Libertad, de Enrique Urbizu

NO HAN NACIDO PA’ SER SEMBRAOS, NI RECOGÍOS.

“La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierran la tierra y el mar: por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida”.

Miguel de Cervantes en Don Quijote de la Mancha.

Después de la experiencia de la serie Gigantes, con dos temporadas realizadas en el 2018 y 2019, Enrique Urbizu (Bilbao, 1962), vuelve a contar con el mismo equipo de guionistas Miguel Barros, y Michel Gaztambide (que ha escrito junto al director sus mejores películas, La caja 507, La vida mancha y No habrá paz para los malvados), para poner en pie Libertad, una serie ambientada en el mundo del bandolerismo, en la España convulsa y cambiante de principios del XIX. Esta vez, la cosa no ha quedado ahí, una serie de cinco episodios a cincuenta minutos por tanda para la plataforma Movistar+, sino que al igual que ocurrió con La plaza del diamante, de Francesc Betriu, o con La fiebre del oro, de Gonzalo Herralde, entre otras, la serie tiene un remontaje para su estreno en cines de 138 minutos.

La serie-película cuenta un relato sencillo y honesto partiendo de Lucía, la Llanera que, después de diecisiete años en prisión, es indultada y sale junto a su hijo Juan, que no ha visto más vida que los barrotes. La noticia corre como la pólvora, y varios “compañeros” de antes, están muy interesados en ella y sobre todo, en su hijo, como el padre, el legendario “Lajartijo”, toda una leyenda, casi como un fantasma ya que hace años que nadie sabe de él, y el “Aceituno”, el aspirante al trono, un ser cruel y violento, que captura a la Llanera por orden del Lagartijo, pero ahí no queda la cosa, el gobernador Montejo, exquisito, elegante y cacique, los utiliza para capturar a los “fuera de la ley”, y así dejar los caminos libres para sus chanchullos con terratenientes como Don Anastasio. Estamos en una época difícil, donde el pueblo, dedicado al campesinado y los oficios duros, vivía sometido a las leyes injustas, que protegían al poderoso, como siempre, y al clero, donde la única libertad era convertirse en un forajido y vivir en la sierra, vida sucia, maloliente, durísima, pero en libertad. Urbizu huye de toda épica y heroísmo, para centrase en un relato pausado, candente y sombrío, más cerca del no western de Peckinpah o Monte Hellman, filmando los tiempos muertos, los momentos de monte, de fuego y actitud en constante tensión, y sobre todo, de relaciones interpersonales, de posiciones enfrentadas y de caracteres complicados que deben de compartir.

La Llanera quiere dejar todo ese mundo, olvidarse que alguna vez fue bandolera, que amó al Lagartijo, y vivir una vida en paz junto a su hijo. Pero, al igual que le ocurría a Gregory Peck en la magnífica El pistolero, las cosas no van a resultar nada sencillas, y el estigma la va a perseguir constantemente, y cuando más consigue zafarse de todos aquellos que no cesan de perseguirla, más se ve sometida a ellos, como si el fantasma de su pasado la siguiera sin descanso ni piedad. Si tuviéramos que encontrar en espejos donde Libertad se mira, serían Amanecer en puerta oscura, de José Mª Forqué y Llanto por un bandido, de Carlos Saura, ambas protagonizadas por Paco Rabal, en las que, al igual que sucedía en la mítica serie de Curro Jiménez, los bandoleros son tipos corrientes, duros como la piedra por sus vidas errantes, nómadas y huyendo de la ley, se tratan como individuos que luchan contra el estado, contra lo injusto, y un poder arbitrario que somete y ajusticia a un pueblo indefenso y empobrecido.

El cineasta bilbaíno vuelve a lucirse en su composición narrativa, como ya nos tenía acostumbrados, pero aquí, luce muchísimo más, ya que los campos y montes abiertos de la zona de Madrid y Guadalajara, excelentemente iluminados, con esa luz sombría y velada obra del cinematógrafo Unax Mendía, colaborador fiel del director, como el estupendo montaje de Ascensión Marchena, que repite con Urbizu después de Gigantes, que nos lleva de aquí para allá, en una película de travesía por el monte y las sierras difíciles, como ese espectacular instante de tiroteo en una subida. La excelente música de Mario de Benito, que sigue cosechando buenas composiciones en el universo Urbizu, con ese aire de no western cansado, triste y crepuscular, anunciándonos ese mundo de pillaje y libertad que está llegando a su fin. La Llanera y su hijo, convertidos en “macguffin”, en el preciado tesoro que todos andan buscando, y todos deberán defender a navajazos y escopetazos, en una violencia que Urbizu la filma de forma seca, muy cruel, sin estridencias ni piruetas artificiosas, sino con toda su suciedad y mentira, como el arranque cuando desmembrar las extremidades de uno de los bandoleros ajusticiados y expuestas en la plaza del pueblo para evidenciar la tiranía del gobierno corrupto y asesino.

