Eterna. Una película documental sobre Gata Cattana, de Juanma Sayalonga y David Sainz.

EL LEGADO DE GATA CATTANA. 

“Me voy como lo que vine / como la antítesis de lo ario, de lo puro” (…) Quedará un yo, ese yo que solo aparecerá / con un olor, con una risa, una nota, / un litro, una persona, un ruido, un silencio, / y, lo más importante, un pensamiento”.

Gata Cattana

La temprana muerte de un artista carismático e influyente, siempre deja un vacío enorme y sobre todo, deja una huella imborrable. Ya sucedió con Eduardo Benavente, el líder de “Parálisis permanente” en 1983, cuando falleció en un accidente con apenas veinte años. Un caso parecido ha vuelto a suceder con el repentino fallecimiento de la artista Gata Cattana en el 2017, cuando sólo contaba veinticinco años. En Eterna. Una película documental sobre Gata Cattana, los directores Juanma Sayalonga (Sevilla, 1988), y David Sainz (Las Palmas de Gran Canaria, 1983), formados en el videoclip, en el cortometraje, en la web series, y demás espacios audiovisuales, no solo quieren hacer un homenaje, sino que también quieren descubrirnos a la artista y a la persona que había detrás, y no solo a través de los testimonios de sus familiares y amigos, y colaboradores y cómplices, sino otros y otras que la conocieron, que la trataron y la admiraron, sino que también hay un buceo profundo y sincero a través de ella, recuperando imágenes domésticas y televisivas, en las cuales vemos a la joven como va creciendo tanto a nivel humano como artístico. 

Muchos habíamos escuchado alguna cosa de Gata Cattana, pero no la conocíamos en profundidad, ni mucho menos, y por eso, uno de los grandes aciertos de la película no es solo que exista, sino que habla de ella, porque la cinta también actúa como espacio de abrir su arte a todas aquellas que necesitábamos conocerla mucho más, para acercarnos su arte y su legado a todas esas personas inquietas de la cultura, del arte en general, de la política, de la sociedad, de la historia y de lo humano, porque Ana Isabel García Lorente, el nombre que la vio nacer allá por 1991 en el pequeño pueblo de Adamuz (Córdoba), era todo eso y muchísimo más. Una artista de los pies a la cabeza, con una personalidad y una capacidad innata para brillar en el soneto, en la poesía y en el rap, donde era toda una fiera, según sus propias palabras: “Frágil pero muy guerrera”. Una de las cualidades de la película que no solo encantará a los amantes del rap español, a todos esos y esas que disfrutan con las llamadas “peleas de gallos” y demás, sino que es una cinta que gustará a todos los que les gusten las historias sobre el alma, sobre la vida, porque Gata era todo un terremoto y una batalladora en todos los frentes. 

Sus canciones hablan de historia, de sociedad, de política (de la que era licenciada universitaria), de poesía, de feminismo, una artista implicada a todos los niveles, que hablaba de injusticia, de explotación, de derechos, de mujeres, de amor, y de todo, y encima lo hacía con mucho arte, con letras interesantes, profundas y entretenidas, que calaron en mucha gentes joven y acercó a materias, antes imposibles, con una forma de hablar, recitar y cantar asequible para todos y todas, y sobre todo, generando esa conciencia que tanta hace falta en la sociedad actual. La película hace un recorrido desordenado y vivo, lleno de vitalidad, de risas, de humor, y de amor, a través de una artista que era todo amor, toda furia, toda guerra y toda alma, inquieta y luchadora, una mujer que lo tenía todo para convertirse en una de las más grandes y no solo en el ámbito del rap, sino en el mundo artístico, sin lugar a dudas, por su enorme talento, inteligencia y sabiduría. Otro de los aspectos que enriquecen la película es su estado de ánimo, es decir, que la película es un fiesta de la vida, de la vida de Gata Cattana, y en ningún momento cae en la tristeza y en la melancolía, sino todo lo contrario, es una continua celebración de su vida, de su camino, y sobre todo, de su aspecto humano y artístico. 

La película tiene un estupendo ritmo y se sumerge con muchísima transparencia en la intimidad y el alma de la artista. Conocemos sus inquietudes, sus alegrías y tristezas, y mucho más, en una bellísima aproximación de la mujer y la cantante, la poetisa, la lectora y demás, en un viaje que pasa por muchos lugares, su citado Adamuz, Granada, donde despertó totalmente su poesía, sus canciones y su rap, Madrid, donde se asentó y despertó el interés de todas y todos a nivel musical en todos los sentidos, y también pasa por New York, muchos lugares, muchas experiencias, muchos conciertos, muchos versos, y sobre todo, mucha vida de alguien que veía muchísimo más, de alguien que veía la sociedad, y la codificó bajo su verso y su poesía, siempre en actitud de activismo social, una luchadora que cantaba a la injusticia, a la explotación, a esta mierda de capitalismo feroz e inhumano, y a las mujeres, a su lucha, a su feminismo y a su camino, y lo hacía de tal forma, tan brillante, tan inteligente y tan especial, que capturaba la atención de todas y todos, ya fuesen amantes del rap como los otros, los que solo eran amantes de la cultura con mayúsculas. 

