D’A 2022: ¡Viva el cine presencial! (y sin mascarillas)

El pasado domingo 8 de mayo, cerró sus puertas la XII Edición del D’A Film Festival de Barcelona. Después de 10 intensos días de cine, presentaciones, mesas redondas, jornadas profesionales y demás actividades relacionadas con el mundo cinematográfico. Las secciones, como vienen siendo habituales, se dividieron en Direccions, Talents, Transicions, Un impulso colectivo, programada por Carlos Losilla, y se volvió a apostar por los cortometrajes con varias sesiones al respecto. Como ocurrió el año pasado, el D’A se vuelve a confiar en la iniciativa del Tour, excelente iniciativa en que algunas películas del festival se podrán ver en poblaciones fuera del epicentro Barcelona. La noche del sábado, en el Teatre CCCB, antes de la película de clausura, se entregaron los galardones, entre las premiadas encontramos Petit nature, de Samuel Theis, La amiga de mi amiga, de Zaida Carmona, y Mi vacío y yo, de Adrián Silvestre, entre otras. Aunque la gran noticia de esta edición, esperadísima por todos los que nos acercamos a este festival tan querido y admirado, ha sido la vuelta al D’A de 2019, después de los años de pandemia, en el 2020 fue la edición online en Filmin, y el año pasado, una edición híbrida, donde en las sesiones presenciales se requería la mascarilla. Este año, todo vuelve a la edición del 2019, con la presencialidad al 100×100, sin mascarillas, y una edición muy esperada y sobre todo, una edición muy vivida.

Mi camino por el D’A arrancó en la queridísima sección UN IMPULSO COLECTIVO con la película LA CHICA DE DAK LAK, de Pedro Román y Mai Huyen Chi. El director madrileño, afincado en Vietnam, junto a la directora vietnamita, se centra en una joven campesina que viaja a la urbe de Saigón para trabajar como camarera. Un retrato íntimo, sensible y profundo sobre el despertar a la vida de una joven que, es a su vez, una mirada crítica sobre la transformación social y política de una megalópolis inmensa, superpoblada y devoradora. La película sigue a la protagonista a medio camino entre la ficción y el documento, en un retrato que nos recuerda a la soledad y el aislamiento de la filmografía de Tsai Ming-liang, cinematográficamente ejemplar que detalla cada paso, cada neón y cada momento emocional de la protagonista, huyendo del sentimentalismo, y trazando una realidad llena de amargura e inquietante. Después vi la película LOS CABALLOS MUEREN AL AMANECER, de Ione Atenea. Muchos descubrimos a Ione Atenea siendo una de las protagonistas de Young & Beautiful, de Marina Lameiro, precisamente en el D’A. Luego, vimos Enero (2019), su opera prima que retrataba la cotidianidad de dos mujeres octogenarias. Con su nuevo trabajo, vuelve al retrato, un retrato que ahonda en los otros, porque nos habla de tres hermanos, los antiguos habitantes de la casa que acaba de alquilar. A partir de los objetos, recuerdos y huellas de los ausentes, la directora retrata un tiempo, la de la Barcelona del siglo XX, con sus tebeos, películas del oeste, amores frustrados, y unas vidas ajenas, que se mezcla con la propia vida y la cotidianidad de Ione, en la que va creando un retrato de otros y propio, en un juego fascinante, muy sensible y profundo, de espejos deformantes, de presente y pasado, de todo lo que somos y lo que dejamos, y sobre todo, un retrato de todos, de los presentes y ausentes.

Seguí con CANCIÓN A UNA DAMA EN LA SOMBRA, de Carolina Astudillo Muñoz. La directora chilena, afincada en Barcelona, vuelve a los fantasmas de El gran vuelo (2014), para centrarse en las misivas que un combatiente republicano, primero y luego, un exiliado en Francia, le envía a su mujer que ha quedado en Barcelona. A partir de imágenes de Súper 8, recuperadas de diferentes archivos, y otras, en las que actrices lees las citadas cartas, la película nos convoca a un viaje sobre el pasado a partir del presente, haciendo referencia a todas las mujeres “Penélope” que esperan y cómo esperan, de forma activa y resistente. La película vuelve, o mejor dicho, sigue transitando por los temas preferidos de la directora: la relación sobre nuestra pasado más oscuro, la guerra civil y el franquismo, la evocación de los ausentes y todas las presencias que dejan en los otros, y finalmente, la condición de la mujer, de entonces y la de ahora, reivindicando su figura y su condición, recuperando su trabajo, sus vidas y sobre todo, sus memorias. TENER TIEMPO, de Mario Alejandro Arias, Gabriela Alonso Martínez y Nicolás Martín Ruiz. Con la excusa del trabajo de fin de carrera de tres alumnos de la Ecam, los tres directores del ramo de la no ficción, consiguen una película fresca, ligera y muy cercana sobre la juventud, sus ilusiones y sus tristezas, con el aroma de Premières solitudes, de Calire Simon, y Quién lo impide, de Jonás Trueba, en un estupendo ejercicio a medio camino entre la ficción y el documento, sobre tres jóvenes amantes del rap, les sirve para hablarnos de su presente, de su inquietante futuro, y sobre todo, del desánimo de unos jóvenes que les cuesta encontrar trabajo, y mantenerlo, sus amores y esa incertidumbre vital y emocional agravada por la pandemia y demás tintes políticos. Una película sin pretensiones, viva, de ahora y de siempre, íntima y sobre todo, una película sobre la juventud y sobre la sociedad en la que vivimos, unos ratos, agradable y muchos, que no lo son tanto.

