Pleasure, de Ninja Thyberg

QUIERO SER UNA PORN STAR.

“Prometieron que los sueños pueden hacerse realidad, pero olvidaron mencionar que las pesadillas también son sueños”.

Oscar Wilde

Habíamos muchas películas que hablan del mundo del porno desde diferentes ámbitos, formas y géneros, adentrándose en el interior de una de las industrias más millonarias del planeta. Pero, quizás, nunca habíamos visto sus entrañas de forma tan cruda, explicita y demoledora como lo hace Pleasure, opera prima de Ninja Thyberg (Gotemburgo, Suecia, 1984), que no es solo una película sobre el mundo del porno, sino que nos sumerge en un universo donde encontramos de todo: neones, éxito, fantasía, miseria, violencia, sexo, y sobre todo, nos tropezamos con una crudísima realidad que se oculta detrás de los focos, detrás de todo ese oropel que vende y vende. Pleasure ya había sido el título de un cortometraje filmado en el 2013, de tan solo 15 minutos, donde Thyberg ya se adentraba en la industria pornográfica, a través de una chica que quería hacer una escena difícil para hacerse un hueco en el sistema.

Ahora se convierte en un largometraje, protagonizado por la debutante Sofia Kappel, de la que luego hablaremos más detenidamente, en la piel de Jessica,  una joven de 19 años que, deja su Suecia natal, para llegar a Los Ángeles convertida en Bella Cherry, y con la firme intención de ser una porn star. El guion escrito por la propia directora y Peter Modestij (que ya estaba en el cortometraje Pleasure), sigue a Bella Cherry por su periplo por la “Big City”, peor muy alejada de los lugares turísticos que tanto se venden, andamos por esas casas en las colinas, donde chicas como ella, veteranas y debutantes, esperan su oportunidad, entrando en ese negocio de exponerse, mostrando carne, acudiendo a fiestas e intentar conectarse con la gente importante. Acompañamos a Bella Cherry a sus pruebas, que siempre van de menos a más, porque no solo hay que demostrar la valía, sino también ser capaz de todo, de participar en escenas duras, donde la joven es humillada, azotada y practicar sexo duro de todas las formas desagradables y dolorosas.

La película se mueve entre un realismo salvaje, son una naturalidad que duele, sin dejarse nada fuera, mostrándolo todo, sin caer en el morbo, sino en captar todos los sentimientos contradictorios de la Bella, que ambiciona un lugar en el porno, pero desconocía por completo todas las pruebas durísimas que tiene que pasar, pero ella sigue adelante, sometida a un grupo de hombres, que dominan el negocio, y dan carnaza y suciedad porque saben que es lo que más vende. La fría y naturalista luz de la cinematógrafa Sophie Winqvist (que también trabajó en el cortometraje Pleasure), capta de manera creíble y sincera todo el interior de la joven protagonista, que se mueve entre la luz mortecina de la casa donde vive, con esa otra luz falsa y artificial de los rodajes, donde todo el resultado final envuelve una realidad muy dolorosa, angustiosa y miserable por la que deben pasar todas las chicas que quieren ser la nueva porn star. El ágil y rítmico montaje que firman Olivia Neerrgaard-Holm (responsable de títulos tan interesantes como Victoria, Holiday y Border, entre otros), y Amalie Westerlin Tjellesen, hacen que el retrato se vea con una gran fuerza, donde las esperas de la casa, y demás, se ven cruzados con todas esas escenas tan viles por las que pasa Bella.

Pleasure sería otra película sin la presencia de Sofia Kappel, auténtica revelación del film, metiéndose en la piel y el cuerpo de Bella Cherry, ambiciosa e ingenua, que transmite todo el esplendor y las pesadillas de su personaje, con esa grandísima fuerza y naturalidad, en continuo debate consigo misma, entre aquel placer que la seduce, y a la vea, todo el dolor y sufrimiento por el que debe pasar para conseguirlo. Kappel muestra toda la vulnerabilidad de un personaje inolvidable, con toda ese ímpetu, su valentía y también, sus miedos, su dolor y sobre todo, su posición de soledad y vacío en ese mundo de sombras, pesadillas y mentira, como les sucedía a otras mujeres que vieron en Los Ángeles y el mundo del cine, una forma de ser felices o no, hablamos de las Betty y Rita de Mulholland Drive (2001), de David Lynch, las mujeres de Maps to the Stars (2014), de David Cronenberg, y la Jesse de The Neon Demon (2016), de Nicolas Winding Refn, entre otras muchas incursiones cinematográficas al mundo de la fábrica de sueños, o pesadillas, porque según se mire y quién lo cuente, porque hay muchas historias, retratos y personajes.

Otro gran acierto de la película es mostrar la industria pornográfica desde dentro y a través de sus personas reales, ya que vemos muchos de ellos interpretándose a sí mismos, como Mark Spiegler, fundador de “Spiegler Girls”, una de las agencias más importantes, o las actrices porno Evelyn Claire, Dana Dearmond y Kendra Spade, entre otras. Ninja Thyberg, auspiciada por el director sueco Ruben Östlund, responsable de grandes títulos como Fuerza mayor y The Square¸ se convierte con Pleasure en una de las directoras más interesantes del actual panorama europeo, porque no solo ha hecho uno de los retratos más profundos, incisivos y brutales del mundo del porno, sino que lo ha construido de forma crudísima y reveladora, con una transparencia que a ratos parece un documento del aquí y ahora, y en otros, una fábula de toda la negritud que encierra ese universo de placer y dolor, con uno de esos personajes que lo tiene todo y le falta todo, alguien capaz de todo y de nada, alguien que se lanza al vacío sin nada que perder, aunque no ha reflexionado en todas esas partes oscurísimas que existen, pero hay que entrar para verlas. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

Amazing Grace, de Sydney Pollack y Alan Elliott

DOS NOCHES INOLVIDABLES CON ARETHA.

