El pasado domingo 8 de mayo, cerró sus puertas la XII Edición del D’A Film Festival de Barcelona. Después de 10 intensos días de cine, presentaciones, mesas redondas, jornadas profesionales y demás actividades relacionadas con el mundo cinematográfico. Las secciones, como vienen siendo habituales, se dividieron en Direccions, Talents, Transicions, Un impulso colectivo, programada por Carlos Losilla, y se volvió a apostar por los cortometrajes con varias sesiones al respecto. Como ocurrió el año pasado, el D’A se vuelve a confiar en la iniciativa del Tour, excelente iniciativa en que algunas películas del festival se podrán ver en poblaciones fuera del epicentro Barcelona. La noche del sábado, en el Teatre CCCB, antes de la película de clausura, se entregaron los galardones, entre las premiadas encontramos Petit nature, de Samuel Theis, La amiga de mi amiga, de Zaida Carmona, y Mi vacío y yo, de Adrián Silvestre, entre otras. Aunque la gran noticia de esta edición, esperadísima por todos los que nos acercamos a este festival tan querido y admirado, ha sido la vuelta al D’A de 2019, después de los años de pandemia, en el 2020 fue la edición online en Filmin, y el año pasado, una edición híbrida, donde en las sesiones presenciales se requería la mascarilla. Este año, todo vuelve a la edición del 2019, con la presencialidad al 100×100, sin mascarillas, y una edición muy esperada y sobre todo, una edición muy vivida.
Mi camino por el D’A arrancó en la queridísima sección UN IMPULSO COLECTIVO con la película LA CHICA DE DAK LAK, de Pedro Román y Mai Huyen Chi. El director madrileño, afincado en Vietnam, junto a la directora vietnamita, se centra en una joven campesina que viaja a la urbe de Saigón para trabajar como camarera. Un retrato íntimo, sensible y profundo sobre el despertar a la vida de una joven que, es a su vez, una mirada crítica sobre la transformación social y política de una megalópolis inmensa, superpoblada y devoradora. La película sigue a la protagonista a medio camino entre la ficción y el documento, en un retrato que nos recuerda a la soledad y el aislamiento de la filmografía de Tsai Ming-liang, cinematográficamente ejemplar que detalla cada paso, cada neón y cada momento emocional de la protagonista, huyendo del sentimentalismo, y trazando una realidad llena de amargura e inquietante. Después vi la película LOS CABALLOS MUEREN AL AMANECER, de Ione Atenea. Muchos descubrimos a Ione Atenea siendo una de las protagonistas de Young & Beautiful, de Marina Lameiro, precisamente en el D’A. Luego, vimos Enero (2019), su opera prima que retrataba la cotidianidad de dos mujeres octogenarias. Con su nuevo trabajo, vuelve al retrato, un retrato que ahonda en los otros, porque nos habla de tres hermanos, los antiguos habitantes de la casa que acaba de alquilar. A partir de los objetos, recuerdos y huellas de los ausentes, la directora retrata un tiempo, la de la Barcelona del siglo XX, con sus tebeos, películas del oeste, amores frustrados, y unas vidas ajenas, que se mezcla con la propia vida y la cotidianidad de Ione, en la que va creando un retrato de otros y propio, en un juego fascinante, muy sensible y profundo, de espejos deformantes, de presente y pasado, de todo lo que somos y lo que dejamos, y sobre todo, un retrato de todos, de los presentes y ausentes.
