Entrevista a Marta Esteban

Entrevista a la productora Marta Esteban, con motivo de la “Carta blanca” que le dedica la Filmoteca de Catalunya, en la sede de la institución en Barcelona, el martes 15 de febrero de 2023.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Marta Esteban, por su tiempo, generosidad y cariño, y a Jordi Martínez de Comunicación de la Filmoteca, por su tiempo, amabilidad, generosidad y cariño.

La amiga de mi amiga, de Zaida Carmona

ZAIDA Y EL AMOR. 

“Aunque el amor llegue un día, me da miedo que tan sólo sea esto; y, aunque el amor llegue un día, también me da miedo que sea mucho más”

Sylvia Plath

Había una vez… Una mujer llamada Zaida en la treintena con un trabajo que le gustaría dejar y en el comienzo de una ruptura amorosa con Gabriela que la devuelve a la ciudad. La amiga intensa Rocío la invita a su casa para que conozca a su nueva novia Lara, de la que Zaida queda prendida. Mientras tanto le gusta Aroa que anda sí y no con Julia que, a su vez, se enrolla con muchas entre las que están Rocío. Todas son mujeres lesbianas que viven en Barcelona, en sus calles, en sus locales, en sus viviendas, en sus baños y en sus amores que van y vienen, en esa perpetua búsqueda del amor o de aquello que creemos del amor, porque como les ocurre a estas cinco mujeres, el amor es eso que nos ronda y nos seduce, pero es como una especie de fantasma, que rara vez se manifiesta, y cuando lo hace, en la mayoría de ocasiones lo confundimos con deseo, soledad y qué se yo, y aún más, no sabemos si es real o no.

A Zaida Carmona la conocíamos por sus trabajos en el cortometraje con películas tan interesantes como Son ilusiones (2020), y su participación como actriz y cantante ocasional en las películas de Marc Ferrer, con La amiga de mi amiga debuta en el largometraje y no podemos estar más contentos de su ópera prima, porque hemos sufrido por amor, nos hemos reído y sobre todo, nos hemos visto reflejados en las deambulaciones y tropiezos del amor y desamor que tienen sus protagonistas. Unas mujeres como nosotras, en busca del amor y acaban encontrando deseo, amistad y malos rollos. La directora castellonense que coescribe el guion con el mencionado Marc Ferrer, construye sus películas a través de su vida y sus amores, donde su vida y ficción se mezclan y fusionan, en los que no podía faltar el cine como vehículo para relacionarnos o no con la vida, como ese maravilloso ciclo de Eric Rohmer con sus “Comedias y Proverbios”, que ponen en el imperdible Cine Zumzeig, entre las que destacan las sesiones de El rayo verde y El amigo de mi amiga, inspiración en el título de la película. También hay librerías como La carbonera, locales de la nuit y mucha música, pop y que habla de todas nosotras y lo que nos pasa, como el tema “La séquence”, de Julie et Joe, que se convierte en una especie de leit motiv de la cinta, “La juventud”, de Rocío Saiz, esa maravillosa versión del “Lady dilema”, de Berlanga y Canut, en la que se luce Aroa, con la complicidad de la propia Zaida, y el “Tú por mí”, de Christina Rosenvinge, entre otras, la mayoría surgidas de Elefant Records.

La directora afincada en Barcelona se rodea de sus amigas como Rocío Saiz y Aroa Elvira, que ambas actúan y cantan, Alba Cros, una de las directoras de Les amigues de l’Àgata (2015), como actriz y cinematógrafa, y finalmente, Thaïs Cuadreny, que actúa, y Eric Monteagudo como montador, ambos colaboradores del universo de Marc Ferrer, las breves apariciones de Nausicaa Bonnín, la divertidísima de Christina Rosenvinge y el jugoso cameo de las “amigas” Júlia Betrian y el propio Marc Ferrer, y otras muchas, amigas y componentes del equipo artístico y técnico, en una película hecha con mucho amor, dedicación y talento, levantada con pocos recursos surgidos de una campaña de Verkami. Carmona nos habla sin complejos ni prejuicios de su mundo y el de las otras, sobre todo tipo de temas como el mundo queer, sexo, drogas y demás, donde todo se desarrolla con una fluidez y encanto maravillosos, con una mezcla de ligereza y fantasía que no quita esos lugares y emociones oscuras y extrañas que se van sucediendo entre las cinco almas de la película. Podría funcionar como un retrato de las treintañeras en el amor, pero la intención de la directora no va por ahí, porque su intención no es otro que retratar el amor o las diferentes formas de relacionarse y de amar que existen en el interior de la cinco mujeres, que hay otras, pero la película muestra y retrata estas, que ya son un buen ejemplo de cómo nos relacionamos, lo que sufrimos y sobre todo, lo que nos engañamos, tanto a los demás como a nosotros mismos.

