Entrevista a Belén Funes

Entrevista a Belén Funes, directora de la película “La hija de un ladrón”, en el hall del Hotel Seventy en Barcelona, el viernes 22 de noviembre de 2019.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Belén Funes, por su tiempo, amistad, generosidad y cariño, y a Ainhoa Pernaute de Vasaver, por su tiempo, amabilidad, generosidad y cariño.

Entrevista a Greta Fernández

Entrevista a Greta Fernández, actriz de la película “La hija de un ladrón”, de Belén Funes, en el hall del Hotel Seventy en Barcelona, el viernes 22 de noviembre de 2019.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Greta Fernández, por su tiempo, amistad, generosidad y cariño, y a Ainhoa Pernaute de Vasaver, por su tiempo, amabilidad, generosidad y cariño.

Entrevista a Eduard Fernández

Entrevista a Eduard Fernández, actor de la película “La hija de un ladrón”, de Belén Funes, en el hall del Hotel Seventy en Barcelona, el viernes 22 de noviembre de 2019.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Eduard Fernández, por su tiempo, amistad, generosidad y cariño, y a Ainhoa Pernaute de Vasaver, por su tiempo, amabilidad, generosidad y cariño.

Entrevista a Marçal Cebrian

Entrevista a Marçal Cebrian, coguionista de la película “La hija de un ladrón”, de Belén Funes, en el hall del Hotel Seventy en Barcelona, el viernes 22 de noviembre de 2019.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Marçal Cebrian, por su tiempo, amistad, generosidad y cariño, y a Ainhoa Pernaute de Vasaver, por su tiempo, amabilidad, generosidad y cariño.

La hija de un ladrón, de Belén Funes

SARA PELEANDO POR LA VIDA.

“Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada. Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la Liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos: Que no son, aunque sean. Que no hablan idiomas, sino dialectos. Que no hacen arte, sino artesanía. Que no practican cultura, sino folklore. Que no son seres humanos, sino recursos humanos. Que no tienen cara, sino brazos. Que no tienen nombre, sino número. Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica Roja de la prensa local. Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata”.

(Fragmento de Los Nadies de Eduardo Galeano)

Sara a la fuga (2015) nos situaba en la mirada de una adolescente sola, que soñaba con una llamada de su padre mientras se sentía encarcelada en el centro de menores donde vivía. La inútil (2017) hablaba de Merche, una joven también sola, que se sentía vacía, perdida, como una inútil, alejada de todos y ajena a ese entorno que no comprendía. Dos películas breves de Belén Funes (Barcelona, 1984) que pasó por las aulas de la Escac, donde comenzó a trabajar como ayudante en los largometrajes de Mar Coll, Elena Trapé, Liliana Torres, Marçal Forés y Nely Reguera, y en varias películas de Isabel Coixet.

Con todo ese bagaje profesional y amén de sus películas breves, se puso manos a la obra, y partiendo de Sara a la fuga, junto a su guionista Marçal Cebrian, sacan a la luz La hija de un ladrón, protagonizada por aquella Sara que ha salido del centro de menores y vive en un piso tutelado junto a su bebé, mientras lucha por tener una vida normal. La salida de prisión de su padre provocará un cisma interno y físico en el que Sara intentará por todos los medios alejar a su progenitor de su vida, y sobre todo, de su hermano pequeño que al igual que le pasó a ella, vive en un centro de menores. El relato, seco y asfixiante, se sitúa en la mirada y el cuerpo de Sara, a través de sus movimientos, una existencia de aquí para allá, con esa cámara inquieta y febril que la sigue día y noche, sin tiempo para detenerse, para relajarse, una vida a contrarreloj donde el tiempo prima y la vida de Sara constantemente pende de un hilo muy fino, peleando con uñas y dientes para reconstruir su vida, una vida dura y sola, donde siempre ha echado en falta el cariño y el amor. Una vida sin amor, sin nada, que ahora Sara intenta salir de ahí, convertirse en una persona normal, tirar hacia adelante, encontrar un trabajo y empezar a tener amor, aunque sea muy poco y a su manera, que ya es mucho para alguien que ha sufrido tanto como ella.

Funes ha construido una película muy física y sensible con el material que trata, acercándose con su cámara lo suficiente para describir los deseos e ilusiones de una joven sola y herida, pero manteniéndose en esa posición moral en la que no juzga a su personaje y su situación, cediendo esa posición al espectador que será el que deberá involucrarse. Sara es frágil, arrastra heridas físicas y emocionales de tantos años desprotegida y violentada, pero ella no se rinde, ni puede ni quiere, solo quiere ser ella misma, criar a su hijo, con la ayuda del padre de la criatura que ya no quiera estar con ella como pareja, y ayudar a su hermano pequeño para que no viva lo mismo que ella vivió, y sobre todo, alejar a su padre de su vida, aunque la cueste la vida en ello, y seguir peleando por su vida, por las cosas que quiere y por ser quién quiere ser. La directora barcelonesa localiza su película en las afueras de su ciudad, en esos espacios invisibles y desfavorecidos, en barrios obreros de antaño, ahora convertidos en lugares precarios, donde los trabajos escasean o son paupérrimos, sitios donde la vida se ha convertido en una aventura cotidiana donde la existencia ya es mucho, donde se vive con muy poco, donde cada batalla ganada es la hostia.

Un relato contenido y sensible, hecho con sinceridad y honestidad, deteniéndose en esas partes de la sociedad que poco vemos en la pantalla, protagonizada por una mujer convertida a su pesar en una heroína cotidiana, que arrastra un pasado violento en su entorno familiar, que nos habla de los conflictos en las relaciones de padres e hijos que se centra en la dificultad de amar, en la falta de herramientas para amar a los tuyos, a la torpeza de nuestras emociones, a sentirse faltos de cariño y no saber ni expresarlo ni compartirlo. Cine de aquí y ahora, cine de la calle, cine social bien contado y filmado, cine que recoge mucho de los universos obreros y sociales de Un sabor a miel, de Tony Richardson, donde una chica encontraba el apoyo en un homosexual, el que no tenía en su madre, para criar a su bebé. En Ladybird, Ladybird, de Ken Loach, donde una madre sola con los hijos custodiados por el estado, trataba de rechace su vida junto a un refugiado. En Rosetta, de Jean-Pierre y Luc Dardenne, una chica trabaja duro por encontrar empleo para huir de la precariedad junto a una madre alcohólica. Y finalmente, en Ayka, de Sergei Dvortsevoy, una refugiada ilegal en Rusia peleaba por salir adelante después de parir a su hijo. Todas ellas historias de mujeres solas, de la misma clase social, la que no tiene ni vida, ni hogar, ni amor, aquella que por circunstancias personales o sociales, se han visto abocadas a una vida invisible, durísima y sin nada. Mujeres que intentan, a pesar de las terribles dificultades, seguir en pie, luchando por mejorar su vida y queriéndose un poquito más.

Funes pone en liza un reparto incomensurable y veraz que aportan naturalidad e intimidad a una historia díficil peor cercana encabezados por una extraordinaria Greta Fernández, que hace sencillo lo complejo y demuestra una capacidad para mostrar lo íntimo mezclado con la dureza de su personaje, con esa mirada triste pero valiente que luchará por su vida, junto a ella Eduard Fernández, haciendo de padre e hija por primera vez, aportando esa frialdad y amargura que ha representado la vida familiar, y junto a ellos, Àlex Monner, que sabe transmitir a ese joven que ayudará a Sara aunque ya no la quiera como pareja. Y el equipo técnico, en el que Funes vuelve a acompañarse de sus cómplices habituales que le acompañan desde sus películas breves como el citado Cebrian, en labores de escritura, Neus Ollé en la cinematografía, una indispensable para muchos largos surgidos de la Escac, Bernat Aragonés en la edición, Sergi Rueda y Enrique G. Bermejo en sonido y Marta Bazaco en arte y Desirée Guirao en vestuario, creando ese espíritu de compañerismo y cooperativista que ya se sentía en películas como Tres dies amb la familia, de Mar Coll o Lo mejor de mí, de Roser Aguilar, quizás los dos largos que vislumbraron un camino lleno de talento en el que ahora se incorpora Funes en el largometraje por la puerta grande, conmoviéndonos con su sensibilidad y dureza en un retrato lleno de armonía y brutalidad, un espejo realista de tantas vidas en el fango, de tantas existencias violentadas, de tantos caminos rotos en mil pedazos, de tantas reconstrucciones por hacer, de tanta falta de amor en mundo cada vez más deshumanizado, individualista y competitivo, de tanta soledad que desgarra, en el que emerge una figura frágil pero fuerte como Sara, una mujer que no se detendrá ante nada, ni ante su padre, ni ante las dificultades, porque ella quiere seguir en pie, luchando y sobre todo, quiere ser una persona normal. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

Entrevista a Àlex Monner

Entrevista a Àlex Monner, actor de “La próxima piel”, de Isaki Lacuesta e Isa Campo. El encuentro tuvo lugar el miércoles 19 de octubre de 2016 en el hall de los Cines Renoir Floridablanca en Barcelona.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Àlex Monner, por su tiempo, generosidad y cariño, a Sandra Ejarque y Ainhoa Pernaute de Vasaver, por su paciencia, amabilidad y cariño, y al compañero que tuvo el detalle de tomar la fotografía que encabeza la publicación.

Entrevista a Isa Campo

Entrevista a Isa Campo, codirectora de “La próxima piel”. El encuentro tuvo lugar el miércoles 19 de octubre de 2016 en el hall de los Cines Renoir Floridablanca en Barcelona.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Isa Campo, por su tiempo, generosidad y cariño, a Sandra Ejarque y Ainhoa Pernaute de Vasaver, por su paciencia, amabilidad y cariño, y al compañero que tuvo el detalle de tomar la fotografía que encabeza la publicación.

La próxima piel, de Isaki Lacuesta e Isa Campo

image-17-717x1024DESENTERRANDO LAS HERIDAS.

El universo cinematográfico de Isaki Lacuesta (Girona, 1975) e Isa Campo (Oviedo, 1975) está construido a través de la memoria, sus personajes, perdidos y descarriados, deben enfrentarse a sí mismos, emprendiendo un viaje, tanto físico como emocional, que los lleva a una búsqueda incesante sobre su propia identidad y la de aquellos que los rodean. Su cine arranca siempre con un misterio, algo oculto, que se mantiene olvidado o se niega a desvelarse, un enigma del pasado que permanece escondido, una verdad que deberá buscarse a través del presente, enfrentándose al inevitable dolor y unas heridas ocultas que despertarán, en la que los personajes deberán combatirlas, y de esa manera, seguir hacia delante y construirse a uno mismo y el mundo que le rodea. Una obra audiovisual en continua búsqueda en su forma de representación, independientemente de los diferentes ámbitos en que haya sido creada (cine, teatro, instalaciones, etc…) que huye del género, de la convencionalidad imperante, impregnada por una realidad absorbente que contamina y da forma a cada una de sus imágenes. El documento y la ficción se mezclan y conviven de manera natural, sin la necesidad de ajustarse a ninguno de ellos, creando mundos propios y universales, en un magnífico equilibrio artístico que da lugar a obras muy personales, de naturaleza arrebatadora y tremendamente singulares dentro del panorama cinematográfico contemporáneo.

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Para descubrir las primeras huellas de La próxima piel hay que remontarse hasta el 2005, cuando el proyecto comenzó su andadura, ha tenido que transcurrir una década para que seamos testigos del corte final. Lacuesta y Campo (que firman su primera película juntos, aunque llevan toda su obra trabajando juntos, como el matrimonio artístico formado por los excelentes y personales Jean-Marie Straub y Danièle Huillet) nos proponen un viaje emocional y catártico, en una sublime mezcla entre el melodrama íntimo, familiar en este caso, y el thriller psicológico, contando con un guión de impecable estructura dramática (en la que la pareja artística lo firma junto a Fran Araújo, director de la notable El rayo), en la que conviven de manera natural tres idiomas diferentes (castellano, francés y catalán), grandísimo acierto de los autores. Un guión en el que nos presentan a Léo, un joven en los albores de la mayoría de edad, que después de 8 años desaparecido, vuelve a su casa, donde se reencontrará con Ana, su madre, su tío, Enric, y los demás componentes de este entorno familiar que oculta demasiadas cosas. Lacuesta y Campo plantean una película in crescendo, que se abre con la llegada del chaval, y la sospecha de su impostura, de la mentira que rodea toda su historia, en la que el tío, brabucón y hombre de montaña, es el principal objetor del intruso impostor, que ha llegado invadiendo su hogar y desenterrando viejas rencillas y terribles secretos que permanecen ocultos.

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Una película que se alimenta de su infernal paisaje, situado en las montañas aragonesas, un lugar fronterizo, de mucho frío y nieve, que además de congelar físicamente a los personajes, actúa como espejo emocional de éstos, y describe lo oculto, lo que no vemos, de todo cuanto allí está pasando. La película no da tregua, penetra en el alma de sus personajes de forma reposada, alimentando las dudas de la verdadera identidad del personaje, y cómo el resto lo defiende o lo acusa según la circunstancia. Léo, que en realidad es Gabriel o no, deberá recordar su pasado, quién era y como vivía, enfrentándose a sus monstruos, aquello que lo amenaza, a su verdad, para descubrir de donde viene y aquello que le ha producido tanto dolor. Una madre desvalida, rota y frágil, le acompañará en su búsqueda interior, almas vacías y a la deriva que comparten un pasado tenebroso que tendrán que lidiar para encarar su vida, y su futuro, de forma diferente y sobre todo, vencer y abandonar, definitavemente, ese pasado oscuro, oculto y doloroso.

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Una obra que recuerda al El regreso de Martin Guerre (1982, Daniel Vigne) en la que un soldado volvía a su pueblo después de tantos años y nadie lo reconocía y todos ponían en duda su identidad. También intuimos el aroma del  cine de los setenta, en la tradición de Peckinpah, el mejor Saura (Cría cuervos, Ana y los lobos, La prima Angélica, y otras tantas), de Borau (Furtivos, y con el nuevo siglo Leo) o Manuel Gutiérrez Aragón (Habla mudita, El corazón del bosque). Lacuesta y Campo vuelven a contar con un grupo de fieles colaboradores: Dussuel en la foto (creando una luz etérea, natural, de difícil definición, que no sólo atrapa ese ambiente hostil y agreste, sino que penetra en el alma de los personajes) Villavieja en el sonido (habitual de Guerín o Mercedes Álvarez) Roger Bellés en el arte, Domi Parra en montaje, y finalmente, Gerard Gil en la música (que consigue una banda sonora de múltiples aristas y contrariedades, con una partitura afilada, de aires tenebrosos y lúgubres, que azota ese ambiente malsano y agobiante que se respira en la trama). Amén del estupendo trabajo del gran reparto encabezado por la frescura y la visceralidad de Àlex Monner, (que tenía una breve aparición en Murieron por encima de sus posibilidades), creando un chaval de alma rota, que navega entre la sensación de no saber muy bien quién es y recordar un pasado que duele, amenazante y lleno de oscuridad,  junto a la fragilidad y la delicadeza de Emma Suárez, una madre en eterna espera, angustiada por lo que pasó y con pocas fuerzas para arrancar de nuevo, acompañados por un fantástico Sergi López, con ese carácter rudo y bruto de cazador rural, la presencia de Bruno Todeschini (conocido por sus trabajos con Cherèau o Haneke) como el educador del centro de menores, y la terna de jóvenes, que aportan la necesaria mirada externa a ese mundo adulto de secretos, mentiras y trampas emocionales.

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Lacuesta y Campo han construido una película grandiosa, (quizás la mejor de su filmografía) un cine potente, cine de armazón impecable, que profundiza en las heridas familiares, que realiza un minucioso retrato sobre la maternidad, y abre el debate sobre la identidad y estructura familiar, y sobre todo, es un prodigioso drama rural e íntimo, que nos atrapa desde el primer instante, subyugándonos y sumergiéndonos en este descenso al alma oscura y los secretos más profundos de sus personajes, con memorables secuencias, como la del baile entre madre e hijo, que define y de qué manera sus estados de ánimo, o la de los chavales en la caravana, con su indefinición moral y sexual por parte de Léo/Gabriel. Un film negrísimo, de factura sencilla y compleja, a la vez, que nos invita no sólo a reflexionar sobre la memoria y la identidad, sobre las relaciones familiares, sino también sobre la naturaleza de nuestras emociones, las fisuras del alma, y cómo estas, nos acaban definiendo, y llevando a lugares oscuros y muy profundos, de los que sólo nosotros seremos capaces de salir.


<p><a href=”https://vimeo.com/161670164″>Trailer &quot;La propera pell&quot; una pel&iacute;cula de Isaki Lacuesta e Isa Campo</a> from <a href=”https://vimeo.com/isakilacuesta”>ISAKI LACUESTA-LA TERMITA FILMS</a> on <a href=”https://vimeo.com”>Vimeo</a&gt;.</p>