Los colonos, de Felipe Gálvez

TIERRAS DE SANGRE. 

La ficción de la legalidad amparaba al indio; la explotación de la realidad lo desangraba.”

Eduardo Galeano

Aquellos hombres mal llamados conquistadores, que en realidad, eran meros colonizadores. Anuladores de la vida y la dignidad de los indios. Nos han contado muchas historias, pero quizás, nunca nos han contado la historia, y no digo, aquella que sólo habla de maldad, que la hubo y mucha, sino aquella que nos habla de seres humanos que se convirtieron en colonos, trabajando para ellos y para otros, a la caza de fortuna, o vete tú a saber que, en unas tierras extranjeras para ellos, pero un hogar para muchos indios que, antes de la llegada del blanco, llevaba siglos viviendo en paz, junto a la naturaleza y todos los seres que la habita. La película Los colonos, ópera prima de Felipe Gálvez (Santiago de Chile, 1983), después de más de tres lustros dedicados al montaje para cineastas como Marialy Rivas, Kiro Russo y Alex Anwandter, entre otros, y de dirigir su cortometraje Rapaz (2018), en el que ya exponía los límites de la violencia en la sociedad. 

En su debut, el director chileno que coescribe junto a Antonia Girardi, con la que ya trabajó en Rapaz, la violencia es la actividad cotidiana de los empleados de Menéndez, un terrateniente que posee una vasta región en Tierra del Fuego allá por 1901. La misión de sus trabajadores consiste en recorrer esa infinita propiedad abriendo una ruta hasta el Océano Atlántico recorriendo la enorme Patagonia. Estamos ante una historia que nos cuenta una verdad, una de tantas que ocurrieron durante la colonización de esas tierras, y lo hace a partir de personajes reales y otros inventados, y sometiéndonos a una asfixiante y devoradora atmósfera donde hombre a caballo y paisaje se van fundiéndose creando una complejo y vasto espacio fílmico en el que sobresalen una magnífica cinematografía dura y cruda con el aspecto de 2:3 de Simone D’Arcangelo, del que vimos la interesante La leyenda del Rey Cangrejo, también ambientada en Tierra del Fuego, en la que arranca en el paisaje para ir cerrándose en los rostros de estos tipos, donde prima el cuadro estático, como hacía Bergman, donde lo humano y su espacio explican ese mundo interior que no vemos. Las tres almas en travesía que cargan la película son el Teniente MacLenan, del ejército británico, un sádico y sin escrúpulos hombres ansiosos de riqueza y gloria, le acompaña Bill, un rastreador muy fiel al patrón, y a sus ideas supremacistas, y finalmente, Segundo, mitad blanco mitad indio, uno de esos personajes explotados y sin tierra, testigo de este viaje sin sentido, algo así como lo era el joven Enrique en La caza (1965), de Saura. 

El cineasta chileno se esfuerza en crear una película que profundiza y reflexiona sobre el arte cinematógrafo, en cómo la ficción ha retratado la historia y sus hechos, y no lo hace con los típicos discursos de la razón a través del blanco y su cine, sino que lo hace desde la honestidad y la humildad, centrándose en la colonización del propio país, es decir, de los señores de la tierra, aquellos propietarios que exterminaron a indios, en este caso a los Selk’nam, con el beneplácito o el desinterés de los gobiernos de turno. Un relato compacto e intenso que contribuye su gran trabajo de montaje de Matthieu Taponier, que ha trabajado en las interesantes El hijo de Saúl y Atardecer, ambas de László Nemes, Beginning, de Dea Kulumbegashvili, y en la reciente Anhell69, de Theo Montoya, en una cinta muy física, donde suceden muchos acontecimientos, pero siempre desde lo calmo, sin prisas, sin esa cámara agitada que no explica nada, aquí todo se cuestiona, a un nivel moral y además, vemos las consecuencias de los hechos, a partir de estos tres personajes, estos errantes, estos empleadores de la ley, aquella que hace y deshace sin más, aquella que aniquila y limpia su propiedad. 

El inmenso empleo del sonido con esos golpes y hachazos que escuchamos y nos acompañan por estas llanuras desérticas y hostiles, que ha contado con dos grandes de la cinematografía china como Tu Duu-Chih y Tu Tse Kang, que tienen en su haber grandes nombres como los Wong Kar-Wai, Hou Hsiao-Hsien, Edward Yang, Tsai Ming-Liang, entre muchos otros. La música de Harry Allouche también ayuda a crear esa atmósfera real y onírica, más cercana del cine del este dirigido por Jerzy Skolimowski, Béla Tarr, donde todo rezuma un hedor cargado y la pesadez del camino y de las almas que los acompañan. Sin olvidarnos de su extenso y extraordinario reparto de los que conocemos a Alfredo Castro, que presencia la del actor chileno, con su mirada y su gesto es Menéndez, ese amo y señor de todo lo que ve y más allá, Marcelo Alonso, que era el sacerdote que vigilaba a los curas malos de El club, de Larraín, hace de Vicuña, el esbirro del gobierno, el señor del cine, el señor con traje que tiene su propia redefinición de la historia, y luego, los más desconocidos pero no menos notables, como los Mark Stanley como MacLenan, Benjamin Westfall como Bill, Camilo Arancibia como Segundo, el mestizo explotado y obligado a participar en la muerte y destrucción, Mishell Guaña como Kiepja, una india capturada por los ingleses, y Sam Spruell como el Coronel Martin, menudo personaje, y finalmente, la presencia del gran Mariano Llinás, un topógrafo que está delimitando la frontera argentina-chilena. 

Los colonos es una interesante y profunda reflexión sobre los males de la colonización y una nueva muestra de la resignificación del género del western, donde la desmitificación de la épica y la grandeza queda reducida a la suciedad moral y violenta de unos tipos sin alma, como ya dejó patente la madre de todas las madres que fué The Searchers (1956), de John Ford, donde el genio enterró para siempre muchos mitos, leyendas y demás desvaríos del cine en favor de ficcionar una historia que no tuvo lugar. Y otros como los Ray, Peckinpah, Penn y Altman, se dedicaron a humanizar a los cowboys en un tiempo en que el western agonizaba. En los últimos tiempos películas como Meek’s Cuttof (2010), y First Cow (2019), ambas de la extraordinaria Kelly Reichardt, Jauja (2014), de Lisandro Alonso, y Zama (2017), de Lucrecia Martel, son algunos ejemplos de mirar la historia y su tiempo desde posiciones más de cuerpo y piel, de rebuscar la suciedad y la decadencia de una colonización que sólo arrastra violencia y muerte. No se pierdan una película como Los colonos y quédense con el nombre de su director, Felipe Gálvez, porque la película navega por varias ambientes desde el western y la de aventuras, pero íntima y humana, el terror y lo político, porque habla de colonización, de los tipos malolientes y violentos que la hicieron, que han quedado en el olvido, y los que no, los que sí estaban con nombres y apellidos también participaron en pos al progreso y la civilización, se acuerdan que decía al respecto una película como Los implacables (1955), de Walsh, pues eso, otra muestra imperdible del género que en ese momento empezaba a mirar de verdad su pasado y su resignificación en la historia, en contar una verdad, no lo que el cine inventó. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

Entrevista a Antonio García

Entrevista a Antonio García, proyeccionista de la Filmoteca de Catalunya, con motivo de su jubilación, en la Sala de proyección en la citada Filmoteca, el miércoles 10 de mayo de 2023.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Antonio García, por su tiempo, sabiduría, generosidad y cariño, y a Jordi Martínez de comunicación de la Filmoteca, por su amabilidad, generosidad, tiempo y cariño. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

La última reina, de Adila Bendimerad y Damien Ounouri

UNA MUJER ENTRE LOBOS. 

“Sé requiere valentía para hacer algo que nadie más a tu alrededor está haciendo”.

Amber Heard

La historia de la humanidad es la historia del patriarcado impuesto a lo largo de los siglos y siglos. Una historia que hacían los hombres: ellos gobernaban, ellos luchaban en las interminables guerras y contiendas, ellos y ellos. Las mujeres siempre quedaban en un segundo plano, en su papel de madres, hijas, esposas y demás. No obstante, debido a estudios, nos vamos encontrando con mujeres que tuvieron poder a pesar de la sociedad patriarcal que les tocó vivir. Mujeres con poder como Leonor de Aquitania, Matilde de Inglaterra, Isabel de Francia y Margarita de Anjou, y tantas otras, que durante el siglo XVI se convirtieron en mujeres poderosas que decidieron los destinos de sus tronos. Como hemos visto, en el mundo occidental. conocemos casos de reinas que tomaron el poder, pero que ocurre en otras regiones como el Argel de 1516. En La última reina, la ópera prima de Adila Bendimerad, actriz y productora argelina que ha trabajado en su país y en Líbano, y Damien Ounouri, franco-argelino, que realizó Fidaï (2012), coproducido por Jia Zhangke, y el mediometraje Kindil el Bar (2016), protagonizado por la citada Adila Bendimerad, que se presentó en el prestigioso Festival de Cannes. Ambos unen su talento y sus fuerzas, a través de Taj Intaj, la productora de la que son socios, para levantar una ambiciosa reconstrucción histórica, en la que se alejan de las preciosistas y exóticas revisiones históricas que se habían hecho antes para penetrar en un relato lleno de pasión, poder y traiciones. 

La última reina está construida en base a dos frentes, entre lo íntimo y lo social. Es decir, entre lo más profundo y personal de puertas adentro en el interior del palacio, y luego, lo de fuera, lo político y lo histórico. A partir de un guion escrito por Bendimerad y Ounouri, en el que se basan en la historia y también, en la leyenda, en una mezcla interesante en la que siempre se mueven entre esos dos mundos: el real y la leyenda, dos mundos fusionados, donde emerge la figura de Zaphira, la segunda esposa del Rey Salim Toumi, que no se limita a ser una buena consorte, sino que va mucho más allá. Una mujer enemistada con su familia y sola frente a tantos hombres, poder, conspiración y demás, y aún se recrudece más su situación en palacio, cuando aparece el pirata Aroudj Barbarroja, un líder y reconquistador de la tierra luchando y echando a los invasores españoles. Un hombre convertido en una amenaza para el Rey y su forma de gobernar. Porque aquí se enfrentan la dureza, el salvajismo y la rudeza del pirata en contra con el talento, la inteligencia y el pacifismo del rey. Todavía hay otro frente abierto, el de los fieles al Rey contra los guerreros piratas, y aún hay más, como los señores a favor del rey y a favor del salvador Barbarroja. 

Una película que no ha escatimado recursos para mostrar una producción donde prima una estética sometida a las obligaciones del relato que se está contando, empezando por una cinematografía que firma el libanés Shadi Chaaban, en el que predominan los planos generales interiores donde vemos la belleza y el detalle de los salones del palacio, en contraste con los planos cerrados del exterior, para aumentar la terrible tensión y amenaza que se cierne sobre el reino y el destino del país. Un montaje de Matthieu Lacau, que fue cinematógrafo de la mencionada Fidaï, afincado en China y habitual del cine del otro citado y prestigioso cineasta Jia Zhangke, y grandes trabajos como en El lago del ganso salvaje (2019), de Diao Yinan, y films de Yann-Shan Tsai, también afincado en la cinematografía china. Una edición llena de ritmo, donde no dejan de ocurrir cosas, donde hay poco respiro para los desdichados personajes que nunca cesan en sus empeños y ambiciones, en una película interior/exterior, una cinta concisa y densa que se va a los 113 minutos de metraje. La excelente partitura musical de los hermanos Evgueni y Sacha Galperine, que tienen en su haber grandes directores como Andrey Zvyagintsev, Barry Levinson, François Ozon, Kantemir Bagalov, Jan Komasa y Audrey Diwan, entre otros. Una música cálida y sensible, que ayuda a entender mucho más las complejidades y contradicciones de unos personajes que luchan por sus diferentes causas, tanto personales, como políticas y demás. 

La propia Adila Bendimerad toma el personaje de Zaphira, uno de esos personajes legendarios, por su fuerza, su valentía y su rabia. Una mujer rodeada de lobos sedientos de sangre, una mujer que sabe manejarse ante la adversidad y la oscuridad que se cierne en Argel, alguien a la que le mueven las emociones, su hijo, y el amor, y no cesará en mantenerlo pese a quién pese. Uno de esos personajes que valoras, admiras y aplaudes. Un personaje humano de verdad, sin preciosismos ni espectacularidades vacías, sino de verdad, ante un mundo que se desmorona por sus conspiraciones. Le acompañan un antagonista perfecto y maravilloso, el pirata Aroudj Barbarroja, un personaje histórico, en la piel de Dali Benssalah, un actor francés que ha trabajado con Louis Garrel, Rebecca Zlotowski y Ursula Meier, entre otras. Tenemos a Nadia Tereszkiewicz, a la que hemos visto hace poco en la estupenda Mi crimen, de Ozon, que encarna a Astrid, que fue esclava y ahora la favorita de Aroudj, un personaje valiente, casi un espejo-reflejo de Zaphira, Mohamed Tahar Zaoui es el Rey Salim Toumi, Himen Noel la Reina Chegga, primera mujer del Rey, culta que maneja la política a su antojo que también tendrá su protagonismo. Y finalmente, el joven Yanis Aouine es el príncipe Yahia. 

Aplaudimos y celebramos La última reina, de Adila Bendimerad y Damien Ounouri, porque retrata un período esencial en la historia de Argelia, y lo hace como una gran película de aventuras como las que se hacían en el Hollywood dorado, en la que hay de todo: amores apasionados y trágicos, intrigas y conspiraciones de estado, enemigos dentro y fuera de palacio, espectaculares escenas de acción que firma Samir Haddadi, un gran trabajo de arte, vestuario y ambientación. Un sólido retrato histórico, tanto de atmósfera, circunstancias y de personajes, donde no falta ni sobra de nada. Una película para descubrir, un estupendo entretenimiento, con profundidad y lleno de detalles y rítmico, donde aprendemos una parte muy desconocida de la Argelia después de la reconquista, una Argelia sumida en las tensiones y disputas de poder, una Argelia vista por dos cineastas argelinos, que no embellecen la historia, ni la hacen facilona, sino adentrándose en las mil y una tensiones que allí se suceden, porque la historia se puede mirar de formas muy diferentes y variadas, pero lo que jamás se puede hacer al mirarla, es captar sólo belleza y olvidarse de lo humano, tan complejo y tan difícil. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

Entrevista a Antonio García

Entrevista a Antonio García, proyeccionista de la Filmoteca de Catalunya, con motivo de su jubilación, en la Sala de proyección en la citada Filmoteca, el miércoles 10 de mayo de 2023.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Antonio García, por su tiempo, sabiduría, generosidad y cariño, y a Jordi Martínez de comunicación de la Filmoteca, por su amabilidad, generosidad, tiempo y cariño. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

Entrevista a Ali Ray

Entrevista a Ali Ray, directora de la película “Frida Kalho”, en el marco del BCN Film Festival, en el Hotel Casa Fuster en Barcelona, el miércoles 26 de abril de 2023.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Ali Ray, por su tiempo, sabiduría, generosidad y cariño, y a Miguel de Ribot de A Contracorriente Films, por su amabilidad, generosidad, tiempo y cariño. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

Donde acaba la memoria, de Pablo Romero Fresco

EL DETECTIVE DE LA MEMORIA.  

“En España ha habido una falta de valentía ética. Un país no puede dejar a 100.000 personas en cunetas. Es atroz. Estamos en Europa, al lado de la Merkel, y los alemanes sí han hecho los deberes… y Portugal y Chile y Argentina… ¿Dónde está el museo de la memoria?”.

Ian Gibson

Desde que Ian Gibson (Dublín, Irlanda, 1939), descubriera la poesía de Lorca a finales de los cincuenta, su vida se ha convertido en una implacable obsesión por desenterrar la historia oculta de España, y todo lo que ha tenido que ver con el citado poeta, y Buñuel y Dalí, sus dos compinches de la Residencia de Estudiantes. El hispanista irlandés les ha dedicado libros, documentales con el director británico Mike Dibb, y demás acciones y trabajos en relación a ellos, y muy especialmente, a descubrir la fosa donde se hallan los restos del poeta granadino. Toda una quimera para un hombre tozudo y paciente, en un país como España que ha olvidado su pasado más tenebroso y ha dejado en el olvido a decenas de miles de desaparecidos de la Guerra Civil y el Franquismo.

Lo que empieza como una forma de cerrar la segunda parte del libro dedicado a la vida de Buñuel, por  falta de apoyos, se acaba convirtiendo en una película profundo y muy reflexiva sobre el que busca y no es otro que Ian Gibson, porque si hay una forma de retratar a alguien que rastrea el pasado. esa no es otra que verlo en acción y sobre todo, rastreando su presente y pasado. La película de Pablo Romero-Fresco, que debuta en el largometraje, después de varios cortometrajes sobre cine accesible, y su labor en Inglaterra como profesor de cine y traductor,  con una película que ha sufrido una terrible odisea en su producción con ocho años de rodaje, cincuenta horas de metraje, robo del primer montaje, cambios personales del director y una pandemia, en un relato en el que acompañamos al insigne historiador y a Dibb a un viaje a Las Hurdes, como el que hizo Buñuel en 1933 para rodar Las Hurdes. Tierra sin pan, pasando también por los lugares de rodaje del mítico documental, como La Alberca y La Peña de Francia, y hablando y visitando los lugares donde casi ochenta años antes habían estado el equipo.

Una película-viaje que también pasa por Madrid, por la mítica Residencia de Estudiantes, y hablamos de Buñuel, Dalí y Lorca con el cineasta Carlos Saura y Javier Herrera, y luego por Sitges, para comentar con Romà Gubern y Paul Hammond, autores del libro “Los años rojos de Buñuel”. Personas que aportan informaciones y detalles de la vida del excelente cineasta aragonés, y finalmente, como no podía ser de otra manera en el caso de Gibson, acabamos en Granada y con Lorca, la gran obsesión del hispanista, y de recuperar los restos del poeta asesinado por el franquismo. La cinematografía de Martina Trepzcyck, que acoge con sensibilidad e intimidad una película viajera, una especie de road movie, en el que seguimos varios paseos, los de Buñuel y su mítica película, los de Gibson y su obsesión por la memoria, y finalmente, Lorca y su tumba. Destacamos el gran trabajo de montaje de Xacio Baño, cineasta gallego con una magnífica filmografía donde explora la memoria y la esencia de su tierra como en su largometraje Trote, en un estupendo ejercicio de montaje donde prima la armonía y un espacio cercano y sensible en una película breve, de solo setenta minutos de metraje, en la forma de contar y acercarnos al universo del historiador y su camino de lucha contra el olvido.

Pablo Romero Fresco Ha construido una película que también puede mirarse como el primer acercamiento al historiador Ian Gibson, en que el hispanista se abre en todos los sentidos, a pesar de su timidez y reserva, peor lo ahce a través de sus trabajos e investigaciones, en una suerte de Sherlock Holmes de la memoria, acercándose a su vida y a su universo de forma sencilla, profunda y muy reflexiva, donde descubrimos al sabio de manera humilde donde nada se subraya ni se romantiza, donde se profundiza en el ser humano, en todo lo que vemos y sobre todo, todo aquello que queda ocultado, en alguien que se ha obsesionado por Lorca y su muerte, que sigue investigando, en el oficio de detective de la memoria, en un continuo rastreo que lo ha llevado de aquí para allá, siempre en el camino, como una especie de Don Quijote, un tipo sencillo, cercano y lleno de pasión por la memoria y contra el olvido, alguien que con más de ochenta años sigue en su idea, y sobre todo, transmitiéndola a los demás, no solo con palabras, sino también con hechos, que es a la postre lo que nos define como seres humanos, todo aquello que hemos hecho, que hacemos y seguimos haciendo, todas esas huellas que los demás seguirán. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

De qué hablamos cuando hoy hablamos de Historia del Cine? por Santos Zunzunegui en la Filmoteca de Catalunya

Conferencia “De qué hablamos cuando hoy hablamos de Historia del Cine? por Santos Zunzunegui, Catedrático de Comunicación Audiovisual de la Universidad del País Basco, con la presencia de Esteve Riambau, director de la Filmoteca de Catalunya, en el marco de la inauguración de l’Aula de Cinema 2022-23, en la Filmoteca en Barcelona, el miércoles 5 de octubre de 2022.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Santos Zunzunegui, por su tiempo, sabiduría, generosidad y cariño, a Jordi Martínez de Comunicación de la Filmoteca, por su amabilidad, generosidad, tiempo y cariño, y al equipo de la Filmoteca que ha realizado la grabación. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

Eles transportan a morte, de Helena Girón y Samuel M. Delgado

LA HISTORIA NO CONTADA.

“Los mitos que son creídos tienden a convertirse en verdaderos”

George Orwell

Los cineastas Helena girón (Santiago de Compostela, 1988), y Samuel M. Delgado (Tenerife, 1987), llevan desde el 2015 dirigiendo películas cortas que profundizan sobre la historia, los mitos y demás aspectos construidos por una historia oficial que olvida el aspecto humano y misterioso. De ellos hemos visto Sin dios ni Santa María, Montañas ardientes que vomitan fuegos, Plus ultra e Irmandade, amén de instalaciones y performance. Un cine que explora la mitología e irrealidades, sino que lo hace desde una forma experimental, tremendamente visual, en diferentes formatos y texturas, haciendo de cada trabajo una aproximación a unos universos únicos e irrepetibles. Para su primer largometraje Eles transportan a morte, no se mueven de esos lugares sin tiempo, espacios de la memoria que la historia ha olvidado para construir su mito y leyenda.

La película se abre de forma impresionante, mágica y fantástica, primero con la sobreimpresión en la pantalla del año 1492, y luego bajo el mar, con las imágenes ralentizadas, van entrando al agua los palos de vela y una vela que se confunde con el mar embravecido, y luego, tres figuras masculinas, tres hombres proscritos, tres individuos que huyen de una muerte que ya debería estar ejecutada, tres espectros que recalan en un islote de Las Canarias, transportando una vela, un vela que Colón quiere a toda costa para proseguir su viaje al que luego llamaran “Nuevo Mundo”. Con el 16mm que firma José Alayón, que ya había firmado las cinematografías de películas tan importantes como La ciudad oculta, de Víctor Moreno, Blanco en blanco, Théo Court y Entre perro y lobo, de Irene Gutiérrez, amén de coproducirlas, creando esa textura y cercanía, con esa pesadez que acompaña a los tres fantasmas en perpetua huida de los otros y de sí mismos, intentando esquivar a la muerte. El espectacular montaje de Manuel Muñoz Rivas, otro de la factoría de Alayón, que condensa de forma sencilla y rítmica los setenta y cinco minutos de metraje.

El cuidadoso y detallista trabajo de la banda sonora, que firman dos de los nombres más importantes en el cine colombiano de autor, tanto del sonido que firma Carlos E. García, componiendo toda una atmósfera absorbente, en el que cada sonido en off inunda cada plano y encuadre de la película, envolviéndonos en esa aura mística, misteriosa y oculta que inunda toda la historia. Y la composición musical de Camilo Sanabria, que aboga por los ritmos fantásticos e industriales para ir creando todo ese universo tanto físico como emocional que persigue la historia. Eles transportan a morte se estructura a través de dos caminos. El de los tres hombres huidos y/o fantasmales, en las Islas Canarias, que también fueron arrasadas en ese camino del “Nuevo mundo”,  en el que los cineastas buscan la esencia y pureza cinematográfica, como hacían los pioneros, como Sjöström y Dreyer, el Tourneur de Yo anduve con un zombie, el universo de Pedro Costa, y el Zombie Child, de Bonello, con esos tintes propio del cine de terror y fantástico, y luego, el otro lado, el “Viejo mundo”, esa Galicia de mediados del XVI, con esas mujeres que les han llevado obligados a sus hombres a la conquista del “Nuevo mundo”, tildadas de brujas y peligrosas.

La película se sustenta en un relato muy físico, en el que apenas hay diálogos, donde todo se explica mediante el silencio, o mejor dicho, mediante los sonidos, el off, y la relación de los tres proscritos. Los intérpretes del que solo conocemos a David Pantaleón, actor y también, estupendo cineasta como corrobora en Rendir los machos, entre otras, como uno de los huidos, acompañado por Xoán Reices y Valentín Estévez, las gallegas Sara Ferro y Nuria Lestegás y Josefa Rita Míguez Cal, componen unas vidas ajadas, solitarias, aisladas, pero llenas de humanidad y verdad, toda la que les falta a esa otra realidad, la que ha quedado plasmado en los libros de historia. Eles transportan a morte se detiene en lo humano, en lo íntimo, acercándonos a los anónimos, a todos esos hombres y mujeres que también estuvieron y fueron, desmitificando toda la historia de la conquista, el “Nuevo mundo”, y demás, como se deja patente en esas imágenes apropiadas de Alba de América, de Juan de Orduña, producida en 1951 en pleno franquismo para dar rienda suelta a la falseada gloria del Imperio español conquistando nuevas tierras.

La película de Girón y M. Delgado es una película totalmente inmersiva, muy sonora, y espiritual, en la que es tan importante lo que vemos como aquello otro que no se ve, que queda oculto, que permanece en las sombras, en el misterio, en ese lugar que la película investiga y extrae del tiempo y el espacio, porque todo aquello remite indudablemente en nuestro presente, en nuestra cotidianidad, en lo que somos, y sobre todo, de dónde venimos, todo lo que se ha hecho y lo que no, todo lo que se ha contado y todo lo que se nos ha ocultado. Un viaje a nuestra historia, contada desde el lado opuesto a la oficialidad, en una propuesta que no estaría muy lejos de las de Albert Serra, en el concepto de hablar de los mitos y leyendas, desde la desmitificación y lo humano y cercano, respirando, comiendo, caminando y escuchando a estas personas totalmente ninguneadas por la historia, y dándoles el lugar que se merecen o al menos, recuperando sus relatos, sus rostros y sus cuerpos. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

Entrevista a Joanna Pardos

Entrevista a Joanna Pardos, directora de la película “Bruixes, la gran mentida”, en La Casa de Kuleshov en Barcelona, el jueves 20 de enero de 2022.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Joanna Pardos, por su tiempo, sabiduría, generosidad y Ana Sánchez de Trafalgar Comunicació,  por su amabilidad, generosidad, tiempo y cariño.

Entrevista a Miquel Sitjar

Entrevista a Miquel Sitjar, actor de la película “Terra de telers (Memoria de telares)”, de Joan Frank Charansonnet, en la Antiga Fàbrica Damm en Barcelona, el jueves 3 de diciembre de 2020.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Miquel Sitjar, por su tiempo, generosidad y cariño, y a Sonia Uría de Suria Comunicación, por su amabilidad, paciencia y cariño.