Master class de Verónica Cortínez y Manfred Engelbert sobre cine chileno de fines de los sesenta

Master class y presentación del libro Evolución en libertad: El cine chileno de fines de los sesenta,  presentada por sus autores Verónica Cortínez y Manfred Engelbert, en el marco del ciclo “Una revisió del cinema xilè dels seixanta”.  El encuentro tuvo lugar el martes 4 de abril de 2017,  en la Filmoteca de Cataluña en Barcelona.

Quiero expresar mi agradecimiento a las personas que ha hecho posible este encuentro: a Verónica Cortínez y Manfred Engelbert, por su tiempo, sabiduría y generosidad, y a Esteve Riambau y su equipo de la Filmoteca, por su organización, generosidad y paciencia.

D’A 2017: LA PRIMAVERA RADIANTE DEL CINE.

El pasado domingo 7 de mayo, cerró sus puertas la VII Edición del Festival Internacional de Cinema d’Autor de Barcelona. Después de 10 intensos días de cine, presentaciones, mesas redondas, y demás actividades relacionadas con el mundo cinematográfico. La retrospectiva de este año estuvo dedicada al cineasta mexicano Amat Escalante, las secciones, como vienen siendo habitual, se dividieron en Direccions, Talents y Transicions, y se recuperó la sección de Un impulso colectivo, comisariada por Carlos Losilla, y por primera vez, hubo una sección para los cortometraje. También, se volvió a abrir el certamen a otras sedes fuera del epicentro Barcelona, continuando la propuesta iniciada el año anterior. La noche del sábado, en el Teatre CCCB, antes de la película de clausura, se entregaron los galardones: El Premio Talents recayó en People That are not me, de Hadas Ben Aroya. El Premio de la Crítica fue a parar a El futuro perfecto, de Nele Wholatz, jurado que también hizo una mención a La película de nuestra vida, de Enrique Baró, y finalmente, el Premio del Público se lo llevó The Woman who left, de Lav Diaz. Premios que dieron carpetazo a un sinfín de actividades para todos los paladares, en un festival que después de 7 años, viene dedicándose al cine resistente, diferente, reflexivo y contundente, consolidándose en una ciudad en la que existe un público interesado por este cine, y ha hecho de esta cita, a comienzos de primavera, una concentración del cine que ha dejado huella en festivales prestigiosos de todo el mundo.

Mi aventura en el D’A arrancó con la película LE PARC, de Damien Manivel. Segundo título del cineasta francés que se inicia con una pareja adolescente que se citan en un parque, mientras juegan al amor, hablan de sus cosas, incluso de filosofía, y se adentran en el interior de sus partes más íntimas mientras avanza el día. Manivel, a través de un formato 1:33, nos cuenta dos películas, en la primera, asistimos a una comedia romántica al estilo de Rohmer o Garrel, en el que el amor iniciático parece apoderarse de los chicos, en la segunda mitad, la película cambia de registro, sumiéndonos en un juego kafkiano de resonancias oscuras, dentro del tono minimalista de la primera mitad. Un juego sobre el amor, los sentimientos, y su reflejo en el espejo, una mirada hacia lo oscuro de nuestro ser y sobre todo, de todas las realidades y personalidades que se apoderan de nosotros y en cierta manera, nos definen frente a los demás. Siguiendo en la sección de TALENTS, seguí con A LOS NIÑOS LA BELLEZA, de Rocío Caliri y Melina Marcow. Una propuesta muy singular, que no deja indiferente, procedente de Argentina, pero muy alejada de las películas que se cuecen por allí, aquí no hay problemas sobre juventud y miserias del país, sus dos directoras, afrontan su segundo largo, situándonos en la Dinamarca de principios del siglo XX, en una mansión solitaria y apartada en medio del campo, donde una familia bienintencionada, sufre una tragedia, un recién nacido nace con una malformación y la madre perece en el parto. A partir de ese suceso, el dolor, la amargura y el silencio se apoderan de tan siniestro lugar. Las directoras utilizando el formato 1:33, nos invitan a un tono sutil y distanciado, sin caer en trampas melodramáticas, sino que cuecen su relato a ritmo pausado, componiendo una forma intensa y calculada, de luz etérea, y planos cerrados, que acaban asfixiando y agobiando a todos los personajes, unos seres que se mueven entre mentiras, cinismo y perversiones.

También me acerqué a THE BEACH HOUSE, de Roy Dib. El cineasta debutante procedente del Líbano, nos invita a una velada que acontecerá en una casa de costa con el mediterráneo bramando al lado. Dos hermanas y dos amigos de la más joven, comen, se drogan y hablan sobre sus realidades y las del país: la emigración hacia otros países, la sexualidad, el conflicto árabe-palestino, en un ambiente distendido pero que poco a poco, se encamina hacia el interior de cada uno de ellos, en el que dejarán caer sus respectivas máscaras, y se expondrán al otro, a través de sus sentimientos e inquietudes, en un presente difícil y un futuro igual de oscuro. Un relato con rasgos sociales, pero con una atmósfera inquietante, en el que las relaciones humanas se apoderan de una cinta con tono teatral y ambiguo. L’INDOMPTÉE, de Caroline Deruas. Primer largo de la ayudante de cineastas como Váleria Bruni Tedeschi o Philippe Garrel, con el que ha escrito sus últimas películas. Deruas se basa en una experiencia real para contarnos la experiencia de dos artistas en la majestuosa Villa Medici de Roma (Sede de la Academia Francesa). Seguimos a una escritora que no logra escribir y además tiene como pareja a un escritor maduro y consagrando, y por otro lado, a una pintora, de energía y pasión descontroladas, pero incapaz de encontrar el amor y además, asaltada por los fantasmas del lugar. Deruas reflexiona sobre la creación artística y el amor, en una película de tormentos, neuras y poses artísticas, en las que unos sujetos pasean su (in)capacidad para enfrentarse a sus miedos y alegrías, en un viaje hacía lo más profundo en este inquietante, sobrio y descarnado retrato femenino en el mundo artístico.

KÉKSZAKÀLLÚ, de Gastón Solnicki. Otra muestra del irreverente y fascinante cine argentino actual, en una obra en la que Solnicki, en su tercera película, adopta el título de “Barba Azul”, la única ópera de Béla Bartók, en el que retrata el complejo paso de la adolescencia a la edad adulta, a través de una serie de chicas, que se mueven entre la desidia, el desencanto y la opresión de una vida que no les atrae, les aburre y encima, les obliga a hacer cosas que no les agrada en absoluto. A través de un juego enigmático entre los diferentes espacios y el entorno, y sus cuerpos moviéndose en ellos. E director argentino nos somete a una película de silencios incómodos, de largas tomas, y la distancia prudente e inquieta, con esperas sin sentido, en el que se cuelan las miradas de Antonioni sobre la burguesía, y la inoperancia de éstos para construir sus vidas o encontrar algo que les atraiga y distraiga, en una lucha enfermiza para no aceptar el destino paterno y emprender una huida constante. Para cerrar esta sección, también vi PEOPLE THAT ARE NOT ME, de Hadas Ben Aroya. Primera película de la joven directora israelí, que ella misma produce, escribe, dirige y protagoniza, en un retrato sobre la vida de una joven que intenta superar una ruptura sentimental, a través de una incesante búsqueda de hombres con la necesidad de estar con alguien, pero a la vez seguir manteniendo su independencia. Un estilo directo y naturalista, en el que seguimos a la protagonista por las calles, las habitaciones de su casa, la discoteca y sus incursiones en internet, mostrándonos una intimidad en la que el sexo y los cuerpos se muestran de forma explícita y sin rodeos, capturando las pulsiones y los sentimientos más profundos. Una cinta de arrolladora energía que se erige tanto como un retrato de la juventud veinteañera israelí, sus condiciones de vida y esos lugares de provincia, que no distan mucho de nuestro entorno más próximo.

De la sección de Direcciones, disfruté de lo lindo con DÍAS DE COLOR NARANJA, de Pablo Llorca. Nuevo trabajo de uno de los cineastas más prolíficos del país, en el que a través de un tono naturalista y una forma libre y adaptable, se adentra en una road movie a través de los países mediterráneos, con insistencia en Italia y Croacia, para contarnos una historia de amor en un contexto de crisis y decadencia europea. Llorca construye una película libre, minimalista y artesanal, en el que viajamos en tren, autobús y bicicleta, por las diferentes regiones que la pareja de enamorados va visitando, en la que asistimos al inicio del enamoramiento, a la amistad, y la de compartir entre unos jóvenes que se encuentran de casualidad y continúan viajando y conociéndose, en una Europa que deambula sin sentido sin encontrar su lugar. Una película divertida, romántica y sencilla, que nos atrapa desde lo más íntimo y profundo, retratando no sólo una juventud en medio del caos, sino también la memoria de unos que ya no se reconocen en el continente tan cambiante y lúgubre. Cerré la sesión con BITTER MONEY de Wang Bing. El documentalista chino sigue mostrando las vergüenzas y miserias de su mastodonte nación. Ahora, vuelve a las ciudades-fábrica que asolan las regiones industriales de China, para contarnos, a través de un tono directo e implacable, las terribles y durísimas condiciones laborales de unas personas que dejan sus entornos rurales para sobrevivir o simplemente existir-trabajar en una fábricas colmenas donde se trabaja-esclaviza de sol a sol para mal ganarse la vida. Bing huye de todo aquello que manipule su discurso, deja que las personajes, sus rostros y sus cuerpos inunden su dramaturgia, creando un mundo oscuro, tenebroso, casi terrorífico, por el que se mueven estos individuos que desean volver a su tierra y dejar ese mundo o mejor dicho, submundo, que sólo funciona para enriquecer a unos poquísimos, a través de las empresas extranjeras que facilitan esa mano de obra barata y miserable.

Finalmente, de la sección Un impulso colectivo, que volvía al festival, tuvo la oportunidad de ver CONVERSO, de David Arratibel. Un documento terapia en el que el cineasta español sigue a los cuatro miembros de su familia que se han convertido a la religión católica, y lo hace desde la intimidad de las conversaciones, donde todos explican sus razones, su fe y la llamada de Dios. Arratibel no sólo nos habla sobre la fe, la religión, sino que también, nos habla de la familia y las relaciones que se producen entre todos sus integrantes, y lo hace desde lo más sencillo y directo, hablando y conversando de manera natural y directa con ellos, en un viaje hacia lo más profundo de cada uno, en el que exponen sus creencias, sus inquietudes y su vida, lo más íntimo, lo que no se suele explicar. Arratibel se sirve del cine para explicarnos aquello que lo ha distanciado, lo que no se han dicho, todo lo que se han guardado. Una película sobre la familia, sobre la memoria, y la religión, pero ante todo, un interesante y valiente documento sobre nuestra propia identidad y ser. Seguí con LA MALDITA PRIMAVERA, de Marc Ferrer. Después de su descubrimiento el año pasado en el festival con Nos parecía importante, Marc Ferrer vuelve con una película protagonizada por el grupo de pop “Papa Topo”, en una comedia alocada, divertidísima y desenfrenada, que recuerda a Waters, Lester, y la comedia madrileña de finales de los setenta y primeros de los ochenta con Colomo, Almodóvar y demás. Ferrer construye una película que mezcla géneros, desde la comedia sentimental, la ciencia-ficción y el retrato de una generación en permanentemente búsqueda de un amor que no acaba de llegar, o si lo hace, es de una manera poco satisfactoria y decepcionante. Una película de risas, canciones y devaneos sentimentales, en el que es un canto al amor al cine amateur, al cine hecho con pasión, aventura y extraordinario sentido del ritmo, logrando mezclar con sabiduría situaciones divertidas con otras más profundas y sinceras.

COMO LA ESPUMA, de Roberto Pérez Toledo. Tercera película de Pérez Toledo que nos sitúa en un solo día, en una jornada, en el que un chico monta una fiesta en la casa que comparte con un amigo, para levantarle el ánimo a éste (ya que ha quedado minusválido después de un accidente) y su principal reclamo será que se organizará una orgía. Una comedia alocada y disparatada, que  se convierte en una fiesta sobre la vida, el amor y el sexo desenfrenado, en el que a través de unos diálogos inteligentes, y unas situaciones cómicas y complejas, nos seduce y nos convierte en un personaje más, metiéndonos de lleno en un retrato sobre la juventud, sus inquietudes y reflexiones a través de la vida en pareja, las relaciones humanas y las aventuras sentimentales. El cineasta se desenvuelve con energía y logra una comedia adulta con ecos a Blake Edwards, en una cinta coral en el que todos ellos vivirán no sólo sexo y aventura, sino también, una mirada seria y adulta a sus inquietudes e ideas sobre la vida y el amor. Una película que puso el broche de oro a un festival que se ha convertido en una cita imprescindible y muy necesaria en la ciudad de Barcelona, erigiéndose en uno de los festivales más interesantes y audaces en el actual panorama, que como viene siendo habitual, en la gala de clausura, se anunciaron las fechas de la próxima edición que se celebrará del 26 de abril al 6 de mayo del 2018. Larga vida al D’A y sobre todo, al cine que viaja a lugares inexplorados con miradas interesantes y reflexivas, que nos ayuden a entender a los demás, y sobre todo, a nosotros mismos, o si no lo conseguimos, que por lo menos, lo intentemos.

Entrevista a Luis López Carrasco

Entrevista a Luis López Carrasco, director de “El futuro”, en el marco del ciclo “Gelatina Dura. La cara oculta de la Transició”. El encuentro tuvo lugar el jueves 16 de marzo de 2017 en la Filmoteca de Cataluña en Barcelona.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Luis López Carrasco,  por su tiempo, generosidad y cariño, a Mireia Collado de Macba, por su amabilidad, paciencia, atención y generosidad, y a Octaví Martí y Pilar García de Filmoteca por su ammabilidad y generosidad.

Encuentro con Marina Garcés

Encuentro con la filósofa y ensayista Marina Garcés con motivo de la presentación de la película “Wittgenstein” de Derek Jarman, en el ciclo Per amor a les Arts. El acto tuvo lugar el martes 7 de marzo de 2017 en la Filmoteca de Catalunya en Barcelona.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Marina Garcés, por su tiempo, conocimiento, y generosidad, y a Esteve Riambau y su equipo de la Filmoteca, por su generosidad, paciencia, amabilidad y cariño.

Entrevista a Pedro Aguilera

Entrevista a Pedro Aguilera, director de “Demonios tus ojos”. El encuentro tuvo lugar el viernes 28 de abril de 2017 en el hall del Teatre CCCB, en el marco del D’A Film Festival 2017 en Barcelona.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Pedro Aguilera,  por su tiempo, amistad, generosidad y cariño, y a Sonia Uría y Alex Tovar de Suria Comunicación, por su amabilidad, paciencia, generosidad y cariño.

Bajo el sol, de Dalibor Matanic

EL AMOR EN TIEMPOS DE ODIO.

“La historia es una pesadilla de la que estamos tratando de despertar”

James Joyce

Es uno de esos días de verano a mediodía, brilla el sol y el calor empieza a ser sofocante. Una pareja de jóvenes retoza y juega al amor a orillas de un lago. Ríen y disfrutan, mientras imaginan que les deparará el futuro fuera del pueblo al que han decidido abandonar y vivir su amor fuera de miradas hostiles. De repente, un ruido llama su atención, suben una pequeña colina y frente a ellos, por el camino, desfila un convoy de vehículos militares que rompe la armonía del instante y parece que de repento todo se ha nublado (como ocurría en Desaparecido, de Costa-Gavras, cuando los jóvenes idealistas americanos se despertaban al ruido de los helicópteros y vehículos militares en la soleada Viña del Mar). El arranque de la película deja clara las intenciones de su historia, la guerra, la maldita guerra se interpondrá en el camino de los jóvenes enamorados, alrededor de la veintena,  que protagonizarán las tres historias, diferentes entre sí, pero que sucederán en el mismo espacio, un pueblo dividido entre serbios y croatas, y a lo largo de dos décadas, y con la estación estival como escenario. Una película que pone el dedo en la llaga en la guerra de los Balcanes (Los Balcanes y su eterna disputa que fue el motor de la cinematografía de Angelopoulos) zona de perpetuo conflicto por el odio entre etnias, la intolerancia y la dificultad intrínseca de que puedan vivir en paz unos con otros.

Dalibor Matanic (Zagreb, Croacia, 1975) es un cineasta que ha dedicado su filmografía a explorar y reflexionar sobre los temas candentes que sacuden su tierra, una tierra preciosa, llena de buenas gentes, pero que la diferencia religiosa, social y política los ha conducido a una guerra abierta e interior de difícil solución. La primera de la historias la protagonizan Jelena e Ivan, ella, serbia, y él, croata, situada en 1991, cuando ya se observan los primeros escarceos militares en los que ya se adivinan que la situación insostenible entre unos y otros, iba a desembocar en una guerra cruenta y devastadora que se alargó 4 años. La segunda, nos lleva diez años después, cuando dos mujeres, madre e hija, vuelven a su pueblo y tienen la necesidad de regresar y empezar de nuevo, a reconstruir sus vidas tras la guerra. Natasa, serbia, y Ante, croata, son los personajes que nos conducirán por ese segundo segmento, en el que las heridas de la guerra y el odio, más aún si cabe, se ha apoderado de cada uno de ellos. Y finalmente, el relato que cierra la película, el director nos lo sitúa en el 2011, un tiempo actual, en el que Luka, croata, vuelve a su pueblo, tras unos años estudiando en la ciudad, y se reencuentra con Marija, serbia, con la que en el pasado tuvo una relación y algo más. Las inevitables heridas y el dolor siguen presentes en los personajes, unos seres que intentan levantar sus vidas a pesar de todo lo que ha sucedido, y todo lo que han perdido.

El director croata nos muestra una mise en scène diferente en las tres historias, si bien en la primera el pueblo y sus diferentes escenarios toman protagonismo, a través de tomas largas y muy cercanas (aunque el tono intimismta nos acompañará durante toda la película) en las que vemos el caldo de cultivo de odio entre las etnias que se respira en el ambiente, donde ese primer amor se vive con intensidad y quizás, con esa inocencia de que todos sus sentimientos podrán vencer el odio, la indiferencia y la guerra que se avecina. En la segunda, la película se recoge en las cuatro paredes de la casa, donde los personajes en cuestión, primero se evitan y lentamente van acercándose, aunque con la rabia contenida y la maldad como bandera, un segmento agobiante y asfixiante, en el que la reconstrucción de la casa escenifica el ánimo de muchos que quisieron comenzar de nuevo venciendo el dolor que sentían. En el último, Matanic, nos habla de los jóvenes que no sufrieron las desgracias de la guerra, aunque son arrastrados por el odio imperante y arcaico de su pueblo y sus familias. Luka, al regresar a su tierra, le vuelven todo lo perdido y lo dejado, e intenta reconciliarse primero consigo mismo y luego con su familia, y con la mujer que amó. Aquí la cinta se apodera de la noche, la oscuridad y las luces inundan los encuadres, en el que reinan los contrastes de la fiesta loca nocturna, en el que la música psicótica martillea al protagonista, con la casa de ella, en la que la soledad y la tristeza supuran cada rincón del hogar.

La poderosa y magnética pareja de actores, otro de los grandes aciertos de la película, que además de originar una estupenda química, a los que vemos crecer, con simples pero estudiados matices, a lo largo de las tres historias. Él, Goran Markovic, que interpreta a los hombres de la película, varonil, de poderosa fuerza y aplomo, y ella, Tihana Lazovic, la mujer serbia, que emana vida, lucidez y una enorme expresividad y sensualidad, conviertiéndola en una de las agradables sorpresas que contienen la película, representando esa mujer herida, pero enamorada, esa mujer que va capturando los pequeños matices que ayudan a profundizar en sus diferentes roles. Una película de luz bellísima, que consigue transmitirnos la belleza del verano, con sus colores, su brisa y sus alegrías, en contraposición con la guerra y todos los odios, y traumas que genera en la población. Una tierra de eterna belleza sacudida inexorablemente por la tragedia de la guerra, en la que la película de Matanic se erige como un canto a la vida, a la intolerancia, al respeto, y sobre todo, al amor, superando de esta manera los odios, las diferencias, sean cuales sean, y vengan de donde vengan.

Entrevista a Andreu Castro

Entrevista a Andreu Castro, director de “Pasaje al amanecer”. El encuentro tuvo lugar el martes 18 de abril de 2017 en la cafetería de los Cines Renoir Floridablanca en Barcelona.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Andreu Castro,  por su tiempo, generosidad y cariño, y a Sonia Uría de Suria Comunicación, por su amabilidad, paciencia, generosidad y cariño.

Demonios tus ojos, de Pedro Aguilera

ESE OSCURO OBJETO DEL DESEO.

“Cuidado con lo que ves… puede cambiar tu manera de mirar”

La película arranca de manera brillante, con esa atmósfera oscura e inquietante, que no nos abandonará el resto del metraje, en un breve prólogo que deja claro las intenciones del protagonista como de la película que acabamos de empezar a ver. En una noche, en un tren, un director de cine que, viaja acompañado de su novia, duerme. Se despierta y observa a una mujer mayor que comienza a grabar con el móvil, la mujer se levanta molesta y se va. Inmediatamente después, un periodista lo entrevista y le pregunta sobre cuando perdió su inocencia, y Oliver, que es como se llama el cineasta, le explica una historia de niño cuando murió accidentalmente su mascota. A partir de ese instante, y después de visionar un video sexual explícito de Aurora, su hermanastra pequeña, siente la necesidad de viajar a su encuentro en Madrid. La tercera película de Pedro Aguilera (San Sebastián, 1977) explora los límites del deseo, las perversiones oscuras y demoledoras que nos atrapan y nos arrastran hasta lugares oscuros y profundos, también remite a nuestra forma de mirar y relacionarnos con las imágenes, en un mundo contaminado y devastado de vídeos que muestran con vehemencia la intimidad de cualquiera, donde nuestra vida y nuestros cuerpos están expuestos a lo público, observados por múltiples miradas desconocidas.

Aguilera ya había dado cuenta de su talento con La influencia (2007) donde seguía los pasos de una madre perdida, sin nada que intentaba salir adelante con la ayuda de sus hijos, le siguió Naufragio (2010) en la que se adentraba en la dura existencia de Robinson, un sin papeles que se buscaba la vida en una España vacía y sin sentimientos. El cineasta donostiarra sigue acercándonos a personajes a la deriva, náufragos de nuestro tiempo, personas buscándose a sí mismas, sin rumbo fijo, de pasados turbulentos y terribles, que hacen todo lo posible por relacionarse de manera sana con los demás, aunque muy raras veces lo llegan a conseguir. Oliver es un tipo que se presenta en Madrid, después de muchos años de ausencia y casi sin saber nada de su familia, dice que anda buscando la inspiración para su próxima película, o anda buscándose a sí mismo, o quizás ambas cosas a la vez, quién sabe. Fascinado por la belleza e inocencia de Aurora comienza a espiarla a través de una cámara que filma su habitación. Oliver mira las imágenes que descubren la intimidad de Aurora, en un provocador y perverso juego de voyeur, en el que no puede dejar de mirar e inquietarse con aquello que ve.

La inocencia imperturbable de Aurora se ve amenazada por el deseo animal y visceral de Oliver que lentamente va traspasando los límites del simple voyeur para traspasar la pantalla y adentrarse en ese mundo prohibido, inmoral y siniestro que representa Aurora. La forma en la que miramos las imágenes, nuestro imaginario, y la fantasía que nos provocan estas imágenes son la parte estructural de la película de Aguilera, una cinta que juega a los contrastes, desde su peculiar formato, el 1:33, y esa imagen, más propia del cine setentero o principios de los ochenta, donde los colores vivos se mezclan con la oscuridad de la noche, donde parecen suceder todas las perversiones que no pueden controlar sus personajes. El director nos encierra casi en las cuatro paredes de esa casa acomodada de las afueras, de familia con pasado turbio, con un padre en común, que se mueve entre lo afable y lo siniestro, y unas vidas en tránsito, donde nada es lo que parece y los más bajos instintos se ocultan bajo el amparo de la comodidad de la intimidad.

Una película que nos devuelve el cine que transita por nuestros más bajos instintos sexuales y depredadores de la condición humana, remitiéndonos a títulos como Peeping Tom (donde los rostros femeninos asesinados provocaban el placer del individuo) o la atmósfera terrorífica de juegos eróticos de las películas de Hitchchock como Vértigo (donde el protagonista se sentía fascinado por resucitar a una muerte)  Psicosis (en el que el torturado Norman Bates era un mirón que acababa con las vidas de las mujeres que despertaban su deseo) e incluso La sombra de una duda (donde la amenaza de un tío dejaba a su sobrina a su merced), o el deseo sexual reprimido del cine de Buñuel como Belle de jour, Susana (Demonio y Carne) o Ese oscuro objeto del deseo (que curiosamente también arrancaba en un tren), o los viajes psicóticos de Arrebato, de Zulueta, donde el cine transformaba a sus espectadores llevándolos a traspasar la imagen y formar parte de ella, o el cine español de los sesenta, y sobre todo de los setenta, en sus relatos de tipos amargados reprimidos sexualmente, sin olvidarnos de cierto cine underground, donde el sexo es un motor de desinhibición y escapismo ante las frustraciones vitales,  o las películas más oscuras y tenebrosas de Almodóvar como La ley del deseo o Los abrazos rotos (con el cine como motor de oscuras perversiones) o La piel que habito (en el que un ser atormentado emprendía una venganza siniestra).

Una pareja protagonista de altos vuelos interpretados por los estupendos Julio Perillán (con ese aspecto varonil, animal y misterioso, de lobo hambriento, que se adentra en el bosque para seducir lo prohibido) e Ivana Baquero (la lolita frustrada en una relación monótona con un novio pavo que descubre junto a su hermanastro cineasta las perversiones sexuales más oscuras). Aguilera nos invita a un cuento erótico, a cine dentro del cine, una fábula de cazadores, de pasiones desatadas, y deseos que se buscan irremediablemente, que destila una sensualidad desbordante, de calor sofocante, de cuerpos calientes, y sentidos a flor de piel, en un inquietante juego sexual en el que desconoces quién atrapa a quién y quién busca a quién, donde todo se mezcla y los dos hermanastros se sumergen a un perverso descenso a los infiernos en el que no hay vuelta atrás, en este viaje endiablado hacia el interior, en el que no existen fronteras ni límites, en el que tampoco hay luz, sólo oscuridad y tinieblas,

Venus, de Lea Glob y Mette Carla Albrechtsen

DESNUDANDO EL SEXO FEMENINO.

“No sé hasta qué punto Jens, amigo mío de la infancia, y yo, conocíamos nuestras intenciones cuando, por las tardes, nos metíamos en la alcoba de mi madre. En cualquier caso, aprendimos dónde tocarnos y, claramente, allí sentí mi primer estremecimiento de deseo. Desde aquel momento, supe que lo que sucedía en aquella alcoba acabaría jugando un papel importante en mi vida. Como cuando tienes un nuevo hobby, que no puedes parar de pensar en él”.

 ¿Cada cuanto tiempo piensas en sexo? ¿Qué es lo que más disfrutas en la cama? ¿Has tenido alguna vez algún orgasmo? ¿Con cuántas personas has tenido sexo? Estas series de preguntas, y algunas más, a mujeres entre 18 y 25 años relacionadas con la sexualidad femenina fue el primer punto de partida en la que las directoras danesas Lea Glob, curtida en el medio televisivo, y Mette Carla Albrechtsen, del campo publicitario, se enfrascaron como trabajo de documentación para una película sobre la sexualidad de las mujeres. Aunque después de estudiar la respuesta de las protagonistas, desistieron de la película inicial, y pusieron en marcha una película sobre la sexualidad femenina contada por ellas mismas. El dispositivo es sencillo, convocaron un castin al que se presentaron una serie de mujeres y a través de una entrevista van contestando preguntas relacionas con su sexualidad, en el que hablan abiertamente sobre su sexo, su cuerpo, las relaciones mantenidas, como lo descubrieron, y demás cuestiones.

Observamos a mujeres de distinta sexualidad y diversas maneras de relacionarse con el sexo, desde lo más banal hasta las partes más perversas y oscuras. Una película que muestra el sexo sin discursos ni dogmas, aquí todo vale, todo es escuchado atentamente por las directoras, un salto al vacío en el que se cuentan los secretos más íntimos, las fantasías más ocultas, y sobre todo, cada una de ellas habla a la cámara sin pudor ni timidez, explicando todo aquello que les pone y lo que no, todos los diversos caminos del sexo que les han llevado a conocer mejor sus deseos y sobre todo, a conocerse mejor ellas mismas. La intimidad sexual y el propio cuerpo inundan cada toma, convirtiéndose en los protagonistas absolutos de la película, testimonios directos sobre experiencias vividas, imaginadas o fantaseadas, todo cabe en su declaración-sexual, un testimonio intimo y cercano en el que todas ellas desnudan su sexualidad frente a la cámara, ofreciendo una visión completamente distinta a la que la banalización del sexo, por parte de la moda, la publicidad y de los medios oficialistas, han construido en el imaginario de la población, optando por una falsa masculinidad donde la mujer parte como mero objeto sexual y sumisa.

Una película sobre mujeres, sobre su sexualidad y sus intimidades y secretos, para todos los públicos, para todos aquellos que quieran profundizar en un tema tabú en nuestras sociedades occidentales y bien pensantes, a las que les falta más comprensión, respeto y tolerancia con las mujeres y descubrir sus deseos más íntimos. Glob y Albrechtsen han construido un ensayo fílmico de grandes hechuras, colocando el foco en el interior de la sexualidad de cada mujer que nos habla, que nos cuenta, que nos explica, desnudándose delante de nosotros, en todos los sentidos, descubriéndose a sí misma, hablando de sus momentos de felicidad sexuales, y cómo no, de sus frustraciones, que también las hay, como todo en la vida. Un dispositivo cinematográfico sencillo y directo, en el que, a través del primer plano, y una exquisita sensiblidad y delicadeza, nos hacen participe de un mundo íntimo, en el que nos hacen cómplices, a nosotros los espectadores, que asistimos atentos a escuchar las experiencias sexuales de estas mujeres, en un camino vital de continuo aprendizaje sobre nuestros ser y las partes más profundas de nuestro interior.

Maravilloso Boccaccio, de Paolo y Vittorio Taviani

LAS MUJERES, EL AMOR Y LA VIDA.

“He amado, y si en verdad he amado, seguiré amando de igual modo en la muerte”

“El Decamerón”, de Giovanni Boccaccio (1313-1375) escrita entre 1351 y 1353, es una de las obras más importantes de la prosa italiana, en la que se relatan un centenar de cuentos con el amor, la inteligencia humana y la fortuna como ejes principales, además, de su innegable documento histórico de la época, está construida a través de una primorosa calidad poética para narrarnos la exaltación de la vida a través de la pasión, el erotismo y el sexo como forma de resistencia ante la tragedia de la vida. En 1971, Pasolini hizo una versión personal con su maravillosa poética fílmica, en la que exploraba los mecanismos de la condición humana convirtiendo la obra de Boccaccio en un raudal de pasiones, en una comunión en la que se celebraba la carne y el erotismo. Vittorio y Paolo Taviani (nacidos en 1929 y 1931, respectivamente, en San Miniato, la provincia de Pisa, en la Toscana) acogen el espíritu de Pasolini y dan rienda suelta a su imaginación, convocando la sabiduría de Boccaccio y sumergiéndonos en una fábula clásica, de formas poéticas, en el que el amor mueve las pasiones de hombres y mujeres, convirtiéndose en un indudable espejo con la sociedad actual, en el que el amor se ha convertido en algo parecido a un producto de usar y tirar.

Los Taviani que arrancaron su filmografía hace más de medio siglo, allá por 1960, con L’Italia no è paese povero, junto a Orsini, con el continuaran colaborando, y Joris Ivens, para relatar la miseria de la clase obrera, temas sociales y políticos que los acompañaran a lo largo de una carrera que sobrepasa la veintena de títulos, películas que exploran los temas políticos a través del humanismo, con sus complejidades y contradicciones, con el maestro Rossellini como inspiración constante. En Allonsanfan (1973), con Mastroianni, nos hablaban de como el compromiso político hacia fracasar las aspiraciones personales, en Padre Padrone (1977), nos presentaban las duras condiciones de vida de un niño junto a su padre autoritario en las montañas, en La noche de San Lorenzo (1982), nos rescataban una historia real de la evacuación de un pueblo por miedo a los ataques alemanes, en Las afinidades electivas (1996) se pusieron en la manos de Goethe para narrar un melodrama sobrio sobre la naturaleza caprichosa del amor, y en su penúltimo título hasta la fecha, César debe morir (2012) presentaban un híbrido de documental y ficción en el que un grupo de teatro de presos escenificaba la tragedia de Shakespeare, con un primoroso blanco y negro, acompañada de una naturalidad e intimidad sorprendentes.

No es la primera vez que los Taviani recurren a la literatura como fuente inspiradora de su cine, a Tolstói lo han adaptado en tres ocasiones, a Pirandello en dos, y los ya mencionados anteriormente, aunque los legendarios autores italianos recuperan las fábulas de Boccaccio, situándonos en la Florencia de 1348, arrasada por la peste, en la que siete mujeres y tres hombres, deciden huir a una casa de las afueras para salvar sus vidas, y mientras esperan, viviendo como si fueran una congregación franciscana, cuentan historias en las que el amor se convierte en fuente de riqueza, alegría, tristeza y tragedia. Cinco cuentos, cinco miradas, cinco maneras de ver la vida y el amor, en los que nos hablan del amor después de la muerte, en otro, un bobalicón que hacen creer invisible acaba a testarazos contra su mujer, en el tercero, un padre tiránico se niega al amor de su hija con uno de sus criados, en el cuarto, en un convento de monjas se desata la pasión de la carne a pesar de su amor por Dios, y en el último, nos introducen en los errores cometidos por amor. Los Taviani componen con maestría su poética, con unos exteriores fascinantes localizados en la Toscana y la Lazio, en la que la naturaleza impone su ley natural, en la que el amor, la ingenuidad y la poesía, forman los cimientos de la adaptación.

Los Taviani construyen una película femenina, en la que las mujeres llevan la voz cantante, nos cuentan con especial delicadeza y sencillez las diferentes historias, en las que prevalece una mise en scène naturalista, cercana a la teatralización, en la que las tomas largas y secuenciales, dejan paso a las narraciones orales que nos van contando los diferentes relatos donde el amor emerge como protagonista, a partir de unos valores humanistas y sencillos que, parecen defender la pureza de la vida, un gesto de resistencia de los autores octogenarios en contraposición a la superficialidad y fugacidad del amor en nuestros días. La viveza de los colores y las formas de la película ayuda a adentrarse en ese mundo onírico y fantástico, en ocasiones, que nos envuelve en esa materia profunda y delicada que hay en cada uno de nosotros, que forma parte de nuestra manera de ser y como nos relacionamos con nosotros mismos, y con los demás. Los Taviani han construido una película viva, armoniosa, que destila humanidad, y nos devuelve la prosa fílmica de antaño, como ese momento maravilloso en el que las mujeres se introducen en el agua, ataviadas de sus camisolas blancas, una secuencia iluminado por una luz cegadora y brillante que nos remite al romanticismo o el cine de Renoir, sin olvidar las aproximaciones románticas del cine de Rohmer o Fassbinder. Una brillante adaptación que es un canto no sólo de amor a la prosa romántica de los clásicos, sino a la capacidad del cine, primero, y del ser humano, después, de la literatura y la fábula como arma enriquecedora contra las tragedias de la vida.