Seguí con CANCIÓN A UNA DAMA EN LA SOMBRA, de Carolina Astudillo Muñoz. La directora chilena, afincada en Barcelona, vuelve a los fantasmas de El gran vuelo (2014), para centrarse en las misivas que un combatiente republicano, primero y luego, un exiliado en Francia, le envía a su mujer que ha quedado en Barcelona. A partir de imágenes de Súper 8, recuperadas de diferentes archivos, y otras, en las que actrices lees las citadas cartas, la película nos convoca a un viaje sobre el pasado a partir del presente, haciendo referencia a todas las mujeres “Penélope” que esperan y cómo esperan, de forma activa y resistente. La película vuelve, o mejor dicho, sigue transitando por los temas preferidos de la directora: la relación sobre nuestra pasado más oscuro, la guerra civil y el franquismo, la evocación de los ausentes y todas las presencias que dejan en los otros, y finalmente, la condición de la mujer, de entonces y la de ahora, reivindicando su figura y su condición, recuperando su trabajo, sus vidas y sobre todo, sus memorias. TENER TIEMPO, de Mario Alejandro Arias, Gabriela Alonso Martínez y Nicolás Martín Ruiz. Con la excusa del trabajo de fin de carrera de tres alumnos de la Ecam, los tres directores del ramo de la no ficción, consiguen una película fresca, ligera y muy cercana sobre la juventud, sus ilusiones y sus tristezas, con el aroma de Premières solitudes, de Calire Simon, y Quién lo impide, de Jonás Trueba, en un estupendo ejercicio a medio camino entre la ficción y el documento, sobre tres jóvenes amantes del rap, les sirve para hablarnos de su presente, de su inquietante futuro, y sobre todo, del desánimo de unos jóvenes que les cuesta encontrar trabajo, y mantenerlo, sus amores y esa incertidumbre vital y emocional agravada por la pandemia y demás tintes políticos. Una película sin pretensiones, viva, de ahora y de siempre, íntima y sobre todo, una película sobre la juventud y sobre la sociedad en la que vivimos, unos ratos, agradable y muchos, que no lo son tanto.
CHUCK A-LUCK, de Adrián García Pardo. En Actos de primavera (2019), la primera película de García Pardo, que fue seleccionado en el D’A de 2019 online, en plena pandemia, muchos vimos a un cineasta que nos hablaba sobre la fascinación del cine, desde su casa, desde el Madrid por su ventana, con grandes dosis de humor, y sobre todo, donde abundaban las referencias cinéfilas, literarias y vitales. Con su segundo trabajo, lo doméstico, que también lo hay, da paso a las calles y azoteas de Madrid, nuevamente con humor, una imagen doméstica e íntima, para hablarnos de una existencia inquietante y sin futuro, en una cinta muy física, entre el documento y la ficción, y donde prima la imagen sobre las palabras, con un personaje que interpreta el mismo director, una especie de sobrino de Mr. Hulot y los de Bruguera, que parece metido en un limbo que no acaba de aceptar ni mucho menos sentirse bien. Un cine libre, directo y lleno de hallazgos. LES FILLES DU FEU, de Laura Rius Aran. En el D’A 2016, muchos nos quedamos gratamente sorprendidos con Les amigues de l’Àgata, codirigida por cuatro cineastas en su trabajo de fin de carrera en la UPF. Una de ellas es Laura Rius Aran, que nos la volvemos a encontrar con una película de treinta y nueve minutos filmada en Francia, donde reside. Un retrato sobre unas chicas que accidentalmente prendieron fuego a la casa de los tíos de una de ellas. Con una sorprendente imagen y estructura, a medio camino de la ficción y el documento, la directora traza un profundo y sensible retrato sobre la adolescencia y la primera juventud a través de la amistad, del recuerdo y todo lo que nos une y separa. Interpretada magistralmente y narrada con pulso firme y sin pretensiones, la película de la directora catalana se desmarca de muchas películas del estilo, para crear una historia magnética, hipnotizadora y magnífica.
De la sección TALENTS, me detuve en la película TIEMPOS FUTUROS, de V. Checa. La opera prima del director peruano es un fascinante y magnífico relato de ciencia-ficción distópica, noir, social y crítico sobre una ciudad gris y fantasmagórica, que tiene mucho que ver con la Lima actual y los efectos de la pandemia, en una película muy austera, íntima y cercanísima, sobre la construcción de una máquina para provocar lluvia y la relación entre un padre obsesionado y un hijo de once años que encontrará en una banda de espías jóvenes una forma de crecer como persona y conocer la verdadera naturaleza de su padre y su invento mecánico. Con aroma al cine de ciencia-ficción setentero estadounidense y la feroz crítica a una sociedad ensimismada en las máquinas, la sobreexplotación y la individualidad, Tiempos futuros es una película sobre nuestra condición humana y qué hacemos con todo lo que tenemos a nuestro alrededor, ya sea social como humano. Finalicé mi andadura por el D’A 2022 con la sección “SINFONIES DE CIUTAT”, auspiciada por el CCCB y la colaboración de “Dones visuals”. Un proyecto sobre miradas a la ciudad de Barcelona y periferia realizado por cineastas. Me acerqué a ESA FUGAZ ESENCIA QUE DEJARON LOS SUCESOS, de Carolina Astudillo Muñoz. Una película de catorce minutos que profundiza en el trabajo de memoria que reivindican los anteriores trabajos de Astudillo Muñoz, donde se detiene en los lugares y espacios de la ciudad de Barcelona y registra en un espléndido Súper 8, acompañado por la propia voz de la directora, donde la historia de la Guerra Civil y el franquismo se detuvo, reivindicando cada lugar, cada huella y cada vestigio, dotándolos de la importancia que el presente y los gobernantes le han negado, siempre desde el prisma de todas las mujeres olvidadas, borradas y silenciadas. Un hermoso y detallista trabajo memorístico, no solo sobre los ausentes, sino sobre sus pasos, sus huellas y todo el legado que nos dejaron a los que les seguimos. Una película que sabe a poco, porque nos hubiera gustado seguir descubriendo el pasado y el presente de todas las olvidadas de la mano de la directora, por su sensibilidad y su posicionamiento político y sobre todo, humano.
Y acabé con LA CIUTAT A LA VORA, de Meritxell Colell. La frontera, los márgenes y las personas que los componen son la estructura en las que se posa el cine de la directora catalana. En su nuevo trabajo de cincuenta y dos maravillosos minutos, nos invita a un pasea sensible y profundo sobre los espacios limítrofes de Barcelona con la sierra de Collserola. Con fascinantes imágenes en Súper 8, textos descriptivos y hipnóticos, y una tratamiento musical muy evocador y magnífico, Colell nos sumerge en un universo periférico lleno de magia y humano, donde conviven caminos, huertos y sus gentes, con sus historias, sus pasados, y sus presentes, siempre del lado humano y político, dando visibilidad a la invisibilidad, situando en el centro de todo a todos los olvidados, a todos lo que están pero no están, y sobre todo, una mirada especial y sencilla a todo lo que vive y sobrevive fuera de todos y todo. Y hasta aquí mi paso por la la XII Edición del D’A Film Festival de Barcelona. Un festival convertido en un referente magnífico para todos aquellos que amamos el cine, sus buenas historias, reflexivas, comprometidas y valientes, que nos hablan con personalidad y carácter de los problemas más cotidianos, políticos, sociales, económicos y culturales, un certamen que enriquece de manera extraordinaria la primavera cinéfila de Barcelona, y la edición de este año, tan especial por su vuelta a lo que era, a esa esencia del cine presencial, y sin mascarillas, y sobre todo, a su capacidad para elegir las películas y su calidad en todos los sentidos, tanto en programación, estructura, personal y ejecución, ofreciendo un nivel cinematográfico altísimo, donde han brillado películas de diferentes lugares del mundo, y las de aquí, se han convertido en un referente dentro del Festival, convirtiendo las sesiones de UN IMPULSO COLECTIVO, y sus posteriores coloquios en una fiesta del cine, en la pasión que lo envuelve y la fascinación intrínseca del ser humano por contar historias y otros, por verlas y apreciarlas. Hasta la edición del año que viene!!! Muchas Gracias por todo D’A FILM FESTIVAL 2022!!! JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA