La historia de Souleymane, de Boris Lojkine

MOI UN NOIR. 

“No sé por qué vine a Francia”. 

Desde el primer instante La historia de Souleymane, de Boris Lojkine (París, Francia, 1969), nos sitúa en el fragor de la batalla diaria de su protagonista, un guineano que pedalea por las densas calles de París llevando envíos de un lugar a otro. Su realidad es invisible en todos los sentidos. Pedalea y trabaja para otro que a cambio de un dinero le cede su imagen, es decir, su visibilidad, porque el joven vive y trabaja sin papeles. En tres días tiene la entrevista para regularizar su situación, que intenta aprenderse su relato de refugiado político a través de la experiencia de otro a cambio de dinero, of course. Una realidad impostada, una no realidad que Souleymane sobrevive en plena agitación, donde lo físico impera sobre todo lo demás, de aquí para allá, sin movimiento. Las únicas pausas llegan de noche, cuando el inmigrante debe buscar un lugar donde dormir. Cada día, cada noche es una forma de subsistir en una urbe donde los que hay como él, intentan aguantar aunque no resulta para nada fácil. La vida de este joven es una más de todas esas vidas que nos cruzamos a diario en nuestras ciudades, vidas no vidas. 

La relación con África en el cine de Lojkine es muy importante, ya que sus anteriores trabajos versaban sobre ese continente y sus consecuencias. En su ópera prima Hope (2014), se centraba en la odisea de una nigeriana y un camerunés que deambulaban por el norte de África intentando llegar a Europa. En Camille (2019), la cosa iba sobre una fotógrafa idealista en la República Centroafricana donde se topa con una realidad muy distinta. Después de transitar por el territorio africano, ya sea desde la posición africana y europea, ahora se centra en la mirada africana en Europa, y más concretamente en París, y lo hace con un guion coescrito junto a Delphine Agut, desde la intimidad y la realidad de un inmigrante más, escuchando su respiración y agitación constantes, sin caer en el sentimentalismo ni la condescendencia, sino creando un retrato veraz, honesto y humano, situando su cámara a la altura de sus ojos, en un formato que cierra el plano y por ende, el espacio, el 1,66:1 ayuda a seguir sin pestañear los tres días intensos y difíciles en la existencia de Souleymane con su bicicleta, el único tesoro físico que tiene, y su ilusión o no de quedarse en la France, como espeta en algún instante, más casi como un lamento que una necesidad de su error al viajar a  Europa. 

A partir de una cinematografía de verdad, es decir, sin florituras y demás adornos que intenten crear una ilusión falsa y panfletaria, donde prima lo crudo sin ser tremendista, que firma Tristan Galand, que tiene en su haber varios documentales y trabajos con la cineasta Pauline Beugnies. La ausencia de música extradiegética que se suple con temas que añaden esa sensación de fisicidad y a contrareloj que tiene toda la película, en la que el sonido resulta crucial para el devenir de la película en la que aparecen tres cabezas visibles conocidos del director ya que estuvieron en Camille, como son Marc Olivier-Brullé, Pierre Bariaud y Charlotte Butrak construyendo una banda sonora brutal y compleja capturando todos los sonidos y ruidos de la cotidianidad del joven guineano. En el montaje encontramos a otro cómplice del director parisino como Xavier Sirven, del que también lo conocemos por su trabajo en Padre y soldado (2022), de Mathieu Valdepied con un estelar Omar Sy como protagonista. Una edición muy certera y sólida en sus 93 minutos de metraje en la que todo ocurre a partir de una agitación muy asfixiante, donde todo va a gran velocidad, muy deprisa, sin descanso, a partir de cortes abruptos y planos secuencias en modo laberíntico sorteando objetos y personas. 

En el campo artístico también va en consonancia con la idea de veracidad y realidad que busca la película, por eso la elección de Abou Sangaré para dar vida a Souleymane como ya hiciese Boris Lojkine en la citada Hope, donde sus protagonistas también eran intérpretes naturales. Una interpretación magnífica para alguien que había trabajado como mecánico, en una composición brutal, sin concesiones y compleja en la que aporta una mirada, un gesto y unos silencios sinceros y nada impostados. Una gran elección por parte del director ya que es capital en la historia, porque la vemos y oímos a través de él. Le acompaña Nina Meurisse como agente de la Ofpra, que vuelve al universo Lojkine ya que fue la fotógrafa idealista de Camille, participando en una de las secuencias clave en la trama. Otros actores naturales acompañan al protagonista, también sin ninguna experiencia anterior como los Alpha Oumar Sow, Emmanuel Yovaine, Younoussa Diallo y Gishlain Mahan, entre muchos otros, reclutados en un casting laborioso que vienen, como el caso de Sangaré a través de asociaciones de guineanos y otros colectivos. 

No se pierdan una película como La historia de Souleymane, porque verán sin adornos ni mensajes buenísimos una realidad muy invisible y muy real que transita por las calles y barrios de París, y de otra cualquier urbe europea, donde no hay buenos ni malos, sino una realidad donde los inmigrantes más antiguos se aprovechan de la situación de los recién llegados, que da una visión real y triste de la condición humana, tan interesada y aprovechada, y con poca humanidad, al igual que las leyes de Francia, donde tratan a los inmigrantes como invasores más como personas que han dejado sus nulos futuros naturales para lanzarse a un viaje peligroso y que los que llegan se enfrentan a la ilegalidad, a las prisas y a la invisibilidad y a ser tratados como delincuentes. En fin, nos encanta conocer nuevas culturas pero no verlas en la puerta de casa. Nos quedaremos con el nombre de Boris Lojkine que, después de ver su tercer largometraje como director, el primero que ve servidor, me han quedado ganas de ver sus otros trabajos, porque en este sabe adentrarse en una realidad que duele, en una triste realidad que nos vapulea las conciencias, que está ahí y que no queremos verla, queremos seguir con nuestras vidas, con nuestras cosas y sobre todo, disfrutando de nuestros privilegios sin importarnos cuáles son sus orígenes, porque no nos gustaría saberlo o simplemente, hacemos por ignorarlo como hacemos con personas como Souleymane. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

Entrevista a Riccardo Milani

Entrevista a Riccardo Milani, director de la película «Bienvenido a la montaña (Un mondo a parte)», en el marco de la Mostra de Cinema Italià de Barcelona, en el hall del Hotel Condes en Barcelona, el viernes 13 de diciembre de 2024.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Riccardo Milani, por su tiempo, sabiduría, generosidad, y a Miguel de Ribot de A Contracorriente Films, por su generosidad, cariño, tiempo y amabilidad.  JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

Bienvenido a la montaña, de Riccardo Milani

TODOS A UNA. 

“Lo importante no es mantenerse vivo, sino mantenerse humano”. 

George Orwell

Esta es la historia de Michele, un maestro cansado y amargado que lleva demasiado tiempo intentando enseñar en la jungla romana. Un día, le llega la gran noticia. Su traslado se ha hecho efectivo y coge el coche y se va al Instituto Cesidio Gentile, conocido como “Jurico”, en la pequeña localidad de Rupe con 378 habitantes, en el corazón de los Abruzos, en uno de esos pequeños pueblos rodeados de montañas y nieve. En ese recóndito y aislado lugar, Michele empezará de nuevo y a reencontrarse con el maestro que ya ha olvidado. Allí se encuentra con otra realidad, la adaptación no es fácil, y encima, el Instituto amenaza cierre por falta de nuevos alumnos. Agnese, la directora del centro le enseñará otra forma de vivir, de enseñar y de hacer comunidad. En Bienvenido a la montaña (“Un mondo a parte”, en el original), de Riccardo Milani (Roma, Italia, 1958) con una trayectoria que abarca los 12 largometrajes, unas cuántas series y algún que otro documental, se ha especializado en comedias divertidas que sacuden las convencionalidades en las que vivimos en un tono ligero y punzante, en la que ha tenido grandes éxitos como Mamá o Papá y Cómo pez fuera del agua, ambas de 2017, protagonizadas por el dúo Paola Cortellesi y Antonio Albanese, el Michele de la que nos ocupa.

La historia gira en torno en los valores perdidos por la urbe como el contacto con el otro, la naturaleza y su observación y preservación, así como el respeto de su fauna salvaje, la cooperación como mejor arma contra las adversidades, y sobre todo, la enseñanza como vehículo de comunidad y de aprender desde la base, desde los problemas cotidianos y no dejar de ser un profesor que enseña sino uno más que aprende, vive y lucha por los demás y por sí mismo. El tono ligero de la película ayuda a encontrar este interesante cruce que va desde la comedia y lo social, a partir de una posición donde prevalece lo humano a lo mercantil, sin lanzar proclamas ni nada por el estilo, sino construyendo relaciones humanas y conflictos cotidianos y reales que pasan en muchos lados en relación a las escuelas rurales por falta de habitantes en las zonas y por ende, de nuevos alumnos. Milani construye una historia pequeña pero que puede ocurrir en cualquier lugar, muy local y general a la vez, sin tiempo, mezclando con inteligencia los momentos divertidos, muy a lo Buster Keaton que padece el recién llegado y otras situaciones, más sociales que generan “el problema”.   

El director romano ha mantenido en la totalidad de su filmografía una constante fidelidad en relación a sus colaboradores como demuestran los nombres que componen el equipo de Bienvenido a la montaña, repleto de amigos y cómplices técnicos como el músico Piernicola Di Muro, con el que ha hecho dos series y Rodando hacia ti (2022). El cinematógrafo Saverio Guarna, con el que ha trabajado en 14 títulos entre películas y series, amén de una película con el gran Mario Monicelli. La pareja de montadores Patricia Ceresani con 12 y Francesco Renda con 8. Lo mismo pasa con el reparto encabezado por el mencionado Antonio Albanese, que da vida al “despertado” Michele, 6 títulos con Milani, amén de haber dirigido 5 películas, en una carrera al lado de grandes cineastas como los hermanos Taviani, Pupi Avati, Gianni Amelio, Woody Allen, entre otros. A su lado, Virginia Rafaele como Agnese, que debuta en el universo del director italiano, componiendo un personaje en constante lucha, contra sí misma, con su marido ausente y la escuela que tanto ama, una actriz vista en comedias al lado de directores como Veronesi, Brizzi y De Luigi, entre otros. Amén de la mayoría del elenco compuesto por lugareños de la zona, tanto de niños como adultos.

La película Bienvenido a la montaña, de Riccardo Milani podrá gustar más o menos a los espectadores que se acerquen a ella. Lo que sí tiene, y eso no podrá discutirlo nadie, es su honestidad y su voluntad de hablar de temas serios y reales, eso sí, sin ponerse trascendente, o no haciéndolo sin esperanza, sino con la idea que las cosas pueden cambiar, aunque sean desde un lugar tan apartado, casi invisible e inexistente para los problemas de las grandes urbes. Porque lo que nos cuenta una película como esta es que cuando pierdes tu identidad y el amor a un oficio como el de enseñar, quizás lo recuperas o al menos, lo ves desde otra prisma en un lugar perdido entre montañas que, en invierno se aísla por la nieve y en verano es inaguantable por el calor que hacer. Si, en ese inhóspito y difícil lugar, ya no sólo para vivir sino para ejercer tu profesión, las cosas que van más lentas se ven y sobre todo, se miran y se observan de otra forma, quizás la forma que necesitabas para volver a mirar y vivir todas esas cosas que ya no miras: como a ti mismo, a los demás y a tu entorno, un mundo a descubrir y sentir que te haga despertar y cambiar de sentido y de todo. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

Entrevista a Asier Urbieta y Andoni de Carlos

Entrevista a Asier Urbieta y andoni de Carlos, director y guionista de la película «Faisaien Irla (La isla de los faisanes)», en el marco del D’A Film Festival en el Teatre CCCB en Barcelona, el lunes 31 de marzo de 2025.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Asier Urbieta y Andoni de Carlos, por su tiempo, sabiduría, generosidad, y a Asier Iturrate de Revolutionary Comunicación, por su generosidad, cariño, tiempo y amabilidad.  JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

Muy lejos, de Gerard Oms

FRENTE AL ESPEJO. 

“La vida no se trata de encontrarse a uno mismo, sino de crearse a uno mismo”. 

George Bernard Shaw

Estamos a finales del 2008 cuando Sergio viaja a Utrecht (Holanda), junto a unos compañeros para ver el partido de su equipo el Español contra el equipo local correspondiente a la Uefa. Después del partido y con la excusa de haberse dejado el pasaporte, Sergio decide quedarse a partir de un gesto espontáneo, visceral y sin ser muy consciente de su decisión, aunque lo único que tiene claro es que no quiere volver a Barcelona. Desde ese momento, el joven barcelonés debe buscar un lugar donde dormir, un trabajo para subsistir y hacerse con una ciudad muy fría, lluviosa y donde todos son extraños. Así arranca Muy lejos, el interesante y en parte autobiográfico debut del catalán Gerard Oms, autor de dos cortometrajes como director, actor y formador de intérpretes en películas como La mitad de Ana, Upon Entry, Los renglones torcidos de Dios y Sis Dies corrents, y actores como Mario Casas que da vida a Sergio, su protagonista que, en plena crisis laboral, y sin pensarlo, decide empezar de cero en una ciudad tan alejada y tan fría de él, donde él no conoce nada ni a nadie.  

A partir de un guion del propio director, el relato se centra en la mirada de Sergio, con una cámara pegada a él, siendo una parte de su cuerpo más, donde iremos descubriendo su nueva realidad. Una película social y por ende, política, sin caer en la condescendencia ni en sentimentalismos de turno, aquí todo es real, o mejor dicho, tiene la verdad que no escamotea, sino la que te mira a los ojos, la que te enfrenta con los problemas de alguien en una ciudad que le es totalmente desconocida y hostil, siendo un extranjero más como el joven marroquí que se convierte en un compañero de fatigas, de ese otro mundo o mejor dicho, submundo, donde las sombras de los ilegales se pierden en callejones oscuros y vidas mal vividas en un gris sótano. Se agradece y mucho la mirada de Oms a lo social, un espacio poco transitado por el cine actual y mucho menos el que se hace por estos lares, y además, su forma de adentrarse en ese mundo, haciéndolo desde lo humano, lo más cercano y lo cotidiano, dotando a su película de transparencia, donde podemos sentirnos uno más rodeado de la urbe ajena y tan diferente, en que la los encuadres van mostrando fragmentado el entorno que enriquece la película y la visión al unísono con el protagonista. 

Como ya he comentado la magnífica cinematografía de Edu Canet, que ya trabajó con el director en el corto Has estado, hace tiempo (2022), y en el debut como director de Mario Casas en Mi soledad tiene alas (2023), con esos planos tan naturales y cercanos que van creando esa idea de verdad que tiene toda la película, siguiendo el mismo andar de Sergio, con el que vamos conociendo la ciudad y las personas que se va cruzando, siempre desde un modo de frente en la misma altura de cada plano. La música de Silvia Pérez Cruz, no sólo da ese calor tan necesario en una trama tan dura, sino que va abriendo esos pequeños resquicios que van en ritmo del viaje de descubrimiento que tiene el protagonista. El montaje lo firma la cinesa Neus Ballús, que ha trabajado con Oms, en un profundo y sensible ejercicio que ayuda a ver la realidad sin cortapisas de una inmigración que intenta mantenerse a flote en un país tan europeo y occidental como tremendamente hostil con el diferente, como dejan claro en una secuencia muy descriptiva, sin caer en el relamido retrato de buenos y malos, sino en una película que explica una realidad que podría ser cualquier país de la mal llamada Unión Europea, que alardea de valores humanos pero que explota sin ningún tipo de escrúpulos a los de afuera, aprovechándose de su situación. Cosas de la hipocresía que la película retrata con firmeza. 

En el campo interpretativo tenemos a un gran Mario Casas que desde su interpretación en la excelente Grupo 7 (2012), de Alberto Rodríguez, y a medida que ha ido cumpliendo años ha ido dejando aquel sanbenito de joven galán para convertirse en un actor magnífico como ha demostrado en películas como Ismael, de Marcelo Piñeiro, Toro, de Kike Maíllo, Bajo la piel de lobo, de Samu Fuentes, el practicante, de Carles Torres y No matarás, de David Victori, entre otras. Su Sergio es un personaje duro y vulnerable, perdido y corajudo, sensible y con coraza que irá quitándose a medida que vaya viviendo en su “exilio”. Le acompañan el siempre convincente David Verdaguer, en uno de esos personajes amargados de su estancia en la ciudad holandesa, enfadado con todos y sobre todo, con él mismo, que es una especie de antítesis del personaje de Casas. llyass El Ouahdani interpreta al compañero de “curro” del protagonista, transmitiendo naturalidad y esa vida oculta por su condición de ilegal, como ya hizo en la interesante Suro, de Mikel Gurrea. También encontramos las presencias de Raúl Prieto, Nausicaa Bonnin y Daniel Medrán, entre otros intérpretes autóctonos que dan ese alcance que tiene la historia. 

Celebro y aplaudo una película como Muy lejos, y disfrutamos de la llegada a la dirección de largometrajes de alguien como Gerard Oms, en una película producida por el citado Carles Torras, porque su sencilla y cercana película tiene muchos frentes abiertos. Por un lado, tenemos a Sergio, un tipo desplazado que emprende su propia aventura, la de mirarse frente al espejo al que todavía no ha sido capaz de mirarse, y hacer un viaje emocional en una ciudad extraña donde descubrirá muchas cosas que hasta ahora no se atrevía a descubrir. Después está la mirada al trabajo, con un corte social que nada tiene que envidiar en absoluto a los tótems del cine europeo como Loach Leigh, Dardenne, Frears, etc… Porque tiene una mirada cruda y sensible hacia el tema del empleo, el ilegal, y el de la inmigración, sin ser positivista ni nada que se le acerca, sino a través de una mirada reflexiva, profunda y de verdad, con sus momentos de humor, sensibilidad y cercanía, como demuestra la heterogeneidad de idiomas, se escuchan hasta cinco, o más, y la diversidad y complejidad de cada personaje, contando sus circunstancias, y sus deseos, anhelos e ilusiones, en una historia que retrata a Sergio que es en realidad muchos que, en un momento de sus vidas, deciden irse y descubrirse de una vez por todas, en un lugar extranjero y desde cero. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

Entrevista a Edmon Roch y David Baute

Entrevista a Edmon Roch y David Baute, productor y director de la película «Mariposas negras», en la terraza de Hotel Gallery en Barcelona, el martes 26 de noviembre de 2024.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Edmon Roch y David Baute, por su tiempo, sabiduría, generosidad, y a Sandra Ejarque de Revolutionary Comunicación, por su generosidad, cariño, tiempo y amabilidad. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

Mariposas negras, de David Baute

LAS OLVIDADAS DEL CLIMA.  

“Los inmigrantes no pueden escapar de su historia más de lo que uno puede escapar de su sombra”.

Zadie Smith

Hasta hace pocos años, las causas por las que sucedía la inmigración eran de sobra conocidas: falta de trabajo y de futuro, guerras, condición sexual y política, entre otras. En los últimos tiempos con el fenómeno del cambio climático existe una nueva causa para emigrar, ya que las personas han de dejar su vida, su trabajo y todo, porque los huracanes, tifones y riadas dejan inútiles su forma de vida. Un conflicto que ha sido tratado muy poco, o muy por encima. La aparición de un documental de animación como Mariposas negras, de David Baute (Garachico, Santa Cruz de Tenerife, 1974), viene a paliar semejante problema. que ya tuvo su película de imagen real llamada Éxodo climático (2020), del propio Baute, premiada en la Seminci, protagonizada por tres mujeres Tanit, Valeria y Shaila que, deben dejar sus vidas por las terribles consecuencias meteorológicas. De aquella experiencia ha nacido una película de animación coescrita por Yaiza Berrocal y el propio director que registra las experiencias de las tres mujeres citadas. 

Baute ha desarrollado durante más de dos décadas una filmografía siempre comprometida y de denuncia con lo humano más necesitado y vulnerable como Los hijos de la nube (2004), Rosario Miranda  (2002), con la memoria histórica canaria y la inmigración en títulos como Semillas que arrastra el mar (2007), y Ella(s) (2010), entre otras. Un cine para hablar de lo invisible, de lo político y sobre todo, de la humanidad en su entorno más cotidiano, íntimo y de verdad. Con Mariposas negras pone el foco en tres mujeres y sus vidas: Tanit vive en Turkana, entre la frontera entre Kenia y Uganda y se desplaza hasta los suburbios de Nairobi en Kenia, Valeria en las Antillas Menores y emigra hasta París (Francia), y finalmente, Shaila vive en Bengala Occidental, entre India y Bangladesh, en una zona rural y huye a la ciudad. Tres tragedias medioambientales que copan las noticias de todo el mundo, y se olvidan de las tragedias personales que hay detrás de todo esto. La película pone cara y ojos a estas tres mujeres y sus no vidas que deben reconstruirse después de la tragedia, desde cero y sin nada, y afrontando situaciones muy oscuras, olvidadas por todos y todo. La película aborda la tragedia desde lo profundo y la reflexión, sin caer en la sensiblería ni la condescendencia, recogiendo el aroma que tenía aquella maravilla de Las golondrinas de Kabul (2019), de Zabou Breitman y Elèa Gobbé-Mévellec, tanto en su dibujo, animación y denuncia. 

Baute se ha acompañado de un equipo excepcional empezando por su productor Edmon Roch que a través de Iriku Films, a parte de sus películas “reales”, ha producido algunos de los títulos de animación más exitosos como la trilogía de Tadeo Jones y Atrapa la bandera, la cinematógrafo María Pulido, el diseño de producción y director de Animación Pepe Sánchez, que ya estuvo en uno de los mencionados Tadeos, la música de Diego Navarro, que trabajó en la citada Atrapa la bandera, y es habitual de la cineasta Mar Targarona, el sonido de un grande como Oriol Tarragó y el montaje de Clara Martínez Malagelada. Un equipo de alto nivel que ha conseguido una gran película, muy grande en todos los sentidos, con una espectacular ilustración, animación e historia, que capta con naturalidad y precisión cada detalle del relato, aproximándose con inteligencia y sensibilidad a un tema hasta ahora muy desconocido. La historia mezcla con sabiduría la denuncia con un guion que cuenta con fuerza, imaginación y transparencia las tres realidades tan diferentes y tan cercanas a la vez, donde vemos la cotidianidad de tantos desplazados y refugiados climáticos a los que las autoridades no reconocen como tal, pero existen y tienen nombres y catastróficas circunstancias. 

No sabemos si esta película ayudará a que los gobiernos reconozcan esta realidad y ayuden a las personas que sufren el cambio climático. Lo que sí sabemos es que Mariposas negras, de David Baute, ayudará a concienciar a todos y todas, en los que me incluyo, a descubrir una realidad que, la inmediatez y la ansiedad informativa apenas hace eco, y mirar una realidad y una verdad que está ahí, y la película hace visible, y grita con fuerza para que podamos ver la información desde todos las miradas y ángulos, desde la profundidad de cada persona y su caso concreto. Las recientes riadas en la provincia de Valencia han dejado al descubierto un sistema económico en el que prevalece el beneficio a la vida. Por eso estamos vendidos al capital y a su codicia sin fin, y por eso, debemos ayudarnos entre todos y todas y empezar a cambiar nuestra forma de vida y de trabajo, y de todo, siendo mucho menos invasivos en la naturaleza, moviéndonos menos y usar materiales que no dañen al planeta, quizás todavía estamos a tiempo de cambiar las cosas, aunque me temo que todo esto será desde lo individual y lo cotidiano, porque la mayoría seguirá gastando por gastar, ensuciando y contaminando el planeta y sobre todo, limpiando su conciencia en las fechas señaladas y poco más, olvidando a mujeres como Tanit, Valeria y Shaila que son las cabeza visibles ahora, en un futuro no muy lejano, seguramente, estaremos en su situación. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

Yo capitán, de Matteo Garrone

EUROPA, EUROPA. 

“Los inmigrantes no pueden escapar de su historia más de lo que uno puede escapar de su sombra”.

Zadie Smith

Esta es la historia de Seydou y Moussa, los jóvenes protagonistas de Yo capitán, la nueva película de Matteo Garrone (Roma, Italia, 1968). Dos primos adolescentes que sueñan con salir de su poblado de Senegal y viajar hasta Europa, enfrentándose a un viaje completamente desconocido. Un viaje que hacen cada día hombres, mujeres y niños y niñas anónimos e invisibles que quieren una vida mejor. El director romano que siempre ha estado atento para visibilizar las gentes de la periferia, a través del lado oscuro como hizo en Gomorra (2008), su primer y mayor éxito basado en la novela de Roberto Saviano, que destapaba las artimañas sucias de la Camorra, le siguieron otros títulos interesantes como Dogman (2018), y Pinocho (2019), éste último no estaría lejos de la atmósfera de Yo capitán, porque también habla de dos personas que están sometidos al mundo de los adultos, enfrentados a continuos peligros que deberán lidiar como puedan. 

Garrone a partir de un guion escrito junto a Massimo Ceccherini, que ya estaba en Pinocho, Massimo Gaudioso, que ha coescrito muchas películas con el director romano, incluida Gomorra, Andrea Tagliaferri, colaborador en los cortometrajes de Garrone, y el propio director, para construir una odisea que arranca en Senegal y sigue por el inmenso y vasto desierto del Sahara, con ese land rover surcando la arena a toda hostia, para más tarde, encontrarnos con los militares libios que les roban, y después, siendo detenidos por las mafias que les exigen dinero, y más allá, una eterna espera trabajando en Trípoli para conseguir el dinero suficiente para embarcarse y llegar Italia. El director italiano deja a un lado la responsabilidad europa ante tanta injusticia y tanta maldad, porque la película quiere contarnos aquello que desconocemos, que no ocupa nunca los informativos, y quiere explicarnos esta terrible odisea a modo de diario, siendo testigos de las penurias, las amenazas, y el miedo que viven los dos protagonistas. Eso sí, en ningún instante, se regodea ante tanta injusticia, porque la película no va por ahí, la cámara muestra pero no se torna miserabilista, muestra lo necesario y sobre todo, se centra en el sueño de los dos senegaleses. Hay fraternidad y compañerismo, aunque a veces sirva de muy poco, hay mucha miseria, una idea explotación brutal y deshumanizada, pero entre los sometidos hay esperanza, muy poca, pero ahí. 

Otra gran posición de la película es la de mirar a sus personajes y su paisaje de un modo humano y honesto, no hay esa intención de regodeo en las imágenes sobrecogedoras de la inmensidad del desierto y su paisaje hipnótico, porque su película no va de un safari, sino todo lo contrario, porque el desierto actúa como ente amenazador como va mostrando el reguero de cadáveres que deja. La cinematografía de Paolo Carnera, que ha trabajado con grandes como Paolo Virzi, Sergio Rubini, Érick Zonca y Paolo Taviani, entre otros, ayuda a crear esa especie de viaje extraordinariamente físico y sensorial, donde no hay tiempo para pensar, porque el nuevo peligro amenaza. El montaje de Marco Spoletini, que amén de trabajar con Alice Rohrwacher, es un fiel cómplice del cine de Garrone, que se va a los 121 minutos de metraje, en una historia que cuenta muchas cosas, pero lo hace sin atiborrar ni cansar, con pausa y tensión. La música de Andrea Fabri que debuta en el cine de Garrone, amén de las canciones que resuenan con fuerza y delicadeza, se tornan imprescindibles para contar todo aquello que las imágenes no llegan y generar esos espacios de emoción tan importantes en una película que habla mucho de lo que somos como planeta. 

No es la primera vez que la inmigración había sido el tema del cine de Garrone, en su ópera prima Terra di Mezzo (1996), donde seguía a varios inmigrantes que sobrevivían en la periferia romana con ecos de Pasolini, y en su segundo trabajo Ospiti (1998), se centraba en dos primos albaneses que luchaban en la bulliciosa Roma. Con Yo capitán vuelve a la inmigración de lleno, pero no aquella ya en Europa, sino aquella que quiere llegar, relatándonos las historias dentro del viaje, al igual que hizo Elia Kazan en América, América (1963), contándonos la terrible odisea de unos primos turcos que quieren llegar a Estados Unidos. Mención especial tiene el dúo protagonista, Seydou Sarr como Seydou y Moustapha Fall como Moussa, que no sólo dan vida a estos dos jóvenes enfrentados a este negrísimo cuento de hadas, sino que dan humanidad y ferocidad a unos personajes que pierden la inocencia y la aventura de la infancia para adentrarse en el peligroso, injusto y malvado universo de los adultos, bien acompañados por Issaka Swadogo que hemos visto en La noche de los reyes, de Philippe Lacôte, y Mali Twist, de Guédiguian, entre otros, Hichem Yacoubi, en Un profeta, de Audiard, El Cairo confidencial, de Tarik Saleh, y más, Bamar Kane en Padre y soldado, de Mathieu Vadepied, y Ndeye Khady Sy como la madre de Seydou. 

Un ejemplar reparto que consigue veracidad y cercanía en una película muy física que cambia de paisaje a cada instante, dando vida a unos personajes de carne y hueso, unas personas que luchan por seguir adelante en su viaje, porque lo poco que tenían, o sea todo lo que tenían lo han invertido en él, y no pueden volver atrás, pase lo que pase, y se enfrenten a lo que sea. Mucho tenemos que aprender de Seydou y Moussa y todos los inmigrantes que aparecen en la película, porque tienen un sueño y hacen lo imposible por materializarlo, cueste lo que cueste, para ayudar a su madre, como dice uno de ellos, y el aprendizaje de no perder la esperanza en los muchos momentos que deben lidiar, tan difíciles y peligrosos, donde sus vidas se ven amenazadas constantemente, y la valentía y el coraje para ir sobrellevando tanto miseria y dificultad. El que pretenda ver en Yo capitán una película de esas de superación, se estará equivocando, porque la película de Garrone habla de una realidad que existe diariamente, aunque la negamos o la ignoremos, no sé que es peor, una realidad que existe por muchos motivos que ahora no entraremos, pero si hace la película una cosa muy importante, la muestra y deja documento, a partir de una ficción que para muchos será un documento porque la han vivido, la vivirán y algunos no lo podrán hacer porque murieron en el intento. Yo capitán es una historia que pide ser vista, y sobre todo, recordada, porque cada día muchos la viven y algunos ni tan siquiera la pueden recordar. No lo olviden. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

Entrevista a Cèlia Novis

Entrevista a Cèlia Novis, directora de la película «Once Upon a Place», en el Hotel Paxton en Barcelona, el miércoles 18 de octubre de 2023.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Cèlia Novis, por su tiempo, sabiduría, generosidad y cariño, y a Montse Barderi de Ayuntamiento de Sabadell, por su amabilidad, generosidad, tiempo y cariño. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

Entrevista a Samir Guesmi y Rachid Bouchareb

Entrevista a Samir Guesmi y Rachid Bouchareb, actor y director de la película «Nos frangins», en el marco del Ohlalà Festival de Cinema Francòfon de Barcelona, en el Hotel Majestic, el lunes 6 de marzo de 2023.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Samir Guesmi y Rachid Bouchareb, por su tiempo, sabiduría, generosidad y cariño, a mi querido amigo Óscar Fernández Orengo, por retratarnos con tanto talento, y a Mélody Brechet-Gleizes, Ana-Belén Fernández y Martin Samper  de la comunicación del Festival, por la traducción, su amabilidad, generosidad, tiempo y cariño. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA