El fantástico caso del Golem, de Burnin’ Percebes

MI AMIGO SE HA ROTO EN 1000 PEDAZOS. 

“La comedia donde la obtención de la risa ya no es la primera prioridad. Es un humor que puede primar la incomodidad, el malestar por encima de otras cosas. Puede servir para hacer comentarios sociales, políticos o puramente filosóficos…”

Jordi Costa sobre el “Posthumor” 

El humor tiene infinitos registros y miradas, y por eso es tan universal y está abierto a diferentes y múltiples formas de encararlo y presentarlo. Los de Muchachada Nui, Venga Monjas, Carlo Padial, a los que sumamos los Burnin’ Percebes, hacen un humor que se sale de lo convencional, heredado de los Buster Keaton, hermanos Marx, Jerry Lewis, y Monty Python, entre otros. Un humor que te ríes y lloras a partes iguales, y en ocasiones, ni una cosa ni la otra. Los mencionados Burnin, o lo que es lo mismo, Juan González y Fernando Martínez, se dedican al humor, al posthumor, que acuñó el escritor y cineasta Jordi Costa, y lo hacen a través de los videos cortos subidos a las redes, cortometraje, webseries, y largometrajes, de los que podemos dar buena cuenta en Searching for Meritxell (2014), Ikea 2 (2016), La reina de los lagartos (2020), su cum laude, una rareza especialísima y magnífica en todos los sentidos. A saber, Javier Botet es un lagarto extraterrestre que se enamora de Bruna Cusí, actriz fetiche del dúo de posthumoristas, y quiere convertir a su hija en la citada reina, filmada en Súper 8 en una anti Barcelona sin turistas y sin mainstream, a ritmo de música de procesión, con unos diálogos tan desconcertante como maravillosos. 

Tres años después de La reina…, regresan al largometraje con El fantástico caso del Golem, en la que siguen el caso de Juan, un joven infantilizado y sin porvenir que, después de una noche de fiesta, su mejor amigo David, cae edificio abajo y se rompe en mil pedazos. Grandiosa el arranque de la película, donde vemos caer la figura del tal David y su posterior rotura. El hecho no parece sorprender a nadie más que a Juan que emprende una investigación para saber qué ha pasado y sobre todo, que es su amigo David. Los Burnin lo mezclan todo: el thriller psicológico, la ciencia-ficción sofisticada, la comedia costumbrista a lo Berlanga y Ozores, las redes sociales, internet y los malditos algoritmos, y la comedia anti-romántica, donde hay amores y sexo que va y viene, y personajes extravagantes, raros y demasiado normales, o no. Porque en esta película anti-policíaca Juan se irá encontrando y reencontrando con personajes que van cambiando de aspecto, tanto de su pasado como de su presente, algo así como el reverso cercano de películas como El gran Lebowski, Mulholland Drive o Lo que esconde Silver Lake, donde la realidad, la fantasía y el cuento se fusionan de forma sorprendente e imaginativa. 

Una estupenda cinematografía del cineasta Ion de Sosa, filmada en 16mm, consigue esa textura de películas ochenteras patrias y del indie estadounidense, donde jóvenes perdidos y sin futuro, que deambulan por sus vidas como desconocidos y náufragos, como los que describe Wes Anderson, con el que la historia tiene ese toque entre kitsch, sofisticado y hortera pero con mucho gusto e innovador e inteligente, nada está por estar, ni nada está por casualidad. El montaje de Juliana Montañés, de la que hemos visto últimamente Sica, de Carla Subirana, lleno de detalles y enérgico en un relato en el que no dejan de ocurrir situaciones entre los diferentes personajes, en un metraje que se va a los 96 minutos de metraje donde no hay respiro y sí muchas idas y venidas. La excelente música de Jordi Bertrán, que ya estaba en La reina de los lagartos, pero ahora con ritmo de merengue y fiesta, con ese aroma de las orquestas de Cugat y Pérez Prado. Un gran y fantástico reparto encabezado por Juan en la piel de Brays Efe, la “Paquita Salas”, que interpreta a un tipo que no tiene ni pies ni cabeza, que va y viene con poco sentido, como muchos y tantos que andamos por el mundo, o quizás sólo estamos en él esperando que pase eso que nos cambiará todo, pero mientras no pasa no sabemos qué hacer. 