Celebramos, aplaudimos y nos vamos de fiesta con la película Eterna. Una película documental sobre Gata Cattana, porque nos ha encantado, porque sus noventa y nueve minutos de duración son una pasada, hemos disfrutado muchísimo en todos los sentidos. Hemos descubierto una artistaza que no solo nos deja un buen puñado de poemas y canciones magníficas, sino que también ha derribado tantos muros tan necesarios para que otras mujeres también se acerquen a la poesía y al rap y sigan todo lo que ella empezó, porque el mayor legado de una artista que, desgraciadamente nos ha dejado demasiado pronto, no es otro que la huella que ha dejado en los otros y otras que después vendrán, y como dice la Gata, nos despedimos con sus maravillosas palabras: “Vine de la tierra y a la tierra voy más que agradecida. Pueblo errante sabe que ná dura, por eso sabe de pintura también dejarlo escrito en la pared, pá quién venga después”. Solo nos queda decir que, a ti Gata, allá donde estés, gracias infinitas por todo lo que has dejado por aquí. Te cantaremos, te leeremos y sobre todo, te seguiremos amando, hasta el infinito y mucho más allá, por ser quién fuiste y por ser quién eres. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

Bernarda, de Emilio Ruiz Barrachina

NADIE PUEDE ESCAPAR DE SU DESTINO.

“Nacer mujer es el mayor castigo.”

Trasladar el universo de Federico García Lorca (1898-1936) a los nuevos tiempos nunca ha sido tarea fácil, ya que el complejo y fascinante mundo del genio granadino se mueve entre personajes firmes y tensos, atmósferas llenas de piel y rabia en las que se corta el aire, en la que nos cuenta densos y brutales dramas en los que sus criaturas nacen, viven y mueren bajo las sombras propias y ajenas de un mundo oscuro, sórdido y brutal. El cineasta Emilio Ruiz Barrachina (Madrid, 1963) es un autor al que le gusta desafiarse en su oficio, ya que tiene un buen puñado de documentales, entre los que se ha acercado a temas de la cultura como la música, la pintura o el cine, entre los que ya se aproximó a la figura de Lorca con el documental Lorca. El mar deja de moverse (2006) en el que abordaba los últimos días de vida del poeta y su horrible asesinato. En la ficción también ha tomado el pulso a temas universales de la naturaleza de Jesucristo reformulando su existencia a través de una versión muy libre en El discípulo (2010) o la inmigración en La venta del paraíso (2012) o la despoblación rural en El violín de piedra (2015).

Ruiz Barrachina ya había adaptado a su mirada el universo lorquiano en Yerma, del año pasado, trasladando el infortunio de Yerma a los escenarios londinenses en una meta ficción muy particular. Ahora, el cineasta madrileño vuelve al ambiente lorquiano adaptando La casa de Bernarda Alba, en la que lleva a cabo significativos cambios con respecto a la obra original, el más llamativo es el cambio de escenario, la casa oscura y cerrada de Bernarda donde tiene secuestradas a sus hijas, se convierte en una fábrica abandonada (la antigua factoría azucarera de Guadalfeo localizada en la Caleta de Salobreña, en la costa granadina) donde las hijas se han convertido en prostitutas, también secuestradas, de diferentes razas y lenguas, junto a otro elemento controvertido, ya que María José, la madre senil de Bernarda, es ahora su hermana.  La idea de Ruiz Barrachina se basa en una Bernarda que, sigue siendo autoritaria y brutal, caza a jóvenes desamparadas, con la ayuda de Pepe el Romano, ahora convertido en un subordinado de la matriarca que, como ocurre en el original, se acabará revelando ante tanta injusticia e imposición.

Bernarda con la ayuda de su Poncia fiel y amargada, prepara a las chicas para venderlas al mejor postor (en una ceremonia que recuerda a la de Eyes Wide Shut, con máscaras estilo veneciano y un escenario oscuro y rojizo convertido en mercado de putas). Ruiz Barrachina maneja un relato desigual, que conmueve a ratos, donde brillan esos trajes con reminiscencias góticas, que ayudan a crear esa atmósfera lúgubre y tenebrosa del lugar, y el trabajo impresionante de las actrices, un reparto encabezado por una sobria y enlutada Assumpta Serna, bien acompañada por una fantástica Miriam Díaz-Aroca, que deja salir toda esa amargura y odio hacia su dueña, y Victoria Abril, que defiende con brío e intensidad un personaje difícil y solitario anclado en el pasado y en la rabia hacia su hermana, con esos trajes grotescos (que en muchos instantes tiene el aroma terrorífico que desprendía la Bette Davis de ¿Quién fue de Baby Jane?) o Elisa Mouliaá dando vida a Adela, la menor de las hijas de Bernarda, llevándonos por esa energía y valentía de la juventud y enfrentándose al imperio del terror de Bernarda.

Aunque, la película parece demasiado encorsetada en el texto de Lorca, en el que la puesta en escena adolece porque el espacio industrial y ruinoso no se le acaba sacando el partido esperado, y no acaba de ser ese lugar en el que se respira esa tristeza asfixiante y la cárcel que se siente en la tragedia de Lorca. Un escenario que en su exterior si está filmado con esa idea de aislamiento y soledad que desprenden todos los personajes de la película, unas criaturas encerradas y vapuleadas, en un mundo cruel y maldito, tanto a fuera como dentro, donde la maldad de Bernarda, con su perro fiel negro, no consigue dinamitar las ansias de libertad y vida que sueñan estas mujeres convertidas en prostitutas muy a su pesar. La película se respira negra y oscura en ciertos momentos, donde la interpretación de sus actrices y el texto recitado van cogidos de la mano y la emoción se adueña del relato, en otros, en cambio, todo parece demasiado embarullado y falto de emoción, donde las situaciones ocurren sin más, en una película interesante y desigual, que intenta transportarnos al universo lorquiano manejando otros códigos narrativos y sobre todo, formales, donde no siempre casa con el contenido de la historia.