LA NIÑA QUE NADIE QUIERE.
“La prostitución es la más horrible de las aflicciones producidas por la distribución desigual de los bienes del mundo”.
Flora Tristán
La niña protagonista podría ser una más de las niñas que aparecen en las películas de los hermanos Dardenne. Niñas desamparadas, descarriadas, no queridas, solas en el mundo, pero que no se conforman con el cruel destino que les ha tocado vivir, sino que siguen en la lucha, trabajando diariamente para, a pesar de los pesares, seguir adelante, construyéndose un destino mejor, aunque raras veces lo consiguen. La película está contada a través de la mirada de Noemí, una niña de 15 años que desea vivir con una madre que pasa de ella, tampoco se adapta a la mecánica del centro de menores en el que reside, como demuestra la estupenda secuencia que abre la película. Su única salida es escaparse y reencontrarse con Léa, una antigua compañera del centro, que ahora vive con un par de proxenetas y ladronzuelos que la prostituyen como escort. Así que, Noemí en sus ansias de huida, acabará en ese submundo, donde el cuerpo se emplea para el disfrute de hombres que encuentran en estos servicios una forma de demostrar hombría, poder y sometimiento a unas mujeres que ni conocen ni les importan.

La ópera prima de la directora canadiense Geneviève Albert, que hace su puesta de largo con un película de denuncia (la edad media de entrada en la prostitución en Canadá es de 15 años), durísima y descarnada, que nos sumerge en ambientes sucios y malolientes, donde jóvenes viven del hurto y de la ilegalidad para compar productos lujosos y llevar una vida a tutti plen. Noemí está en continua huida, no para de correr mirando hacia atrás, y encuentra en Léa una forma de vida diferente al del centro, o al menos eso cree. Huye de un fuego y se mete en un fuego mayor, porque allí conoce a Zach, del que se enamora, o quizás es el primero que la cuida un poco. Éste la introduce en la prostitución con meras promesas de futuro para ambos, aprovechando el Gran Premio de Montreal de Formula 1 donde sacarán 300 dólares el polvo de hombres ávidos de sexo y borrachera. Noemí por amor o por un futuro lejos de una vida dura y triste como la que ha tenido hasta ahora, accede a prostituirse donde será golpeada, vejada, humillada y tratada como una mierda. Noemí aguanta como puede, hundida en la miseria, más sola que nunca, como refleja esos momentos de espera en la habitación de lujo en el hotel, con esas cortinas cortadas a modo de barrotes que ejemplifica su penosa situación.
![]()
Una película bien filmada que nunca cae en el maniqueísmo ni en la porno miseria, con una excelente cinematografía de Léna Mill-Reuillard que a través del rostro de Noemí consigue mediante planos cortos y cerrados sumergirnos en esa atmósfera de agitación y tensión constantes en el que viven este grupito, donde lo físico es primordial en sus existencias, a la caza del nuevo golpe y la caza de clientes para sus “chicas”, donde no hay valores humanos ni nada que se le asome. La música importantísima en la película desde la composición de Frannie Holder, que sabe capturar las emociones vaivenes de Noemí, metida en la tesitura de agradar a su chico y someterse a su vida, con el acompañamiento de los temas punk que escucha la protagonista, una vía de escape para esos momentos heavys, en contrapartida con el rap de su chico, que evidencian las grandes diferencias entre lo que quiere uno y sufre la otra. Al igual que el buen trabajo de montaje de Amélie Labrèche, que no lo tenía nada fácil en una película de casi 2 horas de metraje, aunque bien llevada, con gran ritmo y detalle con esos inteligentes planos de las secuencias de sexo donde sin ver nada lo vemos todo, para contarnos este implacable y desolador descenso a los infiernos.

El magnífico trabajo de la joven casi debutante Kelly Depeault en la piel de la desdichada Noemí, una de esas niñas que nadie quiere y si encuentra un poco de cariño siempre es a costa de sufrir y pasarlo mal. Una durísima existencia en la que muchas se ven obligadas a sobrellevar como pueden. o sea muy mal. Le acompañan otros debutantes como Emi Chicoine como Léa, su amiga y resignada a esa no vida de vacío, prostitución y violencia continuas, y James Edward Metayer en la piel de Zach, un delincuente y proxeneta metido en una vida criminal y sin futuro y Maxime Gibault como Slim, otro proxeneta y violento y chico de Léa. La película Noemí dice que sí viene a recordarnos la podredumbre de las sociedades en las que transitamos diariamente, donde la desesperación de unos es aprovechada como beneficio para otros, y sigue así desde tiempos ancestrales. Tiene la película algunas referencias con Joven y bonita (2013), de François Ozon, en la que una niña de 17 años se prostituía y se encontraba con esa maldad oculta de los seres humanos. Seguiremos la pista de la cineasta Geneviève Albert porque su primera película nos ha seducido enormemente porque cómo cuenta y qué cuenta abriéndonos los ojos a una triste realidad que sucede en muchos rincones de este planeta. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA


LOS ESPEJOS A LOS QUE NO NOS MIRAMOS. 




UNA MUJER ENTRE LOBOS. 




HASTA QUE ESTEMOS MUERTOS O LIBRES.



DERRIBANDO BARRERAS. 


LAS MISERIAS DEL SISTEMA. 


LA PATERNIDAD A LOS 15 AÑOS. 