Le siguen una retahíla de personajes a cúal más excéntrico e hilarante, que casan de forma creíble y certera en una historia que se mueve entre la realidad y la fantasía de forma natural y compleja a la vez. Empezamos con la pareja que forman Nao Albert y Roberto Álamo, que nos recuerdan a los nihilistas de la citada El gran Lebowsky, otra singular pareja como la de Roger Coma y Javier Botet, que repite después de la experiencia de La reina de los lagartos, aquí convertido en muchos disfraces, que recuerda al Mortadelo de las viñetas de Ibáñez, David Ménende es el accidentado Golem, un “amigo del alma” o quizás sería mejor decir “un amigo de cerámica”, una Anna Castillo deslumbrante como cita del protagonista, Luis Tosar como jefe de los del algoritmo, muy jefe tontolín y esperpéntico valleinclanesco que se ríe de sí mismo, Tito Valverde, también de jefe, pero de los Golem, y hasta aquí puedo leer, y Bruna Cusí, como hemos dicho, la “actriz” de los Burnin’ Percebes, en un personaje que tendrá con Juan mucho de qué hablar o quizás no, que ha estado, está y estará en las mil y una locuras e historias de esta curiosa y magnífica pareja profesional catalana. 

El fantástico caso del Golem toca muchos palos, pero no lo hace de forma desordenada ni para epatar, sino todo lo contrario, creando un universo que recuerda a aquella ciencia-ficción tipo Los 5000 dedos del Dr. T, mezclado con clásicos como La vida futura, Frankenstein, Blade Runner y La amenaza de Andrómeda, pasando por el costumbrismo de Azorín y Mihura, con ese toque de negrísimo que le ponía Azcona y Berlanga, y los personajes perdidos y perdedores de Ozores y Lazaga, y el vapuleo con posthumor a las superficiales y tontitas comedias románticas que nos sacuden cada semana en la cartelera, y como no, el universo infinito de internet y las redes sociales, donde los Percebes han encontrado un material que han analizado y reflexionado, meneado, criticado y masajeado desde sus inicios como dúo posthumor. No se pierdan la película porque como les he dicho al comienzo de este texto, les hará reír o llorar o ni una cosa ni la otra, pero eso sí, un posthumor que crítica, provoca reflexión, y se ríe de sí mismo y de todos y todo, siempre con buen o peor humor, pero eso sí, siempre lo hacen desde la sencillez, lo auténtico y sin dramatismos, sino que se lo digan a Juan, el protagonista, que pierde a su mejor y único amigo y no sólo eso, sino que se rompe en 1000 pedazos. Una película que empieza de esa forma, no pueden dejar de verla, porque si no se arrepentirán y postmucho. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

Espíritu sagrado, de Chema García Ibarra

TODO SUCEDIÓ EN UN BARRIO DE ELCHE…

“Yo no tengo la culpa de que la vida se nutra de la virtud y del pecado, de lo hermoso y de lo feo”.

Benito Pérez Galdós

Todavía se recuerda el impacto que ocasionó Uranes (2013), la opera prima de Chema García Ibarra (Elche, Alicante, 1980), en la sección “Un impulso colectivo”, comisariada por Carlos Losilla, del  D’A Film Festival de Barcelona. Una peculiar historia, filmada con actores no profesionales, familiares y amigos del propio director, que iba sobre una invasión extraterrestre cotidiana, cruzada con una cruenta historia familiar. Luego, vinieron otros trabajos más cortos del cineasta ilicitano, como El ataque de los robots de Nebulosa-5 (2008), y Misterio (2013), siempre con el mismo espíritu transgresor, naturalista y rompedor, donde mezclaba con muchísimo acierto y brillantez la ciencia ficción con la comedia costumbrista y cotidiana. Con La disco resplandece (2016), una película de 16 minutos, su cine cambiará de tercio, filmada en 16mm por el cinematógrafo Ion de Sosa (que recordamos por sus estupendos largometrajes True Love y Sueñan los androides), la cinta se centraba en una noche cualquiera de un grupo de jóvenes y una fiesta que recordaba a aquella otra, ahora llena de polvo y edificios abandonados. El binomio repetiría con Leyenda dorada (2019), en la codirección, rodada nuevamente en 16mm, en un relato que volvía a jugar con el naturalismo y la ciencia ficción.

Para su segundo largo, Espíritu sagrado, que sigue la vitola de títulos llenos de ironía y estupendos. García Ibarra sigue investigando todo aquello que ya estaba en sus anteriores trabajos. El formato de 16mm, en el que Ion de Sosa vuelve a operar, que consigue esa cercanía que traspasa y ese grano tan característico del celuloide, que ayuda a penetrar de forma espacial en el interior de los personajes, de sus casas y sus vidas, la economía de planos y encuadres, casi siempre quietos, en un laborioso trabajo de forma, marca de la casa en toda su filmografía, que hace aún más evidente toda esa idea de ver la película desde una mirada directa, sin juzgar, y sobre todo, a la misma altura de los protagonistas. El ejemplar trabajo de arte de Leonor Díaz Esteve, que consigue adaptar todos los objetos tan característicos de las viviendas ochenteras a la actualidad, jugando con lo de ayer y lo de ahora, el inmenso trabajo de montaje de Ana Pfaff, en otra brillante ejecución de planificación y tempo, donde todo funciona de manera perfecta.

La ciencia ficción vuelve a estar presente, ahora en calidad del grupo Ovni-Alicante, una serie de individuos de vidas y caracteres dispares, aficionados al mundo de los extraterrestres, y sin olvidar, ese costumbrismo tan de aquí, anclado en un barrio de la zona norte de Elche, donde lo doméstico, lo cotidiano y lo transparente se dan la mano. La inclusión de actores no profesionales, que dan a la película toda esa verosimilitud, esa concentración y esa profundidad, de forma muy clara y concisa, sin necesidad de grandes aspavientos argumentales ni nada que se le parezca, porque el director alicantino construye una película sencilla y muy íntima, donde todo lo que ocurre está contado desde la verdad, como si de un documental se tratase, sin serlo, con esa ficción mínima que hace posible que todo lo que se cuenta, y el cómo, adquiera todo su férreo armado y su brillante naturalismo, donde todo es posible, hasta lo más inverosímil y extraño, porque dentro de esa cercanía, en la que vemos a personas como nosotros, la película y su trama se van introduciendo de forma natural, en el que todo convive y se mezcla poderosamente, lo cotidiano con lo inquietante, donde cada individuo, cada espacio y cada objeto adquiere características misteriosas y reveladoras.

García Ibarra bebe del cine de Corman, de aquella ciencia ficción de los cincuenta y sesenta, donde lo humano trascendía a la técnica, donde siempre se profundizaba en lo emocional, a partir de un hecho sobrenatural, también, encontramos huellas del costumbrismo y la tradición española, el de Valle-Inclán, Larra, Baroja, Galdós, Azcona-Berlanga, el universo de Mariano Ozores, o esa rareza y estupenda El astronauta, de Javier Aguirre, y demás, donde la convivencia entre la tradición choca con lo moderno, y donde el más allá convive de forma pacífica con la cotidianidad diaria. Un reparto que brilla desde lo íntimo y lo cercano, donde hay pocos diálogos y donde todo se explica más porque lo que hacen que por lo que dicen. Tenemos a Nacho Fernández, el hilo conductor de la historia, que da vida a José Manuel, que regenta un bar de barrio, que habla nada, y escucha poco, y es el nuevo director del Ovni-Alicante, después del fallecimiento de Julio, que vive con su madre, a la que da vida Rocío Ibáñez, una médium retirada ahora enferma de alzheimer , que cuida de su sobrina, a la que interpreta Llum Arques, gemela de una niña desaparecida, que tiene desesperada a su hermana, que hace Joanna Valverde, y otros personajes como esa señora chismosa que todo lo sabe y habla por los codos, o los variopintos componentes de la asociación extraterrestre, como una chica que no para de hacer cursillos subvencionados, un joven garrulo, y demás individuos que creen más en el espacio exterior que en sus vidas diarias.

García Ibarra ha construido una película magnífica y especial, toda una rareza muy bienvenida, donde mezcla y fusiona de forma brillante cosas tan alejadas como la ciencia ficción, muy terrenal y de andar por casa con lo cotidiano, lo sobrenatural con lo más cercano, con ese tono de humor negro, donde nunca encontramos esa mirada condescendiente hacia los personajes, sino una idea de retratar a los diferentes individuos desde su humanidad y complejidad, de frente, contando unas vidas sencillas y asquerosamente cotidianas, como las de todos nosotros, eso sí, con sus peculiaridades, rarezas y extrañezas, que también, todos las tenemos, algunas más extravagantes que otras. En Espíritu sagrado se fusionan lo  fantástico y lo doméstico, de forma excéntrico, cutre, feo, naif y artesanal, siempre desde lo íntimo, despojándolo de todo oropel y efectismo, aquí está entre nosotros, conviviendo como una cosa más, donde los personajes lo acogen, lo tratan de forma sencilla y completamente natural, donde cada personaje parece esconder y esconderse, donde cada cosa que ocurre se llena de incertidumbre, inquietud y diferente, donde todo parece ser de otro mundo, pero en este. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

Entrevista a Ion de Sosa

Entrevista a Ion de Sosa, director de “Sueñan los androides”. El encuentro tuvo lugar el viernes 20 de noviembre de 2015, en la Plaza de Joan Coromines de Barcelona.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Ion de Sosa, por su tiempo, generosidad y simpatía, a Marta y Laura de La Costa Comunicació, por su amabilidad, paciencia y afecto, y al equipo de L’Alternativa. Festival de Cinema Independent de Barcelona, por acogerme con tanto cariño y hacerme sentir tan bien, en un festival tan necesario, emocionante y vital.

22 L’Alternativa – LA RESISTENCIA COMO SEÑA DE IDENTIDAD

cartel-lalternativaEl pasado 22 de noviembre hecho el cierre la 22 edición de L’Alternativa. Festival de Cinema Independent de Barcelona. Fueron 7 días, una semana, de cine combativo, militante, reflexivo y necesario. Un cine que nace desde los márgenes, ajeno a la industria, o podríamos decir, que la industria va por otro camino, diferente y alejada al cine de denuncia, de protesta, más cercano a la sociedad y sus problemas, que a otros menesteres, seña de identidad de este certamen. Un festival comprometido con su propuesta, que sigue año tras año, luchando lo indecible para mantenerlo en pie, y combatiendo contra la crisis económica que ha exprimido al máximo el volumen de ayudas, que la escasez y la falta no acaben con este sueño e ilusión emocionantes que respira cine por donde lo mires, y se ha ganado el respeto de todos, creciendo edición tras edición, a pesar de su presupuesto, que ha descendido dos tercios en cinco años, pero la fuerza y el combate titánico de todos aquellos que lo hacen posible, sigue con determinación, constancia e inteligencia para seguir soportando todos los envites a los que se enfrentan para mantenerlo en el camino y en la lucha. Este viaje arrancó con la sección oficial y la película MAURO, de Hernán Rosselli. Un retrato sobre un tipo que vive en los márgenes, ganándose la vida fabricando dinero falso con la ayuda de un amigo. Todo cambia, cuando conoce a una chica, que se convierte en su cómplice y amante. Una muestra del potente cine argentino de la actualidad, en la que la forma en la que está narrado el film, se convierte en sus señas y características, envolviendo a los personajes en un ambiente claustrofóbico, donde el espacio y los leves movimientos, se convierten en un enorme trabajo sobre el sonido y la cotidianidad en un entorno asfixiante y durísimo donde la única salida es la ilegalidad. Siguiendo con los largometrajes de la sección oficial me acerqué a LE RÉCIT DE MON PÈRE, de Philippe Van Cutsem. Cinta explicada a través de la contraposición de dos lenguajes, por un lado, las filmaciones de super 8 filmadas por el padre del autor, en el que se reflejan escenas familiares de tono alegre y distendido que fueron grabadas durante los 70 y 80, y por otro lado, la voz en off del director belga que explica todos los momentos difíciles y complejos que vivió junto a su padre. Cuesta entrar en la propuesta, y en ocasiones se muestra complicada seguirla, ya que las imágenes que vemos parecen ir por un camino, y la voz del director, va por otro diferente. Un experimento si más no, interesante, aunque quizás el resultado final, sea un mosaico atrayente, eso sí, pero que se pierde por caminos confusos.

