LOS QUE QUEDAN
El cineasta Haliam Pérez (La Habana, 1982), con experiencia en cortos y ayudante de dirección de Eva Vila y José Luis Guerin, es otro de los jóvenes valores que surgen de la prolífica cantera del Máter de Documental de Creación de la UPF. El realizador fue uno de esos niños, que junto a sus padres dejó Cuba buscando una vida mejor, un futuro diferente que los alejase de la falta de oportunidades de su tierra. Ahora, en su primer trabajo de largometraje, hace el viaje de vuelta, regresa a su casa, después de 13 años sin pisar la isla, vuelve a Cuba a reencontrarse con los suyos y el país que dejó, a La Habana, a casa de su abuela, Caridad Marina Pérez, nacida en 1926, una mujer que pertenece a esa Cuba de Batista, a la Cuba de la dictadura, de la pobreza, que vio en la revolución del 59, el comienzo de un sueño, de una utopía para crear un país nuevo y en libertad. Junto a ella, viven sus tres hijos, el tío Jacinto, que fue militar y lleva 14 años sin ver a su hija Katia que ha emigrado a EE.UU., el tío Arturo, alcohólico, que nunca fue el mismo después de su estancia en los años 80 en la RDA. La tía Odalys, mano derecha de la abuela y los dos hijos de ésta.
Un microcosmos humano que son filmados a contraluz por el director, en una manera de acercarse a ellos, a volver a mirarlos, a compartir ese espacio y ese tiempo, a que le expliquen sus historias, a que vuelvan a enfrentarse a sus recuerdos, que van desde la alegría y la ilusión de los tiempos de la revolución, del cambio que trajo paz y trabajo, a los años venideros que describen un tiempo roto, abandonado, donde se ha instalado la amargura y la soledad. Un tiempo que ahora ha invadido esa casa, la de la matriarca que acoge a sus hijos llenos de pena y silencio. Pérez no mira hacia afuera, apenas un par de planos exteriores, su mirada se centra en el interior de la casa, en la profundidad de las personas, en sus sueños olvidados, en las sombras y espectros de cada uno, en las distintas visiones y reflexiones que emiten de la revolución, de lo que fue, lo que siguió y lo que es ahora, en ese final de todo, del sueño, de las ilusiones marchitadas, oxidadas, y antiguas que ahora parecen sólo existir en la memoria de cada uno de ellos.
Pérez filma a susurros, documenta esos cuerpos cansados y doloridos, invadiendo una intimidad de modo profundo y personal, huyendo del subrayado emocional, mostrándose respetuoso y paciente con lo que cuenta, y sobre todo, con las personas que está filmando, tratando de entenderlos desde la sinceridad y honestidad. Pérez toma el pulso de las fracturas y pérdidas que ha ocasionado la revolución cubana, ese amargo despertar que han sufrido y ahora sobreviven los componentes de su familia, una familia rota y separada. Se pregunta si todo esto valió la pena, y nos cede a los espectadores la palabra. El director observa a sus criaturas de modo íntimo y cercano, no se inmiscuye en su dolor y su amargura, los retrata de forma tierna y profunda. Les pregunta por sus cosas, por su vida, por su pasado, que cuesta mirarlo y llevarlo a cuestas, mientras nos va introduciendo con filmaciones domésticas y fotografías de entonces, de cuando reían y amaban, con todo ese abanico memorístico que forman sus recuerdos, los que quieren olvidar y no pueden, y los que ya olvidaron y se lamentan por ello. Una película sobre una familia, sobre lo que fueron, lo que son y quizás ya no serán, sobre cómo afecta el curso histórico de un país a las personas que viven y trabajan y de cómo se relacionan entre ellos y con su país. Un retrato oscuro y amargo de lo cotidiano sobre el fin de la utopía, de un sueño que fue la revolución cubana. Un mundo que ya sólo pertenece al pasado, de espectros y sombras, de recuerdos que se amontonan y duelen, de volver a mirarse al espejo sin necesidad de ajusticiarse ni reprocharse el pasado que ahora se siente alejado y perdido.
<p><a href=”https://vimeo.com/96002845″>MARINA TRAILER 4MIN</a> from <a href=”https://vimeo.com/collectiurucs”>Col·lectiu Rucs</a> on <a href=”https://vimeo.com”>Vimeo</a>.</p>