Joyland, de Saim Sadiq

SER POR ENCIMA DE TODO. 

“La identidad de una persona no es el nombre que tiene, el lugar donde nació, ni la fecha en que vino al mundo. La identidad de una persona consiste, simplemente, en ser, y el ser no puede ser negado”.

José Saramago

En toda mi experiencia como espectador de cine, que ya abarca más de tres décadas,  solamente recuerdo haber visto dos películas pakistaníes. Una de ellas, El silencio del agua  (2003), de Sabiha Sumar, que mezclaba la experiencia personal de un joven enamorado contra la islamización de la dictadura de 1979. La otra, más reciente, El viaje de Nisha (2017), de Iramb Haq, filmada en Noruega, en la que una joven lucha contra el patriarcado de su familia. Así que, una película como Joyland es muy bienvenida, porque el cine de Pakistán no se prodiga mucho por estos lares. El director Saim Sadiq, nacido en Lahore (Pakistán), ambienta su ópera prima en su ciudad natal, y lo hace después de ocho cortometrajes, entre los que destaca Darling (2019), una pieza de 16 minutos, protagonizada por la actriz trans Alina Khan, que interpreta a una joven que que quiere hacerse un sitio con su espectáculo de danza erótica mientras descubre el amor. 

Buena parte del argumento, estética y protagonista de Darling, vuelven a ser parte importante en Joyland, en un guion escrito por Maggie Briggs y él mismo, en que el director pakistaní nos cuenta el conflicto de Haider, un joven que es un hombre diferente, alguien demasiado sensible y tranquilo para el hombre religioso y familiar del que se espera en su familia. La cosa aún se tensará más cuando Haider encuentra trabajo como bailarín de danza erótica en el espectáculo de Biba, una artista trans de la que se enamora, ocultándoselo a su mujer Mumtaz y a toda su familia. Sadiq teje una película muy emocionante e inteligente donde prevalece la construcción de la identidad en un enfrentamiento entre Haider, que se esconde de los demás y vive con el miedo constante de ser descubierto, y Biba, que es todo lo contrario, porque muestra quién es y se enfrenta a quién sea. Y luego, se centra en el amor entre Haider y Biba, un amor a contracorriente, fuera de la norma, en el que se dejan llevar por la pasión y el deseo. Todo esto lo mezcla con los otros, la familia de Haider, con una esposa que cada vez se siente más sola, un hermano y cuñada demasiado cuadrados, y un padre conservador que prohíbe cualquier atisbo de libertad en su casa. 

Una película que es un viaje personal e íntimo de su hilo conductor, el tal Haider, en su proceso de ser y estar, que no es poco por el contexto en el que vive. Una historia con mucha ironía, como la que hace referencia a su título Joyland, ese país de disfrute, de atracciones, de luces de neón y demás, que para ser hay que ocultarse de los demás, toda una triste realidad de un país con contrastes tan significativos. La película no solo es magnífica en lo que cuenta, sino también en cómo lo cuenta, porque brilla en su parte técnica con una cinematografía de Joe Saade, que recientemente estrenó Costa Brava, Líbano, de Mounia Akl, con esa imagen de 4:3 y una estética oscura mezclada con esas luces fluorescentes y neón que tanto acostumbran las películas chinas, el excelso montaje de Jasmin Tenucci y el propio director, en el que consiguen una película que fusiona la fisicidad con los números musicales y la pausa con sus personajes dubitativos, en una cinta que se va a las dos horas de metraje. La música de Abdullah Siddiqui construye de forma admirable y sentida, y acompaña los diferentes estados de ánimo en los que viven los atribulados personajes. 

Joyland tiene todos los ingredientes de forma y fondo bien contados, estudiados y detallados, donde no falta realidad y poética, por eso el elenco no podía desentonar en un relato que se detiene en todos los detalles. Un reparto lleno de sabiduría, donde se impone una naturalidad e intimidad que desborda la pantalla, acercándonos a esa atmósfera dividida entre lo que desean los diferentes personajes y la realidad tan dura y cortante en la que viven. con una Alina Khan, que repite con Sadiq, espectacular, una mujer de bandera que vive su identidad con la más absoluta normalidad y enfrentándose a todos y todas, como deja clara la portentosa secuencia en el metro. Junto a ella Ali Junejo, actor conocido en Pakistán, que da vida a Haider, un hombre atrapado en una sociedad demasiado patriarcal y anticuada, que todavía mantiene valores que atentan contra la libertad y la identidad individual. Tenemos a Rasti Farooq como Mumtaz, la esposa de Haider, una mujer también atrapada, alguien que cada vez está más sola y necesitada en todos los sentidos. Y luego, los otros: el hermano y la cuñada, que interpretan Sameer Sohail y Sarwat Gilani, respectivamente, y el padre que hace Salmaan Peerzada, que viven de forma tradicional e hipócritamente. 