Otro de los elementos clave en el cine del director bilbaíno es su reparto, porqué sus intérpretes siempre brillan, y más en una película que todo se centra en el aspecto psicológico y emocional, con una Bebe reposada y de mirada traspasadora, que no se fía de nadie y mucho menos de ella, que da vida con aplomo y humanidad a una Llanera cansada, que solo quiere que la dejen en paz junto a su hijo. Jason Fernández es Juan, el hijo de la Llanera, de carácter febril y maneras rudas, pero de corazón, el Lagartijo es Xabier Deive, una especie de espectro, alguien viejo, con muchos tiros y montes pegaos, alguien que quiere dejar su legado a su hijo, El Aceituno es Isak Férriz, que repite con Urbizu después de Gigantes, el gitano malcarado ha dejado paso a un tipo sin escrúpulos y maloliente, que se venderá al mejor postor, uno de esos pistoleros de Peckinpah, de vida jodida, que tiene preparado un plan para reventarlo todo, el gobernador Montejo es Luis Callejo, uno de esos hombres cultivados, de poder, que mantiene caciques y sinvergüenzas porque le ayudan a mantener un orden que empobrece y aniquila a los alborotadores, un político corrupto como los de ahora. También, nos encontramos con Reina que hace Sofía Oria, la hija rebelde del terrateniente al que da vida Pedro Casablanc, con ese pelucón a lo francés, tan ridículo como cruel sus formas, una hija que huye de esa vida falsa para emprender una existencia en el monte, más difícil pero en libertad, y por último, el inglés John, que interpreta Jorge Suquet, que viene en busca de la historia de la Llanera y también, nos contará el relato, pero se irá involucrando más de lo que imaginaba.

Mención aparte tienen los roles de esos intérpretes con pocas secuencias, pero como ocurrían en los no westerns más potentes, siempre se les recuerda, como ocurre con Manolo Caro en plenitud de forma, convirtiendo su bandolero-escudero en un tipo melenudo y sin miedo a ná, y un Ginés García Millán en estado puro, con esa mirada de viejo sabio, viviendo en soledad, y sabiendo que su vida o la vida, cuanto menos caso se le haga más tranquila se vuelve. Urbizu ha vuelto a crear una historia mítica y magnífica, con ese aire sucio, duro y negrísimo, que recuerda a las pinturas negras de Goya, Zurbarán y Murillo, que nos retrotrae a esa España violenta y cruel que no nos quitamos de encima, una forma carpetovetónica agarrado a fuego en las entrañas, que sigue campando a sus anchas, con su caciquismo y su injusticia, construyendo un relato sobre la libertad, una libertad que, según quien la administre, tiene un valor y un significado completamente diferentes. Libertad, en su formato de cine, es una película extraordinaria, con ese tempo pausado y baladista, con ese lento caminar y en continua huida, sin prisas, sin atajos, porque quizás, ya, las cosas ya no son como antes y ha llegado el momento de descabalgar, mirar el camino recorrido y sentarse junto al fuego, en silencio y fumando, dejando que el tiempo y sobre todo, la vida nos atrape. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

El Colapso, de Jérémy Bernard, Guillaume Desjardins y Bastien Ughetto

CUANDO TODO SE ACABE.