CHUCK A-LUCK, de Adrián García Pardo. En Actos de primavera (2019), la primera película de García Pardo, que fue seleccionado en el D’A de 2019 online, en plena pandemia, muchos vimos a un cineasta que nos hablaba sobre la fascinación del cine, desde su casa, desde el Madrid por su ventana, con grandes dosis de humor, y sobre todo, donde abundaban las referencias cinéfilas, literarias y vitales. Con su segundo trabajo, lo doméstico, que también lo hay, da paso a las calles y azoteas de Madrid, nuevamente con humor, una imagen doméstica e íntima, para hablarnos de una existencia inquietante y sin futuro, en una cinta muy física, entre el documento y la ficción, y donde prima la imagen sobre las palabras, con un personaje que interpreta el mismo director, una especie de sobrino de Mr. Hulot y los de Bruguera, que parece metido en un limbo que no acaba de aceptar ni mucho menos sentirse bien. Un cine libre, directo y lleno de hallazgos. LES FILLES DU FEU, de Laura Rius Aran. En el D’A 2016, muchos nos quedamos gratamente sorprendidos con Les amigues de l’Àgata, codirigida por cuatro cineastas en su trabajo de fin de carrera en la UPF. Una de ellas es Laura Rius Aran, que nos la volvemos a encontrar con una película de treinta y nueve minutos filmada en Francia, donde reside. Un retrato sobre unas chicas que accidentalmente prendieron fuego a la casa de los tíos de una de ellas. Con una sorprendente imagen y estructura, a medio camino de la ficción y el documento, la directora traza un profundo y sensible retrato sobre la adolescencia y la primera juventud a través de la amistad, del recuerdo y todo lo que nos une y separa. Interpretada magistralmente y narrada con pulso firme y sin pretensiones, la película de la directora catalana se desmarca de muchas películas del estilo, para crear una historia magnética, hipnotizadora y magnífica.

De la sección TALENTS, me detuve en la película TIEMPOS FUTUROS, de V. Checa. La opera prima del director peruano es un fascinante y magnífico relato de ciencia-ficción distópica, noir, social y crítico sobre una ciudad gris y fantasmagórica, que tiene mucho que ver con la Lima actual y los efectos de la pandemia, en una película muy austera, íntima y cercanísima, sobre la construcción de una máquina para provocar lluvia y la relación entre un padre obsesionado y un hijo de once años que encontrará en una banda de espías jóvenes una forma de crecer como persona y conocer la verdadera naturaleza de su padre y su invento mecánico. Con aroma al cine de ciencia-ficción setentero estadounidense y la feroz crítica a una sociedad ensimismada en las máquinas, la sobreexplotación y la individualidad, Tiempos futuros es una película sobre nuestra condición humana y qué hacemos con todo lo que tenemos a nuestro alrededor, ya sea social como humano. Finalicé mi andadura por el D’A 2022 con la sección “SINFONIES DE CIUTAT”, auspiciada por el CCCB y la colaboración de “Dones visuals”. Un proyecto sobre miradas a la ciudad de Barcelona y periferia realizado por cineastas. Me acerqué a ESA FUGAZ ESENCIA QUE DEJARON LOS SUCESOS, de Carolina Astudillo Muñoz. Una película de catorce minutos que profundiza en el trabajo de memoria que reivindican los anteriores trabajos de Astudillo Muñoz, donde se detiene en los lugares y espacios de la ciudad de Barcelona y registra en un espléndido Súper 8, acompañado por la propia voz de la directora, donde la historia de la Guerra Civil y el franquismo se detuvo, reivindicando cada lugar, cada huella y cada vestigio, dotándolos de la importancia que el presente y los gobernantes le han negado, siempre desde el prisma de todas las mujeres olvidadas, borradas y silenciadas. Un hermoso y detallista trabajo memorístico, no solo sobre los ausentes, sino sobre sus pasos, sus huellas y todo el legado que nos dejaron a los que les seguimos. Una película que sabe a poco, porque nos hubiera gustado seguir descubriendo el pasado y el presente de todas las olvidadas de la mano de la directora, por su sensibilidad y su posicionamiento político y sobre todo, humano.