Celebramos que una distribuidora como Surtsey Films, siempre atenta a descubrirnos cinematografías nada convencionales y muy interesantes, haya puesto sus ojos en una película de estas características y haya decidido estrenarla junto a Filmin, porque estamos ante una película sobre la libertad y todo lo que una palabra tan denostada y apropiada conlleva, que no es poco. con Joyland hemos disfrutado y sufrido porque cuenta una historia tan emocional y personal, sino por su forma de contarla, tan real, tan llena de vida, de sentimientos y de amor, y sobre todo, alejándose de ese sentimentalismo y buenismo que tanto daño hacen en el cine y en la vida, porque la vida y la realidad van por otro lado, y en demasiadas ocasiones la sociedad y la ley imperantes van en contra de las necesidades y deseos de las personas que solo quieren que las dejen en paz y vivir su identidad de forma tranquila y natural, solo eso, y enamorarse de quién sea, de cómo sea y sobre todo, sin que nadie los critique y los juzgue por el simple hecho de ser diferente y no entrar en el canon establecido en el que viven y piensan. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

Entrevista a Claire Simon

Entrevista a Claire Simon, directora de la película “Quiero hablar sobre Duras”, en el marco del BCN Film Festival en el Hotel Casa Fuster en Barcelona, el martes 26 de abril de 2022.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Claire Simon, por su tiempo, sabiduría, generosidad y cariño, a Gerard Cassadó de Filmin, por por su amabilidad, generosidad, tiempo y cariño. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

Entrevista a Nicolás Martín y Gabriela Alonso

Entrevista a Nicolás Martín y Gabriela Alonso, directores de la película “Tener tiempo”, en el marco del D’A Film Fest, en el Hotel Regina en Barcelona, el jueves 5 de mayo de 2022.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Nicolás Martín y Gabriela Alonso, por su tiempo, sabiduría, generosidad y cariño, y al equipo de comunicación del festival, por su amabilidad, generosidad, tiempo y cariño. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

El cine de aquí que me emocionó en el 2021

El año cinematográfico del 2021 ha bajado el telón. 365 días de cine han dado para mucho, y muy bueno, películas para todos los gustos y deferencias, cine que se abre en este mundo cada más contaminado por la televisión más casposa y artificial, la publicidad esteticista y burda, y las plataformas de internet ilegales que ofrecen cine gratuito. Con todos estos elementos ir al cine a ver cine, se ha convertido en un acto reivindicativo, y más si cuando se hace esa actividad, se elige una película que además de entretener, te abra la mente, te ofrezca nuevas miradas, y sea un cine que alimente el debate y sea una herramienta de conocimiento y reflexión. Como hice el año pasado por estas fechas, aquí os dejo la lista de 27 títulos que he confeccionado de las películas de fuera que me han conmovido y entusiasmado, no están todas, por supuesto, faltaría más, pero las que están, si que son obras que pertenecen a ese cine que habla de todo lo que he explicado. (El orden seguido ha sido el orden de visión de un servidor, no obedece, en absoluto, a ningún ranking que se precie).

1.- LA MAMI, de Laura Herrero Garvin. 

La Mami, de Laura Herrero Garvín | 242 películas después (242peliculasdespues.com)

Entrevista a Laura Herrero Garvín | 242 películas después (242peliculasdespues.com)

2.- NACIÓN, de Margarita Ledo Andión. 

Nación, de Margarita Ledo Andión | 242 películas después (242peliculasdespues.com)

Entrevista a Margarita Ledo Andión | 242 películas después (242peliculasdespues.com)

3.- DARDARA, de Marina Lameiro. 

Dardara, de Marina Lameiro | 242 películas después (242peliculasdespues.com)

4.- UN EFECTO ÓPTICO, de Juan Cabestany.

Un efecto óptico, de Juan Cavestany | 242 películas después (242peliculasdespues.com)

5.- KAREN, de María Pérez Sanz.

Karen, de María Pérez Sanz | 242 películas después (242peliculasdespues.com)

Entrevista a María Pérez Sanz | 242 películas después (242peliculasdespues.com)

6.- UN BLUES PARA TEHERÁN, de Javier Tolentino. 

Un blues para Teherán, de Javier Tolentino | 242 películas después (242peliculasdespues.com)

Entrevista a Javier Tolentino | 242 películas después (242peliculasdespues.com)

7.- LOBSTER SOUP, de Pepe Andrey y Rafa Molés.

Lobster Soup, de Pepe Andreu y Rafa Molés | 242 películas después (242peliculasdespues.com)

Entrevista a Rafa Molés y Pepe Andreu | 242 películas después (242peliculasdespues.com)

8.- ARMUGÁN, de Jo Sol. 

Armugán, el último acabador, de Jo Sol | 242 películas después (242peliculasdespues.com)

Entrevista a Jo Sol | 242 películas después (242peliculasdespues.com)

9.- SEDIMENTOS, de Adrián Silvestre. 

Sedimentos, de Adrián Silvestre | 242 películas después (242peliculasdespues.com)

Entrevista a Saya Solana y Adrián Silvestre | 242 películas después (242peliculasdespues.com)

10.- AMA, de Júlia de Paz Solvas.

Ama, de Júlia de Paz Solvas | 242 películas después (242peliculasdespues.com)

Entrevista a Tamara Casellas | 242 películas después (242peliculasdespues.com)

Entrevista a Júlia de Paz Solvas | 242 películas después (242peliculasdespues.com)

11.- PERIFÉRIA, de Xavi Esteban y Odei A. Etxearte 

Entrevista a Xavi Esteban | 242 películas después (242peliculasdespues.com)

12.- NEGRO PÚRPURA, de Sabela Iglesias y Adriana P. Villanueva. 

Negro púrpura, de Sabela Iglesias y Adriana P. Villanueva | 242 películas después (242peliculasdespues.com)

13.- MADRES PARALELAS, de Pedro Almódovar. 

Madres paralelas, de Pedro Almodóvar | 242 películas después (242peliculasdespues.com)

14.- EL RETORNO, LA VIDA DESPUÉS DEL ISIS, de Alba Sotorra. 

El retorno, la vida después del ISIS, de Alba Sotorra | 242 películas después (242peliculasdespues.com)

Entrevista a Alba Sotorra | 242 películas después (242peliculasdespues.com)

15.- MAIXABEL, de Icíar Bollaín. 

Maixabel, de Icíar Bollaín | 242 películas después (242peliculasdespues.com)

16.- QUIÉN LO IMPIDE, de Jonás Trueba. 

Quién lo impide, de Jonás Trueba | 242 películas después (242peliculasdespues.com)

Entrevista a Candela Recio | 242 películas después (242peliculasdespues.com)

Entrevista a Jonás Trueba | 242 películas después (242peliculasdespues.com)

17.- EL SUSTITUTO, de Óscar Aibar. 

El sustituto, de Óscar Aibar | 242 películas después (242peliculasdespues.com)

Entrevista a Vicky Luengo | 242 películas después (242peliculasdespues.com)

Entrevista a Pere Ponce | 242 películas después (242peliculasdespues.com)

Entrevista a Ricardo Gómez | 242 películas después (242peliculasdespues.com)

Entrevista a Óscar Aibar | 242 películas después (242peliculasdespues.com)

18.- EL BUEN PATRÓN, de Fernando León de Aranoa.

El buen patrón, de Fernando León de Aranoa | 242 películas después (242peliculasdespues.com)

19.- TRES, de Juan Giménez. 

Tres, de Juanjo Giménez | 242 películas después (242peliculasdespues.com)

Entrevista a Oriol Tarragó | 242 películas después (242peliculasdespues.com)

Entrevista a Miki Esparbé | 242 películas después (242peliculasdespues.com)

Entrevista a Juanjo Giménez | 242 películas después (242peliculasdespues.com)

20.- TRANCE, de Emilio Belmonte. 

Trance, de Emilio Belmonte | 242 películas después (242peliculasdespues.com)

Entrevista a Jorge Pardo | 242 películas después (242peliculasdespues.com)

Entrevista a Emilio Belmonte | 242 películas después (242peliculasdespues.com)

21.- LIBERTAD, de Clara Roquet. 

Libertad, de Clara Roquet | 242 películas después (242peliculasdespues.com)

22.- EL VIENTRE DEL MAR, de Agustí Villaronga. 

El vientre del mar, de Agustí Villaronga | 242 películas después (242peliculasdespues.com)

Entrevista a Marcús JGR | 242 películas después (242peliculasdespues.com)

23.- FANTASÍA, de Aitor Merino. 

Fantasía, de Aitor Merino | 242 películas después (242peliculasdespues.com)

Entrevista a Aitor Merino | 242 películas después (242peliculasdespues.com)

24.- LA HIJA, de Manuel Martín Cuenca. 

La hija, de Manuel Martín Cuenca | 242 películas después (242peliculasdespues.com)

Entrevista a Patricia López Arnaiz | 242 películas después (242peliculasdespues.com)

Entrevista a Manuel Martín Cuenca | 242 películas después (242peliculasdespues.com)

25.- MAGALUF GHOST TOWN, de Miguel Ángel Blanca. 

Magaluf Ghost Town, de Miguel Ángel Blanca | 242 películas después (242peliculasdespues.com)

Entrevista a Miguel Ángel Blanca | 242 películas después (242peliculasdespues.com)

26.- SEIS DÍAS CORRIENTES, de Neus Ballús. 

Seis días corrientes, de Neus Ballús | 242 películas después (242peliculasdespues.com)

Entrevista a Valero Escolar, Mohamed Mellali y Pep Sarrà | 242 películas después (242peliculasdespues.com)

Entrevista a Neus Ballús | 242 películas después (242peliculasdespues.com)

27.- ¿QUÉ HICIMOS MAL?, de Liliana Torres. 

¿Qué hicimos mal?, de Liliana Torres | 242 películas después (242peliculasdespues.com)

Entrevista a Liliana Torres | 242 películas después (242peliculasdespues.com)

Entrevista a Oriol Estrada y Natalia Cabral

Entrevista a Oriol Estrada y Natalia Cabral, directores de la película “Una película sobre parejas”, en su vivienda en Capellades, el miércoles 6 de julio de 2022.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Oriol Estrada y Natalia Cabral, por su tiempo, sabiduría, generosidad y cariño, y a mi querido amigo Óscar Fernández Orengo, por retratarnos de forma tan especial. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

Entrevista a Tess Renaudo y Cristina Riera

Entrevista a Tess Renaudo y Cristina Riera, codirectoras de L’Alternativa. Festival de Cinema Independent de Barcelona, en el CCCB en Barcelona, el jueves 17 de noviembre de 2022.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Tess Renaudo y Cristina Riera, por su tiempo, sabiduría, generosidad y cariño, y a Mariona Borull de Comunicación de L’Alternativa, por su amabilidad, generosidad, tiempo y cariño. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

El agua, de Elena López Riera

DE TODOS LOS FANTASMAS QUE SURCAN ESTA TIERRA.

“El mito sólo es reflejo de una realidad”

“Los pasos perdidos” (1953), Alejo Carpentier

Es una verdadera lástima que los cortometrajes se destinen, principalmente, al circuito de festivales, amén de algunas plataformas, porque tener la posibilidad de poder verlos allana el camino en el momento de poder analizarlos y sobre todo, reflexionar en relación a sus posteriores trabajaos. Por eso resulta realmente revelador  haber visto todos los trabajos de una cineasta como Elena López Riera (Orihuela, Alicante, 1982), desde que tuvo el privilegio de ver Pas à Genève (2014), en el D’A Film Festival en Barcelona, largometraje codirigido por el colectivo lacasinegra, formado por la propia Elena, junto a Gabriel Azorín, Carlos Pardo y María Antón Cabot. Ya en solitario, una especie de trilogía no declarada sobre su pueblo y los mitos y tradiciones que allí perduran, como Pueblo (2014), Las vísceras (2016), y Los que desean (2018), tres trabajos donde encontramos los gérmenes de El agua, su debut en solitario en el largometraje.

La opera prima de López Riera se sitúa en su espacio, Orihuela, al sur de Alicante, fronterizo con Murcia, en la comarca de la Vega Baja del Segura, en uno de los pasos del río Segura, fuente esencial para su agricultura, y también, fuente que, en ocasiones, ha arrasado inundando la zona. La película construye ese lugar límbico, entre dos mundos, entre dos lugares, entre el no lugar, con elementos que ya estaban en sus cortometrajes. El fuerte arraigo de mitos y leyendas que se va heredando a través de la tradición oral de las mujeres, que ya estaba en Las vísceras, las relaciones materno-paterno-filiales y así como la tradición del palomo deportivo tan arraigado de Los que desean, la vuelta a los orígenes en una especie de empezar de nuevo, la noche como aliada para la extrañeza y la soledad, y la fuerte tradición católica que vimos en Pueblo, y esa constante de la falta de oportunidades laborales que obliga a los más jóvenes en huir de su lugar, y ese continuo deambular de la juventud de no saber qué hacer ni adonde ir, tan presente en sus trabajos.

Todos esos elementos están presentes en El agua, y siguen siendo motivo de exploración y reflexión por parte de la oriolana, desde la fábula cotidiana que se mimetiza con el paisaje, a través de la fisicidad de la tierra con esa otra parte más espiritual, donde el más allá forma parte de la vida diaria de sus habitantes, son dos componentes vitales en la película, donde conocemos a Ana, un hilo conductor que nos va mostrando esa realidad-irrealidad tan mezclada y confusa por donde se mueve y se alimenta la película. Una adolescente que, como muchas antiheroínas, ha entrado en esa etapa de transición de la adolescencia, donde va a descubrir el primer amor, un amor que la hace vibrar y también, le da miedo, por ese continuo vaivén por el que transita la trama, entre lo terrenal y lo emocional, entre la realidad y la fantasía, entre la infancia y la edad adulta, entre continuar en el pueblo y huir lejos, entre lo que uno siente y lo que no es empujado a hacer, entre las madres y padres y los amigos de siempre, entre la tierra y el río, entre esa inmovilidad en continuo movimiento, pero sin rumbo ni ilusión, entre la alegría y el miedo, entre la dura realidad del día y la familia, y la compañía de la noche, símbolo de amistad y libertad.

López Riera se acompaña para la aventura de su primer largometraje en solitario, de muchos de sus cómplices de viaje en los cortometrajes, como Milagros Mumenthaler y David Epiney en la producción, que ya estaban en Los que desean, y tienen en su haber autores tan importantes como Milagros Mumenthaler, Jean-Gabriel Péirot, Lluís Galter, Luis López Carrasco, ahí es nada. Philippe Azoury, en el guión, que ya fue cámara en Las vísceras, Giuseppe Truppi en la cinematografía y Raphaël Lefèvre en el montaje, que ya estuvieron tanto en Pueblo como en Los que desean, Mathieu Farnarier en sonido que trabajó en Los que desean, y los nuevos compañeros de itinerario como en sonido con Carlos Ibáñez y Denis Séchaud, que han trabajado con nombres tan ilustres como los de Miguel Gomes e Isaki Lacuesta, entre otros, la música de Nadine Knoepfel, que afianza esos dos universos y estados de ánimo tan fusionados de la historia, el arte de un grande como Miguel Ángel Rebollo, con una filmografía excelente junto a Javier Rebollo, Jonás Trueba y Rodrigo Sorogoyen, entre otros, y finalmente, la asistencia en dirección de Adrián Orr, uno de los cineastas más interesantes del actual panorama.

Como no podía ser de otra manera, la directora alicantina vuelve a contar con actores no profesionales para su película, un elemento capital en todos sus cortometrajes, donde se consigue esa idea de verdad, naturalidad e intimidad, como las amigas adolescentes de la protagonista como Irene Pellicer, Nayara García, Lidia Mária Canóvas, y Pascual Valero, y la fabulosa pareja protagonista, tan del lugar y tan de cualquier lugar, formada por los debutantes Alberto Olmo como José, el chico que ha vuelto o quizás, no se ha ido, o simplemente se ha ocultado de todos y todo, que se debate entre seguir con la tierra y no saber qué hacer, que se enamora de Ana, a la que da vida la impresionante Luna Pamies, con esa mezcla de inocencia, fragilidad y fuerza, que se debate entre su triste realidad, siendo la tercera de su familia, donde tanto su abuela como su madre alimentan esa leyenda de las mujeres y el río, junto a unas sólidas y cercanísimas Nieve de Medina como la abuela, medio bruja, llena de sabiduría y humana, y una Bárbara Lennie, despojada de todo armazón, siendo una madre liberal, juvenil y demasiado independiente.

El agua es una película muy atávica y muy actual, porque nos habla de pasado y presente, de lo que fuimos y todos lo que arrastramos, de vidas en suspenso, y mujeres perdidas y valientes. Tiene ese aroma de cuento que nos contaban nuestras abuelas y madres mientras se hacía la comida, en la que consigue una fusión perfecta entre el documento, con esas voces orales de las mujeres de la región explicando sus relaciones con las leyendas y mitos que rodean el lugar, y esa crónica de una juventud encarcelada, desesperada y sometida a la falta de todo, donde lo rural trasciende y se vuelve otra cosa, mucho más universal y penetrante, donde nos sumergimos en otro lugar, otro estado de ánimo, y la ficción, donde entra la fantasía y el terror, vivos y muertos, presentes y ausentes, habitantes y fantasmas, en un cuento sobre mujeres que sueñan, que alimentan el mito y la leyenda sobre el río que se desborda y destruye todos sus sueños e ilusiones, sobre tradiciones que viven y perviven entre las mujeres y se pasan entre generaciones, para que cuando el río se quiera llevar a alguna de ellas, estén alerta, y hagan lo imposible para que el río no se desborde y el agua inunde a todas y se les meta dentro. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

Entrevista a Ariadna Ribas

Entrevista a Ariadna Ribas, comontadora de “Pacifiction”, de Albert Serra, entre muchas otras, en su domicilio en Barcelona, el martes 6 de septiembre de 2022.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Ariadna Ribas, por su tiempo, sabiduría, generosidad y cariño, y a mi querido amigo Óscar Fernández Orengo, por hacernos un retrato tan bonito. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

La chica y la araña, de Ramón y Silvan Zürcher

LA MUDANZA DE LISA.  

“Era la vida lo que los separaba, la sangre que bombeaba aún con demasiada fuerza”

“Nadie está a salvo” (2011), de Margaret Mazzantini

En la edición número veinte de l’Alternativa. Festival de Cinema Independent de Barcelona, me llamó muchísimo la atención una película alemana de título Das merkwürdige Kätzchen, que se llamó El extraño gatito, de Ramón Zürcher (Aarberg, Suiza, 1982), una extraña comedia absurda, surrealista y cotidiana sobre una excéntrica familia en Berlín. Nueve años después vuelvo a encontrarme con una película de Zürcher, que ahora escribe y dirige junto a su hermano gemelo Silvan, y nos vuelve a deleitar con otra película con una estructura muy parecida a la anterior. La acción es sencilla y muy minimalista, nos encontramos en un par de días y su noche, en la que Lisa, una joven deja su piso compartido con Mara y Markus, para irse a vivir sola. La acción es muy activa y tremendamente física, porque asistimos a los quehaceres cotidianos de una mudanza en la nueva vivienda, donde unos van y vienen, el ruido de los golpes, los muebles y demás enseres arrastrándose y el trasiego de los habitantes que allí se encuentran, con la inclusión de los vecinos alertados que entran a ver qué ocurre.

Una coreografía serigrafiada en el que abundan los géneros mezclados, porque encontramos tragicomedia, amistades que se rompen, amores que parecen empezar, tensiones y encuentros sexuales, y ese marco de cuento de hadas urbano e íntimo, donde se mezcla el movimiento físico, las penetrantes miradas que se dedican unos a otros, y una cámara generalmente muy estática que recoge todo ese mundo y submundo que está sucediendo en directo para nosotros. Durante la noche, se celebra una fiesta en el piso que deja Lisa, en el que muchas cosas abiertas durante la mañana se resolverán y otras se abrirán entre los diferentes personajes, y la incorporación a la trama de unas vecinas. Vemos la película desde la posición emocional de Mara, extraña y esquiva, que está pero no ayuda ni mucho menos participa en el trabajo observa detenidamente, habla poco, mira muchísimo más. La película no necesita del diálogo para exponer los conflictos que están, lo desenvuelve casi todo mediante las miradas y el sonido, añadiendo música de piano de Philipp Moll, el vals bielorruso “Gramophone”, de Eugene Doga, que actúa como visagra de los diferentes actos de la acción, y el tema ochentero “Voyage, Voyage”, de Desireless, que rastrea con suma delicadeza el estado emocional de Mara.

El arrollador y extremo dispositivo ayuda a generar ese espacio doméstico convertido en un enredado laberinto emocional, generando las múltiples tensiones y conflictos emocionales, así como las pulsiones sentimentales y sexuales entre los personajes, entre la herida de la separación entre Lisa y Mara, el deseo sexual entre Astrid, la madre de Lisa y Jurek, el jefe de mudanzas, la atracción entre Jan, el ayudante de mudanzas y Mara, la tensión sexual entre Markus y Kerstin, la vecina de abajo, y las neuras gatunas, otra vez un gato en el relato, de Ms. Arnold, la anciana rarísima del piso de arriba. Todo funciona con brillantez y armonía desde la grandísima cinematografía de Alexander Haiskerl, que repite con los Zürcher, el tremendo trabajo de montaje que estructura ritmo y agilidad a una película de noventa y ocho minutos de metraje que firman Katharina Bhend y Ramón Zürcher, el trabajadísimo sonido que apabulla y genera un nerviosismo atroz en el espacio que firman Balthasar Jucker y Luces Oliver Geissler. Una película casi en su totalidad de interiores, de espacios reducidos y tensos, en el que hay algún que otro momento exterior en el que los personajes miran hacia la vida en la calle, o ese otro fantástico con las miradas entre los del piso y la camarera a través del gran ventanal de la cafetería. Un grandísimo reparto que compone con naturalidad, sutileza y calidez unos personajes complejos y muy callados, en el que encontramos a Henriette Confurius como Mara, Liliane Amuat es Lisa, Ursina Lardi como Astrid, Flurin Giger es Jan, Dagna Litzenberger Vinet es Kerstin, Lea Draeger es Nora, entre otros.

Estamos ante una narración directa, que está ocurriendo en ese momento y muy acotada en el tiempo, a penas veinticuatro horas en la vida de estas personas, eso sí, pocas horas que marcará el final de una etapa importante en Lisa y Mara y el comienzo de otra, otra en la que ya no estarán juntas, otra que empezará con la añoranza del pasado y la vulnerabilidad ante un tiempo incierto y misterioso, como marcan las ensoñaciones con la antigua morada de la habitación de Lisa, que se supone que es una camarera de barco, o los flashbacks que remiten a un tiempo extinguido, un tiempo pasado que no volverá. Los directores se acogen a la influencia de películas como Estaba en casa, pero… (2019), de Angela Schanelec, a la que podríamos añadir Del inconveniente de haber nacido (2020), de Sandra Wollner, y las relaciones que construía con sutileza y tensión el genio de Rohmer, donde todo parecía ligero pero encerraba una fuertísima tensión entre los personajes, y los silencios incomodísimos de Bresson y Antonioni, en los que los individuos decían mucho más que con las palabras. Aplaudimos y celebramos que la distribuidora Vitrine Films apueste por películas como La chica y la araña, porque no solo aportan una visión del cine muy personal, sino que captura la vida, sus conflictos, sus heridas, su fugacidad y su feroz vulnerabilidad e incertidumbre de forma sencilla, muy plástica y excelente. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

Mi vacío y yo, de Adrián Silvestre

SOY RAPHI NADA MÁS.

“No hay necesidad de apresurarse. No hay necesidad de brillar. No es necesario ser nadie más que uno mismo”.

Virginia Woolf

El año pasado conocimos a Tina Recio, Alicia de Benito, Cristina Millan, Saya Solana, Magdalena Brasas y Yolanda Terol. Las seis mujeres trans que protagonizaban Sedimentos, de Adrián Silvestre (Valencia, 1981). Una estupenda película que profundizaba en el interior de seis mujeres que nos explicaban sus realidades a través de un divertido y humanista periplo por la zona rural de León. Silvestre sigue en el universo trans con la película Mi vacío y yo, en la que nos sitúa en la mirada de Raphaëlle Pérez, una mujer trans francesa que acaba de aterrizar en Barcelona. La cámara acogedora y cercanísima de Silvestre sigue incansablemente la realidad y realidades a las que se enfrenta una mujer joven, una mujer atrapada en un cuerpo de hombre, empleada en un call center, muy sensible y naïf, compleja, vital y contradictoria, que desea ser aceptaba y encontrar a un hombre con el que tener una relación.

