALTAS PRESIONES, de Ángel Santos.http://atomic-temporary-59521296.wpcomstaging.com/2015/05/07/las-altas-presiones-de-angel-santos/.

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LOS EXILIADOS ROMÁNTICOS, de Jonás Trueba. Tres amigos salen de Madrid con destino a París en busca de algo, quizás de amor, de ellos mismos, o de las mujeres que les esperan. Trueba nos cuenta un viaje, cinematográfico, literario, de amistad, de referentes culturales, vitales, y sociales. Un trayecto estival sin rumbo, donde nos habla de unos jóvenes perdidos y a la deriva, que buscan y creen encontrar, aunque todavía no saben muy bien para qué. Los ilusos era una película de entretiempo, una cinta que hablaba de cine sin hacer cine, cine en estado puro, filmado entre amigos,  un cine que habla de nosotros, de esa juventud que se va y de las cosas que vendrán o de las cosas que creemos que pasarán. Las referencias al cine de Tanner o Rohmer aparecen en el horizonte, en una cinta viva, llena de grandes aciertos y sobre todo de un cineasta con una mirada que alejándose de los convencionalismos, nos habla directamente, desde la sinceridad y sin apenas hacer nada de ruido. THE LESSON, de Kristina Gozeva, Petar Valchanov. Debut en la ficción de los realizadores búlgaros que nos hablan de un cuento moral, donde una profesora en su afán de impartir justicia en su aula, se verá enredada en un macabro puzzle social, donde no encuentra el fondo, por los problemas económicos que asolan a su familia. Una crítica social demoledora sobre las dificultades de sobrevivir en la sociedad actual y del papel de la mujer. Una mujer trabajadora y luchadora que debe enfrentarse a problemas e manera solitaria. Un ejercicio contundente, filmado de manera realista y con una luz claroscura que ayuda a reafirmar esa negritud y desolación que respira toda la película. TALLER CAPUCHOC, de Carlo Padial. Después de Mi loco Erasmus (2013), el joven realizador vuelve a la carga, ahora es el turno del timo de los talleres literarios, de esos escritores con aires de grandeza y sobre todo de un cierto aire de fatalismo e hipocresía que rigen muchos conceptos de la sociedad contemporánea. El showman Miguel Noguera se mete en la piel del escritor fracasado y patético, rodeado de una fauna de engendros aburridos y listillos que pasean su ego por cualquier esquina. Una mirada mordaz, brutal e ingeniosa, con bastante humor que consigue hacer reír y llorar a partes iguales.

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Para finalizar mi camino por el D’A, asistí la noche del sábado 2 de mayo, a la gala de clausura donde se dio lectura a los premiados, y a continuación se abrió el telón y se pasó EDEN, Mia Hansen-Love, la película que cerró el certamen. El cuarto título de la cineasta francesa nos sumerge en el ambiente garaje, la música electrónica que apareció a principios de los 90. Una cinta que repasa veinte años de historia de un DJ que a pesar de los años que van pasando, se niega a cambiar y sigue a lo suyo, noches sin fin y drogas por doquier. Una mirada realista y oscura sobre los ambientes nocturnos y también, sobre el paso del tiempo, de cómo afrontar los años y permanecer erguido a pesar de los sueños frustrados y los desengaños vitales. Una cinta a ritmo de música que nos hará bailar, conmovernos, disfrutar, y también sufrir con una generación que creyó que todo empezaba y acababa de noche, olvidándose que a la mañana siguiente salía el sol.

Con Hansen-Love, se finiquitó mi participación en el D’A como ávido espectador e investigador de lo cinematográfico, desde un punto de vista crítico y observador, pero sobre todo, disfrutando enormemente de los  momentos vividos, soñados y encontrados en este festival que nos acoge cada principio de primavera…

Entrevista a Hermes Paralluelo

Entrevista a Hermes Paralluelo, director de “No todo es vigilia”. El encuentro tuvo lugar el jueves 30 de abril de 2015, en el hall del Teatro CCCB de Barcelona, dentro del marco del Festival Internacional de Cine de Autor de Barcelona.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Hermes Paralluelo, por su tiempo y generosidad, a Sonia Uría y Alex Tovar (autor de la instantánea que ilustra esta publicación) de Suria Comunicación, por su paciencia, generosidad y amabilidad.

Una nueva amiga, de François Ozon

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En el cine de François Ozon (París, 1967) hay dos elementos que emergen de forma continuada y se han convertido en características fundamentales de su mirada. Una, son las transgresiones a nivel de género, donde viaja aleatoriamente de la comedia, al drama o incluso el policíaco, otro de sus rasgos se identifica con unos personajes en permanente búsqueda, donde la sexualidad y su identidad serían el punto de cohesión en todas sus obras. En esta ocasión, se ha inspirado en la novela Su nueva amiga, de Ruth Rendell (1930-2015) fallecida recientemente, como hicieran en su día dos cineastas de los que el cine de Ozon bebe mucho, Claude Chabrol (en La ceremonia, de 1995, y en La dama de honor, de 2004), y Pedro Almodóvar (en Carne Trémula, de 1997).

La trama es sencilla, nos cuenta que después del fallecimiento de Laura, su marido David, recupera su afición de disfrazarse de mujer para así criar con más naturalidad a su hija, secreto que acabará desvelando a Claire, íntima amiga de su mujer. Bajo estas líneas argumentales, que en un primer momento podría resultar ridícula, Ozon teje un fascinante ejercicio sobre la identidad sexual, una excelente trama con todo tipo de situaciones donde los personajes se enfrentan a sí mismos y a sus verdaderos deseos ocultos, donde cada uno de ellos se descubrirá a sí mismo, y encontrará la verdadera identidad que oculta y rechaza. Un relato que contiene todo tipo de elementos, desde el costumbrismo de una clase social alta que vive alejada del mundanal ruido, en esas casas de calles limpias e interminables, los sofisticados club de tenis, los lugares de trabajo en el centro, y las segundas residencias, igualmente apartadas. Un mundo donde los personajes se mueven entre las apariencias, entre vidas acomodadas, pero no cómodas, donde tienen que ocultar sus verdaderos yo y vivir otra vida.

Una cinta donde se juega constantemente con los géneros, desde la comedia trans alocada creando situaciones llenas de humor que rayan el ridículo, donde Fassbinder (que Ozon ya llevó en el año 2000 un guión suyo al cine, Gotas de agua sobre piedras calientes) y Almodóvar, serían sus fuentes inspiradoras, el ambiente burgués que coquetea con el policíaco de Chabrol. Una cinta que vuelve a otro de los temas que marcan la cinematografía de Ozon, esa inmersión a la sexualidad en la adolescencia, en el que la aniñada imagen de Anaïs Demoustier actuaría en ese rol. Una película que explora las pulsiones de las identidades de una forma elegante y cómica, donde nada es lo que parece, y donde el buen hacer de la pareja protagonista, donde Romain Duris resulta muy creíble tanto de David como de su alter ego Virginia, con tacones y a lo loco.

No todo es vigilia, de Hermes Paralluelo

No-todo-es-vigiliaTODA UNA VIDA

Hace más de medio siglo que Yasujiro Ozu filmó en Cuentos de Tokio  (1953), la descomposición de Japón, después de la segunda guerra mundial, a través de Shukichi y Tomi Hirayama, un matrimonio de ancianos que se veían desplazados por sus hijos. Sólo el tiempo y el cariño de su nuera Noriko no los dejaba solos y a su suerte. Hermes Paralluelo (Barcelona, 1981) acomete en su segundo título, el retrato de otra pareja de ancianos, sus abuelos, Antonio y Felisa, que llevan más de 60 años juntos, unas personas que temen la amenaza de acabar en una residencia y perder la independencia de la que gozan, que se necesitan el uno al otro, y no pueden estar alejados. Paralluelo opta por una cámara observadora, no se entromete en los asuntos de sus personajes, los observa en silencio, captando las pulsiones y las respiraciones agitadas de dos seres octogenarios, dos personas cansadas, que se mueven con lentitud, y que sienten temor por la desaparición del otro.

El realizador barcelonés divide su relato en dos partes bien diferenciadas, en la primera, nos encontramos en un hospital, ya que Antonio acaba de ser operado, las eternas esperas, las conversaciones entre los abuelos, los largos paseos de Felisa, ayudada por un andador,  por los pasillos del hospital, los encuentros de Antonio, estirado en la camilla, con sus amigos también convalecientes. El ir y venir del ajetreo del hospital se apodera de la trama, en la que Paralluelo con extenuante paciencia, filma los rostros agrietados, las miradas cansadas, los cuerpos pesados que cuesta mover. En la segunda parte, dado de alta Antonio, se centra exclusivamente en la casa de ellos, situada en Muniesa, un pequeño pueblo de la provincia de Teruel, donde los dos ancianos siguen con su cotidianidad, sus conversaciones, sus diferentes puntos de vista, pero sobre todo, el inmenso amor que se tienen, a pesar de todas las dificultades que han tenido que afrontar, y las que todavía les vendrán.

La película se aleja del tono amargo y doloroso de Amor (2012), de Michael Haneke, la propuesta de Paralluelo, filmada en tonos grisáceos y velados, nos habla casi a susurros, de dos abuelos resistentes, que derrochan vitalidad, y que lucharán con todos los medios a su alcance para abordar su desaparición, con el propósito de seguir juntos y ayudarse hasta el final. Otro de los puntos a favor de la cinta es el humor que recorre la cinta, dotándola de un humor corrosivo y contagioso, que evidencia la buena salud mental de esta pareja de ancianos que viven su particular umbral de la vida con el mejor de los ánimos y con ilusión en lo que tiene que venir, porque se tienen el uno al otro, como siempre, desde que se conocieron y se casaron cuando sólo eran un par de jóvenes.

Entrevista a Ignacio Vilar

Entrevista a Ignacio Vilar, director de “A esmorga”. El encuentro tuvo lugar el Martes 5 de mayo en Barcelona, en el vestíbulo de los Cines Girona.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Ignacio Vilar, por su tiempo y generosidad, a Sonia Uría, de Suria Comunicación, por su generosidad y paciencia, a Laura Fernández, de Vía Láctea Filmes (Productora de la película), por su simpatía y amabilidad, y a la Editorial Galaxia,  por apostar por el libro y reeditarlo en castellano.

Entrevista a Ángel Santos

Entrevista a Ángel Santos, director de “Las altas presiones”. El encuentro tuvo lugar el miércoles 29 de abril de 2015, en el hall del Teatro CCCB de Barcelona, dentro del marco del Festival Internacional de Cine de Autor de Barcelona.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Ángel Santos, por su tiempo y generosidad, a Sonia Uría y Alex Tovar (autor de la instantánea que ilustra esta publicación) de Suria Comunicación, por su paciencia, generosidad y amabilidad.