“Nadie quiere ofreceros nada que pueda correr el riesgo de no gustaros. Así se mata la innovación, la originalidad, la creatividad, la rebelión. Todo el resto es una consecuencia de lo anterior. Nuestras existencias clonadas… Nuestro sonámbulo embobamiento… El aislamiento de las personas… La fealdad universal anestesiada… No, no se trata de una reunión cualquiera. Es el fin del mundo en marcha. No se puede obedecer y transformar el mundo al mismo tiempo. Un día, en las escuelas se estudiará de qué modo la democracia se autodestruyó”

Frédéric Beigbeder

Acabada la Segunda Guerra Mundial empezó otra guerra, la Guerra Fría, una guerra no declarada oficialmente que mantenían la URSS contra EE.UU. por el dominio del orden social, económico y político. Cualquier país en guerra era motivo de disputa entre las dos grandes potencias, la carrera espacial o la guerra nuclear. Toda esa locura apocalíptica fue retratada por el cine en películas como El enigma de otro mundo (1951), Ultimátum a la tierra (1951), La guerra de los mundos (1953), La humanidad en peligro (1954), La invasión de los ladrones de cuerpos (1956), películas que no solo retratan un período paranoico, sino que a día de hoy, estas películas siguen describiéndonos como especie humana y dan buena cuenta de nuestro comportamiento ante el horror del fin.

En la actualidad, hay corrientes y pensamientos alternativos a nuestra forma de sociedad, un consumo devorador que está acabando con todos los recuerdos habidos y por haber de nuestro planeta. La colapsología es uno de esos movimientos que prevé el colapso de nuestra sociedad debido a la conjunción de diversos factores medioambientales, sanitarios, energéticos, políticos y económicos. Jérémy Bernard, Guillaume Desjardins y Bastien Ughetto son tres amigos que se conocieron estudiando en la Escuela Internacional de Cine y TV de París (EICAR) y crearon Les Parasites, un colectivo de guerrilla, compromiso y militante que, hacen cortos y películas que han tenido un éxito arrollador en Francia a través de su canal de Youtube. Su primer trabajo televisivo es El Colpaso, una serie de 8 episodios de unos 20 minutos de duración cada uno, donde retratan a través de ocho espacios diferentes: un supermercado, una gasolinera, un aeródromo, una aldea, una central térmica, una residencia de ancianos, una isla y un plató de televisión.

Ocho lugares muy diferentes entre sí, ocho instantes, que retratan ocho situaciones en tiempo real, y a través de enérgicos e intensos planos secuencias, en la que el fuera de campo funciona de manera extraordinaria, porque asistimos a secuencias muy corales donde la acción se desarrolla en varios puntos a la vez y con graves consecuencias, si exceptuamos un episodio que nos pone en la situación de una mujer sola en un barco, todas las demás intervienen varios personajes, y en todas ellas escenifican las situaciones que se vivirían si la económica colapsase y todo se derrumbará en cuestión de días. Cada episodio nos habla de las consecuencias de ese desplome social, económico y político marcando el tiempo, en que van aumentando los días en esa situación de apocalipsis. Cada segmento está desarrollado en un in crescendo a nivel humano, a partir de una situación social y humana que va derivando en una tensión psicológica de órdago, donde el comportamiento humano actúa de modo salvaje y violento, en una idea de “sálvese quien pueda”, donde salen a relucir los instintos más oscuros de la condición humana.

Cada episodio está protagonizado por diferentes intérpretes, algunos se les cita o vuelven a salir más adelante en otras situaciones que se van encontrando, un plantel que vive situaciones límite, en las que deberán luchar por sus vidas, y luchar por el alimento, el combustible o los suyos, un gran reparto que encabeza Lubna Azabal, Philippe Rebbot, Audrey Fleurot, Samir Guesmi, Thibaut de Montalembert, Bellamine Abdelmalek, Michaël Abiteboul y Marie Bouvet, entre otros. Los tres creadores y directores han logrado un relato de una fuerza dramática y humana sobrecogedora y extraordinaria, donde cuentan situaciones febriles, angustiosas y terribles, donde el tiempo va a contrarreloj, un tiempo que se agota, que va contra ellos, contra esa idea de seguir manteniendo lo que ya está derrotado y arrasado, donde emergen personas, pocas, que se niegan a la evidencia y resisten como pueden, aunque sea sus últimos días, donde como no podía ser de otra manera, hasta en el fin del mundo, hay clases y los privilegiados siguen teniendo los mejores recursos y posibilidades de subsistir.

Una serie que recoge el aroma de interesantes y profundos thrillers de las últimas décadas como 28 días después, Hijos de los hombres o Snowpiercer, ente otras, que al igual que hace El colapso, reivindica que aunque llegase el fin del mundo, la especie humana se comportaría como ha sido educada, unos, se agruparían, y otros, la mayoría, actuaría como un animal salvaje y violento. La serie se mueve dentro de un marco de entretener, pero dentro de una mirada crítica hacia nuestro alrededor, lanzando muchos mensajes para reflexionar y meditar sobre el mundo en que vivimos, donde nos lleva toda esta locura existencial hacia ninguna parte y alejándonos de nuestra idiosincrasia por querer almacenar posesiones materiales y sobre todo, por seguir trabajando por una economía devastadora y finita. Los tres cineastas saben situarnos en el fondo de la cuestión, la actitud humana de supervivencia, y la idea de que en situaciones de peligro o miedo, el humano siempre actúa de forma egoísta, competitivo y cruel, un reflejo de la sociedad actual en la que vivimos, una sociedad que quizás ya ha colapsado en un nivel humano y empático, y funcionamos como máquinas robotizadas que obedecemos nuestras existencias creyéndonos que las dirigen nuestras voluntades. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

Eden, de Dominik Moll

HUMANIZAR AL IMIGRANTE.

“En griego antiguo la palabra que se usa para designar al huésped, al invitado, y la palabra que se usa para designar al extranjero, son el mismo término: xénos.”

George Steiner

El arranque de la serie resulta muy impactante. En una playa de la costa griega, mientras unos turistas abrazan el asueto y la diversión, una patera atestada de inmigrantes llega a la playa, y delante de todos, salen despavoridos de la barcaza huyendo tierra adentro. Una imagen que ha abierto muchos informativos, sí, una imagen que refleja la tragedia de Europa, mientras unos se divierten, otros, los más desfavorecidos, corren y se ocultan de la persecución que sufren. Eden es una serie que huye de la imagen impactante y se centra en la figura del inmigrante, se sumerge en el reflejo que hay detrás de esas imágenes que abren informativos, centrándose en el inmigrante, su identidad, su relación con el otro, sus ilusiones y esperanzas, su pasado, y futuro, si es que lo tiene. Un laborioso trabajo de guión escrito por Edward Berger, Marianne Wendt, Nele Mueller-Stöfen, Jano Ben Chaabane, Constantin Lieb, Pierre Linhart, Felix Randau, para desarrollar un relato de cinco historias sobre la inmigración que convergen en la Europa actual, coproducida por Alemania, Francia, Grecia y Bélgica.

Por un lado, tenemos a Hélène, una francesa ambiciosa que gestiona un campo de refugiados en la costa de Grecia con capital privado, y sus idas y venidas a Bruselas y las diferentes comisiones para mantener su negocio. Luego, un incidente del mismo campo, y la muerte accidental de uno de los inmigrantes derivará en un conflicto con los guardias de seguridad, la policía y el mantenimiento del campo, tambaleado por una oferta de un grupo inversor. Luego, tenemos al hermano adolescente del inmigrante muerto, que huye del campo y emprende una odisea llena de peligros y miseria para llegar a Inglaterra. Conoceremos a un matrimonio burgués alemán, que habíamos visto en la playa del inicio, que acoge a un adolescente sirio y los problemas que ocasiona con su hijo de la misma edad. Y finalmente, nos topamos con el drama sirio, a través de unos supervivientes que logran llegar a Francia, donde deberán enfrentarse a ese pasado terrible y oscuro que tratan de olvidar. Grecia, Alemania, Bélgica y Francia son los distintos países que sitúan una película poliédrica y sensible con las diferentes cuestiones sobre la inmigración, durante los seis episodios de 45 minutos de duración cada uno.

Dirigida por Dominik Moll (Bühl, Alemania, 1962) que también ha participado en el guión, autor entre otras, de Harry, un amigo que os quiere (2000), Lemming (2005), El monje (2011), Only the Animals (2019) y de la serie The Tunnel (2013), entre otras, enmarcadas generalmente en el thriller con elementos de drama, comedia o fantástico, en las cuales la psicología y la relación de los personajes se convierte en el foco de la acción. En Eden, ya desde su título, haciendo clara alusión a ese paraíso ansiado para tantos inmigrantes que solo consiguen conocer la otra cara, el lado oscuro de ese paraíso inventado, construido y falso. Moll construye con oficio y sensibilidad un gran mosaico de relatos que van y vienen, en una trama in crescendo, donde la complejidad y la interioridad de los personajes se va imponiendo a cualquier atisbo de condescendencia o sentimentalismo de otras producciones.

