Entrevista a María Ruido, codirectora de la película “La revolución (es) probable”, en el marco de la Mostra Internacional de Films de Dones de Barcelona, en la Filmoteca de Catalunya en Barcelona, el sábado 11 de junio de 2022.
Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a María Ruido, por su tiempo, sabiduría, generosidad y cariño, y a Anne Pasek y Teresa Pascual de Good Movies, por su amabilidad, generosidad, tiempo y cariño. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA
Entrevista a Guillermo G. Peydró, director de la película “El retablo de las maravillas. Apuntes para una película de El Quijote”, en el marco de L’Alternativa. Festival de Cinema Independent de Barcelona, en el Hotel Céntric en Barcelona, el miércoles 17 de noviembre de 2021.
Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Guillermo G. Peydró, por su tiempo, sabiduría, generosidad y cariño, y al equipo de comunicación de L’Alternativa, por su amabilidad, generosidad, tiempo y cariño. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA
Entrevista a Pedro Kanblue, director de la película “Los continentes”, en el marco del D’A Film Festival, en el Teatre CCCB en Barcelona, el domingo 2 de mayo de 2021.
Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Pedro Kanblue, por su tiempo, generosidad y cariño, al equipo del D’A Film Festival, por su apoyo, generosidad, cariño, tiempo y amabilidad, y a mi querido Óscar Fernández Orengo, autor de la fotografía que encabeza la publicación, por todo y mucho más.
Entrevista a Margarita Ledo Andión, directora de la película “Nación”, en el Soho House en Barcelona, el miércoles 17 de marzo de 2021.
Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Margarita Ledo Andión, por su tiempo, generosidad y cariño, a Julia Sánchez Álvarez de Dinamita Comunicación, y a Diana Santamaría de Prensa, por su amabilidad, paciencia y cariño.
“Nación es cine de búsqueda, es lo real expresado a través de una propuesta autoral, es el cuerpo que respira con la película; es la restitución a la esfera pública de la mujer forzada a encerrarse, de nuevo, en un espacio velado. Es rastrear esas señales que están en la intimidad de la Historia”.
Margarita Ledo Andión
Los primeros instantes de Nación, dejan muy claros los caminos por donde transitará, porque vemos una plano fijo y actual, en la que filma frontalmente a Nieves P. Lusquiños, una mujer libre e independiente, sabia en sus reflexiones, y tranquila en su actitud, que pasa de los sesenta, una de las cinco mujeres que trabajaron en Pontesa a las que la película rescata, filma y escucha. También, veremos una filmación doméstica de un partido de fútbol femenino, allá por los primeros de los ochenta, y habrá espacio para escuchar el poema “Se Vivo”, recitado por su autora, Eva Veiga. Esa mezcla de imágenes, entre el documento testimonial, la imagen de archivo doméstico, y la poesía, fusionan de manera ejemplar en la película, dotando al conjunto de un caleidoscopio lleno de tiempo, memoria, mujeres, trabajo y sobre todo, visibilidad.
La cineasta Margarita Ledo Andión (Castro de Rei, Lugo, 1951), ha hecho un largo camino vital y profesional, desde la lucha antifranquista hasta las reivindicaciones feministas, ya sea desde su oficio como periodista, profesora, escritora y desde el siglo XXI a través del cine, con títulos como Santa Liberdade (2004), Liste, pronunciado Líster (2007), un díptico que rescataba hechos sobre la Guerra Civil que estaban ocultos, con A cicatriz branca (2012), película de ficción sobre la inmigración de mujeres gallegas a América a principios del siglo XX. Con Nación va mucho más allá que sus anteriores trabajos, porque toca muchos palos, con la intención de construir un relato sobre las mujeres trabajadores de loza Pontesa, en la ría de Vigo, sobre la libertad y la independencia que les dio el trabajo, recorriendo las cuatro décadas que permaneció abierta la factoría, con sus años de trabajo, de compañerismo y fraternidad, pasando por los últimos años de lucha obrera y sindical, intentando infructuosamente mantener su trabajo.