Tiene la frescura, la cercanía y la intimidad de las desacomplejadas comedias sentimentales españolas de principios de los ochenta que hacían los Colomo, Trueba, Almodóvar, sin olvidar las comedias-pop de los sesenta, en la que Un, dos tres… al escondite inglés (1969), de Iván Zulueta, sería la punta de lanza de la irreverencia y el desparpajo, y también, el universo cálido y oscuro de las películas de Miranda July, y hits del cine queer noventero como Go Fish y High Art, entre otras, que abrieron el camino para que ahora podamos ver películas tan estimulantes como La amiga de mi amiga. Celebramos una película como esta, porque el cine necesita películas rodadas con ese espíritu libre que tanto hace falta, películas que hablen de nosotras, de todo lo que nos pasa, de todos esos estados de ánimo que no sabemos interpretar, de toda esa extrañeza de estos tiempos, tanto a nivel laboral como sentimental, de tantos tumbos y deambulaciones que damos nosotras y las demás, en este vivir y sinvivir que nos pasa con el amor o eso que creemos que es el amor, como le sucede a Rocío, Lara, Aroa, Júlia y Zaida, nuestras cinco heroínas de la búsqueda del amor, de los sentimientos, de la sinceridad, de ese maremoto de emociones, miedos, inseguridades y demás que nos suceden con el amor o mejor dicho, cuando creemos que hemos encontrado el amor o algo que se parece a ello o la idea que tenemos de eso que llamamos amor. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

 

Entrevista a Víctor Checa

Entrevista a Víctor Checa, director de la película “Tiempos futuros”, en el marco del D’A Film Festival en el Hotel Regina en Barcelona, el miércoles 4 de mayo de 2022.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Víctor Checa, por su tiempo, sabiduría, generosidad y cariño, y al equipo de Comunicación del Festival, por por su amabilidad, generosidad, tiempo y cariño. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

Presentación de la programación Filmoteca de Catalunya 2023

Presentación de la programación Filmoteca de Catalunya 2023 y Balance 2022, con la presencia de Esteve Riambau, director de la Filmoteca, y Natàlia Garriga, Consellera de Cultura, en la Filmoteca de Catalunya en Barcelona, el viernes 16 de diciembre de 2022.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Esteve Riambau y Natàlia Garriga, por su tiempo, sabiduría, generosidad y cariño, y a Jordi Martínez de Comunicación Filmoteca, por su generosidad, cariño, tiempo y amabilidad.

Entrevista a Oriol Estrada y Natalia Cabral

Entrevista a Oriol Estrada y Natalia Cabral, directores de la película “Una película sobre parejas”, en su vivienda en Capellades, el miércoles 6 de julio de 2022.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Oriol Estrada y Natalia Cabral, por su tiempo, sabiduría, generosidad y cariño, y a mi querido amigo Óscar Fernández Orengo, por retratarnos de forma tan especial. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

Matadero, de Santiago Fillol

ARGENTINA, 1974.

“La escena que se representaba en el matadero era para ser vista, no para ser representada”

Esteban Echevarría, El matadero 1830

Todo el arranque de la primera película de ficción de Santiago Fillol (Córdoba, Argentina, 1977), es de una sobriedad y concisión sobrecogedoras. Un sonido industrial y abstracto nos sitúa en el interior de un automóvil con un destino que desconocemos, en el que vemos unas manos entrelazadas del que no sabemos su identidad. El vehículo se detiene y frente a su capo, se reflejan unas personas que protestan o celebran. Inmediatamente después estamos en el interior de un cine en la actualidad, donde se proyectará la película “Matadero”, del director estadunidense Jared Reed, que comparte apellido con aquel otro John que vivió la Revolución Rusa de octubre de 1917. Nos informan que es una película maldita, que nunca se ha proyectado y además, tiene la losa de las muertes que se produjeron durante su rodaje. La película viaja hacia la Pampa Argentina de 1974, donde Reed está en pleno proceso de rodaje del cuento “El Matadero”, de Esteban Echevarría, un relato que habla de unos matarifes que degüellan a sus patronos.