Eden es una serie muy interesante y magnífica, llevándonos por los distintos conflictos que se van sucediendo en relación a la inmigración, y el diferente tratamiento que hacen unos y otros, desde la ejecutiva que defiende su negocio a costa de lo que sea, en su caso con la inmigración, y la insensibilidad ante la muerte o los problemas de la inmigración, como deja bastante claro en la presentación del personaje, cuando la entrevistan en mitad del campo o ese video corporativo para vender su producto a costa de vidas y personas. O la actitud de los guardias de seguridad, que anteponen su vida y su trabajo en pos a otras vidas, y el deterioro mental que se produce en uno de ellos, incapaz de soportar el daño hecho, o la dificultad de convivencia con el inmigrante sirio en Alemania con esa familia que intenta salvar una vida, o los conflictos generados con los sirios en Francia y la culpa que los atenaza, y no menos, el adolescente nigeriano embarcado en su particular odisea pro una Europa dañina y capitalista, que se aprovecha de la desgracia ajena, un continente nacido en 1951 para acabar con la guerra y proteger a sus pueblos, que se resiste a aceptar la inmigración y la sigue tratando como una mera mercancía con la que hacer dinero.

Un grandísimo reparto que agrupa intérpretes conocidos con otros más locales, componen un atractivo y magnífico elenco que irradian vida y naturalidad, encabezados por Sylvie Testud, Juliane Köhler, Wolfram Koch, Bruno Alexander, Michalis Ikonomou, Adnan Jafar, Diamand Bou Abboud y Joshua Edoze que da vida a Amare, con un aplomo y capacidad que entra de lleno en la remesa de los mejores debuts en pantalla, protagonizando el relato más intenso y dramático, la de miles de menores inmigrantes no acompañados que deambulan por Europa expuestos a cualquier peligro y abuso. Moll ha hecho un trabajo dignísimo y excelente, con un tempo narrativo de primer orden, conduciéndonos con orden, sensibilidad y humanismo por este retrato del inmigrante en Europa, una relidad durísima y dolorosa, que que no se detiene y va más allá de meras cifras y datos, llenos de vidas que huyen de la guerra y la miseria, una historia triste y oscura, que nos debería hacer reflexionar muy profundamente sobre que el significado de la palabra Europa, su idiosincrasia, y sobre todo, su forma de gestionar las vidas de los inmigrantes. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

 

 

Pure, de Rose Cartwright y Kristie Swain

NO SOY YO, ES MI TOC.

“La risa es un tónico, un alivio, un respiro que permite apaciguar el dolor”

Charles Cahplin

La comunidad científica valoró y aplaudió la película Joker, de Todd Phillips, por su forma, sobriedad y transparencia a la hora de abordar y profundizar en la enfermedad mental del protagonista. Muchas películas o series han abordado con inteligencia y profundidad la salud mental, aunque muy pocas se han acercado a la verdadera dimensión del sufrimiento que padecen las personas con algún tipo de trastorno mental. Rose Cartwright lo sabe muy bien, porque padece desde los 15 años TOC (Trastorno Obsesivo compulsivo) popularmente conocido como “Pure O” o “TOC puramente obsesivo”, caracterizado por la presencia permanente de pensamientos intrusivos con los que es difícil convivir. Pueden ser pensamientos que ponen en tela de juicio tus sentimientos hacia tus seres queridos, de naturaleza violenta o, como le ocurre a Rose, de carácter sexual. La experiencia de la enfermedad le llevó a plasmar todas esas vivencias y traumas en el libro Pure, de enorme éxito. Ahora, nos llega la adaptación de la novela en forma de una serie de 6 capítulos de 35 minutos cada uno, con un guión que firman Kristie Swain y la propia Rose Cartwright, en el que nos sitúan en el interior de la mente de Marnie, una joven de 24 años que lleva una década padeciendo TOC, sin saberlo todavía.

La serie arranca en un pequeño pueblo de Escocia, en la fiesta de aniversario de los padres de Marnie, y en el momento que la joven hace su discurso, el TOC le juega una mala pasada y comienza a desvelar secretos a todos los presentes, incluidos sus padres, y sobre todo, a imaginárselos desnudos y en una orgía con todos los presentes. Después de esa experiencia, Marnie pone tierra de por medio y se traslada a la urbe de Londres, donde quizás, siendo una más, pasar desapercibida, conocerse mejor y encontrar su lugar en el mundo. A través de una serie de circunstancias divertidas e incómodas, descubrirá que padece TOC, y empezará a conocerse mejor y ser ella misma. La serie dirigida por Aneil Kara y Alicia MacDonald, sigue la cotidianidad de Marnie, una joven enfrentada a Londres y sobre todo, a su TOC, en un tono de comedia dramática muy interesante y audaz, mostrando sin ningún tipo de tabúes ni prejuicios, la enfermedad mental, y todas las circunstancias angustiosas y hostiles que sufre Marnie, en la que emerge su maravillosa capacidad y resolución en la manera de enfrentarse a la enfermedad, donde el humor, la mejor herramienta para combatir el dolor y al trsiteza, se convierte en norma constante, presidiendo muchos momentos de la serie, y sobre todo, encarando con naturalidad y verosimilitud muchos de los instantes que provoca el TOC. Marnie piensa inicialmente que todo se deriva en problemas de identidad sexual, añadida a la tremenda dificultad para relacionarse con los demás, las incontables meteduras de pata y equívocos en los que acaba la joven, y sobre todo, la complejidad en sus relaciones sexuales, creyendo que es algo que tiene que ver con su trastorno.

Por ese camino tortuoso y difícil, Marnie se cruzará con una serie de personajes muy diferentes a ella, llevándola a situaciones comprometidas y cómicas, tropezándose con Shereen, una antigua compañera de universidad, que es toda bondad, dulce y cariñosa que, le ofrecerá una habitación donde quedarse. También conocerá a Amber, lesbiana y de carácter, que le ofrecerá un empleo como becaria en una revista feminista. Luego aparecerá Charlie, un joven en terapia por una psicopatología sexual, que se convertirá en un aliado con el que poder hablar. Joe, un joven atractivo y simpático, por el que sentirá fuertemente atraída sexualmente, que la llevará a situaciones muy difíciles. Y finalmente, el pasado volverá en forma de Helen, su amiga del alma, que también le provocará experiencias complejas y oscuras. Cartwright y Swain han construido una serie dinámica, ágil y llena de situaciones de toda naturaleza, en que el personaje de Marnie andará de aquí para allá, intentando comprenderse cada día más, y sometiéndose a terapia para vivir con menos dolor y angustia su problema.

Las experiencias londinenses de Marnie se convierten en el centro de la acción, sumergida en una ciudad de ocho millones de almas en busca de cariño, felicidad y compañía, como en cualquier otra parte del mundo, con la enfermedad mental de Marnie como eje de la trama, mostrándola de forma natural y sin tapujos, de manera transparente, y sobre todo, con carácter didáctico, y explorando con clarividencia y sobriedad todos los problemas y situaciones que acarrea a las personas que la padecen, tratándola de un modo personal y social, y la dificultad que tienen los enfermos en su cotidianidad y sobre todo, en sus relaciones sociales y sexuales, como en el caso de Marnie. Otra dificultad que se cernía en la adaptación de la serie era encontrar a la actriz que encarnase a Marnie, y la han encontrado en la joven semidesconocida Charly Clive, que había estado girando por el Reino Unido con el espectáculo “Britney”, escrito y protagonizado por ella misma, en la que abordaba el tema del tumor cerebral que sufrió con 23 años, bautizado con el nombre del espectáculo. Charly Clive se magnetiza con su personaje, desbordando la pantalla con su rostro, gestos y carisma, dotando de naturalidad y comicidad a un personaje que sufre y padece mucho una enfermedad difícil y compleja, convirtiéndose en la mejor imagen que pudiera tener la serie, mostrando no solo la enfermedad y su cotidianidad, sino la dificultad de vernos como somos y toda la complejidad que nos lleva a vernos en los demás y relacionarnos con el otro.

Bien secundada por Kiran Sonia Sawar que hace de Shereen, el contrapunto perfecto a esa vida caótica y dolorosa de Marnie. Niamh Algar como Amber, que introducirá a Marnie en el trabajo y veremos la realidad de muchas mujeres en que el sexo se convierte a veces en un problema para entablar relaciones más sólidas. Joe Cole da vida a Charlie, confidente y amigo de Marnie, que es como ese espejo donde reflejarse cuando las fuerzas decaen y la joven se siente muy perdida y abatida. Joe que interpreta Anthoy Welsh es ese hombre masculino, protector y sexual que se convertirá en un problema para Marnie debido a su enfermedad. Helen que hace Olive Gray, esa amiga del pasado que aparece para desmontarlo todo y crear un cisma entre ellas difícil de resolver. Las tramas secundarias funcionan de forma estupenda, abordando temas de índole sexual, como el trastorno de Charlie, que ayuda a entender mucho más todo lo que le ocurre a Marnie y su entorno.

La deliciosa y magnífica banda sonora con temas sesenteros de Petula Clarck, The Edels, The Stone Ponkeys, The Kinks, The Walker Brothers o Marbara Mason, entre otros, música ochentera de los Altered Images, jugosísimas versiones de temas inolvidables como el “Just Can’t Get Enough”, de Nouvelle Vague y el “It’s a Wonderful Life”, de Sparklehorse, temas de la siempre interesante Julia Holter, el disco de Flicker Music, o ese temazo que es “Jezahel”, de la grandísima Shirley Basey, acompañan a las imágenes de forma intensa, sensible y extraordinaria. La serie, al igual que sucede con Joker, es un excelente y sensible relato sobre la cotidianidad de un enfermo mental, en este caso de TOC, ayudando a visibilizar la enfermedad y sobre todo, a ayudar a las personas de cómo relacionarse frente a una persona con un trastorno mental como este, mostrando todos los problemas internos que padecen y sufren, rompiendo todos los mitos y prejuicios absurdos creados e instalados en la sociedad en relación a la salud mental.  Pure se erige como una magnífica y sorprendente tragicomedia sobre una mujer que, aparte de lidiar con el TOC, que no es poco, deberá redescubrirse a sí misma, en una ciudad ajena a ella, con nuevas amistades, conocerse en profundidad y batallar con su enfermedad y sobre todo, encontrarse a ella misma y seguir avanzando, aunque para ello deba retroceder dos pasos hacia atrás, para así coger impulso y enfrentarse con más y mejores armas a su problema mental y encararlo con valentía y coraje, para ir aceptándolo y sintiéndose más fuerte y vital. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

Entrevista a Celia Freijeiro y Aixa Villagrán

Entrevista a Celia Freijeiro y Aixa Villagrán, actrices de la serie “Vida perfecta”, de Leticia Dolera. El encuentro tuvo lugar el martes 15 de octubre de 2019 en el auditorio del Movistar Centre en Barcelona.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Celia Freijeiro y Aixa Villagrán, por su tiempo, amistad, generosidad y cariño, y a Deborah Palomo y Nuria Terrón de Ellas comunicación, por su tiempo, paciencia, generosidad y trabajo.

Entrevista a Enric Auquer

Entrevista a Enric Auquer, actor de la serie “Vida perfecta”, de Leticia Dolera. El encuentro tuvo lugar el martes 15 de octubre de 2019 en el auditorio del Movistar Centre en Barcelona.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Enric Auquer, por su tiempo, amistad, generosidad y cariño, y a Deborah Palomo y Nuria Terrón de Ellas comunicación, por su tiempo, paciencia, generosidad y trabajo.

Entrevista a Esteve Riambau y Àlex Gorina

Entrevista a Esteve Riambau y Àlex Gorina, directores de la serie “La Gran Il.lusió. Relat intermitent del cinema català.”, en la Filmoteca de Catalunya en Barcelona, el lunes 17 de diciembre de 018.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Esteve Riambau y Àlex Gorina, por su tiempo, sabiduría, generosidad y cariño, y a Jordi Martínez de Comunicación de la Filmoteca, por su tiempo, cariño, generosidad y paciencia.

Presentación de la serie “La Gran Il.lusió”, de Esteve Riambau y Àlex Gorina

Presentación de la serie “La Gran Il.lusió (Relat intermitent del cinema català)”, con la presencia de Esteve Riambau y Àlex Gorina (directores) Mai Balaguer (realizadora) Vicent Sanchis (director TV3) y Miquel Curanta (director ICEC) en la Filmoteca de Catalunya en Barcelona, el lunes 17 de diciembre de 018.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Esteve Riambau, Àlex Gorina, Mai Balaguer, Vicent Sanchis y Miquel Curanta, por su tiempo, sabiduría, generosidad y cariño, y a Jordi Martínez de Comunicación de la Filmoteca, por su tiempo, cariño, generosidad y paciencia.