Y acabé con LA CIUTAT A LA VORA, de Meritxell Colell. La frontera, los márgenes y las personas que los componen son la estructura en las que se posa el cine de la directora catalana. En su nuevo trabajo de cincuenta y dos maravillosos minutos, nos invita a un pasea sensible y profundo sobre los espacios limítrofes de Barcelona con la sierra de Collserola. Con fascinantes imágenes en Súper 8, textos descriptivos y hipnóticos, y una tratamiento musical muy evocador y magnífico, Colell nos sumerge en un universo periférico lleno de magia y humano, donde conviven caminos, huertos y sus gentes, con sus historias, sus pasados, y sus presentes, siempre del lado humano y político, dando visibilidad a la invisibilidad, situando en el centro de todo a todos los olvidados, a todos lo que están pero no están, y sobre todo, una mirada especial y sencilla a todo lo que vive y sobrevive fuera de todos y todo. Y hasta aquí mi paso por la la XII Edición del D’A Film Festival de Barcelona. Un festival convertido en un referente magnífico para todos aquellos que amamos el cine, sus buenas historias, reflexivas, comprometidas y valientes, que nos hablan con personalidad y carácter de los problemas más cotidianos, políticos, sociales, económicos y culturales, un certamen que enriquece de manera extraordinaria la primavera cinéfila de Barcelona, y la edición de este año, tan especial por su vuelta a lo que era, a esa esencia del cine presencial, y sin mascarillas, y sobre todo, a su capacidad para elegir las películas y su calidad en todos los sentidos, tanto en programación, estructura, personal y ejecución, ofreciendo un nivel cinematográfico altísimo, donde han brillado películas de diferentes lugares del mundo, y las de aquí, se han convertido en un referente dentro del Festival, convirtiendo las sesiones de UN IMPULSO COLECTIVO, y sus posteriores coloquios en una fiesta del cine, en la pasión que lo envuelve y la fascinación intrínseca del ser humano por contar historias y otros, por verlas y apreciarlas. Hasta la edición del año que viene!!! Muchas Gracias por todo D’A FILM FESTIVAL 2022!!! JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

D’A 2020: Un Impulso Colectivo y Extras (2)

La segunda entrega de las reflexiones del D’A Film Festival se posa en UN IMPULSO COLECTIVO, una de las secciones más queridas y admiradas por el que suscribe, porque nos hace descubrir ese cine inquieto, reflexivo y muy alejado de lo comercial, un cine que se le niega su presencia en los circuitos convencionales, y es en los festivales, donde adquiere su relevancia e importancia. Mi paseo, desde el sofá de mi casa, arrancó con VIOLETA NO COGE EL ASCENSOR, de Mamen Díaz. Al llegar el verano, Delphine se encontraba sola para ir de vacaciones en El rayo verde, de Rohmer. Algo parecido anímicamente le ocurre a Violeta, pero sin salir de Madrid, trabajando como becaria en un pequeña editorial. La joven se siente desorientada y sin rumbo, jugando al amor sin ninguna convicción, y teniendo esa sensación extraña que el tiempo pasa por encima. La opera prima de Mamen Díaz es una comedia romántica alejada de los convencionalismos, donde se habla de amor, de relaciones, de sentimientos, de cine, y de estados de ánimo, y también, de verano, con la estupenda Violeta Rodríguez en su primer rol protagonista, mostrando naturalidad y sensibilidad. Tiene ese marco de películas ligeras, frescas y divertidas de Hong Sang-soo o Jonás Trueba, donde cine, vida y amigos se entrecruzan en relatos de aquí y ahora. AS MORTES, de Cristóbal Arteaga Rozas. En El triste olor a carne (2013) Alfredo Rodríguez era un hombre desesperado por conseguir dinero ante el desahucio de su casa. Ahora, es un aldeano gallego que asesina a su mujer y oculta el caso a sus allegados y vecinos. El quinto trabajo del director chileno es un thriller rural filmado en un primoroso blanco y negro. La película se envuelve en silencios, fantasmas y misterios, en una película austera y muy inquietante, con muy pocos personajes, creando esa atmósfera sucia y oscura, que nos atrapa desde el primer instante. Arteaga Rozas maneja como nadie el tempo cinematográfico, con la presencia de unos cuerpos y rostros que construyen con paciencia y cuidado todo lo que va sucediendo de manera sencilla y sobria en la pantalla. Otra grandísima obra de ese cine gallego que brilla con luz propia.

LA REINA DE LOS LAGARTOS, de Burnin’ Percebes. El dúo de cineastas Fernando Martínez y Juan González, vuelven en su tercer largometraje a ese cine low cost, sensible, divertido y atípico, en el que mezclan una tierna historia de amor entre una madre soltera y un extraterrestre, con la ciencia-ficción, el humor más irreverente y el melodrama, en una Barcelona diferente y periférica. Bruna Cusí y Javier Botet son los protagonistas de una cinta que no dejará a nadie indiferente, atemporal y extraña, filmada en Súper 8, y con una banda sonora extraordinaria con temas de notas religiosas, muy al estilo de la semana santa, para contarnos que a veces la vida juega con nosotros y nos depara situaciones y personas que no esperamos en absoluto. VIDEO BLUES, de Emma Tusell. Segundo largo de la montadora de Cuerda o Vermut, en el que nos invita a reflexionar sobre la memoria y sus ausencias y fantasmas, a través de su archivo familiar y personal, en el que reconstruye su identidad a través de grabaciones en video de su niñez y luego sus propias filmaciones en las que indaga en las huellas de sus padres fallecidos, y sus procesos emocionales, a las que añade diálogos junto a su pareja, en una cinta sobre el tiempo pasado y presente, y la memoria como vehículo esencial para buscar, investigar y (re) encontrarse con lo que hemos sido, nuestros recuerdos, y lo que somos.

