Entrevista a Jorge Pardo, protagonista de la película “Trance”, de Emilio Belmonte, en el marco del In-Edit Festival Internacional de Cine Documental Musical, en el Hotel Regina en Barcelona, el sábado 30 de octubre de 2021.
Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Jorge Pardo, por su tiempo, sabiduría, generosidad y cariño, y a Sonia Uría de Suria Comunicación, por su amabilidad, generosidad, tiempo y cariño. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA
Entrevista a Emilio Belmonte, director de la película “Trance”, en el marco del In-Edit Festival Internacional de Cine Documental Musical, en el Hotel Regina en Barcelona, el sábado 30 de octubre de 2021.
Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Emilio Belmonte, por su tiempo, sabiduría, generosidad y cariño, y a Sonia Uría de Suria Comunicación, por su amabilidad, generosidad, tiempo y cariño. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA
“Cuando uno empieza a tocar, a hacer música, a emitir sonidos… El primer objetivo, claro, no es ni la popularidad, ni vender entradas, ni ganar dinero con ello, supongo. Es más el adentrarte en ese mundo mágico de lo intangible, de lo que no es material, de lo que te trasciende. Los primeros músicos seguramente eran sanadores, de hecho hay muchos músicos que siguen ejerciendo de eso, quizás, todos lo hacemos. Cuando la gente se emociona, de alguna manera, está sanando su espíritu, su alma. Lo que pasa es que todo eso se ha borrado y se ha vendido más como ese mundo del espectáculo, en el cual, pues… ya todo es mesurable, entonces uno gana más dinero que el otro, el otro es más popular. Esa vorágine del mundo del espectáculo muchas veces oculta esa primera semilla de la música que no tiene mucho que ver con eso. Tiene más que ver con nuestro espíritu”.
Jorge Pardo
Por mucho que pretendamos, inútilmente, ser dueños de nuestro destino, la cosa va por otro lado. Porque somos presos de las circunstancias y los encuentros accidentales dominan nuestras existencias. El músico Jorge Pardo (Madrid, 1956), que tenía en el jazz su camino, se tropezó a finales de los setenta en un estudio con el guitarrista de flamenco Paco de Lucía, y ahí cambió todo para él. Porque de aquel encuentro casual, nació una colaboración que se mantuvo durante veinte años viajando por todo el mundo. El famosísimo sextete de Paco de Lucía llegó para cambiarlo todo, el flamenco entró en la fusión, son los tiempos del disco “Leyenda del tiempo”, de Camarón, y Triana y demás. La flauta de Pardo se puso al servicio del flamenco y todos disfrutamos del nuevo sonido, de la nueva mezcla y de una nueva mirada que lo revolucionó todo y a todos. Jorge Pardo sigue de ruta, con veinte discos editados, sigue en la fusión, en la búsqueda, tanto con su flauta como con su saxo, investigando y profundizando a través de la música, de sus múltiples caminos, reflejos y estados, siempre invocando el espíritu de la música.
El cineasta Emilio Belmonte (Almería, 1974), lleva más de veinte años instalado en París, y desde el 2017 con Impulso, sobre el arte de la bailaora Rocío Molina, ha empezado el proyecto “La piedra y el centro”, una trilogía documental sobre el flamenco del siglo XXI, en el que ahora llega su segunda entrega dedicada al maestro, trovador y genio Jorge Pardo con Trance. Durante dos años, la película sigue a este singular y gran tipo que es Pardo, lo vemos de aquí para allá, por varios lugares de Andalucía, ya sea por las playas almerienses, los encuentros de Cádiz, incluso por las tres mil viviendas de Sevilla, por festivales de jazz en Francia, en locales de Madrid, en conciertos por la India, en estudios de grabación de New York, y tomando unos boquerones en el bar. Lo vemos junto a amigos y músicos de viaje como el guitarrista Niño Josele, el pianista de jazz Chick Corea, el cantaor Israel Fernández, Pepe Habichuela, Diego Carrasco, el arpista Edmar Castañeda, el violinista indio Ambi Subramaniam, y demás músicos, cantaores y bailaores, que forman parte del universo flamenco y jazzístico por el que se mueve un tipo integro, honesto y sabio que sigue en la brecha defendiendo su música y su arte, muy alejado del oropel y neón de la industria, luchando incansablemente por seguir en el camino, a pesar de las dificultades y el ostracismo de una maquinaria económica a la que no le interesa la música y mucho menos el arte.
La impecable plasticidad de la película, su maravillosa mezcla de alboroto y calma, como es el flamenco y la música, y la sabiduría de Pardo, consiguen un inteligente y emocionante documento que no solo gustará a los amantes del flamenco y el jazz y la fusión, sino a todos aquellos que se detengan a escuchar, porque Trance va más allá del mero espectáculo de un músico virtuoso, que también hay, pero desde otro punto de vista, más humanista y honesto, aquí hay luces y algunas sombras, porque todo no es Jauja, también hay polvo y sangre. La película hace un magnífico y profundo retrato de Jorge Pardo, sin sentimentalismos ni condescendencias, sino auténtico, sin gustarse ni nada parecido, sino planteando una road movie de carretera, de aviones y de automóviles, una película de carretera con el aroma de Paul Bowles, donde el viajero es todo, y el viaje es lo de menos, donde todo lo que se experimenta es solo un camino y una experiencia más, dentro de un recorrido vital, porque el viaje es físico y sobre todo, emocional, porque el viaje no solo nos hace movernos de un lugar a otro, sino nos tiende puentes con los otros, con los demás, con sus formas de pensar, de sentir, de creer, de ser, y sobre todo, a nosotros mismos.
Jorge Pardo se abre en canal, mostrando su vida y sus vidas, todas las vividas, las que vive y las que vivirá, y lo hace desde la sinceridad del tipo calmado, del tipo sin prisas, del tipo que sabe que las dificultades de la vida hay que enfrentarlas con decisión, con coraje y con amor, alguien que tiene ironía, inteligencia y sencillez, alguien que sabe que la vida siempre es a cara de perro, porque quien quiere algo que nace desde dentro, siempre se tiene que bregar en cualquier sitio y con cualquiera. Trance de Emilio Belmonte con Jorge Pardo es un viaje por un músico y por su música, tanto la que hace como la que escucha, un viaje por todos sus compañeros, porque a través de ellos conocemos más a Pardo y todo su entorno, el que vemos y el que no, y todo magníficamente estructurado con ese objetivo del concierto en Madrid con sus amigos en el horizonte, con esa mezcla de vida y música que respira la película. Una película enorme, tangible e íntima, que nos lleva por sus ciento cuatro minutos de forma ágil, rítmica y maravillosa, sintiendo la música, el arte y la vida, porque como menciona Pardo la vida y la música es un todo, es la razón para seguir, es todo. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA
Entrevista a Marc Sempere-Moya, codirector de la película “Canto cósmico. Niño de Elche”, en el marco de L’Alternativa. Festival de Cinema Independent de Barcelona, en el Parc de la Ciutadella en Barcelona, el viernes 26 de noviembre de 2021.
Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Marc Sempere-Moya, por su tiempo, sabiduría, generosidad y cariño, a Eva Calleja de Prismaideas y al equipo de prensa de L’Alternativa, por su amabilidad, generosidad, tiempo y cariño.
“No han entendido bien en el flamenco que la identidad es algo móvil, algo que se construye y algo que puede tomar muchas formas. En ese sentido es en el que creo que habría que hablar de la relación entre lo flamenco y lo queer”.
Pedro G. Romero
Según la etimología, la palabra “revolucionario” está formada con raíces latinas y significa “relativo a la acción y efecto de dar vuelta de un lado a otro”. En el flamenco ha habido revolucionarios como Camarón de la Isla, que sorprendió a propios y extraños con su monumental “La leyenda del tiempo” en 1979, con poemas de Lorca, la presencia de lo electrónico, y la multitud de artistas presentes. Todos los puristas se alzaron en su contra, y lo machacaron, el tiempo le dio la razón y hoy es considerado uno de los grandes álbumes de la historia de la música. Algo parecido sucedió años después, en 1996, con Enrique Morente y su “Omega”, que hizo junto a Lagartija Nick, también con poemas de Lorca, con una fantástica fusión entre el flamenco y rock, nació uno de los discos más innovadores.
A los Camarón y Morente se les une ahora alguien que ha traspaso todos los límites conocidos, porque para eso están, para romperlos. Uno de los artistas que podemos considerar como cantaores revolucionarios, y ese no es otro que Francisco Contreras Molina (Elche, 1985), más conocido como “Niño de Elche”, un artista caleidoscópico, único, multidisciplinar, y sobre todo, un artista-performance, alguien capaz de meterse con todo, explorar los infinitos mundos de la representación e interpretación, a través del cante, los sonidos y demás voces ancestrales y contemporáneas. La película Niños somos todos (2019), de Sergi Cameron, ya exploró la figura del Niño de Elche, a través de un viaje por Latinoamérica. Ahora, nos llega Canto cósmico. Niño de Elche, de la mano de Marc Sempere-Moya, que había dirigido El ball del vetlatori (2014), y propuestas que mezclan lo escénico y cinematográfico, con las que ha trabajado con Niño de Elche, y de Leire Apellaniz (Bilbao, 1975), que conocíamos su faceta como directora con El último verano (2016), y de productora en trabajos con Maider Fernández Iriarte, Chema García Ibarra, Cristóbal Fernández y Ana Schulz, y Artiz Moreno, entre otros.
Los cineastas nos conducen por un viaje que no tiene ni principio ni fin, como adelantan en su espectacular arranque, con ese cuadro negro y el puntito de luz, que irá abriéndose en una masa blanquecida y borrosa y el sonido industrial se irá mezclando con la voz de Niño de Elche, que lo llenará todo, y lo amplificará, creando una fascinante mezcla entre cine, poesía, y espíritu. La cámara penetrará en la vida y el espíritu del cantaor, escritor, artista, y lo escucharemos detenidamente hablarnos, reflexionar y dialogar de su arte, de sus miedos, del amor, de política, de literatura, de Elche, de su familia, de sus amigos, de sus amantes, de flamenco, como no, pero, también, escucharemos a su familia, a sus padres, y hermanos, amigos, cómplices, entendíos y opuestos de flamenco como Pedro G. Romero, C. Tangana, Angélica Liddell, y demás, y actuaciones musicales, en la intimidad del terrado de casa de sus padres, en su hogar ordenando libros, en soledad, fundiéndose con el paisaje, o junto a su padre, o con el bailaor Israel Galván, y otros artistas del mundo, submundo y múltiples universos que toca y tocará Niño de Elche.
Canto cósmico se adentra en todo aquello físico, aquello que podemos ver y tocar, pero también, en lo intangible y espiritual, entre lo infinito, todo aquello que existe y no podemos ver ni apreciar, solo sentir, viendo más allá de nuestros sentidos, de lo cotidiano y adentrándose en aquello más del alma, de lo sugerente, de lo extraño, de lo poético, de lo que nace de nuestras entrañas y explora otros mundos dentro de este, en un retrato que aborda de manera sencilla y directa la eterna lucha de la condición humana entre el individuo y el colectivo, entre la tradición y la modernidad, y la libertad como arma para vencer el miedo y los miedos. La película huye del retrato simple y condescendiente, para dar un retrato poliédrico de un artista que a cada paso que da sigue en su incesante camino sobre su arte, y todos los artes satélite, vías y ventanas donde seguir experimentando, explorando y lanzándose al abismo infinito de un tipo de personalidad y artes arrolladores, que parece no descansar nunca, que camino hacia lo diferente, lo prohibido y sobre todo, hacia lo inexplorable, un revolucionario que acepta esa condición porque es tan diferente y experimentador que se sale de todos los cánones habidos y por haber, alguien que nació y se forjó así, porque no se detiene nunca, y busca y busca y mira y remira, y canta y recanta, y escribe y reescribe, y actúa y vuelve a actuar, ya sea sobre un escenario, o debajo de él, con el cante, las voces y los sonidos ancestrales y de ahora, con otros artistas en otros géneros y texturas y formas y fondos.
La película se mimetiza completamente con Niño de Elche, y no solo lo retrata de forma extraordinaria, tanto de frente como de atrás, de todos los lados posibles, sino que lo enfrenta a los otros, a los familiares, amigos y conocidos, desconocidos, detractores y demás, acercándose a grandes títulos del género como Don’t Look Back (1967), Gimme Shelter (1967), Let’s Get Lost (1988), La mugre y la furia (2000), Searching for Sugar Man (2012), entre otros, donde no solo profundizan en el artista y su trabajo, sino en los suyos y en todo lo que socialmente impactan o no. Canto cósmico. Niño de Elche se cuenta en presente, si exceptuamos alguna grabación doméstica cuando Niño era Francis y se hartaba de ganar premios debido a su admirado cante. Una película de aquí y ahora, que se cuenta en muchos tiempos, el que vemos y el que no, donde Niño de Elche vive su universo y de todos aquellos que le rodean, en una masa viva y en continuo movimiento, que nunca se detiene y sigue explorando y adentrándose en nuevos universos, unos conocidos y otros por explorar, porque Niño es un artista del renacimiento, de antes y de ahora, del no tiempo, porque anda creando sin límite y sin concesiones, solo él, y con otros, todos juntos y por separado, todo en marcha y con vida. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA
Entrevista a Lupe Pérez García, directora de la película “Pa’tras ni pa’tomar impulso”, en los jardines Mercè Vilaret en Barcelona, el miércoles 2 de diciembre de 2020.
Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Lupe Pérez García, por su tiempo, generosidad y cariño, y a Ainhoa Pernaute y Sandra Ejarque de Vasaver, por su tiempo, amabilidad, generosidad y cariño.
“A veces, cuando taconeo siento que me meto en la tierra, y siento que me quedo ahí, clavá, me siento como un árbol de esos de mi pueblo, porque ahí, ahí está el secreto de la bellota, en crecer pa’bajo, pa’luego, crecer mucho, mucho, pero que mucho pa’arriba”
En la imagen que nos da la bienvenida a la película, vemos a Carmen con los ojos cerrados, muy cerca de la cámara, como soñando, para luego pasarnos a otra, en la que la bailaora muestra su arte a un grupo de niños y niñas indígenas, en alguna remota aldea de los Andes, en la Argentina. Sobre las imágenes que no tienen sonido, escuchamos la voz andaluza de la bailaora, expresando en palabras lo que siente cuando baila. A partir de ese instante, ya no podemos mirar hacia otro lado, la gracia, el arte, la mirada y el gesto, y el flamenco que desprende por todos sus poros Carmen, se convierten en nuestro camino y destino. La película entrará en su vida, en su alma y nos descubrirá a la artista y a la persona.
De la directora Lupe Pérez García (Buenos Aires, Argentina, 1970), ya habíamos visto Diario argentino (2006), en la que la propia Lupe volvía a su país natal, después de años como inmigrante en Barcelona, para mostrarnos sus ilusiones, inseguridades y un trozo de su vida y su entorno, y el sentimiento de arraigo de todos los que abandonan su tierra. Como editora en El cielo gira, de Mercedes Álvarez, y en El cuaderno de barro, de Isaki Lacuesta, y su segundo trabajo, Antígona despierta (2014), una recreación del mito de Sófocles, en la que indagaba en las formas de representación, los límites de la narración, y la figura del mito en la mujer contemporánea. Ahora, nos llega su nuevo trabajo, un proyecto que nace de la productora Marta Esteban (Barcelona, 1949), una mujer que lelva casi tres décadas produciendo cine de nombres como los de Tanner, Cesc Gay, etc…, también responsable de Diario argentino. Esteban conoce en Argentina a la bailaora Carmen Mesa (Encinas Reales, Córdoba, 1975).
Pérez García hace suya la película, y construye un relato enormemente vitalista y magnífico, que nos habla sobre inmigración, algo que conoce mucho la directora. Un mosaico sobre retazos en la vida de alguien que persiguiendo un sueño de convertirse en artista, llegó hasta Argentina. Allí, a modo de diario íntimo y muy personal, la vemos bailando, dando clases, extrañando a su familia, con la tristeza de la hermana enferma, un desengaño amoroso, y la difícil sensación de continuar o volver a su tierra. La directora argentina la sigue por los espacios bonaerenses, por las comunidades indígenas, por los caminos polvorientos de los Andes, por cualquier lugar que vaya, Carmen tiene amigos, gente que la quiere, que la acompaña, que la siente. La bailaora es pura pasión, puro sentimiento, no se arruga ante nada, “Siempre pa’lante”, como nos indica el revelador título de la película, toda una intención de actitud ante uno mismo y ante la vida, y sus avatares.
La directora muestra y captura la vida y el desarraigo de Carmen, y lo hace desde la sensibilidad y el amor hacia una mujer de carácter, alguien firme, una persona fuerte, alguien que se muestra transparente, que viene a ofrecer su corazón, como cantaba la gran Mercedes Sosa, que cada día pelea, que baila y baila, y taconea y taconea, sin descanso, aceptando las tristezas de la vida, y recomponiéndose para mostrar su baile, su gran pasión, su gran sueño, su único amante que nunca la abandonará. Casi a modo de road movie, como esos eternos viajes a los cerros de los Andes, donde les espera el amor y la inocencia de unos niños que aman su baile y quieren ser como ella cuando baila, porque Carmen solo es Carmen, cuando baila, cuando se pone ese vestida y mueve con gracia y salero esa bata de cola, siguiendo su ritmo, elevando al cielo todo ese arte, “De dentro pa’fuera”, como menciona en algún momento de la película, un arte que sale de su alma, de su interior, sin cortapisas, sin barreras, arrebatándolo todo, con esa fuerza y pasión que caracteriza el baile y al vida de Carmen.
Pa’tras ni pa’tomar impulso es un retrato femenino muy íntimo, personal y profundo, que sigue la estela iniciada con la propia directora, siguiendo con Antígona, y ahora, con Carmen, tres mujeres que siguen, que nunca se rinden, que luchan por ser ellas mismas, a pesar del entorno hostil y difícil. Una película que nos habla sobre la necesidad vital de perseguir un sueño, de hacer lo imposible para que nuestra vida sea lo más aproximado a lo que sentimos, a hacer lo que sea para ser quién sientes que has de ser, lanzándose a todos los abismos que encuentres, saliendo adelante de tantas vicisitudes, malas historias y desilusiones, encontrándose, reencontrando y conociendo a personas, que entran y salen de nuestras vidas, que van y vienen por nuestro universo, unas más o menos, sintiendo la vida en toda su plenitud, en toda ella, con sus alegrías y tristezas, sus buenos y malos momentos, pero siempre bailando, recomponiendo las partes dañadas, agarrando fuerzas y continuar bailando. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA
“Lo único que tienes y que nadie más tiene eres tú. Tu voz, tu mente, tu historia, tu visión. Así que escribe y dibuja y construye, juega, baila y vive como solo tú puedes”.
Neil Gaiman
Había una vez un tipo que se hacía llamar Rigo Pex, aunque cambió el nombre para ser llamado diferente al resto, aunque vivía igual que la mayoría. Rigo Pex vivía en Valencia, era ingeniero de sonido, siempre vestía de negro, grababa y archivaba sonidos de su ciudad, y su existencia era de los más anodina y convencional. Pero, algo sucedió en la vida de Rigo Pex, algo que lo cambiará todo, su obsesión por los flamencos, que comienza a ver en cualquier lugar, tanto en su forma natural como artificial, razón que lo lleva a investigar sobre el tema, acercándose a artistas relacionados con lo rosa, el kitsch y lo diferente. Los hermanos Polo, Javier y Guillermo, de la década de los ochenta y de Godella (Valencia), se reparten las tareas de dirección y cinematografía, respectivamente, ya los habíamos conocido en Europe in 8 bits (2013), en la que investigaban la corriente de la música “chip”, generada a través de ordenadores y consolas antiguos, mostrándonos un universo de artistas obsesionados con lo retro y sus nuevos sonidos.
Después de la película corta El ascensor (2015), y trabajos varios en la publicidad y en televisión, los hermanos Polo vuelven a unir fuerzas para mostrarnos la aventura cómica, introspectiva e incierta, como son todas las aventuras, empezando por la vida, de Rigo Pex, una aventura que consistirá en un viaje, que empezará en el interior del inquieto joven, luego exterior, buscando a aquellos artistas de lo rosa y lo kitsch, y luego, cruzaremos el charco junto a él, y nos trasladaremos a Miami, Las Vegas o Baltimore, para seguir adentrándonos en un mundo excéntrico, diferente, plagado de personajes variopintos, singulares, que rompen cualquier estereotipo, seres que viven a su manera, ajenos a ese mundo encajonado, lleno de prejuicios y muerto en vida. Una travesía a partir de alguien que deja el negro y su aburrida monotonía para descubrirse y descubrir otras formas de vida, otras mentes inquietas, otras verdades, y sobre todo, a cruzar el otro lado, aquel en el que ya no quieres ser como los demás, sino como tú mismo. Guiados por la narración de Miguel Ángel Jenner, que actúa como voz de la conciencia para Rigo Pex, seremos testigos de la andadura extrañísima y honesta del susodicho.
The Mistery of Pink Flamingo es un documento que va más allá del mero retrato de una figura, para mostrarnos todo un universo de lo kitsch, de lo absurdo, de lo raro, de lo estrambótico, del mal gusto, y lleno de personajes auténticos, libres y muy transgresores, a modo de encuentro-entrevista, como el veterano cineasta John Waters, y su grandiosa Pink Flamingos (1972), una obra de arte del género “trash” o basura, repleta de transgresión, suciedad y múltiples perversiones, la productora musical Alee Willis, que nos muestra ese mundo rosa y kitsch en el que ha convertido su hogar, con su irreverencia y naturalidad, el peculiar y original universo del mal gusto rosa, dándole la vuelta a su aparente significado, que reivindica el cineasta Eduardo Casanova, con su singular Pieles (2017), llena de seres deformes y llenos de amor, el artista visual Antonyo Marest, con sus murales y su forma de interpretar el arte desde lo absurdo y lo diferente, el grupo de pop Kero Kero Bonito, con su buen rollo de música pegadiza con estética de videojuegos y rosa, influenciados por un curioso e inquietante humor.
También habrá espacio para esos personajes denominados “freaks”, o quizás, más bien, serían personas que han decidido vivir una experiencia vital a su forma y semejanza, alejados de lo calificado de normal, siendo fieles a sus sueños y deseos, como el imaginario de Cindy Lundlow, que ha llenado su casa de flamencos de todo tipo, llena de souvenirs, juguetes, y demás objetos y cachivaches relaciones con el mítico y fabuloso animal, y finalmente, Kitten Kay Sera, más conocida como “The Pink Lady of Hollywood”, una mujer que ha encontrado en lo rosa su forma de vida, con una casa solo de rosa, y una apariencia que reivindica el rosa como arma contra un mundo cada vez más estúpido y vulgar. Un montaje lleno de energía y rítmico que firma Yago Muñiz, que tiene en su haber trabajos en el campo documental con Fernando León de Aranoa, y como asistente en labores editoras en muchas películas de Julio Medem.
Javier Polo ha construido un relato peculiar y alocado, con estética y música pop, que se mueve por varios terrenos, siempre con el toque de humor y transgresor, con ese equilibro exacto entre lo ridículo y lo humano, desde la aventura existencial, con el conocimiento del otro y lo otro, el documental honesto que muestra y retrata universos paralelos que están dentro de este, y sus mágicas criaturas que lo habitan, la comedia muy excéntrica, divertida y llena de pop, y muy hortera, pero no en el sentido peyorativo, sino todo lo contrario, haciendo bandera de lo diferente, de lo contracorriente, de lo sincero y personal, aunque sea tan diferente a lo convencional, a ser raro y no sentirse mal, a dejarse llevar por tus sueños, aunque vayan en otra dirección que el resto, a mirarse en el espejo y reconocerse, no intentar parecerse a aquel que no quieres ser, y nunca te atreviste a ser, a empezar la revolución más importante de tu vida, y es descubrir quién quieres ser, y no tener miedo a serlo, aunque para ello debas viajar al otro lado del mundo, a conocer a los seres tan extravagantes y extraños que te puedes echar a la cara, pero eso sí, personajes que un día dijeron basta y empezaron a ser esa persona que descubrieron ser, empezando a vivir, a sentir, y sobre todo, a soñar. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA
Encuentro con Antonia Santiago Amador “La Chana”, y Lucija Stojevic, directora de “La Chana”, junto a Deirdre Towers (coproductora) y Beatriz del Pozo (musicóloga y colaboradora de la película). El acto tuvo lugar el jueves 2 de noviembre de 2017 en la Sala Soho House en Barcelona.
Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Antonia Santiago Amador “La Chana”, Lucija Stojevic, Deirdre Towers y Beatriz del Pozo, por su tiempo, conocimiento, y generosidad, al Festival DocsBarcelona, por su tiempo, y dar vivisibilidad a la película, y a Ana Sánchez de Comedianet, por su organización, generosidad, paciencia, amabilidad y cariño.
Encuentro con el cineasta Carlos Saura con motivo de la presentación de su película “Iberia”, junto a Esteve Riambau, director de la Filmoteca de Catalunya. El acto tuvo lugar el martes 21 de febrero de 2017 en la Filmoteca de Catalunya en Barcelona.
Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Carlos Saura, por su tiempo, conocimiento, y generosidad, y a Esteve Riambau y su equipo de la Filmoteca, por su generosidad, paciencia, amabilidad y cariño.