Entrevista a María Aguilera Reche

Entrevista a María Aguilera Reche, directora de “¡A un Dólar! ¡A un Dólar!”. El encuentro tuvo lugar el miércoles 28 de enero de 2015, en un parque en el complejo del Fórum de Barcelona.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a María Aguilera Reche, por su tiempo, sabiduría y generosidad, y al equipo de la Mostra Miradocs. Barcelona Mirades Documentals, y a su responsable Julio Lamaña Orozco, por su grandísimo trabajo y ofrecernos la posibilidad de conocer un cine reflexivo y a contracorriente, que trabaja por mostrar una realidad cercana, invisible y compleja.

Papusza, de Joanna Kos-Krauze y Krzysztof Krauze

557194UNA POETA OLVIDADA

Nadie me comprende,

sólo el bosque y el río.

Aquello de lo que yo hablo ha pasado todo ya,

todo, y todas las cosas se han ido con ello…

Y aquellos años de juventud.

Hace un par de años se estrenó entre nosotros Ida, de Pawel Pawlikowski, que retrataba, en un primoroso blanco y negro, la visita de una novicia a su tía amargada y alcohólica, en la Polonia de los años 60. Un encuentro que destapaba el oscuro secreto de una familia judía durante la ocupación nazi. Ahora nos llega, con dos años de retraso, (galardonada en más de una decena de certámenes, mejor dirección en la Seminci de 2013, entre ellos), la película dirigida por el matrimonio formado por los cineastas Joanna Kos y Krzysztof Krauze. Una cinta también polaca, y filmada en un sobrecogedor e imponente blanco y negro, que cuenta la historia de Bronislawa Wajs (nombre polaco de Papusza, que en romaní significa muñeca), la primera poetisa y cantante gitana que vivió entre 1910-1987. La película abarca la historia de Papusza desde su nacimiento, donde recibe una maldición que la augura soledad y miseria en el futuro, hasta la década de los 70.

Los directores optan por una estructura desordenada, plagada de abundantes flashbacks, y continuos saltos en el tiempo. Una prosa atrevida y desconcertante que deja al espectador el proceso de armar este puzzle en apariencia inconexo y complicado. La película se detiene en los momentos cruciales de la vida de Papusza, sus primeros pasos por el bosque, su despertar hacía la lectura, un matrimonio forzoso cuando todavía es una niña con su tío mucho mayor que ella, la ocupación nazi y los desastres de la guerra, la burocracia que les persigue y les impide llevar su propia vida, y la dificultad y los continuos problemas de una vida, la romaní, nómadas de tradición, que transitan por caminos polvorientos subidos en carretas tiradas por caballos, sus campamentos a la orilla de los ríos, y sus canciones, bailes, música e historias compartidas a la luz de una hoguera. Vidas errantes y duras son las que vive Papusza  y los suyos. La llegada de Jerzy Ficowski, un joven escritor que huye de la justicia y es protegido por el marido de Papusza, convierte a la joven gitana en otra persona, descubre la poesía y su talento, y sobre todo, el amor. Jerzy con la ayuda de Julian Tuwin consiguen publicar los poemas de Papusza en la dura posguerra polaca. Lo que podría suponer una alivio económico y reconocimiento para la poeta romaní, se convierte en todo lo contrario, su pueblo la desprecia y la destierra por sacar a la luz sus tradiciones y su forma arcaica de vida, la acusan de traicionarles y venderse al mundo gadjikane (no gitano), y la expulsan de su cultura y costumbres. Este durísimo golpe que sufre Papusza la hace caer en una depresión de la que no logrará salir jamás (un caso parecido al que vivió Camille Claudel). Papusza es una pieza de orfebrería formal cocida a fuego lento, no hay grandes secuencias de llantos y gritos, todo se filma de manera respetuosa, casi en la lejanía, sin movimientos de cámara, en cámara lenta algunos instantes, aunque también hay primeros planos y medios (por momentos parece un documental sobre el modo y formas de vida de la cultura romaní de la primera mitad del siglo XX), entre todo ese mundo, surgida de otro tiempo, emerge la figura y el talento poético de Papusza, un ser autodidacta y maravilloso que pertenece a otro mundo, por su sensibilidad y su forma de ver lo que le rodea, como en un momento le explica a Jerzy: “Lo vemos todo igual pero lo vivimos de forma distinta”.

Una mujer perseguida e injustamente olvidada por su propia gente, una cultura basada en el patriarcado. Otra mujer condenada y proscrita que, a lo largo de la historia sufrieron los designios y voluntades de unos hombres que las maltrataban y asesinaban. En otro de los grandes momentos de la película, una Papusza en la cuarentena se lamenta de haber aprendido a leer, explica que si no lo hubiera hecho su vida habría sido más feliz. La película, que aunque logra hipnotizarnos con su blanco y negro, (un inmenso trabajo de Krzysztof Ptak, más cerca de los realizados, en la misma textura y tonos, por Fred Kelemen para El caballo de Turín, de Béla Tarr, y Christian Berger para La cinta blanca, de Michael Haneke, que por sus paisanos Lucasz Zal y Ryszard Lenczewski para la mencionada Ida) se echa en falta algunos momentos donde la emoción de las secuencias debería arrebatarnos, aunque nos desluce el resultado final de implacable factura.. Un relato que se abre y se cierra de forma primorosa, su plano final, estático, y entrando la música, mientras vemos la caravana de carretas una tras otra en un paisaje invernal, una vida romaní en continuo movimiento, de viajes sin destino, de seguir hacía adelante, sin  tiempo y sin memoria.

 

Mesa redonda: “Pasolini y el cine moderno”

Mesa redonda sobre “Pasolini y el cine moderno”, con la participación de los críticos José Enrique Monterde y Carlos Losilla, con motivo de la conmemoración del año “Pasolini. 2015 Un any sota el signe de la passió”. El evento tuvo lugar el jueves 19 de marzo de 2015, en el Instituto Italiano di Cultura de Barcelona.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a José enrique Monterde y Carlos Losilla por su tiempo, conocimiento y sabiduría, y al equipo del Projecte Pasolini Barcelona (organizador del encuentro), y en especial a uno de sus miembros, Juan Manuel García Ferrer, por su generosidad, amabilidad y su innegable amistad y cariño.

Inside Out (Del revés), de Pete Docter y Ronaldo Del Carmen

003_pVIAJE AL INTERIOR DE LAS EMOCIONES

En los años 80, muchos niños disfrutamos de “Érase una vez… el hombre”, una serie de dibujos animados que recogía de forma amena, didáctica y divertida los avatares de la humanidad, su éxito fue tan extraordinario, que produjo otras secuelas, en una de ellas “Érase una vez… la vida”, se concentraban en el funcionamiento del interior de nuestro organismo. La última aventura de Pixar se encamina por aquellos mismos derroteros, se centra en el interior de todos nosotros, en concreto en el interior de nuestro cerebro, y el funcionamiento de nuestras emociones. Desde que a mediados de los 80, Steve Jobs, uno de los creadores de Apple, y John Lasseter fundaron los estudios de animación Pixar, aunque no fue hasta una década después, en 1995, cuando presentaron Toy story al mundo, su primer largometraje de animación íntegramente generado por ordenador. Su éxito fue bestial, y aparecieron más títulos, algunos más enfocados a los más pequeños como Bichos, Cars y su secuela, Brave o la secuela de Monstruos, S. A., no obstante las películas que han afianzado el nombre de la compañía en el panorama cinematográfico actual han sido las películas que gustan tanto a los niños como a los adultos, o dicho de otro modo, esas películas bien construidas, con un diseño y ambientación espectaculares, y un ritmo vertiginoso, que hablan de emociones y aspectos de la sociedad que pueden llegar a entender los más pequeños como los adultos que los acompañan al cine. Películas como la mencionada Toy story, y su secuela de 1999, Monstruos, S. A. (2001), Los increíbles (2004), Ratatouille (2007), Wal-e (2008),  Up (2009).

Inside out, traducida por estos lares como Del revés, estaría en este segundo grupo. La trama, muy parecida a la maravillosa y magistral El viaje de Chihiro, de Hayao Miyazaki (muy semejante en muchos tramos) se centra en Riley, una niña de 11 años que se ve obligada a dejar el medio oeste americano, el lugar donde siempre ha vivido, para trasladarse a la gran ciudad, San Francisco, debido a que su padres ha encontrado un trabajo mejor. Estos cambios repercutirán y harán mella en su carácter, y sobre todo en sus emociones, y es ahí, en ese espacio, donde se sitúa la película, en el mecanismo de las emociones, en el interior de su mente, donde conoceremos a Alegría, la más importante en la vida de Riley, la Tristeza, que si bien es constantemente rechazada, finalmente tendrá un protagonismo importante y certero, y las secundarias, Asco, Miedo e Ira. Todas se encuentran en el Cuartel General, lugar desde donde se manejan todas las emociones de Riley. Pero, un fatal accidente provocará que tanto Alegría como Tristeza sean despojadas, por uno de los conductos donde se lanzan los recuerdos, hacía el exterior, donde se encuentran espacios como el país de la imaginación (donde se guardan, algunos recuerdos como desechos a punto de tirar por un barranco donde van a parar las cosas que se olvidan), también conocerán la fábrica de sueños (que escenifican y filman, como si estuvieran en un rodaje, en su estudio y todo, todos los sueños de Riley mientras la niña duerme), y en la memoria a largo plazo (laberíntico espacio repleto de interminables estanterías donde unos pequeños funcionarios eliminan esos recuerdos que ya no son útiles). En esta difícil misión que consiste en volver al cuartel general, en las que Alegría guarda celosamente en su mochila 5 recuerdos inolvidables de Riley (a modo de bolas que parecen sacados de la bolera, con su peculiar sonido cuando chocan), contarán con la ayuda del amigo imaginario de cuando Riley era pequeña, mitad animal, humano, un ser en mitad de muchas cosas, que parece no saber adónde ir ni cuál será su destino final.

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Con todos estos elementos, los directores Pete Docter y Ronaldo Del Carmen, construyen una hermosísima y trepidante fábula para todos los públicos, llena de aventuras y problemas, donde la astucia y el ingenio jugarán papeles fundamentales en el transcurrir de la historia. Estamos ante una aventura parecida a Monstruos, S. A., en aquella, dos seres del otro mundo, como ocurre en esta, tienen que salvaguardar los sueños, en aquel caso, en este las emociones. Aunque también, nos recuerda a Toy story 2, cuando el niño se hacía mayor y los juguetes veían peligrar su existencia en la casa. O incluso, en Up, en esos sueños imposibles que sólo nosotros somos capaces de hacer posibles. La película nº 15 de Pixar emerge como un maravilloso y emocionante compendio o resumen de la trayectoria de la compañía. Una comedia deliciosa, simpática y desbordante locura donde se derrocha imaginación y construcción cinematográfica, le sobra algo de moralina en el tramo final, aunque no desmerece en absoluto su resultado final. Uno de los grandes títulos del estudio, alzada a los altares de obras como Ratatouille o Los increíbles, y las ya mencionadas. Acérquense a ella, les hará disfrutar de lo lindo, déjense llevar por su inagotable e inmensa imaginería, y sobre todo en la materia de la que estamos construidos los seres humanos, que no es otra cosa que las emociones, aquí nos presentan 5 de ellas, hay muchísimas más, eso sí, pero las de la película, son un buen ejemplo del funcionamiento de nuestra psique.

 

Entrevista a Dominga Sotomayor

Entrevista a Dominga Sotomayor, directora de “MAR”. El encuentro tuvo lugar el lunes 11 de mayo de 2015, en el Café Bar El Colectivo de Barcelona.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Dominga Sotomayor, por su tiempo, sabiduría y generosidad, a Manuela Martelli, cineasta, que nos acompañaba, y tuvo la delicadeza de retratar el encuentro, y al equipo del Cine Zumzeig de Barcelona, con su director Esteban Bernatas al frente, por su grandísimo trabajo y ofrecernos la presencia de los directores presentando sus películas, y por su combativa y resistente programación que nos descubre un cine reflexivo y a contracorriente.

Mar, de Dominga Sotomayor

Mar PósterEL ENTORNO DETENIDO

La directora Dominga Sotomayor (Santiago de Chile, 1985), dejó un buen sabor de boca en su opera prima De jueves a domingo (2012), una interesante y reflexiva aproximación del desmoronamiento de una pareja y la relación con sus hijos. Una road movie donde una pareja en la treintena viajaba con la compañía de sus dos hijos al norte del país. Sotomayor elegía el punto de vista infantil, un espacio de diversión, juegos y sueños, que contrastaba con el mundo de los padres, triste, perdido y sin ilusiones, formado por una pareja que ha decidido separarse. En su segunda película Mar, Sotomayor se enfunda el traje de observadora, ahora el punto de vista no está centrado en nadie, sólo quiere que seamos testigos de lo que vemos y saquemos nosotros, los espectadores, nuestras propias conclusiones. Su relato se centra en Martín, un joven de 33 años que se ha escapado junto a su novia unos días a disfrutar del sol, la piscina, y el buen tiempo de Villa Gesell, en Argentina.

La joven pareja se muestra distante, el amor, si alguna vez lo hubo, se está descomponiendo, ya no se muestran cariñosos, y cada vez se sienten más alejados el uno del otro. En la segunda mitad de la película, con la llegada de la madre de Martín, aún se agravará más la situación de calma latente que respira la pareja. Sotomayor fabrica su cine a través de gestos y detalles, su cine se muestra sutil, hay que buscar concienzudamente entre sus aristas y pliegues para ir descubriendo lentamente la multitud de capas que encierran tanto sus historias como los personajes que las habitan. La cotidianidad de los días de vacaciones son utilizados por la realizadora chilena para tejer entre la pareja y el paisaje que los rodea, una tela de araña malsana, en la que todo pasa, pero nada se muestra. Si hay alguna evidencia en la película no se muestra en una primera capa, hay que rascar fuertemente para que pudiéramos encontrarnos con ella.

La cámara de Sotomayor se muestra observadora, tomando la distancia prudente, en el que las cosas suceden, sin intervenir de manera moral, una cámara que sólo se mueve en un par de ocasiones, donde la directora hace evidente ese movimiento, ese cambio que se está produciendo en Martín. Una película breve, apenas 60 minutos, e intensa, que no deja nada al azar, con una forma muy definida, y un argumento lleno de espacios oscuros y sin fondo. Una obra que certifica los buenos augurios que nos dejó el primer trabajo de Dominga Sotomayor, que desde ahora y en adelante, seguiremos sus pasos con ojo avizor, en la diversidad y riqueza de sus trabajos, ya sean en la dirección, guión o producción, a través de CINESTACIóN, la cooperativa cinematográfica donde con un puñado de jóvenes cineastas talentosos se han agrupado para seguir en el camino produciendo un cine interesante, reflexivo y emocionante.

 

Al otro lado del muro, de Christian Schwochow

al-otro-lado-del-muroLA LIBERTAD VIGILADA

Desde la aparición en el 2006 de La vida de los otros, de Florian Henckel von Donnersmarck, otros cineastas jóvenes han planteado sus películas abordando temas y situaciones de cómo era la vida cotidiana de los habitantes de la RDA. En el año 2012, Christian Petzold con Bárbara, y la pareja Georg Maas y Judith Kaufman en Dos vidas, retrataron aquellos años duros y oscuros de la Alemania del este. Ahora, se suma a esta terna el cineasta Christian Schowochow, nacido en la RDA en 1978, que junto a su madre, Heide Schowochow, escribieron el guión basándose en la novela Lagerfeuer, de Julia Franck. La tercera película dirigida por el realizador arranca con Nelly Snef, una mujer joven y atractiva, que huye de la RDA junto a su hijo Alexej. Ambos llegan a la Alemania del oeste y son internados en un centro de acogida hasta que sean capaces de regularizar su situación.

Entre 1949 y 1990 abandonaron la RDA aproximadamente unas cuatro millones de personas para empezar una nueva vida occidental. Nelly y su hijo Alexej escapan para deshacerse de recuerdos, para olvidar, como dice Nelly. Su vida en la RDA, que siempre la conoceremos en off, se ha convertido en un infierno, Wassilij, su marido, soviético de nacimiento, ha muerto en un accidente, y la Stasi, servicio secreto del este, no la ha dejado en paz,  y Nelly ha tomado la decisión de traspasar el muro e iniciar una nueva vida de cero. Pero, si había dejado el este huyendo de la persecución estatal, en el oeste se tropieza con el servicio secreto aliado, con los agentes estadounidenses al frente, que también quieren saber cosas sobre su ex marido fallecido. La atosigan a preguntas, retienen sus documentos para obtener información de su pasado en el este. Nelly y su hijo, se sienten perseguidos y espiados constantemente, las dificultades con las que tiene que lidiar a diario se alejan considerablemente de la idea que tenía de Alemania del oeste, de un país libre y democrático. Nelly encontrará apoyos con otros refugiados que esperan con esperanza que la maldita burocracia les deje respirar y así tener una vida mejor. Algunos de los internos se debaten en volver a la RDA o seguir en el centro esperanzados en salir de allí con un trabajo. Tiempo de tránsito y de amargura en la que Nelly y su hijo encontrarán ayuda y comprensión en Hans, un interno que lleva dos años en el centro, y muchos sospechan que se trata de un espía de la RDA. Ante estas hostilidades, la fuerza y la lucha constante de la joven serán necesarias para seguir en pie y no desfallecer en ningún momento.

Película contundente y sobria, que realiza un retrato realista y crítico con la forma de gestionar la llegada del inmigrante (problema tristemente de actualidad) y sobre todo, la actitud fascista de los gobiernos, presumiblemente demócratas hacía los recién llegados. Una cinta cruda y fascinante a la vez, que goza de la hermosísima interpretación de Jördis Triebel, que aporta a su personaje toda la desnudez (en algunos casos de la trama completamente explícita) y la complejidad de un personaje que arranca derrumbado pero que a medida que avanza la película se destapará y empezará a decir no, a ponerse en pie y que se respete su decisión de olvidar y no conocer la verdad, dejando atrás un pasado que pertenece a la RDA, y no quiere que nada ni nadie le quite el sueño de seguir luchando por una vida mejor en paz y tranquila.

Les Combattants, de Thomas Cailley

Les_combattants_poster_franciaSOBREVIVIR A LA EXISTENCIA

Arnaud es un joven que vive en un pequeño pueblo costero francés. Su padre, carpintero de profesión, acaba de morir. El joven se debate entre continuar el negocio familiar junto a su hermano mayor o alistarse en el ejército. Todo cambia cuando conoce a Madeleine, una joven de su misma edad que está obsesionada con el fin del mundo y se prepara concienzudamente para ello. Los dos se enrolan a un campamento militar durante 15 días en verano, y es en ese lugar, rodeado de vida castrense, donde darán rienda suelta a sus objetivos y emprenderán su camino.

Thomas Cailley (Clermont-Ferrand, 1980) debuta en el largo con una película (ganadora de los premios a la mejor película y a la crítica en la Quincena de realizadores del Festival de Cannes de 2014), que arranca como una comedia romántica, que huye de los convencionalismos del género, para rápidamente cambiar de estilo, y convertir esta aventura de chico conoce a chica, en una cinta totalmente diferente, donde hay espacio para el realismo social (la falta de oportunidades con las que se encuentran los jóvenes en la Europa “unida y democrática”), para luego mutarse en una aventura militar, donde los protagonistas se descubrirán a sí mismos y sobre todo, al otro, y no intentarán imponerse al contrario, sino aceptarlo como es. Y finalmente, el film vuelve a girar de rumbo y convertirse en una suerte de película de supervivencia, (donde el paisaje, un bosque frondoso donde cruza un río, se vuelve el centro de la trama), con desenlace apocalíptico, sin olvidar el contenido social que se respira en todo el metraje. Una banda sonora plagada de temas electrónicos ayuda y de qué manera, a escapar de ese tono de comedia romántica al uso con la característica música que acompaña a la historia invadiéndola de toneladas de caramelo. Aquí, la música describe situaciones, y funciona como fuerte contraste a lo que se nos está contando.

Una fuerte apuesta también es la elección de la pareja protagonista, por un lado, tenemos al chico (interpretado por el joven Kévin Azaïs) que pertenece a esos jóvenes de la tierra, que tienen un ambiente familiar adecuado, y parece que su vida está ya programada, no son ambiciosos, y resultan apocados y reservados. Frente a él, está Madeleine, toda visceral y con carácter, pero frágil, y tremendamente ambiciosa, compleja y ardiente, una mujer que no se rinde ante nadie y nada, un volcán en erupción, que al principio chocará fuertemente con Arnaud, pero el tiempo y la convivencia, los irá acercando y complementando, porque lo que no tiene uno, al otro le sobra, y viceversa. La joven actriz Adèle Haenel (que debutará con la interesante Los diablos, en el 2002, y también pudimos verla en L’apollonide, de Bonello, entre otras) ganadora de todos los premios a la mejor interpretación allá por donde ha ido, realiza un trabajo descomunal y lleno de energía, que si bien al inicio su personaje resulta algo antipático y presuntuoso, a medida que avanza el relato, se convertirá en una alma perdida y a la vez humana que, al igual que todos, necesita cariño y comprensión. Una estupenda película que muta formidablemente ofreciendo un variado tipo de tonos y registros para adentrarse en una cinta sobre las emociones, y sobre la soledad y la incertidumbre de unos tiempos convulsos y vacíos de oportunidades.

Encuentro con Michal Bielawski

Encuentro con Michal Bielwski, director de “Mundial. Gra o wszystko”, con motivo de la pesentación del ciclo “Postals poloneses”. El evento tuvo lugar el miércoles 1 de abril de 2015, en la Filmoteca de Cataluña.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Michal Bielawski por su tiempo, conocimiento y sabiduría, y al equipo de la Filmoteca, con su director Esteve Riambau al frente, por acogerme y tratarme con afectuosa amabilidad.

Ghadi, de Amin Dora

008441EL MILAGRO COMO CONCIENCIA

En Los jueves, milagro (1957), de Berlanga, las fuerzas vivas de un pueblo se inventaban la aparición de un santo, “San Dimas”, para atraer clientes a un balneario, principal fuente de ingresos, que andaba al borde de la desaparición. El joven cineasta libanés Amin Dora debuta en el cine con una película sencilla y honesta, sitúa su fábula en un pequeño barrio costero, donde a modo de introducción, como hacían por ejemplo en Bienvenido Míster Marshall, volvemos a Berlanga, un niño, Leba, nos va presentando los habitantes de singular barrio, el barbero, que saca tajada de sus clientes en forma de comisión, el carnicero, que reduce la calidad de sus carnes para sacar mejor rendimiento, la señora de las conservas, sola y huraña, que espera la llegada de un hermano que hace tiempo que se marchó, la promiscua que vende su cuerpo como modo de vida, los que siempre andan jugando a las cartas y peleando…

El niño narrador se hace mayor, se convierte en profesor de música, se casa y tiene dos niñas preciosas. Su tercer hijo, Ghadi nace con síndrome de down. El pasatiempo del niño es sentarse en el balcón e imitar los sonidos musicales del padre, aunque lo que emite son ruidosos alaridos que acaban molestando mucho  sus vecinos. Estos, muy enfadados, se reúnen con la intención de echar a su vecino ruidoso. Leba, ante el temor de alejarse de su hijo, urde un plan reclutando la ayuda de los “desplazados del barrio”: el tonto oficial, que no es lo que parece, al inmigrante rechazado por el color de su piel, al afeminado, que no encuentra su sitio, en este barrio de machos dominantes. Dora dirige una película de buenas intenciones, la llegada del milagro obrará concienzudamente a nivel moral entre las gentes, y todos, aunque al principio se muestren descreídos, acabarán sucumbiendo ante la divinidad. Una muestra de cine procedente del Líbano, un país sumido en conflictos armados desde hace décadas, que nos ofrece una mirada diferente, huyendo de la imagen que conocemos, y contándonos otro tipo de conflictos y situaciones.

El realizador libanés se mueve entre la conciencia social, el costumbrismo, y la obra con mensaje, muy deudora del cine de Frank Capra, o aquellas comedias italianas de los 40 y 50, de Comencini o Monicelli, sin olvidar el referente de Milagro en Milán (1951), de Vittorio De Sica, también, contiene ciertos toques del humor y la descripción del cine de Jeunet y Caro, y el cine de Javier Fesser. Una película con cierto encanto, que atrapa en su modestia narrativa, que recupera ese cine sencillo que pretendía atrapar al espectador desde lo emotivo. Si bien la película no tiene la carga crítica y social que tenía el cine de Berlanga, pero tiene sus buenos momentos donde habla de generosidad, humanidad y sobre todo, de aceptación hacía el diferente, a escuchar al otro y esforzarnos en entenderlo, sin pretender en ningún caso, rechazarlo y expulsarlo de nuestro entorno, sólo por el hecho que ha nacido diferente.