LA EDUCACIÓN SENTIMENTAL, de Jorge Juárez. El director madrileño, ayudante de dirección de Rebollo y Veiroj, entre otros, construye una intensa y emotiva opera prima sobre el amor, el cine, la crisis económica y los recuerdos de su infancia y adolescencia, en una cinta autorreferencial, en que en una magnífica voz en off del propio Juárez, nos guía por un viaje sobre la memoria personal, el amor a distancia, y las consecuencias vitales y sentimentales de la crisis, y sobre todo, el cine y su final analógico, a través de ese proyeccionista maravilloso. Una película que recuerda al espíritu que dominaba a Los ilusos, de Jonás Trueba, ese cine que se hace cuando no se hace cine, en que la vida real se filtra entre las imágenes de ficción o no. ACTOS DE PRIMAVERA, de Adrián García Prado. El director madrileño se filma a sí mismo durante la primavera, con abundantes elementos autobiográficos, en los que explora las posibilidades del cine capturando la luz, su cuerpo y el paisaje, tomando prestado de aquí y de allá, en una película absorbente y peculiar, en que el cine adquiere un componente muy importante, como una especie de tabla de salvación, en tiempos de precariedad económica, en tiempos donde la vida necesita ser filmada, al igual que sus reflexiones, descubriéndonos un universo cotidiano y doméstico, sobre lo que nos rodea y sobre nosotros mismos, en un relato sobre aquello que ocultamos y mostramos.

MY MEXICAN BRETZEL, de Núria Giménez. Un maravilloso y fascinante fake, que nos absorbe desde sus primeras imágenes, llevándonos a través de un matrimonio suizo de clase acomodada por los años cincuenta y sesenta, descubriendo el mundo a través de sus vacaciones filmadas en Súper 8, y los textos del diario de ella, en un perverso, inquietante y extraordinario juego de espejos con el aroma del melodrama clásico de Sirk o Wyler, donde no falta de nada, amores apasionados, infidelidades, mentiras, realidades ocultas, obsesiones, tragedias y la descomposición del matrimonio, del amor, y sobre todo, de la vida, en la sugerente y brutal opera prima de la directora barcelonesa, convertida, sin lugar  a ningún género de dudas, en una de las grandes películas del D’A de esta edición. GIRANT PER SANT ANTONI, de Pere Alberó. La monumental y larguísima reforma del Mercat de Sant Antoni de Barcelona, con más de 140 años de historia, sirve a Alberó para acercarse a todos los universos que se mezclan en ese microcosmos, desde las obras del edificio, sus obreros, extranjeros muchos de ellos, los paradistas en su ubicación y la nueva, las tiendas centenarias de la zona, el homeless vendedor de libros, y los vecinos que sufren gentrificación, tanto mayores como jóvenes, a través de sus luchas y reivindicaciones para tener un hogar y futuros dignos. La película se mueve entre el documento que captura una realidad efímera y cambiante, y el ensayo más crítico y social, abordando la memoria e identidad del barrio, mostrando la vida y las diferentes personas, tanto sus pequeñas y grandes realidades, con el aroma de películas como Aquí se construye, de  Agüero o En construcción, de Guerín.

Me acercó a una de las películas de la sección ESPECIALS con JESUS SHOW YOU THE WAY TO THE HIGWAY, de Miguel Llansó. Con Crumbs (2015) el cineasta madrileño demostró que se podían romper todos los esquemas establecidos para contarnos una cinta futurista muy diferente, extraña y romántica, con su inseparable Daniel Tadesse Gagano, su actor fetiche. En su segundo trabajo sigue esa línea en la que los géneros, estéticas y narrativas se mezclan y fusionan creando una cinta que bebe de la ciencia-ficción, al estilo Matrix, la comedia alocada, los relatos de espías, los súper héroes, los videojuegos, etc… Con el aroma sesentero y atemporal, situada nuevamente en Nigeria, y construyendo un universo de múltiples capas donde se ríe de todo, apuntando a lo convencional, y a la cultura popular estadounidense, incluso de sí mismo. De la sección TALENTS me detengo en la película LA MAMI, de Laura Herrero Garvín. En El remolino (2016) centrada en una pequeña comunidad de Chiapas, en México, que convivía con las inundaciones anuales. En su segundo trabajo, la toledana se traslada a la capital mexicana para mostrarnos el “Barba Azul”, un mítico cabaret, para presentarnos a “La Mami”, antigua cabaretera que ahora regenta el backstage del lugar, cuidando a las mujeres que allí trabajan. Herrero teje a fuego lento una obra de gran calado humanista, poderosa y absorbente, por su sencillez y hoenstidad, en la que su observadora e inquieta cámara nos acerca a la realidad de muchas mujeres que se dedican a damas de compañía por apuros económicos, y nos muestran una realidad femenina que debe salir del arroyo con trabajos difíciles, que ocultan a los suyos. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

 

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Entrevista a Saida Benzal y Armand Rovira

Entrevista a Saida Benzal y Armand Rovira, actriz y coguionista, y director de la película “Letters to Paul Morrisey”, en el marco del D’A Film Festival, en el Hotel Pulitzer en Barcelona, el viernes 3 de mayo de 2019.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Saida Benzal y Armand Rovira, por su tiempo, sabiduría, generosidad y cariño, y al equipo de comunicación del D’A Film Festival, por su amabilidad, generosidad, tiempo y cariño.