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Una de las obras que más me emocionaron fue RABO DE PEIXE, de Joaquim Pinto, Nuno Leonel. Una película muy interesante sobre unos pescadores artesanales en una aldea costera de Las Azores. Los directores siguen a Pedro, un joven pescador que huye de la tiranía de la industrialización para continuar como sus ancestros y vivir de manera libre pescando de forma tradicional. Los cineastas portugueses filman los rostros y las manos de los pescadores, la dureza y la cotidianidad de una vida difícil y llena de obstáculos. Una obra que nos recuerda ciertas maneras del cine neorrealista, pero también el cine documental observacional y el cine directo que pretende almacenar algo de la vida y la humanidad que desprenden estos hombres alejados de todo, pero que disfrutan con su vida y su oficio. Cerramos la sección oficial con la película UNE JEUNESSE ALLEMANDE, de Jean-Gabriel Périot. Brutal y magnífica cinta que se sumerge en los convulsos años 60 en Alemania y la creación de la fracción del Ejército Rojo. Rescatando material de archivo de la época, donde jóvenes comunistas, realizan desde la universidad acciones contra un sistema capitalista y fascista que les agrede sus derechos y libertades. Un montaje magnífico que nos lleva de forma vertiginosa y con encomiable audacia, formando un potente mecanismo para la reflexión y el pensamiento, donde se discute sobre el activismo político y se cuestiona su funcionamiento como medio para  la lucha de clases. Un found footage, que recoge el espíritu del Grupo Dziga Vertov, edificado de forma ejemplar que emociona y vibra, elaborando un discurso tenaz y contundente que nos lleva a la situación política y el aburguesamiento de los gobernantes y los ciudadanos.

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De la sección de cortometrajes, rescato LA FIÈVRE, de Safia Benhaim. La joven directora, mediante la metáfora, la simbología y lo mágico, se detiene en el pasado colonialista de su país, Marruecos, para hacer una reflexión profunda y crítica de los males actuales de su país, que provocan la miseria, el desempleo y la huida de los jóvenes hacía Europa en busca de nuevos caminos. SIN DIOS NI SANTA MARIA, de Helena Girón, Samuel M. Delgado. Este último, guionista de Slimane, ahora dirige conjuntamente este retrato protagonizado por personas mayores, mientras escuchamos en off relatos sobre la naturaleza de las tierras que habitan. La noche, compañera fiel, donde los viajes cobran vida y resultan posibles. Un ejercicio estimulante donde se mezclan la tradición de los viejos ancestros y la sabiduría de los mayores, filmado de modo abrupto y crudo recreando las filmaciones antiguas de cine. OK GOOD, de Aleksandra Kulak, Yuliya Kurmangalina, Anna Kornienko. Situado en Vólogda, en Rusia, en un lugar remoto, nos llega este documental musical donde unas personas mayores nos hablan de su vida y su pasado a través de temas musicales. Una interesante pieza de 20 minutos que en algunos momentos resulta muy divertida, y en otros, permanece un silencio sepulcral que sobrecoge, donde impone una manera de filmar muy propia del documental observacional. De la sección Panorama, que rescata producciones nacionales, me dejé llevar por INGEN KO PÂ ISEN (NO HI HA VAQUES SOBRE EL GEL), de Eloy Domínguez Serén. A través del diario personal filmado, el joven realizador gallego nos explica su aventura en Suecia, donde viaja con su novia sueca, los trabajos que desempeña, sobre todo, en la construcción, y la relación con sus compañeros, y su evolución con el idioma. Contada a través de dos partes, la segunda entrega, arranca cuando se rompe la relación sentimental, el joven decide continuar y seguir filmando y filmándose, descubriendo otro país y su propia mirada. Un retrato en primera persona que nos introduce una forma muy personal y honesta sobre la inmigración de los jóvenes en la actualidad, donde se ofrece un ejercicio sobre la construcción de una película y todo lo que ello conlleva.

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También pude ver SUEÑAN LOS ANDROIDES, de Ion de Sosa. Después de su interesante debut en True Love, el segundo trabajo de Sosa apuesta por la ruptura, concentrada en una película que mezcla varios conceptos, una adaptación de la novela de Philip K. Dick (de la que coge la mitad de su título) que se decanta por las zonas muertas del relato, donde se profundiza en la situación y la complejidad de los personajes, o también puede verse como un film ensayo donde el espacio juega un papel importante, creando una irrealidad difícil de digerir en el interior de cada plano. O finalmente, también podríamos verla como una mirada sobre la crisis económica, donde vemos una ciudad, Benidorm, reflejo de la codicia constructora, habitada por mayores de fiesta, y unos androides que se sobreviven en trabajos precarios, y encima, el sistema los elimina. Un trabajo que bebe del género, la ciencia-ficción y el policíaco, pero también en lo social y el esperpento de una sociedad sumida en una pesadilla eterna. Me llamó mucho la atención el cortometraje PUEBLO, de Elena López Riera. Situado durante una larga noche que parece no tener fin, seguimos los pasos confusos y meditabundos de un joven que vuelve a su casa. El chico parece desorientado y no reconoce a su pueblo ni tampoco a sí mismo. La directora va mezclando estás imágenes con las de la procesión de semana santa, donde la liturgia católica deja paso a la incertidumbre y el desamparo de alguien que ya no sabe quién es, y para más confusión, lo que le rodea se ha convertido en un lugar extraño y vacío. También me acerqué a conocer el cine de Hubert Sauper. Fui a la proyección de la Filmoteca de WE COME AS FRIENDS. El cineasta austríaco, afincado en París, vuelve a África, y siguiendo el espíritu que recogía su aclamado y deslumbrante documental de La pesadilla de Darwin, filmado en el 2004, se construye un avión y viaja hasta Sudán, un país dividido en dos por la guerra civil, y ahora liderado por los unos genocidas que malvenden su tierra a los colonizadores extranjeros, estadounidenses y chinos, que vienen como amigos, alusión del título, para robar impunemente y llevarse el oro y el petróleo, mientras el pueblo, vive sumido en la pobreza y la miseria. Una película brutal, sin concesiones, donde Sauper filma de manera directa y honesta los rostros y las personas, y también los amos del mundo, que no se detienen ante nada con el firme propósito genocida y colonialista de conseguir los recursos de los países. Una cinta para la reflexión, que denuncia y clama ante los poderosos y la injustica. Dos horas de cine grandioso que escarba y desentierra las heridas que siempre vuelven, que no se van nunca, que simplemente se ocultan o dejan de mirarse.

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Para cerrar esta 22 edición, L’Alternativa nos preparó un cierre de grandísima altura, un final protagonizado por LA ACADEMIA DE LAS MUSAS, de José Luis Guerin. En la que el cineasta sigue, como en sus anteriores obras,  empeñado en una búsqueda incesante de la narrativa cinematográfica y de todos sus elementos en pos de una forma de contar que convierta cada película en un viaje lleno de incertidumbre, descubrimiento y conocimiento. La película arranca en una aula de la universidad donde un profesor habla de poesía y de Dante a sus alumnos. A partir de ese instante, la palabra y el gesto se adueñaran de la película y los personajes se cuestionaran a sí mismos el valor de la poesía como medio para enfrentarse al mundo, síntomas e ingredientes que recuerdan al cine de Rohmer. Una película filmada a modo documental en su arranque, para derivar en una muestra de la sorprendente capacidad de Guerin para transformar la cotidianidad en un universo lleno de paradojas, incertezas y caminos por andar que invitan a reflexionar sobre el saber, y la validez y vigencia de los maestros clásicos, y sus enseñanzas en las relaciones personales de hoy en día.

La excelente película de Gerin cerró la 22 edición de L’Alternativa, un fin de fiesta extraordinario, que colgó el cartel de no hay billetes en la sala Chomón de la Filmoteca, como ocurría antaño en algunas sesiones de cine en la ciudad. Esperemos y deseemos que sea un augurio para la vida de este festival tan querido y necesario por el público que se ha acercado a descubrirlo y compartirlo, y no sólo asistiendo a las proyecciones de la variadísima programación, sino a las mesas redondas donde se ha dialogado y discutido sobre el cine y sus diversas herramientas y consumo, los talleres para todos, las sesiones gratuitas de la Alternativa Hall, o la maravillosa y pedagógica Masterclass del cineasta Hubert Sauper. Actividades que no sólo alimentan el espíritu curioso y transformador de todos los que asistimos, sino también el de una ciudad tristemente abocada al turismo suicida, en la que los festivales culturales, como este, y demás que existen en la ciudad, vienen a ofrecer corrientes, caminos y alternativas para todos aquellos que deseen disfrutarlos.