NOCHE DE PERROS.
“El cine en el que creo obliga al espectador a enfrentarse a su propia conciencia, estimulando su inteligencia”.
Sydney Lumet
A la productora Zabriskie Films la conocíamos por producir películas de cine negro, donde primaba lo social y la verdad, consiguiendo grandes títulos como Open 24h (2011), Callback (2016) y El practicante (2020), todas dirigidas por Carles Torras, y Upon Entry (2022), de Alejandro Rojas y Juan Sebastián Vásquez. Así que para su primera distribución no resulta nada extraño que la elegida haya sido una película como Las Jaurías (Les meutes, en el original), de Kamal Lazraq (Casablanca, Marruecos, 1984), que por su tono y atmósfera podría haber sido una producción muy Zabriskie, ya que comparten muchos elementos desde el cine clásico negro estadounidense, muy revestido del cine setentero a lo Lumet, aquel que usa el género de los bajos fondos para explorar con minuciosidad el modus vivendi de un país y sobre todo, de las personas que lo componen, sus actividades, fechorías y demás razones o no, además resulta toda una revelación para nosotros de una cinematografía como la marroquí tan ausente de nuestras carteleras, salvo honrosas excepciones como el cine de Nabil Ayouch que, curiosamente, también a ambientado algunas de sus películas en la Casablanca de la cinta.

De Lazraq conocemos que se formó en la prestigiosa escuela de cine pública La Fémis de París y se graduó con Drari (2011), un cortometraje con actores no profesionales que narra la relación de dos jóvenes de ámbitos sociales antagonistas, le siguió Moul Lkelb/L’homme au chien (2014), una película de 30 minutos, también con actores naturales, ambientado en la noche y en las peleas de perros, como ocurre en Las jaurías, su primer largometraje, con el que mantiene la noche como espacio en el que todo se propicia por una pelea de perros, donde el jefe del clan, que ha perdido a su mejor perro, encarga a Hassan, uno de esos esbirros que secuestre a uno de los responsables. La cosa no sale como esperaban y las circunstancias llevan a cambiar de planes a Hassan que tiene la ayuda de su hijo Issam. El director marroquí construye una trama bien sencilla, huyendo de las piruetas argumentales y sorpresas convencionales, para centrarse en un mosaico de personajes, y sobre todo, la relación entre padre e hijo que no sólo describe muchos de los bajos fondos actuales de una ciudad como Casablanca, sino que añade la religión y lo emocional para unos personajes que se sirven de lo ilegal para sacar la cabeza a flote en un país de escasísimas oportunidades.

Un atmósfera intensa, llena de sombras y repleta de espacios urbanos y rurales, aislados, ocultos y muy oscuros, en un gran trabajo de cinematografía de Amine Berrada, que tiene en su haber trabajos con Jean-Gabriel Périot como la formidable Nuestras derrotas (2019), donde priman los rostros y esos cuerpos espectrales de los personajes en una noche que se va tornando cada vez más difícil y terrorífica. La excelente música de P. R2B llena cada encuadre en una cinta llena de tensión donde estas dos almas se convierten en una presa fácil siempre en constante huida. El gran trabajo de sonido formado por un gran equipo encabezado por el experimentado Thomas Van Pottelberge, Thibaud Rie, Hugo Fernández y Philippe Charbonnel, en el que consiguen un estupendo trabajo crucial para contar una historia de estas características. El montaje de Héloisse Pelloquet, del que hemos visto ¡Al abordaje!, de Guillaume Brac, y la reciente Animalia, de Sofia Alaoui, otra gran muestra de cine de género proveniente de Marruecos, juega mucho al fuera de campo ya que se sitúa en la mirada de los dos protagonistas principales, donde es sumamente importante todo lo que no vemos pero está ahí, observando y condenando, al acecho constante.

Como ya hizo en sus cortometrajes, Lazraq se acompaña en su ópera prima de un reparto de actores no profesionales en la mejor tradición del cine neorrealista italiano del que se declara deudor, así como el cine de Ken Loach y el mencionado cine estadounidense de los setenta, al que podríamos añadir el cine quinqui de aquí con películas como Deprisa, deprisa (1980), de Saura, donde a parte de la historia, tan sencilla como eficiente, comparte con Las jaurías se la participación de unos intérpretes, muchos de ellos delincuentes reales o gente de la calle que sobrevive como puede en situaciones muy hostiles. Tenemos la pareja padre e hijo que forman Abdellatif Masstouri como Hassan y Ayoub Elaid como Issam el vástago, y los otros Mohamed Hmimsa en Mohamed, Abdellah Lebkiri es Dib y Lahcen Zaimouzen como Jellouta, entre otros. Un reparto masculino que aporta verdad, esa cualidad tan exenta de mucho del cine que se produce en la actualidad, donde se nota tanto la impostación, aquí no hay nada de eso, porque en muchos momentos parece que estamos en un documento sobre los bajos fondos de Casablanca y por ende, de cualquier ciudad de este planeta, si exceptuamos los elementos de tradiciones y religiones.

Por favor, no se pierdan una película como Las jaurías, de Kamal Lazraq, aparte de su gran premio del jurado en el prestigioso Festival de Cannes, en la sección Un Certain Regard, porque les va a zambullirse sin remedio ni escapatoria por su noche larguísima, por lugares donde el alma ni se atreve a entrar ni siquiera respirar, por sus zonas donde los gánsteres locales hacen y deshacen sus negocios y trapicheos diarios y nocturnos. Tiene esa atmósfera que pululaba por ese ese otro gran acontecimiento cinematográfico que fue Amores perros (2000), de Alejandro González Iñárritu, donde también había peleas de perros clandestinas, gentuza de mal vivir y peor muerte, donde a través del género negro se hacía una quirúrgica exploración y retrato profundo sobre esos bajos fondos o lo que es lo mismo, tipos y lugares sin alma, donde la vida vale una mierda, o vale lo que puedas aguantar tanta basura y tanta peligro, porque, cuando dejes de servir serás el próximo en caer, en desaparecer. Deseamos que la filmografía de Kamal Lazraq siga su curso, su suerte y sus buenas historias y volvamos a ver otra de sus películas, tan interesantes y de verdad como esta. Por último, agradecemos a Zabriskie Films por apostar por historias como esta y de esa forma conocer la capacidad de cinematografías tan cercanas como la de Marruecos y a la vez, tan desconocida. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

A TRAVÉS DEL ESPEJO Y LO QUE SAM ENCONTRÓ ALLÍ. 



LA AMARGURA DE LOS PERDEDORES.