El relato se apoya en tres vértices fundamentales. El primero sería el propiamente documental, rescatando y visibilizando a cinco de estas mujeres trabajadores, con la citada Nieves a la cabeza, acompaña de Esther García Lorenzo, Manuela Nóvoa Pérez, Carmen Portela Lusquiños y Carmen Álvarez Seoane, que en planos frontales y en espacios públicos, que nos hablan a nosotros, los espectadores, de sus años en la fábrica y sus reivindicaciones laborales. El segundo sería el material de archivo con imágenes domésticas y comunales, en las que vemos los años de trabajo en la fábrica, con sus cambios políticos, sociales y culturales, hasta los años de hierro, con las huelgas, las trifulcas con la policía, los encierros en la empresa y demás luchas por mantener el trabajo. El tercer y último pilar de la película se sustenta en la poesía de la citada Veiga y Rafa Lobelle, citadas por la propia Veiga, y tres actrices, que escenifican el trabajo arrancando con los años duros del franquismo y la represión que sufrieron muchas mujeres, luego, el trabajo precario femenino, y para cerrar, el fin de la fábrica, y la necesidad de seguir en el camino, en la de seguir luchando y resistiendo los avatares de la vida.
Ledo Andión construye una forma quieta, donde la cámara apenas se desplaza en alguna secuencia, como hacía Agnès Varda en su díptico de Los espigadores y la espigadora, recupera y reivindica el espacio y la intimidad femenina, con esas señas de identidad del cine poderoso y transparente de Chantal Akerman, explorando y profundizando en el ámbito personal e interior de lo femenino que tanto investigó Marguerite Duras en su literatura y cine, con esa posición política y personal del cine de Joaquim Jordà, con su monumental díptico Numax presenta… y Veinte años no es nada, memoria sobre el trabajo y su lucha. Referentes e inspiraciones que le sirven a la cineasta galega para crear una película muy personal y social, con una mirada única y singular en el panorama nacional, y devolviendo al cine esa mirada personal y política que tanto ha perdido, y devolviendo al cine su condición de testigo y humanista filmando a obreras y el trabajo, y su lucha, que coincide con El año del descubrimiento, de Luis López Carrasco, otra película hermana, que también recoge la destrucción del tejido industrial de principios de los noventa en la región de Murcia, cuando el país se empeñaba en mirar a otro lado en tono festivo.
Margarita Ledo Andión, después de ocho años sin dirigir, vuelve al cine por la puerta grande, construyendo una película inmensa y magnífica película, llena de grandes instantes, recuperando una memoria que muchos ocultan o se niegan a reivindicar, filmando a un grupo de mujeres que son muchas mujeres, mujeres que trabajaron en la industria de la comida y el vestido, que con su trabajo ayudaron a modernizar el país oscuro y arcaico del franquismo, y que la ansiada democracia no les devolvió su trabajo y lucha, y las volvió a ensombrecer, aunque ya había un espacio para seguir luchando y dejar de ser invisibles. La película adopta y acoge de forma natural y sin artificios, una multiplasticidad de formatos, texturas, miradas y posiciones, que va desde lo íntimo e invisible a lo público y lo visible, recuperando a la mujer trabajadora, pasando por la memoria, lo real, lo imaginario y lo simbólico, entre el documento, el archivo, la ficción, el ensayo, la poesía, cogiendo de aquí y de allá, construyendo una película honesta y sobre todo, humanista, mirándose al espejo de grandes nombres como los ya citados, a los que podríamos incluir cineastas sobre lo humano como los Renoir, Rossellini, Angelopoulos, Tarr, Kaurismaki, entre otros, que investigan y profundizan en el ser humano, sus circunstancias y su forma de vivir y trabajar. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA
«¿Quién ha dicho que el tiempo cura todas las heridas? Sería mejor decir que el tiempo cura todo menos las heridas. Con el tiempo, el dolor de la separación pierde sus límites reales. Con el tiempo, el cuerpo deseado pronto desaparecerá, y si el cuerpo que desea ha dejado ya de existir para el otro, entonces, lo que queda es una herida… sin cuerpo».
Chris Marker en Sans Soleil
Frank Beuavais (Phalsbourg, Francia, 1970) y su pareja se fueron a Alsacia (una región al noreste de Francia, en la frontera con Alemania y Suiza, a 500 km de París), huyendo de la gran urbe al pueblo, debido a razones materiales. Su convivencia se alargó cinco años hasta que el desamor los separó. Cuando la película-documento-diario de Beauvais arranca ya han pasado seis meses de la separación. Estamos en el 2016, en el mes de abril, y se inicia un período en soledad, una aventura cotidiana con uno mismo, una especie de diario del duelo que abarca hasta el mes de octubre del mismo año. Un espacio en el que la vida de Beauvais se remite únicamente a la ingesta de películas, al visionado compulsivo de cine, cine de todas las épocas, géneros, estilos, formatos, nacionalidades y sobre todo, cine para olvidar, o quizás deberíamos decir, cine para olvidarse de uno mismo y pasar el tiempo soñando o desesperándose con otros, envueltos en otros mundos y en otras circunstancias.
El cine acaba siendo reflejo de nuestro estado de ánimo, convirtiéndose en juez implacable, y acaba impregnándose en aquellas imágenes que estamos viendo, convirtiéndolas en espejos deformantes de nuestra realidad y sobre todo, de nosotros mismos. Ya sea como recuerdo de aquel período vivido en soledad y reflexión en aquel lugar, o como terapia en que el cine nos ayuda o al menos, eso creemos, para solventar las dudas existenciales y llenar ese ánimo tan vacío que a veces se nos queda. Beauvais, que ya experimentó en el formato corto, ha hecho una película de aquello que experimentó, sintió y materializó, ya fuese en forma de idea, pensamiento, reflexión, duda o inquietud, en forma de diario íntimo y personal sobre el duelo, la soledad, la existencia, la incertidumbre, la política, la sociedad, la familia, el cine, su oficio, sus amigos, sus viajes, el desempleo, sobre la acumulación de los objetos, de lo material como modo de existencia, sobre el despojamiento, ya sea personal o material, y demás pensamientos, a través de una voz en off, la suya propia, que nos va guiando y conduciendo por esta maraña de ideas y reflexiones, algunas alegres, otras tristes, unas esperanzadoras, otras amargas, unas ilusionantes, otras desoladoras.
Durante los 75 minutos del metraje, apoyadas por las imágenes de las más de 400 películas que visionó durante el período mencionado, consistentes en planos breves, de apenas cinco o diez segundos, que van del blanco y negro al color, y viceversa, donde vemos cortes que nos muestran partes del cuerpo, lugares, objetos, acciones, imágenes surrealistas, pictóricas, fantásticas, cotidianas, y de todo tipo, que interpelan con la voz de Beauvais, en un constante y febril diálogo, nunca la ilustran, sino actúan de forma contradictoria, seductora, extravagante y funcionan de forma independiente dentro del todo que es la película, consiguiendo el excelso y rítmico montaje, obra de Thomas Marchand, un aluvión de imágenes poderosas, enérgicas y rompedoras, que nos van sumergiendo en un discurso hipnótico y fascinante, donde se habla de todo y todos, siguiendo la cronología que van marcando los acontecimientos cotidianos, sociales y políticos del país, enarbolando un sinfín de ideas donde conoceremos más a Beauvais y sobre todo, nos introduciremos en ese universo que contempla ese período de seis meses en mitad de la nada, casi en aislamiento, imbuido en el cine y en sus películas.
La película no solo se argumenta con la palabra de Beauvais, sino que recurre, en apenas tres ocasiones, a la palabra de otros, autores que refuerzan y median como Hesse o Perec, ente otros, el diálogo consigo mismo que ejecuta Beauvais, sin vacilaciones ni barreras, hablando de su vida y de todo aquello que le rodea, ya sea pasado, como la relación conflictiva con su padre, o presente, con la mala praxis política de su país, Francia, o la mudanza que realizará a París, etc…La narración prescinde de la música, dando todo el valor a la palabra y a la imagen, una imagen descontextualizada de tal manera que nos resulta imposible relacionarla con el listado interminable de películas que se citan en los títulos finales, con el mismo modelo que tanto caracterizaba la mirada de Chris Marker, el maestro del cine ensayo, y su magnífico empleo del found footage o material de archivo encontrado, extrayendo esas imágenes de su origen y convirtiéndolas en entes individuales y personales que funcionan en otros contextos y películas, mismo trabajo que empleó Godard en su monumental Histoire(s) du cinéma, su personalísima evocación y reinterpretación de las imágenes del cine.
Beauvais ha construido su opera prima en base a dos conceptos bien definidos, uno, su estado anímico de soledad y aislamiento, y dos, el cine y sus películas, porque ya desde su descriptivo título No creas que voy a gritar, habla de todo aquello que necesita decir, explicar y sobre todo, compartir, materializar con su voz y las imágenes troceadas de las películas, ese sentimiento de rabia, una especie de puñetazo de realidad y verdad, con el cuadro de El grito, de Much como referencia, o lo que es lo mismo, un encuentro consigo mismo en el que decir todo aquello que vamos encontrando y reencontrándonos de nosotros mismos. El cineasta francés habla a tumba abierta, al borde del abismo y sin miedo, y consigue entusiasmarnos con su palabra e imagen, desnudándose en todos los sentidos y comprometiéndonos en ese viaje sobre la existencia y la vulnerabilidad. La película consigue su propósito con creces, y lo hace de manera brillante y conmovedora, porque si hay un hecho primordial en el oficio de hacer películas, no es solo hacerlas, sino compartirlas, porque ese hecho marca el destino final de cualquier obra, que puedan verse, en el caso del cine, verse y disfrutarlas, aunque tengan demasiados conceptos en los que nos interpelan directamente, en los que nos miramos y nos descubrimos, en ocasiones, para bien y en otras, no tanto. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA
Entrevista a Saida Benzal y Armand Rovira, actriz y coguionista, y director de la película “Letters to Paul Morrisey”, en el marco del D’A Film Festival, en el Hotel Pulitzer en Barcelona, el viernes 3 de mayo de 2019.
Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Saida Benzal y Armand Rovira, por su tiempo, sabiduría, generosidad y cariño, y al equipo de comunicación del D’A Film Festival, por su amabilidad, generosidad, tiempo y cariño.
Entrevista a Iratxe Fresneda, directora de la película “Cold Lands/Lurralde Hotzak”, en el marco del D’A Film Festival, en el Hotel Pultizer en Barcelona, el jueves 2 de mayo de 2019.
Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Iratxe Fresndeda, por su tiempo, sabiduría, generosidad y cariño, y al equipo del D’A Film Festival, por su amabilidad, generosidad, tiempo y cariño.
Entrevista a Samuel Alarcón, director de la película “Oscuro y Lucientes”, en el marco de L’Alternativa 25. Festival de Cinema Independent de Barcelona, en el Hotel Cèntric en Barcelona, el martes 13 de noviembre de 2018.
Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Samuel Alarcón, por su tiempo, sabiduría, generosidad y cariño, y a Carmen Jiménez de ArteGB, por su tiempo, cariño, generosidad y paciencia.
Entrevista a la cineasta María Ruido en el marco de la 26a Mostra Internacional de Films de Dones de Barcelona. El encuentro tuvo lugar el jueves 7 de junio de 2018 en la Filmoteca de Catalunya en Barcelona.
Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a María Ruido, por su tiempo, sabiduría, generosidad y cariño, al equipo humano que hace posible la Mostra, por su cariño y generosidad, y a Teresa Pascual y Anne Pasek de Good Movies Comunicació, por su tiempo, generosidad, paciencia y cariño.