A Fillol, afincado en Barcelona, lo conocíamos por su trabajo como docente, escritor sobre cine, asistente de directores como Isaki Lacuesta y Ben Rivers, guionista de Oliver Laxe, y director de dos trabajos sumamente interesantes como Ich Bin Enric Marco (2009), que codirigió junto al filósofo Lucas Vermal, en el que seguía el testimonio del mencionado, que decía ser un superviviente del nazismo, y la película corta Dormez-Vous (2010), nacida a partir de su colaboración en la película Low Life, de Nicolas Klotz y Elisabeth Perceval, en la que una actriz viaja al imaginario de su personaje. Con Matadero, escrita por el poeta Edgardo Dobry, el mencionado Vermal y el propio director, vuelve a sumergirse en el imaginario cinematográfico y sus procesos creativos, pero haciéndolo desde una perspectiva inusual y muy enriquecedora, porque toca varios temas: la lucha de clases, que está presente en la novela que se está adaptando en la película ficticia que se está filmando, ante aquello que se representa y cómo se representa, el conflicto capital que se genera entre las diferentes visiones opuestas entre Reed, sus jóvenes intérpretes pertenecientes al teatro político, y los peones que son manejados al antojo del director, y después, el complejo contexto social, político y cultural de aquella Argentina de mediados de los setenta, en que el estado ya apuntaba a la dictadura que estallaría dos años después, que la emparenta con la reciente Azor, de Andreas Fontana, en muchos aspectos.

Su relato, desde el punto de vista de la joven admiradora de Reed, que lo sigue a todas partes, la entusiasta del cine que quiere ser como su admirado, un testigo de toda esta barbarie que se está cociendo, mientras unos quieren hacer cine reflexivo, radical y violento, y otros una revolución. La excelente cinematografía de un grande como Mauro Herce, con ese aspecto de 1.85:1, que ayuda a fortalecer los primeros planos en una película de interiores e intimidad, donde todo se cuece en las sombras y las habitaciones cerradas. Así como el exquisito montaje de otro grande como Cristóbal Fernández, que combina ritmo con reflexión sus ciento seis minutos de metraje, en una película que es más una balada del desencanto y la tristeza de un país que se aboca al abismo sin remedio. La potentísima música de Gerard Gil, que comparte con el mencionado Cristóbal Fernández, con esas composiciones western y afiladas que nos recuerdan a su magnífico trabajo en La próxima piel (2016), de Isa Campo y Lacuesta, el gran trabajo de sonido de Carlos García, que en su filmografía tiene títulos tan importantes como los de los colombianos Cristina Gallego y Ciro Guerra, Irene Gutiérrez y la reciente Eles transportan a morte, y el sumamente cuidadoso trabajo de arte de la argentina Ana Cambre, que también estuvo en la mencionada Azor, y la potente coproducción de El Viaje Films, que ha producido a gente tan interesante como Théo Court, Mnauel Muñoz Rivas y los citados Gutiérrez y Herce, entre otros.

Fillol compone un medido y cercano elenco capitaneado por Julio Perillán en la piel del apasionado y obsesivo Jared Reed, el cineasta difícil, en plena decadencia, con esos momentazos, entre la nostalgia y la pérdida, en los que vuelve a ver sus antiguos westerns convencionales entre sombras nocturnas, y un gran ramillete de excelentes intérpretes del país sudamericano que componen con cercanía y naturalidad unos personajes atrapados en una película y en un país enajenado y sin rumbo, como Malena Villa, la joven inocente y testigo mudo de todo lo que está ocurriendo a su alrededor, Lina Gorbaneva, compañera de Reed, una mujer que fue y yo no es, que vive anclada en una aventura que tiene mucho de despedida y poco de cine, la maravillosa presencia de la maravillosa Eva Bianco, actriz fetiche de Dantiago Loza, que recuerda a la Saturna que hizo la gran Lola Gaos en Tristana, y el grupo de teatro en el que están unos sorprendentes Ailín Salas, una mujer de fuerte carácter y la heroína de la trama de la película que se rueda, Ernestina Gatti, Rafael Federman y David Szchetman.

Celebramos la vuelta a la dirección de largometrajes de Fillol, porque no solo ha construido una película muy sólida, con múltiples capas, tanto de forma como de fondo, con unos personajes complejos y un trama que va desmadejándose sin prisas, creando esa amenaza constante en todos los sentidos, donde todo parece en un estado de violencia latente, en un tiempo transitorio, un tiempo de monstruos que diría Gramsci, con personajes de carne y hueso, sometidos a una gran tensión y una fuerte carga psicológica, que se echa de menos en el cine de hoy en día, en el que se mezclan géneros con elegancia como el western seco, crepuscular a lo Peckinpah, cine negro, con el mejor tono de títulos como Rojo (2018), de Benjamín Naishat, que comparte con Matadero el contexto histórico, sino que ha hecho muy buen cine político en tiempos donde más falta hace, con el mejor aroma de títulos como Z (1969), de Costa-Gavras, y Tiempo de revancha (1981), de Adolfo Aristarain, en que el horror y la violencia, tanto en la ficción como en la realidad se muestran fuera de campo, no las vemos pero están por todas partes, en las sombras, ocultas, acechándonos, esperando su momento, ese momento en que todo cambiará. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

Entrevista a Irene M. Borrego

Entrevista a Irene M. Borrego, directora de la película “La visita y un jardín secreto”, en el marco de L’Alternativa. Festival de Cinema Independent de Barcelona, en el Hostal Cèntric en Barcelona, el domingo 20 de noviembre de 2022.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Irene M. Borrego, por su tiempo, sabiduría, generosidad y cariño, a mi querido amigo Óscar Fernández Orengo, por retratarnos de forma tan especial, y a Mariona Borrull de Comunicación de L’Alternativa, por su trabajo, amabilidad, generosidad, tiempo y cariño. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

La Visita y Un Jardín secreto, de Irene M. Borrego

LA PINTORA Y LA CINEASTA.

“Un gran retrato es siempre más un retrato del pintor que de la pintada”.

Samuel Butler

De la cineasta Irene M. Borrego conocíamos muchas facetas en el oficio del cine. Amén de haber producido películas tan interesantes como El mar nos mira de lejos (2017), de Manuel Muñoz Rivas, Dos islas (2017), de Ariadna F. Castellanos y This Film is About Me (2019), de Alexis Delgado, y haber dirigido nueve cortometrajes entre los que destacan Vekne hleba i riba (2013) y Muebles Aldeguer (2015), piezas en las que prima la existencia cotidiana a través de lo mínimo, de aquello que no se ve, a partir de retratos donde se nos revela lo invisible y lo ausente. Los mismos elementos continúan en su primer largometraje como directora, La Visita y Un Jardín secreto, un relato breve, apenas sesenta y cinco minutos, doméstico, nunca salimos de las cuatro paredes de la vivienda de Isabel Santaló, una pintora que vive su vejez junto a su gato, la asistenta que le ayuda, alguna que otra visita y poco más.

La película aborda la figura de la pintora desde la más absoluta intimidad, sin alardes formales ni nada que se le parezca, desnudándolo todo, acercándose de manera tímida al principio, como si de un documental observacional se tratase, y luego, adentrándose más en la vida y obra de la pintora mencionada, todo contado desde la sensibilidad, delicadeza y tacto posibles, mostrando y mostrándose, porque la película no solo se queda en el retrato al uso, sino que va mucho más allá, porque recorre la vida de la pintora, dejando fuera hechos y datos, en un sentido emocional, en un sentido humano, a través de la voz del reconocido pintor Antonio López, que nos va contando los recuerdos sobre Isabel, colega de generación, situándose en ese espacio desde donde la película nos habla, rescatar la figura de Isabel, su obra, que nunca veremos, y sobre todo, su pensamiento y reflexión, pero desde la sutileza, desde lo íntimo, y desde el encuentro y desencuentro entre la pintora y la cineasta que la quiere retratar, dejando visibles todo el armazón cinematográfico, porque podemos ver la película como un ensayo de cómo se hace una película.

La película abraza ese espacio doméstico y lo muestra sin tapujos, ni formalidades ni tecnicismos, sino con toda la verdad, tanto cinematográfica como humana posibles. Encontramos a Rita Noriega, cinematógrafa de las recientes Cerdita y El cuarto pasajero, entre otras, y a Javier Calvo, que se encargo de la fotografía de Palabras para un fin del mundo (2020), de Manuel Menchón, construyendo esa luz natural y velada, en la que se acercan a la retratada de la forma más transparente y oscura que requiere la película, así como el trabajo de sonido que firman Nicolas Tsabertidis, que ya estuvo en Muebles Aldeguer, y es habitual de Jaime Rosales, y Hugo Leitâo, cómplice del cine de Pedro Costa, creando esa desnudez que tanto necesita el relato, y al citado Manuel Muñoz Rivas (montador de directores tan importantes como Eloy Enciso, Irene Gutiérrez, Mauro Herce y Théo Court, entre otros), como coguionista y coeditor junto a la directora, en un conciso y detallista en el que todo se envuelve en una aura de cercanía y misterio a la vez, porque es tan importante lo que se nos cuenta como todo aquello que se nos oculta.

Una película-documento que tiene ese aroma de búsqueda, de saber el pasado y dejar memoria de lo que fue y es, en la que la figura desconocida de Isabel Santaló va revelando y rebelándose a medida que avanza el relato, en una historia que cuenta y desentierra misterios y secretos ocultos o no, y otros, los entierra, en los que se habla de muchas cosas, desde la pintura, desde el proceso creativo, los miedos e inseguridades tanto del artista, como de la sociedad franquista y represora que le tocó vivir a la pintora, también, de la familia, ese espacio que se opuso a la decisión de Isabel, las diferentes luchas internas y externas de ser pintora, las dificultades de visibilizar su obra, tan radical y diferente a las corrientes del mundo del arte, el hecho de ser mujer y artista en una sociedad conservadora, aniquiladora y machista, y el retrato sobre la vejez y sus circunstancias, tan ausente en la mayoría del cine que se hace, en el que parece que la vejez es una enfermedad terrible que es mejor no analizar y mostrar en el cine y en cualquier arte.

La película también funciona como un misterio en sí misma, porque retrata aquello perceptible y aquello oculto, aquello que debemos intuir y en cierta forma, inventar, y en un entorno cercano y alejado a la vez, porque La Visita y Un Jardín secreto tiene ese aroma del cine doméstico y revelador que tanto tenía el cine de Chantal Akerman, en sus películas-retrato-hogar, en las que todo se cocía a fuego lento, deteniéndose en lo minúsculo, observando aquello imperceptible, descubriendo y emocionándonos con todo aquello que requiere de pausa y mirar, detenerse a mirar y sobre todo, a escuchar y escucharnos, como hace la película de M. Borrego que, a su manera, se erige como una revolución en toda regla, alejándose de este mundo mercantilizado en el que todo es rapidez y producción, donde hemos olvidado el gesto tan humano de detenerse, observar nuestro entorno más inmediato y cercano y escuchar al otro y a nosotros mismos, en el que podamos hablar, como hace la película, del olvido, la memoria, la pintura, el cine, la creación y nuestra percepción de un mundo que corre demasiado y se olvida de todo lo que importa y todo lo que tenemos delante que, quizás, es todo aquello que necesitamos para crecer y ser mejores personas. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

Visita guiada a la exposición “Manoel de Oliveira. Fotógrafo”

Visita guiada a la exposición “Manoel de Oliveira. Fotógrafo”, con el comisario de la exposición António Preto, en la Filmoteca de Catalunya en Barcelona, el martes 8 de noviembre de 2022.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a António Preto, por su tiempo, sabiduría, generosidad y cariño, a mi querido amigo Óscar Fernández Orengo, por hacer la fotografía que ilustra esta publicación, y a Jordi Martínez de Comunicación de la Filmoteca, por su amabilidad, generosidad, tiempo y cariño. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

 

Entrevista a Doris Dörrie

Entrevista a la cineasta Doris Dörrie, que inaugura con su película “Recuerdos de Fuskushima” el I Festival de Cinema Budista de Catalunya, en los Cines Verdi Park, el miércoles 19 de octubre de 2022.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Doris Dörrie, por su tiempo, sabiduría, generosidad y cariño, y a Sílvia Maristany de Comunicación del festival, por su amabilidad, generosidad, tiempo y cariño. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA