Entrevista a Roger Casamajor (Rodaje «El elegido»)

Entrevista a Roger Casamajor, actor de «El Elegido», de Antonio Chavarrías. El encuentro tuvo lugar el miércoles 10 de junio de 2015, en la Cafetería Bracafé, durante la visita al rodaje de la película.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Roger Casamajor por su tiempo, sabiduría y simpatía, y a la maravillosa Sandra Ejarque, de Vasaver, por su paciencia, generosidad y cariño.

Entrevista a Haliam Pérez

Entrevista a Haliam Pérez, director de «Marina». El encuentro tuvo lugar el sábado 17 de octubre de 2015, en un patio interior de la Universidad de Barcelona.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Haliam Pérez, por su tiempo, generosidad y simpatía, y a la Muestra itinerante de Cine Independiente Cubano, por descubrirme la película.

Marina, de Haliam Pérez

12177658_10206494573714773_1295614776_oLOS QUE QUEDAN

El cineasta Haliam Pérez (La Habana, 1982), con experiencia en cortos y ayudante de dirección de Eva Vila y José Luis Guerin, es otro de los jóvenes valores que surgen de la prolífica cantera del Máter de Documental de Creación de la UPF. El realizador fue uno de esos niños, que junto a sus padres dejó Cuba buscando una vida mejor, un futuro diferente que los alejase de la falta de oportunidades de su tierra. Ahora, en su primer trabajo de largometraje, hace el viaje de vuelta, regresa a su casa, después de 13 años sin pisar la isla, vuelve a Cuba a reencontrarse con los suyos y el país que dejó, a La Habana, a casa de su abuela, Caridad Marina Pérez, nacida en 1926, una mujer que pertenece a esa Cuba de Batista, a la Cuba de la dictadura, de la pobreza, que vio en la revolución del 59, el comienzo de un sueño, de una utopía para crear un país nuevo y en libertad. Junto a ella, viven sus tres hijos, el tío Jacinto, que fue militar y lleva 14 años sin ver a su hija Katia que ha emigrado a EE.UU., el tío Arturo, alcohólico, que nunca fue el mismo después de su estancia en los años 80 en la RDA. La tía Odalys, mano derecha de la abuela y los dos hijos de ésta.

Un microcosmos humano que son filmados a contraluz por el director, en una manera de acercarse a ellos, a volver a mirarlos, a compartir ese espacio y ese tiempo, a que le expliquen sus historias, a que vuelvan a enfrentarse a sus recuerdos, que van desde la alegría y la ilusión de los tiempos de la revolución, del cambio que trajo paz y trabajo, a los años venideros que describen un tiempo roto, abandonado, donde se ha instalado la amargura y la soledad. Un tiempo que ahora ha invadido esa casa, la de la matriarca que acoge a sus hijos llenos de pena y silencio. Pérez no mira hacia afuera, apenas un par de planos exteriores, su mirada se centra en el interior de la casa, en la profundidad de las personas, en sus sueños olvidados, en las sombras y espectros de cada uno, en las distintas visiones y reflexiones que emiten de la revolución, de lo que fue, lo que siguió y lo que es ahora, en ese final de todo, del sueño, de las ilusiones marchitadas, oxidadas, y antiguas que ahora parecen sólo existir en la memoria de cada uno de ellos.

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Pérez filma a susurros, documenta esos cuerpos cansados y doloridos, invadiendo una intimidad de modo profundo y personal, huyendo del subrayado emocional, mostrándose respetuoso y paciente con lo que cuenta, y sobre todo, con las personas que está filmando, tratando de entenderlos desde la sinceridad y honestidad. Pérez toma el pulso de las fracturas y pérdidas que ha ocasionado la revolución cubana, ese amargo despertar que han sufrido y ahora sobreviven los componentes de su familia, una familia rota y separada. Se pregunta si todo esto valió la pena, y nos cede a los espectadores la palabra. El director observa a sus criaturas de modo íntimo y cercano, no se inmiscuye en su dolor y su amargura, los retrata de forma tierna y profunda. Les pregunta por sus cosas, por su vida, por su pasado, que cuesta mirarlo y llevarlo a cuestas, mientras nos va introduciendo con filmaciones domésticas y fotografías de entonces, de cuando reían y amaban, con todo ese abanico memorístico que forman sus recuerdos, los que quieren olvidar y no pueden, y los que ya olvidaron y se lamentan por ello. Una película sobre una familia, sobre lo que fueron, lo que son y quizás ya no serán, sobre cómo afecta el curso histórico de un país a las personas que viven y trabajan y de cómo se relacionan entre ellos y con su país. Un retrato oscuro y amargo de lo cotidiano sobre el fin de la utopía, de un sueño que fue la revolución cubana. Un mundo que ya sólo pertenece al pasado, de espectros y sombras, de recuerdos que se amontonan y duelen, de volver a mirarse al espejo sin necesidad de ajusticiarse ni reprocharse el pasado que ahora se siente alejado y perdido.

<p><a href=»https://vimeo.com/96002845″>MARINA TRAILER 4MIN</a> from <a href=»https://vimeo.com/collectiurucs»>Col&middot;lectiu Rucs</a> on <a href=»https://vimeo.com»>Vimeo</a>.</p>

Entrevista a Alba Sotorra

Entrevista a Alba Sotorra, directora de «Game Over». El encuentro tuvo lugar el martes 3 de noviembre de 2015, en la vivienda de la directora en Barcelona.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Alba Sotorra, por su tiempo, generosidad y simpatía, a Laia Aubia y Ot Burgaya de El Documental del Mes, por su paciencia, amabilidad y cariño, y a la amiga de Alba que tuvo el detalle de tomar la fotografía que ilustra esta publicación.

Presentación de la 22 L’ALTERNATIVA

Rueda de prensa de presentación de la 22 edición de la L’Alternativa. Festival de cinema independent de Barcelona. El acto tuvo lugar el jueves 12 de noviembre de 2015, en la Sala Mirador del CCCB de Barcelona.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: al equipo de l’Alternativa, por su tiempo, dedicación, generosidad y trabajo, y a Marta Suriol y Laura Mercadé de La Costa comunicació, por su paciencia, amabilidad y cariño.

Entrevista a Lara Izagirre

Entrevista a Lara Izagirre, directora de «Un otoño sin Berlín». El encuentro tuvo lugar el martes 3 de noviembre de 2015, en el hall de los Cines Verdi Park de Barcelona.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Lara Izagirre, por su tiempo, generosidad y simpatía, y a Sonia Uría y Alex Tovar (autor de la fotografía que ilustra esta publicación) de Suria Comunicación, por su paciencia, amabilidad y cariño.

Game Over, de Alba Sotorra

poster-game-overEL SOLDADO TRISTE

La joven cineasta Alba Sotorra (Barcelona, 1980) hace su puesta de largo en el cine contándonos la historia de Djalal, un joven de 24 años que tiene que decidir su vida, tomar su camino y empezar a andar. Nació en una familia de clase media en un pueblo de Barcelona, desde niño lo agasajaron con armas, primero de juguete, que luego se volvieron más sofisticadas y de verdad, hasta que Djalal comenzó a grabarse en video en operaciones y aventuras militares y colgarlas en youtube, convirtiéndose de esta manera en Lord_Sex, un personaje mundialmente conocido en el ciberespacio. Su camino y sus ansías de acción y guerra, lo llevaron a alistarse al ejército e irse de voluntario al frente de Afganistán como francotirador. Pero las guerras de hoy en día, no son como las que presentan en el cine, así que Djalal, después de 6 meses combatiendo, volvió a su casa.

Sotorra, cineasta inquieta y de acción, comprometida con las nuevas formas de expresión audiovisual, e interesada en buscar nuevas miradas y viajar al origen del conflicto, con su cámara al hombro para no perderse ningún detalle, y reflexionar sobre los conflictos que acechan a mujeres, política, guerra, sociales… En una de sus instalaciones audiovisuales tropezó con la historia de Djalal (algo así como el reverso del sargento localizador de explosivos que describía la directora Kathryn Bigelow en su film, En tierra hostil, un tipo que sólo en la guerra encontraba su modus vivendi), y arranca su película en la actualidad, en esa casa que Djalal comparte con su padre, Hansi, iraní, con el que no habla mucho, porque critica con extrema dureza la actitud bélica de su hijo. Una vivienda que tienen que vender porque el padre no tiene trabajo y las deudas se acumulan. También, está la madre, Anna, ya separada de su padre, que a diferencia del progenitor, actúa de forma protectora y comprensible con las decisiones de su hijo. También, conoceremos a la novia del chico, mitad barbie, mitad compañera, le ayuda y comparte con él sus sueños frustrados, las ilusiones perdidas de ser un soldado de acción, su deseo de convertirse en mercenario, y soñar con una guerra que no fue, que no es real, que sólo existe en las películas de acción, y en su cabeza.

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Un guion de Isa Campo, brillantemente compuesto, (estrecha colaboradora de Isaki Lacuesta) en el que se opta por una estructura fracturada, en consonancia con la familia que se nos muestra, nos va diseccionando mediante flashbacks que nos desentrañan la maraña emocional que se respira en el seno familiar, una trama que utiliza varios formatos y texturas audiovisuales (grandísimo el trabajo de Jimmy Gimferrer, uno de los cinematógrafos más interesantes del panorama actual): los vídeos domésticos que van de la boda de la pareja, Djalal de niño en viajes con sus padres, abriendo regalos bélicos, tiempos felices y cotidianos que ahora sólo forman parte de un recuerdo vago y lejano, imágenes que se van intercalando con los vídeos que Djalal filmó en el frente, cuidando los encuadres y la belleza del plano, antes de disparar al enemigo, donde vemos los tiempos muertos y hastíos de la guerra, y sobre todo, como el joven utiliza el vídeo para confesar su estado de ánimo y el desencanto de lo que está viviendo (que nos recuerdan a las filmaciones de los soldados de Redacted, de Brian De Palama), y los vídeos realizados por Djalal cuando se convierte en su alter ego militar, (que parecen sacados de alguna película bélica propagandística que asolaron en los años 80 con los Rambo, Comando y demás héroes del tío Sam), un mosaico de filmaciones que retratan no sólo la personalidad de Djalal y su entorno, sino también, un contexto familiar complejo y difícil, donde todos ellos son responsables de una manera u otra de la situación actual que viven. Pero la cineasta no se queda ahí, profundiza aún más en las causas y efectos, quizás la responsabilidad no es sólo del propio Djalal o paterna, la película analiza de forma interesante y veraz una sociedad basada en el consumismo atroz y salvaje, y construida en base al entretenimiento con el fin de codiciar y amasar grandes cantidades de dinero. La película nos ofrece una hermosa y cuidada reflexión sobre la dificultad de la paternidad, la propaganda televisiva, y las nuevas formas de relacionarse a través de las redes sociales, en el que nos revela a Alba Sotorra como una de las voces más comprometidas, inquietantes y sinceras que, habrá que seguir su pista en futuros trabajos, ya sean en el campo cinematográfico u otro medio audiovisual.

Entrevista a Carolina Astudillo Muñoz

Entrevista a Carolina Astudillo Muñoz, directora de «El gran vuelo». El encuentro tuvo lugar el miércoles 11 de noviembre de 2015 en la vivienda de la directora en Barcelona.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Carolina Astudillo Muñoz, por su tiempo, amistad, generosidad y cariño, a Sol Ortega, de prensa de la película, por su dedicación y amabilidad, y a María Estrada (amiga de Carolina) que tuvo el detalle de tomar la fotografía que ilustra la publicación.

La adopción, de Daniela Féjerman

La-adopcionCOMPRAR UN NIÑO

En el 2004, Bertrand Tavernier filmó La pequeña Lola, donde relataba de forma austera y sencilla el viaje a Camboya de una joven pareja francesa que se veía sumida en una infinidad de problemas en su deambular para adoptar una niña. Ahora, también nos cuentan la historia de una joven pareja catalana Natalia y Daniel que se han trasladado a un país ex soviético, nunca nos dicen de cuál se trata, para adoptar un niño rubio. Daniela Fejerman (1964, Argentina) abandona la comedia, en la que había dirigido 3 películas, dos de ellas con Inés París, para adentrarse en una historia que parte de una experiencia propia y personal, sumergiéndonos en un terreno inhóspito y extraño, en un escenario aterrador y difícil, donde la pareja que encarnan espléndidamente Nora Navas y Francesc Garrido, pasará por distintas fases emocionales a medida que avancen en su complejo y kafkiano itinerario para conseguir su objetivo. Poco nos cuentan de su pasado, sólo que se trata de una pareja consolidada, se quieren y ella tiene un padre doctor con el que mantiene una relación tensa.

Ahora, han llegado a este lugar hostil y helado, en muchos instantes muy inquietante y peligroso, cubierto por un manto de nieve, en el que resultará complicado respirar y caminar. Lo que ha empezado como un viaje lleno de ilusión y alegría, acabará convirtiéndose en una vía crucis donde se medirán y resquebrajarán muchas cosas entre la pareja y lo que sienten, que todavía no se habían manifestado. Un viaje que arranca con la pérdida de sus maletas, que podría parecer un caso aislado, pero que la directora ya nos quiere poner en guardia, informándonos que la pareja no lo tendrá nada fácil en su objetivo. Un país diferente, que todavía respira la herencia soviética, que servirá de telón de fondo austero que resulta complicado entender, (Frejérman añade un plus interesante, con la dificultad de entenderse debido al idioma, introduciendo situaciones cómicas), donde su particular y doloroso periplo les llevará por lugares fríos y muy hostiles, desde el apartamento triste en el que se alojan, donde la calefacción va cuando quiere, la visita a orfanatos donde les mostrarán niños con problemas de salud, conocerán funcionarios que parecen militares, su contacto, una señora que actúa como enlace, unas veces parece tenderles la mano, y otras, se muestra como su enemigo, doctores que primero ayudan y luego quieren sacar tajada. Todos viven en un estado decrépito y hundido, muerto, donde la corrupción está a la orden del día, a todos les hace falta dinero, y esta joven pareja, con la excusa del niño, son unas alimañas perfectas.

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La pareja tendrá que soportar las humillaciones de la maraña burocrática que juega con ellos, reclamándoles tiempo y más dinero, una locura psicótica que en muchos momentos parece una película de terror, de esas donde la pareja parece que no se salvará. La relación de pareja se verá machacada y desgastada por los problemas a los que se enfrentan diariamente. Entonces, Frejerman que, nos había mostrado unos personajes y cómo actuaban, nos los gira, y nos encauza unos seres que se ven superados, el que parecía más fuerte, y más firme, se muestra más débil y vulnerable y viceversa. Un drama social de grandísima altura, que nos revela una cineasta seria y personal para un género que ya se había prodigado en sus guiones, (recordemos Sé quién eres, que escribió para Patricia Ferreira). Un guión de hierro escrito pro la directora junto a Alejo Flah, que navega con amplitud de detalles por estas aguas heladas y turbulentas. Otro de los grandes aciertos, aparte de la pareja protagonista, ya comentada, es la tenebrosa y fina luz de Juan Carlos Gómez, que se erige como el perfecto aroma que necesita la trama. Sin olvidarnos de la música, con esa pieza de piano de Véla Bartok, el cuarto de Beethoven que escuchamos y esa nana ucraniana que nos envuelve y da un poco de calor y esperanza a este particular y doloroso descenso a los infiernos.

Un otoño sin Berlín, de Lara Izagirre

un_otoo_sin_berlin_1_grandeENFRENTARSE A LAS HERIDAS

June, una joven que ha pasado un tiempo fuera, vuelve a su pueblo. Allí encontrará a una familia rota, y a su primer novio encerrado en sí mismo. Como el viento sur otoñal, June hará lo posible para reconducir la situación e intentar que todo vuelva a ser como antes. Recuperará la amistad con Ane, que está esperando un niño, y dará clases de francés a Nico, un niño que no quiere entrar a estudiar en el Liceo francés. Lara Izagirre (Amorebieta, 1985) después de varios años dedicados al cortometraje, se mete en su primer largo a tumba abierta, en terreno de roturas emocionales, de dolor silenciado, y en batallas por discernir. Las difíciles relaciones personales que retrata están contadas con suma delicadeza, con la distancia adecuada, instalada en miradas y silencios, batallando con unos personajes a la deriva, sumidos en el llanto y en la pérdida.

Su familia debe todavía afrontar la ausencia de la madre, y llenar lentamente ese vacío que ha dejado, tanto la propia June, como su padre y su hermano, deben acercarse más, hablar de lo que sienten, no tener miedo de mostrar su dolor ante el otro. Por otro lado, June debe recomponer su situación con Diego, su ex, que ahora se ha sumergido en un estado depresivo que le impide salir de casa, el exterior se ha convertido en una amenaza constante para él, y todo lo que viene de ahí, incluida su ex novia, también le hace sentir en desventaja y se esconde en sí mismo. Película de estructura lineal, todo lo vemos y oímos bajo la mirada plácida y serena de June, que no sólo tendrá que batallar contra los demás, sino también consigo misma. Contar las heridas que siguen latiendo en su interior, aceptarse y sobre todo, aceptar a los demás, a los que quiere y con los que se relaciona. Una cinta susurrada al oído, que suena a ilusión rota, a canción desde lo más profundo, donde no hay espacio para subrayados innecesarios, todo está sumido en ese aire de otoño, depresivo pero con alguna alegría. Bañada con la hermosa luz de Gaizka Bourgeaud, que navega entre lo realista y lo bello de ese pueblo sin nombre, aunque las localizaciones se desarrollaron en Amorebieta (lugar de nacimiento de la directora), las calles grises y opacas, con esa fina capa de luz que recorre sin ruido los lugares.

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Izagirre se destapa como una narradora con sello propio, con personalidad, con un pulso firme a la hora de plantar su objetivo, una mirada a tener en cuenta en futuros trabajos. Una joven cineasta que nos habla de situaciones duras y difíciles de digerir, pero lo hace de manera tranquila y honesta, nos conduce por su película de forma sencilla y nos invita constantemente a relacionarnos con lo que se cuenta, apoyándose en lo que no se cuenta, lo que no se dice y se guarda. Rodeada de un buen plantel de intérpretes entre los que destaca la joven Irene Escolar, que vuelve a manifestar su extraordinario talento, dando vida a un personaje complejo y lleno de aristas emocionales, Tamar Novas compone un personaje atormentado, vacío y ausente de sí mismo, su escritura es su forma de relacionarse, y su morada en su refugio donde se siente perdido, como un fantasma de su propia vida. Ramón Barea, Aita, construye su personaje a través de la mirada y lo que calla, todavía hay mucho dolor para hablar y un gesto dice mucho más. Una película hermosa y edificada desde lo emocional, que nos lleva a otra película, de parecida estructura, pero de regreso diferente, si en la de Izagirre el exilio es emocional, en Los paraísos perdidos (1985), de Basilio Martín Patino, la huida era política, tanto June como la hija del intelectual republicano que encarnaba Charo López, se encontrarán con otro escenario, con otros personajes que cuesta reconocer, el tiempo ha caído sobre las cosas, porque aunque no queramos y aceptemos, las cosas nunca vuelven a ser como eran, porque todo está atrapado y sometido al inexorable paso del tiempo.