Entrevista a Alberto Gracia

Entrevista a Alberto Gracia, director de la película “La estrella errante, en el marco del D’A Film Festival, en el Hotel Pulitzer en Barcelona, el viernes 3 de mayo de 2019.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Alberto Gracia, por su tiempo, sabiduría, generosidad y cariño, y al equipo del D’A Film Festival, por su amabilidad, generosidad, tiempo y cariño.

Entrevista a Ramón Lluis Bande

Entrevista a Ramón Lluis Bande, director de la película “Cantares de una revolución”, en el marco del D’A Film Festival, en el Hotel Pulitzer en Barcelona, el miércoles 1 de mayo de 2019.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Ramón Lluís Bande, por su tiempo, sabiduría, generosidad y cariño, a Carlos Losilla, y al equipo del D’A Film Festival, por su amabilidad, generosidad, tiempo y cariño.

entrevista

La ciudad oculta, de Víctor Moreno

DESVELAR EL MISTERIO.

La primera película de Víctor Moreno (Tenerife, 1981) Edificio España (2012) se adentraba en las obras de rehabilitación del famoso inmueble, emblema de prosperidad del régimen franquista. Ahora, un inmenso y envejecido rascacielos lleno de pasillos y habitaciones oscuras y derruidas, llenas de polvo y suciedad, por el que pululaban incansablemente centenares de trabajadores de múltiples nacionalidades. Su último plano, en los subterráneos del edifico, se perdía en una zona oscura, imperceptible para el espectador, un cuadro totalmente negro, y así, de esta manera tan singular y crucial por lo contado anteriormente, se despedía la película. Un plano negro, en total oscuridad,  como ensamblando las dos películas, nos da la bienvenida a la segunda película de Víctor Moreno, La ciudad oculta. Un plano que muy lentamente nos irá desvelando una diminutas luces o algo que se le parece, aún todavía sin saber donde nos encontramos ni a qué nos enfrentamos. Poco a poco, y entrando el sonido, iremos descubriendo que nos encontramos en las entrañas de una ciudad, sin saber muy bien en qué zona y qué lugar identificable, o alguna zona que podamos descifrar entre la maraña de espacios muy oscuros, y sobre todo, muy ajenos a nuestro universo del exterior, más tangible y próximo, en apariencia, porque este lugar, de difícil acceso y complejo, también se encuentra cercano a nosotros, aunque oculto y desconocido a nuestra mirada.

Moreno vuelve a contar en tareas de guión con Rodrigo Rodríguez como en su anterior trabajo, a las que suma Nayra Sanz Fuentes, que en Edificio España estuvo como comontadora, para sumergirnos en una película experiencia, en la que asoman unos escasísimos diálogos de los empleados que iremos viendo por este mundo, en una sinfonía del subsuelo, adoptando como referentes a Berlín, sinfonía de una ciudad, de Ruttman y El hombre de la cámara, de Dziga Vertov, para viajar a esa ciudad que vive oculta bajo nuestros pies, a recorrer con una cámara en continuo movimiento, eso sí, movimientos suaves, con la cinematografía de José Alayón (director de Slimane) para movernos por un entramado inmenso, desconocido y misterioso de galerías, túneles, alcantarillas, tuberías, redes de transportes y estaciones subterráneas, en un trayecto más allá de nuestro inconsciente, en el que desconocemos a qué o a quién nos encontraremos, ya que las imágenes y su sonidos, a veces ambientales, y en otras imperceptibles, industriales, líquidos, llenos de musicalidad, que nos transportarán por ese universo oscuro, de poca luz, muy sonoro y sobre todo, sensorial, donde nuestros sentidos viajarán más lejos de lo que vemos, de lo que iamginamos, de lo que sentimos.

La película nos propone un viaje sideral y único, en una experiencia personal y profunda, en un documento íntimo y apabullante, dejándonos llevar por esas imágenes inquietantes y misteriosas, donde lo cotidiano adquiere una dimensión desconocida, imágenes de múltiples texturas, donde lo más insignificante se convierte en inmenso, y viceversa, un mundo en el que nada es lo que parece, donde todo adquiere su propio cuerpo, movimiento y latitud, organismos vivos de toda índole se mueven y se organizan en las profundidades del subsuelo, donde las imágenes a través del sonido van componiendo su propio estado de ánimo, un estado contagioso que lentamente nos irá atrapando y sumergiéndonos más profundo, aún más, más lejos aún, haciéndonos desaparecer entre aquello que se nos está desvelando, en el que ya nada ni nadie tiene su propia consciencia, más lejos de lo que conocemos y podemos soñar. El propio Moreno y Samuel M. Delgado firman un montaje calculado al milímetro, guiándonos por este otro mundo, a través de algunos de los trabajadores que trabajan en este otro planeta, ataviados como si fuesen astronautas, caminando con lentitud por sus infinitas galerías, escuchando sus respiraciones mecánicas mientras ejercen su actividad laboral.

El cineasta canario se destapa como un director enorme y extraordinario, capaz de descubrirnos lo desconocido a través del detalle más invisible, porque consigue con lo mínimo vivencias y capturas increíbles, conduciendo al espectador por un universo muy cercano para nosotros, pero a la vez totalmente desconocido, filmando su intimidad, su vida, y su inconsciente, su alma, consiguiendo una película magnífica, profunda y orgánica, llena de sensaciones e imágenes que vamos proyectando en nuestra mente, dejándonos llevar por nuestros sentidos, alejámdonos de nosotros mismos, de nuestra forma de ser y pensar, adentrándonos en otros cuerpos, sonidos y paisajes. Una película viva, que respira y siente, donde se manejan diferentes texturas, sonidos e imágenes, revelando lo más fútil a lo más fundamental, en un micro-macro cosmos lleno de laberintos, cuerpos y entes, por el que caminamos como si fuese un cuerpo gigantesco o una especie de masa orgánica que vive, en continuo movimiento y transformación, en una experiencia única y magnífica que nos recuerda a la misma sensación que proponía Dead Slow Ahead, de Mauro Herce, donde nos adentrábamos en las entrañas de un carguero a la deriva sumergiéndonos en sus profundidades más oscuras y ocultas de sus entrañas.

Quizás todo lo que vemos o intuimos ver, porque eso nunca lo sabremos ni tendremos la capacidad de identificarlo, no sea más que una mera representación de aquello que proyecta nuestro propio inconsciente, aquello que no somos capaces de identificar con algo real, algo tangible, algo que podamos descifrar con nuestra mirada, algo que pertenezca a nuestra cotidianidad, porque el universo de imágenes y sonido que ha construido Moreno es un mundo desconocido, un mundo sucio, insalubre, lleno de gérmenes, donde se amontona la basura de las ciudades que habitamos, un paisaje más allá de lo que podamos soñar, un mundo más próximo a la ciencia-ficción, porque en muchos instantes de la película, nos sentiremos como aquellos exploradores del universo que se adentraban en otros mundos desde la inquietud, desde el más puro desconocimiento, dejándose llevar por sus sentidos, sus emociones y aquello que quizás era lo revelado, como ocurría en el famoso plano de la taza de café de Dos o tres que yo sé de ella, en la que Godard, nos rompía todas las certezas posibles e imaginalbes, para sumergirnos en nuestro inconsciente, llevándonos en un suspiro al espacio o más allá. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

D’A 2019: Un impulso colectivo y Sala Jove (y 2)

Seguimos con los comentarios y reflexiones de lo visto durante los diez días en la IX edición del D’A Film Festival de Barcelona. Toca el turno de UN IMPULSO COLECTIVO, una de las secciones más queridas por el que suscribe, una sección que nació hace seis años, con la intención de dar visibilidad a ese cine de nuestro país más arriesgado, inquieto y curioso que nace desde la vocación más absoluta, movido por la necesidad de contar esas historias, en palabras  extraídas del excelente texto de “Melancolía de la resistencia”, ejemplar título que define el carácter de la sección, firmado por Carlos Losilla, mentor y propulsor de esta sección: “Películas que demuestran una cierta obcecación, un empecinamiento. Aunque en nuestro entorno hacer buen cine sigue siendo muy complicado, en el que los autores jóvenes hayan de superar mil y un obstáculos para poder filmar, eso no es barrera para que lo continúen haciendo. Eso sí, ya no hay lugar para la ingenuidad y el candor, ni tan sólo para las medias tintas. Las cosas son como son y se ha de decir bien alto, todo y el riesgo que a alguien le escueza. Por eso mismo nuestro impulso es cada vez más combativo y menos complaciente”.

Mi viaje por UN IMPULSO COLECTIVO arrancó con la película LOS CAMPOS MAGNÉTICOS, de Lluís de Sola. Partiendo de una situación real vivida por el propio director cuando era adolescente, allá por el año 1994, cuando la dependienta favorita del videoclub donde iba, despareció misteriosamente, la película no reconstruye la vida de alguien desconocido pero importante para el imaginario del director, sino que imagina y recrea esos momentos vividos o no por la desaparecida, explorando de forma observacional esos momentos cotidianos de una vida real o ficticia, una existencia sobre el imaginario de alguien fascinado por una imagen recreada, una vida fantaseada, quizás la vida que no vivió o sí la susodicha. La película crea un ejercicio inquietante y fantasmal sobre las vidas de alguien, consiguiendo unas imágenes fascinantes e hipnóticas de alguien que también jugaba con los elementos sonoros y espacios, quizás en la misma búsqueda en la se sumerge la película, filmar los espacios vacíos, los no transitados y aquellos que se instalan en nuestro subconsciente, con la magnífica interpretación de María García Vera. Continué con YOUNG & BEAUTIFUL, de Marina Lameiro. La directora pamplonesa filma a sus amigos en una retrato-documento de diario íntimo y muy personal, en el que cada uno explica sus momentos vitales, circunstancias y el camino recorrido de un cuarteto de treintañeros que se sienten perdidos y sin futuro, y a través de una naturalidad y realismos aplastantes, sin subrayados ni sentimentalismos, logra una obra bellísima y amarga sobre la vida de cuatro almas que se sienten frustradas por el entorno económico que les rodea, sin ninguna expectativa de futuro, sincerándose a la cámara de Lameiro de forma brutal y elocuente, hablándonos de esa juventud que se va, de aquellos años de fiesta y diversión, y el momento actual, tan diferente y precario, en una obra política sin pretenderlo, que filma a una generación vapuleada por la crisis económica que después de conocer las alegrías y la despreocupación de la juventud, debe reorganizarse y comenzar a elegir una vida en unas circunstancias muy adversas. Una obra inteligente, madura y excelente sobre la juventud perdida, el paso del tiempo y las (des) ilusiones de una vida que parecía que iba a ser de otra manera.

Tuve la oportunidad de ver <3, de María Antón Cabot. La directora, parte del colectivo lacasinegra, no sitúa en el parque del retiro para indagar en las relaciones personales y sentimentales de los adolescentes en estos tiempos de nuevas tecnologías, y lo hace a través de un documental a tumba abierta, filmando a esos jóvenes mientras descansan, se envían mensajes y se (des) enamoran en una tarde verano. Cabot consigue iluminarnos y hacernos reflexionar observando a unos chavales que se sinceran de manera natural delante de la cámara de sus (des) amores y demás experiencias en el terreno amoroso. La película muestra y documenta sin juzgar ni sentimentalizar, erigiéndose como una mezcla de muchos géneros, formas y texturas, desde el cine de Rohmer y un estudio sociológico sobre las relaciones actuales de los adolescentes, en un contenido realista, poético e hipnotizador, en una obra estructurada con el personaje de una adolescente divertida y locuaz, como si fuese un día cualquiera, con las luces del día y la sinceridad, a lo más abstracto e inquietante cuando cae la noche. Me acerqué a la obra CANTARES DE UNA REVOLUCIÓN, de Ramón Lluís Bande. El cineasta gijonés, un clásico en el D’A, vuelve con una película musical y política, recordándonos la huelga de mineros en Asturias de 1934, a través de sus canciones populares que interpreta el músico asturiano Nacho Vegas. La película sigue explorando la memoria histórica de Asturias, con su rigoroso formalismo y su contenido naturalista y próximo, para adentrarnos en un musical político, recuperando la memoria histórica y devolviendo la dignidad a una memoria histórica olvidada y vapuleada por intereses políticos. Bande filma de manera magnífica la interpretación de las canciones de Vegas, desde la mirada del observador inquieto y respetuoso, huyendo del documental político al uso, sino que muestra desde el más absoluto respecto, filmando desde lo más íntimo los espacios de la memoria, y las gentes activistas, deudores de aquellos mineros en huelga, y sucesores de aquellos que alzaron la voz ante la injusticia. Una película reivindicativa, emocionante y sobre todo, muy necesaria, porque devuelve a la actualidad a tantos olvidados del tiempo.

Luego, el turno fue a LA ESTRELLA ERRANTE, de Alberto Gracia. Después de su fascinante debut con O Quinto Evanxeo de Gaspar Hauser (2013) donde nos proponía una reflexión interesante en que el ser aislado devenía en una personalidad fragmentada en cinco personajes arquetipos, filmada en riguroso b/n y en 16mm. Ahora, vuelve a recuperar a otro personaje de las catacumbas del olvido, a Rober Perdut, exlíder de “Los Fiambres”, una banda punk alicantina de principios de los 80, para volver a sumergirnos en una aventura urbana, casi distópica, en el que vemos un mundo en descomposición, como un escaparte incesante de basura y deterioro moral, unos espacios por los que deambula alguien ajeno a todo eso, invisible a su percepción, un espectro olvidado y errante, que vaga sin descanso a la deriva, sin encontrar nada ni tampoco encontrarse, en una película de rigor formal y un envolvente trabajo con el sonido que nos atrapa y nos traslada a lo más profundo de nuestro ser, en un viaje lisérgico, alucinado y espiritual con resonancias a Herzog y sus personajes alejados de la realidad y de sí mismos, y las texturas y formas para fracasar en el compendio de un mundo cada vez más terrorífico (como esos ancianos en la piscina) ajeno a lo humano. Seguí con la película HAMADA, de Eloy Domínguez Serén. Segunda película del director gallego, que cambia los espacios nórdicos, fríos, calmados y el desamor que abundaban en su debut No Cow On The Ice (2015) para trasladarse a un ambiente más cálido, luminoso y jovial, pero sin abandonar la intimidad que se manifestaba en la anterior. Ahora, se acerca a unos jóvenes saharauis de un campo de refugiados en mitad del Sahara, un lugar perdido en mitad de la nada, donde captura sus vidas, sus realidades y sus naturalidades y sinceridad, a través de un documento muy cercano, en el que florecen las (des) ilusiones y las pocas alegrías de unos chavales que sueñan con una vida mejor, alejada de ese espacio abierto pero cerrado, filmando sus rostros, sus cuerpos y sus cotidianidades a través de un ejercicio fílmico alejado del panfleto político y el sentimentalismo, para sumergirnos en un retrato luminoso y vital de los sueños y esperanzas de unos jóvenes que se asemejan a cualquier joven del mundo.

Finalicé mi periplo por la sección con la obra LETTERS TO PAUL MORRISEY, de Armand Rovira. El director barcelonés debutante imagina cinco misivas a uno de los directores más transgresores y salvajes de la historia del cine, que produjo Andy Warhol, alguien que venció prejuicios y reticencias para filmar un cine puro, desinhibido y feroz en aquella América más puritana de los sesenta y setenta. Cinco historias en un cegador y formal b/n y filmadas en 16mm, que nos lleva por varios países del mundo, acompañando a personajes vinculados con Morrisey, o retratos de sus personajes o películas, para adentrarnos en un ensayo cinematográfico sobre el paso del tiempo, la vigencia de las imágenes y la cinefilia más íntima, en una obra artesanal, literaria, hipnótica, perturbadora y llena de capas e innumerables aristas y pliegues, que va desde el noir, el documento en primera persona, el indie sesentero homenajeando a Morrisey, lo más experimental y transgresor o la ciencia-ficción más distópica desde lo humano. Y finalmente, tenía interés en la Sala Jove del D’A, una iniciativa que evidenció su cuidada programación y sus sinceras y estupendas presentaciones y coloquios que acompañaron con las películas.

El sábado 27 de abril, casi arrancando el festival, me acerque a los Aribau Multicines, nueva sede del festival, después del cierre del Club Aribau de Gran Via, para sumergirme en la propuesta de QUIÉN LO IMPIDE, de Jonás Trueba. Compuesta de cuatro películas, el que escribe vio las tres primeras, un proyecto en desarrollo, como nos advierte su texto inicial, en el que se explora a los adolescentes y cómo el cine los ha filmado. Arrancó la maratoniana sesión con sus respectivos descansos, eso sí, con la película Tú también lo has vivido, de 52 minutos de duración, se tratan de entrevistas a adolescentes, en las que se sinceran y hablan sin tapujos delante de la cámara, mostrando sus inquietudes sobre temas como la educación, el amor, el acoso escolar y demás elementos sociales, culturales y económicos. La segunda película Si vamos 28, volvemos 28, de 90 minutos, en el que retratan un viaje de fin de curso de adolescentes por varias ciudades andaluzas, en que se explora la madurez, la desinhibición, la integración, la crueldad, y las relaciones que mantiene el grupo de chavales. La tercera película, Solo somos, se adentra en las formas que se han representado a la adolescencia en el cine, un grupo de chavales reflexionan sobre eso y lanza propuestas e ideas de su forma de verlo, y mantienen interesantes conversaciones sobre ello, el futuro y ellos mismos. El cansancio me apartó de la última película, aunque lo visto y disfrutado fue muy provechoso, como diría Serge Daney, convirtiendo la propuesta en desarrollo en una mirada extraordinaria y reflexiva sobre el cine, la mirada, la adolescencia y todas sus consecuencias, convirtiendo las películas-retrato-documentos de Jonás Trueba y su equipo en un fascinante estudio sobre aquello que miramos y cómo lo miramos, que está definiendo constantemente nuestro comportamiento y cómo nos relacionamos con los demás.

Cerré la Sala Jove con la película UN VIOLENT DÉSIR DE BONHEUR, de Clément Schneider. El director francés imagina la experiencia y la revolución interior de un joven monje cuando las tropas revolucionarias de la Francia de 1792 llegan al monasterio que habita. A partir de una forma 4/3 y una luz luminosa e íntima, en un espacio natural, nos sumerge en el despertar interior del joven, a través de sus experiencias vitales, sexuales y reflexiones sobre lo que está sucediendo, tanto con la revolución que está presenciando, como la suya propia, en un relato político, social y magnífico que nos envuelve en nuestros propios miedos e inquietudes en un entorno muy cambiante y lleno de conflictos, tanto interiores como emocionales, en una película que recuerda a Rohmer, Pasolini y lanza una reflexión madura y cercana sobre lo que somos, lo que nos hierve en el interior y aquello que nos gustaría ser. Y hasta aquí mi paso por la la IV Edición del D’A Film Festival de Barcelona. Un festival convertido en un referente magnífico para todos aquellos que amamos el cine, sus buenas historias, reflexivas, comprometidas y valientes, que nos hablan con personalidad y carácter de los problemas más cotidianos, políticos, sociales, económicos y culturales, un certamen que enriquece de manera extraordinaria la primavera cinéfila de Barcelona, y la edición de este año ha ofrecido un nivel cinematográfico altísimo, donde han brillado películas de diferentes lugares del mundo, y las de aquí, se han convertido en un referente dentro del Festival, convirtiendo las sesiones de UN IMPULSO COLECTIVO, y sus posteriores coloquios en una fiesta del cine, en la pasión que lo envuelve y la fascinación intrínseca del ser humano por contar historias y otros, por verlas y apreciarlas. Hasta la edición del año que viene!!! Muchas Gracias por todo D’A FILM FESTIVAL 2019!!! JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA