LAS MISERIAS DEL SISTEMA.
“Esta película es una obra de ficción, pero está basada en métodos administrativos reales”
Entre los años 2008 y 2009, la empresa de telecomunicaciones francesa France Télécom se convirtió en el ojo del huracán, porque 35 de sus empleados se quitaron la vida. La empresa salió en su defensa aludiendo que acabaría con el mal que le acechaba. Aunque, detrás de todos estos casos de suicidio se ocultaban métodos deshumanizados de la empresa para aniquilar psicológicamente a sus empleados y que ellos mismos optaran por la baja voluntaria. A partir de este caso real, el director francés Nicolas Silhol se ha inspirado para dirigir su puesta de largo adentrándose de forma seria y rigurosa en esta parte oscura de los trabajos sucios que emplean grandes empresas contra sus empleados, a través de un personaje, Emilie, la directora de RRHH contratada para llevar a cabo tal misión, todo parece indicar que la operación marcha bien, hasta que uno de los empleados se lanza al vacío. A partir de ese instante, el ambiente se turbará en las oficinas, y ya nada volverá a ser igual, y la aparición de una inspectora de trabajo que comenzará una investigación para averiguar las causas ocultas del suceso. Silhol nos somete a una trama que casi ocurre en su totalidad en las habitaciones de la empresa, entre pasillos y salones blancos, todo de diseño, pero que esconden las miserias más terribles, donde se suceden las reuniones, los (des) encuentros y la desconfianza que se instala en Esen, el nombre ficticio de la empresa en cuestión.
La película nos habla de la responsabilidad de nuestros actos, y de la naturaleza de nuestro trabajo, de la toma de decisiones personales, y cómo nos afectan a nosotros mismos, de los límites a los que estamos dispuestos a sobrepasar con tal de cumplir con nuestro trabajo, y las consecuencias de obedecer órdenes de los jefes que consideramos injustas y que atentan contra la dignidad de los empleados. Silhol presenta una película de corte negro, donde la investigación de las autoridades lentamente irá sacando lo peor de cada uno, y de su verdadera identidad, primero a un nivel personal, y luego a un nivel colectivo. Todo se nos cuenta a través de una frialdad que espanta, desde un punto de vista ético, donde no hay amigos, donde las cosas funcionan porque es lo mejor para la empresa, en el que el trabajo sucio se hace sin más, como si fuésemos robots, donde no hay espacio para las emociones, en el que vamos eliminando compañeros de trabajo como si fuesen piezas de ajedrez, sin asumir las terribles consecuencias para ellos.
Un sistema podrido, deshumanizado y salvaje, donde el trabajo se ha convertido en una mera excusa para acumular beneficios sin fin, donde tu trabajo y sobre todo, tu dignidad como ser humano, quedan fuera de la empresa, y dejas de ser quién eres para convertirte en un esbirro de la empresa, cumpliendo a rajatabla sus órdenes, y siempre dispuesto a asumir y sin protestar, cualquier deseo de los jefes. Corporate viene a incorporarse a este tipo de películas donde la deshumanización del trabajo convierte a sus empleados en auténticos depredadores que no tendrán ningún problema en eliminar a su adversario de la mesa de al lado, como explicaban en Glengarry Glen Ross o en Smoking Room, en las que la aparente tranquilidad y compañerismo sólo eran una fachada de la cena de navidad, el resto del tiempo era una jungla laboral, donde se intentaba ser más que el otro, utilizando todos los métodos habidos y por haber. Silhol ha construido una película humanista, de nuestros comportamientos siniestros en el trabajo, y cómo afecta a nuestro entorno, tanto profesional como personal, en el que la investigación del suicidio, se mezcla de manera natural e inteligente en la trama y los acontecimientos del relato, siguiendo la actitud de Emilie, una mujer con carácter que deberá mirar su trabajo y sus emociones con más detalle, y asumiendo su responsabilidad en los actos horribles que ha cometido en nombre de la empresa.
Céline Sallette interpreta a Emilie, dotándola de esa frialdad que suavemente se va despojando de toda ese caparazón de indiferencia, bien acompañada por Lambert Wilson dando vida a ese jefe sin escrúpulos que todo lo hace porque la empresa lo necesita, donde sus decisiones son dolorosas pero necesarias, puro cinismo, y Violaine Fumeau, que compone a la inspectora de trabajo con esa función de ogro del relato, que deja bien claro las deficiencias del sistema para finalizar con los abusos de las empresas, y que se muestra como una mujer decidida y dispuesta a encontrar la verdad. Silhol ha hecho una película valiente, rigurosa y seria, en la que nos habla del ambiente laboral o lo que queda de él, como si estuviésemos delante de un thriller de investigación llena de oscuridad y terror, para abrirnos los ojos de los métodos brutales y horribles de tantas empresas que campan a sus anchas, o podríamos decir de un sistema laboral que deshumaniza a sus empleados y los convierte en meros entes sin emociones y sin vida que pueden ser despedidos cuando sea necesario.