La película parte de un magnífico guion que firman el director Carlos Marquès-Marcet, Raphaëlle y el propio director, a través de un relato que huye del sentimentalismo y el edulcoramiento, en el que hay honestidad y sensibilidad, donde construye una historia completamente descarnada y muy realista de la cotidianidad de Raphi, a la que vemos en sus visitas al médico para seguir el tratamiento de su tránsito, sus decepcionantes citas con hombres que le llevan a encuentros sexuales insatisfactorios, y su idea de ser aceptaba en una sociedad que continuamente la señala y le imponen una “normalidad” generalizada que excluye a los diferentes. Silvestre vuelve a contar en la producción con Javier Pérez Santana, al que se unen Marta Figueras y la directora Alba Sotorra, Laura Herrero Garvín vuelve a encargarse de la cinematografía como ya hiciese en Sedimentos, en un trabajo transparente, donde no hay artificio ni tampoco embellecimiento, sino algo sumamente tangible e íntimo, como si se pudiese tocar, siguiendo junto a la protagonista en sus tristezas y reflexiones, en su deambular por una Barcelona alejada de la postalita. Una ciudad de verdad, donde la gente trabaja y vive como puede, una urbe real y de cada día.

Del montaje vuelve a hacerse cargo Adrián Silvestre, en un preciso y detallista ejercicio donde prima lo físico y lo interior, consiguiendo un ritmo ágil y sencillo en el que los noventa y ocho minutos de metraje se ven con atención y sobre todo, dando tiempo a una reflexión necesaria en este tipo de historias. Como hemos mencionado, es tan importante el viaje físico como interior de Raphaëlle en la película, en este itinerario en el que ella debe aceptarse y ser aceptada en su propio camino y fluyendo con todas las cosas de su alrededor, como con las cosas que le van sucediendo, tanto las más incómodas y de rechazo, y aquellas otras donde se valora su identidad, y la persona que quiere ser como la muestra de artistas en la que ella participa, el trabajo como actriz en la obra de teatro sobre su experiencia y conocer a hombres que la valoran y desean tal y como ella es. Mi vacío y yo tiene esa forma de cuento, de relato en primera persona, de búsqueda interior y sobre todo, de encontrar tu lugar en el mundo, de seguir en el viaje a pesar de todo y todos para encontrarse a esas personas que no miran lo otro y si a la persona que tienen frente a ellos, una persona que busca quién quiere ser y ser aceptada por los demás.

Con Sedimentos y Mi vacío y yo, el director valenciano ha tejido con sabiduría y paciencia un hermosísimo díptico que no solo visibiliza el colectivo de mujeres trans, sino que profundiza en los prejuicios y “normalidades” de nuestra sociedad a la que todavía le falta sensibilidad y acercamiento a todo aquello que resulte diferente, que suele rechazar y condenar, aunque Raphaëlle se encontrará a personas, todavía pocas, que la miran de otra manera, de una forma más humana y con la inquietud de conocer y escuchar, aunque sean breves destellos, las cosas están cambiando poco a poco, y eso no es solo primordial para el crecimiento emocional de una sociedad, sino completamente necesario para construir una sociedad más plural, diversa y llena de amor y libertad. Una película que traza toda su ingeniería en la mirada y existencia de su protagonista, necesitaba a una mujer capaz de contar, sufrir y sentir como la hace Raphaëlle Pérez, una interpretación maravillosa y tan de verdad, en esta ejemplar fusión de documento y ficción, donde es tan importante lo que se ve como lo que no, porque la riqueza del relato radica en ese mundo interior de la protagonista, una persona a la que podemos mirar desde todos los ángulos, que se abre en canal para contarnos su vida, para contarnos sus intimidades, para trabajar en la aceptación de su viaje, y ser querida por los demás.

Nos encanta volver a encontrarnos a las seis maravillosas mujeres de Sedimentos en breves pero intensas intervenciones en Mi vacío y yo, porque resultan fundamentales para ayudar y acompañar a Raphaëlle en su viaje, porque no solo aportan sus experiencias y testimonios, sino que son un buen apoyo emocional en el viaje que está realizando la protagonista. El personaje de Raphi no está muy lejos de los transparentes, desdichados y cercanos personajes de las películas de Rainer Werner Fassbinder, personas que hacen lo imposible para vivir una existencia de lo más humana posible y ser uno más, amar y sentirse amados, sin cortapisas de nadie y sin trampas, de verdad, de esos amores que se sienten profundamente, que tienen algo de otro mundo, de otra dimensión, de ser ese otro que te niegas o simplemente ser uno mismo, aceptado, deseado y querido, quizás una tarea harto complicada en una sociedad que se empeña en deambular por las apariencias y en la superficialidad, aunque como sucede con todas las cosas más importantes de la vida que no cuestan dinero, pero cuestan tanto. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA