Shorta, el peso de la ley, de Anders Olholm y Frederik Louis Hviid

EL BARRIO NUNCA OLVIDA.

“La primera igualdad es la equidad”

Víctor Hugo

Hace un par de años se estrenó Los miserables, de Ladj Ly, también distribuida por Caramel Films, en la que se reflejaba y cuestionaba la acción policial en los barrios periféricos de París, unos lugares llenos de desigualdad, con cientos de chavales desfavorecidos y sin futuro. En Shorta, el peso de la ley, nos trasladamos a una de esas urbes de Dinamarca, pero las consecuencias siguen siendo muy similares, ya que los agentes de la ley se enfrentan a chicos con las mismas circunstancias que aquellos franceses. Anders Olholm (Copenhague, Dinamarca, 1983), saltó a la fama con el díptico Antboy, película de niño superhéroe, se asocia en la escritura y en la dirección con Frederik Louis Hviid (Copenhague, Dinamarca, 1988), que había dirigido algunos episodios de la tercera temporada de la exitosa serie La ruta del dinero, para construir una película que ya desde su título “Shorta” (que significa policía en árabe), se adentra en las complejas cuestiones de la autoridad frente a los más desfavorecidos, en las tensiones con las que tienen que convivir policías cargados de horas de trabajo y mal retribuidos, enfrentados a chavales árabes en su mayoría, enclaustrados en lugares difíciles, vacíos y sin un futuro al cual agarrarse.

Los directores daneses huyen del discurso fácil de buenos y malos, para sumergirnos en mucho más, en un relato lleno de tensión y adrenalina, donde hay muy poco descanso, acotado a una sola jornada, y sobre todo, a la parte nocturna, en la que dos polis se adentran en un barrio periférico ya en ebullición, porque a su precaria vida, se añade el fallecimiento de un joven en manos de la policía. Ante ese panorama convulso, la pareja de agentes detiene a Amos, un joven conocido, y la rabia ya existente, se desata con consecuencias irreparables. La excelente cinematografía de Jacob Moller, que se pega a los personajes, siguiéndoles de manera vertiginosa por sus calles, sus edificios ratoneras y esos lugares vacíos en los que todos miran agazapados, expectantes a saltar a sus presas. Y el fabuloso montaje que firma Anders Albjerg Kristiansen, donde a los planos secuencia de seguimiento, se añade una narrativa fragmentada, vertiginosa y abrumadora, que nos mantiene en constante tensión, yendo de la mano a lo que están viviendo los atribulados protagonistas.

La película tiene esa fuerza de cuestionar métodos policiales, pero también, refleja ese sentimiento de vacío de los chavales y la violencia como respuesta a una situación que va mucho más allá de polis y chavales, en la que los gobernantes tienen mucho que decir y sobre todo, mucho que hacer, no convirtiendo esos barrios de inmigrantes en guetos insufribles, un caldo de cultivo violento y trágico. El relato habla de personas, de cómo reaccionamos ante situaciones límite, de la fragilidad de nuestros posicionamientos morales, y del miedo que nos atenaza cuando nuestras vidas corren un peligro muy serio, huyendo completamente de la condescendencia y el sentimentalismo, construyendo secuencias de una fuerza extraordinaria, donde todos los personajes tienen su momento y sus ideas y prejuicios férreos se van desmontando a medida que las circunstancias los sobrepasan. Un buen trío protagonista encabezados por los actores Jacob Hauberg Lohmann como el duro Mike Andersen, el poli temido por los suyos y los adolescentes árabes, sin escrúpulos y pasándose la ley por el forro, aunque probará la horma de su zapato, junto a él, Simon Sears como Jens Hoyer, el poli más correcto y serio, que también verá como su código se viene abajo, y finalmente, el joven debutante Tarek Zayat que da vida a Amos, ese joven detenido que se convertirá en la única llave posible para salir del endiablado laberinto en que se ha convertido el suburbio de Svalegarden.

Shorta, el peso de la ley bebe de los grandes títulos estadounidenses de los setenta, los de Lumet, Boorman, Petrie, Pakula, etc…, películas que no solo nos hacían pasar un rato entretenidos, sino que se han convertido en títulos de culto para explorar métodos policiales y el sinsentido de las leyes y los procedimientos legales que convertían a agentes y chavales en ratas de experimento, en una sociedad que imponía las leyes, olvidándose de las verdaderas necesidades de sus ciudadanos. Olholm y Haviid componen una película dura, sin concesiones y llena de cuestionamientos morales, donde todos son víctimas y derrotados de una sistema de mierda que consigue su macabro propósito, que se maten los unos a los otros, mientras los gobernantes siguen haciendo del país un business para hacer dinero y que los siempre sigan ganando, y los de abajo, polis incluidos, vayan desviando las noticias más importantes y sigan peleándose y en ocasiones matándose. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

Nuevo orden, de Michel Franco

LIBERTAD O MUERTE.

“La igualdad tal vez sea un derecho, pero no hay poder humano que alcance jamás a convertirla en hecho”.

Honoré de Balzac

La película se abre con la imagen del mural “Sólo los muertos han visto el final de la guerra”, de Omar Rodríguez-Graham, una pintura collage llena de vistosos colores, que refleja una sociedad muy injusta, en el que conviven, pero sin tocarse, los enriquecidos y explotadores, y los otros, los invisibles, los que sufren esa desigualdad tan profunda y arraigada. Otras imágenes, casi como destellos, impactantes, desgarradoras y violentas, nos van alumbrando a lo que vendrá después. Vida y muerte, violencia verbal y física, desigualdad institucionalizada, un mundo arrogante, vacío y completamente deshumanizado es en el que vivimos diariamente, con tanta distancia y falta de empatía entre los cuatro que tienen y el resto, la mayoría, que lo sufre, son los elementos que arman la sexta película de Michel Franco (México, DF, 1979), que forma parte de esa generación de cineastas mexicanos que indagan en esa sociedad enferma e injusta con nombres como los de Lila Avilés, Amat Escalante, Carlos Reygadas, Gabriel Ripstein y Diego Quemada-Diez, entre otros.

El cine de Franco nos habla directamente y de frente de los problemas acuciantes de la sociedad mexicana totalmente extrapolables al resto del mundo occidental. La violencia y su uso como elemento de poder y sometimiento ya eran temas que encontramos en el cine de Franco, una filmografía plagada de relatos anclados en el ámbito familiar, de pocos personajes, donde un conflicto genera un caldo de cultivo para una violencia dura y seca, ejercida bajo el amparo de unos individuos sin escrúpulos que optan por una actitud deleznable. El director mexicano muestra comportamientos horribles, pero no convierte esa violencia en espectáculo sin más, profundiza en ella, y la muestra sin alardes de ningún tipo, solo la presenta para provocar las consecuencias de esas actitudes, de mostrar a ese animal salvaje que todos llevamos en nuestro interior. Con Nuevo orden, el cine de Franco da un salto hacia delante en todos los sentidos, construyendo una película más grande, tanto en medios como en reflexiones, nos volvemos a topar con la familia como eje estructural de su trama, pero incluyendo más personajes y más tramas.

El argumento es simple y muy directo, arranca con la celebración de una boda en una de esas casas lujosas de un barrio lujoso, todo un síntoma de desprecio y frivolidad ante lo que ha estallado en la calle con un grandísimo levantamiento popular donde la pintura verde se torna el elemento castigador, como irá apareciendo en la ropa de algunos invitados retrasados por el alud de protestas, como esa impresionante momento cuando la dueña de la casa abre el grifo y sale agua verde, síntoma y mal augurio de lo que está a punto de explotar en sus narices. De repente, en mitad de la fiesta aparecen unos asaltantes y reducen a los invitados a tiro limpio, desatándose una violencia cruel y desorbitada, donde el caos de fuera se apodera de la casa. Mientras, Marian, la futura esposa (excelente la interpretación de Naian González Norvind, su deshumanización contada al detalle), se ha ido a la calle a ayudar a una antigua empleada que necesita dinero para curarse, casi una aventura suicida, dado el peligro de las calles.

Franco no se anda por las ramas, resuelve su historia mostrando la violencia y el caos de las calles, con situaciones muy detallistas donde vemos robos, asaltos, disparos, etc… A la mañana siguiente del estadillo popular, el ejército se hace cargo de la situación y controla las calles llenas de los restos de la tumultuosa protesta, pero Marian ha sido secuestrada por el ejército. Los 88 minutos de esta parábola política y social se mueve con una primera parte a ritmo vertiginoso con planos cortos y muy breves, para luego, pasar a planos más largos y generales, exceptuando los del cautiverio de la protagonista, llenos de oscuros y muy cercanos, con un gran trabajo de Yves Cape, el cinematógrafo francés que vuelve a trabajar con Franco después de Chronic y Las hijas de Abril, uno de los grandes que ha trabajado con gente como Claire Denis y Leos Carax. El exquisito y bruto montaje de Gabriel Figueroa Jara, que vuelve a trabajar con el director después de Daniel & Ana (2009), debut de Franco, que firma con el propio Franco, también ayuda a mostrar ese “Nuevo orden”, título totalmente irónico que juega a aquella frase de Tancredi, “Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie”, el personaje aristócrata de El gatopardo, la novela de Giuseppe Tomasi di Lampedusa.

Una nueva estructura estatal que se levanta después del otro, que no es otra cosa que el “Viejo orden” de siempre, con los militares en el poder y ocultando sus miserias. Con esa orden que la violencia con más violencia se corta, dejando así las injusticias más acuciadas y profundas. Franco muestra de manera valiente y sincera la actitud de sus personajes, entre esa clase dominante blanca que somete a los desfavorecidos que son indígenas, menos a Marta (magnífica Mónica del Carmen que vuelve a aparecer en el cine de Franco después de la inolvidable A los ojos), y su hijo, que se encuentran en una especie de limbo, apartados por los suyos, y acogidos, en cierta manera por los de arriba. Una película directa y febril, muy visceral, pero que recoge un análisis certero y demoniaco en su planteamiento moral, y propone una serie de preguntas y quizás, alguna que otra advertencia, aunque la conclusión sigue siendo la misma, el cine como arte debe plantear cuestiones que nos hagan reflexionar sobre la sociedad que construimos cada día, quizás las posibles respuestas no parecen tan sencillas, y la injusticia y desigualdad reinantes en el mundo, acabaran explosionando, las consecuencias quizás no sean muy diferentes a las que plantea la película de Franco, o tal vez, esas consecuencias nos devuelven más terror o no, en cualquier caso, los explotadores encontrarán la forma de seguir explotando, eso seguro. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA 

Parásitos, de Bong Joon Ho

LA VIDA DE LOS OTROS.

“El desarrollo desarrolla la desigualdad”

Eduardo Galeano

Para alguien que nunca haya visto ninguna película de Bong Joon Ho (Daegu, Corea del Sur, 1969) seguramente le sorprenderá muchísimo su forma de narrar y conducir sus relatos, porque el universo del cineasta surcoreano es muy peculiar, impredecible e inigualable. Un cine que nos habla sobre la condición humana, que en ocasiones resulta cómico, y en otras, aterrador, o ambas cosas a la vez, nunca hay límites, todo se cuenta desde las acciones de los personajes, unos seres sumergidos en situaciones extremas, que los hacen tomar decisiones acertadas en algunas ocasiones, y en otras, muy perjudiciales para sus intereses, para sus planes. Desde su primera película Barking Dogs Never Bite (2000) el director Bong Joon Ho ha demostrado que tiene una mirada exquisita e incisiva sobre los problemas universales de la humanidad, haciendo hincapié en todo aquello que nos separa, nos desplaza y provoca desigualdad, injusticia y miseria.

Con Memories of murder (2003) sorprendió a propios y extraños con una película sobre un crimen violento y las investigaciones de dos policías, uno rural y otro urbano, y todas las diferencias que había entre uno y otro, mostrando las diferentes miradas entre aquello que creemos ser y lo que en realidad somos. Con The Host (2006) un monstruo simbolizaba las consecuencias de ese capitalismo feroz que todo lo contamina creando criaturas voraces y solitarias, en una mezcla de película social, fantástica y tremendamente arraigada en la actualidad de ahora y de siempre. En  Mother (2009) volvía a la suerte de thriller para conmovernos y martirizarnos con la relación de una madre desesperada con un hijo a la deriva plagado de secretos. Sus dos aventuras internacionales filmadas en inglés son Snowpiercer (2013) en la que otra vez en un marco fantástico, construía una distopía sobre los errores económicos de la sociedad y cómo afectan a la vida de los humanos, y Okja (2017) donde otro monstruo, un cerdo gigante, volvía a simbolizar ciertas formas de la condición humana invisibles que una niña trataba de reivindicar de un modo humanista e íntimo.

En Parásitos, Bong Joon Ho vuelve a sus orígenes y a su idioma, para plantearnos una película de corte social, una cinta que retrata las terribles desigualdades cada vez más agudizadas y sus consecuencias en la cotidianidad de las personas, con esa idea terrorífica de que todo lo que viene de los Estados Unidos es de calidad, como centro del capitalismo mundial, como menciona en varias ocasiones la repipi Sra. Park, mostrándonos la vida de una familia que vive en un semisótano en uno de los barrios más masificados y angostos de Seúl, donde los padres no tienen trabajo y los hijos son rechazados continuamente de las universidades a las que aspiran. Ante semejante panorama malviven con trabajos precarios y necesidades constantes. Pero, un día todo cambia para ellos cuando reciben la visita de un joven amigo de Ki-Woo, que le ofrece la posibilidad de trabajar como profesor de inglés particular para una niña, hija del Sr. Park, un nuevo rico de las nuevas tecnologías. El joven acepta y comienza a frecuentar una casa de diseño, que construyó un afamado arquitecto, y conocer a la Sra. Park, al hijo pequeño y a la sirvienta. Las inquietudes artísticas del benjamín de la casa ofrece la posibilidad de que Ki-Jung, la hija, con dones para la falsificación, entre a trabajar como profesora de pintura y psicóloga del chaval.

Y ahí no acaba la cosa, porque mediante una vil estrategia terminan con el trabajo del chofer del Sr. Park, siendo sustituido por Kim Ki-Tek, el padre de la casa. Con el affaire de la sirvienta tienen más problemas y más desgaste, pero finalmente consiguen provocar su despido e introducir a la madre como nueva sirvienta. Ahora toda la familia trabaja para la familia Park, y aprovechan para vivir en la casa cuando los verdaderos dueños se ausentan. Todo parece marchar con una normalidad aparente, porque las situaciones “normales” en las películas de Bon Joon Ho nunca resultan lo que parecen, y todo encierra algo sorprendente y extraordinario, ya que las cosas se torcerán y de qué manera, devolviendo a la realidad más dura y brutal para los nuevos empleados de los Park, porque todo aquello que golpeas te vuelve incluso con más fuerza y de otra manera, y en muchas ocasiones, nunca como la esperabas. Los parásitos a los que se refiere el título de la película lo son todos, unos y otros, nadie se salva, donde unos desean esa vida de lujo y derroche, y otros, utilizan ese poder para decidir y construirse su colmena alejada de toda esa realidad triste e invisible.

El director surcoreano ha construido una película magnífica, intensa e inolvidable, con el aroma de las películas de Chabrol, uno de los cineastas que mejor ha retratado las relaciones duras y oscuras entre señores y criados, como dejó patente en su fantástica La ceremonia, uno de los cenit de su carrera, atrapando toda esa mentira y  mugres instaladas en la que fusiona de forma brillante todos los géneros y formas habidas y por haber, y lo hace de una manera natural y nada artificial, casi sin darnos cuenta, incluso en la misma secuencia mezcla narrativas y miradas antagónicas, que en otras películas chirriarían y no conectarían en absoluto, pero en el cine de Bon Joon Ho casan a la perfección, donde capta extraordinariamente bien la vulnerabilidad de nuestras emociones y nuestras vidas, desde el retrato social más profundo y conciso, pasando por la comedia negra más sofisticada y malévola, con tremendas dosis de suspense y terror, jugando con toda esas miseria humana que vemos cada día en nuestras sociedades, a través de una violencia seca y desgarradora que parece devolvernos a la realidad más oscura cuando la película se mueve dentro del vodevil y lo absurdo, con esa magia con la que se mueve la cámara por la casa, deslizándose entre los diferentes espacios, capturando todos los movimientos, gestos y miradas que se van entrecruzando entre unos y otros, entre poderosos y embaucadores.

La película contiene una maravillosa y exquisita utilización del espacio como símbolo social de lo que separa tanto a unos como a otros, y porque no decirlo, de aquello que les une, con esas escaleras que continuamente suben y bajan unos y otros, donde los diferentes niveles de la casa ocultan otras realidades, igual de terribles y tristes, con secuencias donde todo parece que va a estallar, donde toda la verdad parece que saldrá a la luz de una forma brutal y golpiza, pero la película dosifica la información de manera magistral, dejando un detalle por aquí y otro por allí, sumergiéndonos desde el primer momento en sus propias reglas, amasando la narración desde lo más cercano e íntimo, sin dejar ningún cabo suelto, manejando de forma sobria y ligera las diferentes pequeñas historias dentro de la historia principal, conduciéndonos por ese espacio y por las relaciones de los personajes para mostrar concienzudamente una alegoría siniestra y real de la sociedad actual, rompiendo con habilidad todos los esquemas que nos hayamos hecho al transcurrir de sus imágenes.

Song Kang Ho, actor fetiche de Bong Joon Ho encabeza un reparto estupendo q de buenos intérpretes que asumen sus roles de forma perfecta, sencilla y muy convincente, entre los que destacan Lee Sun Kyun, Cho Yeo Jeong, Choi Woo Sik, Park So Dam y Lee Jung Eun, entre otros, en el que el citado Song Kang Ho da vida a ese padre sin trabajo que le llegará su oportunidad como conductor del Sr. Park de forma ilícita, con la ayuda de sus hijos y junto a su mujer se volverán “ricos” aunque sea aparentemente, pero ellos, como si la vida y la sociedad fuese un espejo donde el reflejo saca a relucir todas las miserias y el alma oscura que ocultamos, todo se volverá en su contra, y tendrán que cambiar de plan, o como dice el padre es mejor no tener planes para no frustrarse y volver a esa realidad tan durísima de la que tanto quieren huir como dejará clara la magnífica secuencia de la inundación, en la que la situación del váter de la casa se convierte en una metáfora de aquello de abajo que irremediablemente acabará subiendo a la superficie. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

Entrevista a Carla Pozos

Entrevista a Carla Pozos, actriz en la película “Semillas de alegría”, de Cristina Linares. El encuentro tuvo lugar el miércoles 4 de septiembre de 2019 en la terraza del Café Salambó en Barcelona.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Carla Pozos, por su tiempo, amistad, generosidad y cariño, y a Sonia Uría de Suria Comunicación, por su tiempo, paciencia, generosidad y trabajo.

El viaje de las reinas, de Patricia Roda

Plantilla by Pixartprinting

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EN PIE CON EL PUÑO EN ALTO

“Nunca creí que pudiéramos transformar el mundo, pero todos los días podemos transformar las cosas”

François Giroud

La joven directora zaragozana Patricia Roda, que lleva unos cuántos años dedicados a la producción cinematográfica, trabajando junto a su hermano Germán, frente a su compañía Estación Cinema, debuta en el largo con esta historia de reivindicación, de cine militante, cine en contra de la desigualdad, un cine valiente y lleno de energía, que sacude las mentes vagas e indolentes, una película fabricada desde lo más profundo del alma que llega muy adentro, que explica historias de personas, en este caso, un grupo de mujeres, un grupo de actrices, 12 en total, más la directora, las dos dramaturgas, y un proyecto ilusionante, donde no faltará el trabajo y el sacrificio por volver a seguir en el camino, y sobre todo, afirmarse como mujeres valientes que alzan su voz para reivindicar el derecho al trabajo y a una vida digna y humana.

Roda las sigue con su cámara, se introduce en su interior, deja que las cosas fluyen, y la vida nos atrape, les cede el espacio que reclaman, para que se oigan, y para que todos nosotros, las escuchemos y sintamos su dolor y esperanza. Este viaje arranca en Zaragoza, en febrero del 2013, y finalizará en marzo del 2014, con el estreno de la obra, entre medias, meses de intenso trabajo y lucha, con el objetivo de llevar a la escena la vida de 12 reinas europeas, bajo la batuta de Blanca Resano, la directora de la obra, una mujer con más de 20 años de experiencia en el teatro aragonés, y la colaboración en la dramaturgia de Susana Martínez y Eva Hinojosa, y con la ayuda de las 12 actrices, 8 de ellas, veteranas con más de 30 años de carrera encima de las tablas, y 4 más jóvenes, reclutadas en un casting. Todas ellas, mujeres libres e independientes, con ganas de trabajar, luchadoras empeñadas en que las vean, en enfrentarse a sus propias vidas y su destino, en hacer este viaje cueste lo que cueste. Roda las mira con su objetivo desnudándolas y mirándolas de cara, pero sin participar activamente, siendo humilde, registrando todo lo que sucede, desde el primer instante, donde se conocen y se involucran en un proyecto donde no cobraran, en un trabajo al que tendrán que dedicar horas de su tiempo libre, que deberán compaginar con sus respectivos trabajos alimenticios. Todo se vive con gran emoción y ternura, desde la asignación de los personajes, y los duros ensayos, todo se desarrolla cuando la ciudad duerme, cuando su tiempo se lo permite, el amor por su oficio genera todo su labor y trabajo arduo.

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La cineasta aragonesa, a modo de confesionario, les cede la palabra, a cada una de ellas, las entrevista, aunque no escuchamos la voz de la directora, ella participa en este viaje, pero quiere que los espectadores tomemos la palabra, no quiere inmiscuirse en lo que cuenta. Cada una de ellas, a tumba abierta, sin prejuicios y mostrándose con toda la transparencia que tienen, explican, no sólo su situación personal, sino la situación laboral de las actrices maduras, de las pocas oportunidades que existen para ellas, y también, se acuerdan de las diferentes luchas que han llevado a cabo desde la Plataforma teatral aragonesa Actrices para la escena, donde continúan batallando para exigir y defender su derecho como mujeres para hacer un mundo, el suyo, el de la interpretación y el teatro, un lugar más digno, igualitario y de trabajo. Roda también nos habla de las dificultades financieras que atraviesa el proyecto, la campaña de crowfunding que no resulta, el desfile de modelos que organizan, y la ridícula ayuda del Ayuntamiento de Zaragoza que reciben, luego, el anuncio del estreno en el Teatro Principal de Zaragoza, donde su cartel es ninguneado al rincón menos visible de la fachada. Roda, además, viaja a otros lugares y habla con otras mujeres que llevan a cabo proyectos para reivindicar los derechos de las mujeres, como el Magdalena Project en Gales, o el Festival de teatro a solas, en México. Una película, (que se alzó con la Biznaga de Plata en la sección Afirmando los derechos de la mujer, en la edición del Festival de Málaga del 2014), nacida desde el corazón, desde la voluntad de hacer visible un colectivo dañado por la sociedad machista, y flagelado por los recortes que ha sufrido la cultura de este país, un cine humanista, político, que habla de personas en dificultades, que emociona, que palpita, que nos hace vibrar, pero también, indignarnos, que ante todo, reivindica la pasión por el oficio amado, la actitud personal ante las adversidades, y sobre todo, el grupo, la asociación, la cooperativa ante el capitalismo atroz que actúa contra la dignidad y el derecho de las personas.

<p><a href=”https://vimeo.com/92034551″>El viaje de las reinas – 2015</a> from <a href=”https://vimeo.com/user20355266″>Patricia Roda</a> on <a href=”https://vimeo.com”>Vimeo</a&gt;.</p>