“Ser la Reina no se trata solo de cantar y ser una diva no se trata solo de cantar. Tiene mucho que ver con su servicio a las personas.”

Aretha Franklin

No encontramos en el año 1972, más concretamente en dos noches de enero, en la Iglesia Bautista Misionera New Temple en Watts, Los Ángeles, el centro espiritual del reverendo James Cleveland. El lugar elegido por la cantante Aretha Franklin (1942-2018) ya convertida en una de las grandes figuras de la música soul del momento, para grabar su próximo álbum, un disco en directo, que se convertirá en el disco más vendido de la hsitoria de música góspel, en un concierto para la historia donde volverá a sus orígenes cuando cantaba góspel siendo una niña en la iglesia de su padre en Memphis. Warner Bros. decidió grabar la grabación para convertirla en una película aupado por el grandísimo éxito de Woodstock, de Michael Wadleigh, y para ello se contrató al director Sydney Pollack (1934-2008) de moda gracias a su éxito de Danzad, danzad, malditos. Problemas técnicos derivados de la no sincronización entre el audio y las imágenes llevaron al traste la película, que no pudo estrenarse y se almacenó en algún rincón de Warner.

Años después, el productor Alan Elliott, con el beneplácito de la compañía y del propio Pollack, y con la ayuda de la nueva tecnología digital  ha sincronizado todos los elementos y por fin, casi medio siglo después, la película ve la luz. La película en cuestión es un grandioso espectáculo musical que combina 14 canciones góspel cantadas por la gran Aretha Franklin, en solitario o tocando el piano, y en otros temas, acompañada por el reverendo Cleveland al piano y a los coros, conjuntamente con el grupo de músicos de Aretha y el coro The Southern California Community, junto a los parroquianos de la iglesia, que cantan, acompañan con voces, y bailan descosidos todos los temas religiosos que vamos escuchando. Entre el público de la segunda noche podemos observar a Mick Jagger y Charlie Watts, miembros de los Stones, que disfrutan desatados con la imponente voz de Aretha, en un documento único, tanto por su legado musical, histórico y atemporal.

El cine al servicio de la música góspel, con una filmación cruda, a pelo, con múltiples zooms, movimientos bruscos de cámara, y con abundantes planos making of, donde vemos ensayos, pruebas y miembros del equipo filmando, capturando el sonido, incluso el propio Pollack haciendo indicaciones o paseando entre cámaras y metros de cable. 87 minutos de puro espectáculo musical cantando a Dios, a la fe y al compromiso religioso, en un concierto inolvidable, frenético, pausado y lleno de fe y alegría, en un maravilloso encuentro colectivo con momentos riquísimos donde el góspel, la música negra ancestral por excelencia es llevada a los altares no solo a la propia fe personal y profunda de todos los allí congregados, si no a los cielos de la música tradicional, popular y moderna de la mano de Aretha Franklin, una de las cantantes más grandiosas de la historia, inducidos por su poderosísima voz, sus solos magníficos, y sus frenéticos ritmos que acaban contagiando a un público maravillado, motivado y muy entregado.

Con momentos conmovedores cuando el padre de la artista habla al público desde el púlpito donde ella canta y recuerda emocionado la infancia de la artista cuando cantaba y bailaba como una descosida o aquellos instantes en que amenizaba con su arte los servicios de la iglesia de su padre. Una mujer inmensa en muchos sentidos, a parte de su innata capacidad para cantar y para la música soul, nos encontramos a una mujer de 29 años de edad, en la cresta de la ola en el universo musical, reconocida por la industria, por el público y apabullada con innumerables premios, una alma inquieta, humana y de inagotable fe religiosa, que no reniega de sus orígenes humildes y sencillos, sino todo lo contrario, canta para aquella gente en pleno reivindicación social del “Balck Power”, en esa llamada a los afroamericanos de EE.UU., y también, a todos aquellos, sea cual sea su color de piel y condición social, de dejarse atrapar por la música góspel y seguir su ritmo, cantando a Dios como el tema “Amazing Grace” (que da nombre al título de la película) quizás el tema más profundo y personal de todos los que escuchamos en la película, puro talento, puro fervor religioso y esa comunidad, músicos, coro y público dejándose llevar por la música, la letra y esa comunidad todos a una alabando a Dios, a su gracia y a toda esa congregación de almas dispuestas a servir a Dios y a su fe. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

En la playa sola de noche, de Hong Sangsoo

TIEMPO DE (DES)AMOR.

“La gente quiere ir más allá de las apariencias e intentar alcanzar el interior. Pero no siempre es fácil, ya que las apariencias externas nos atraen y nos arrastran. A veces cometemos errores, pero eso es lo que somos. Es importante intentar superar la ilusión de la apariencia y llegar al interior, pero nunca podemos escapar de su atracción.”

Hong Sangsoo

El cine de Hong Sangsoo (Seúl, Corea del Sur, 1960) nace y se retroalimenta de la propia vida del cineasta, quizás en su caso, es una afirmación muy próxima a la naturaleza de su cine, ya que sus películas están pobladas por gente del cine, que casi siempre están preparando o filmando películas, donde se enamoran o están a punto de hacerlo, y en las que hay muchas secuencias donde dialogan y discuten alrededor de una mesa mientras comen, y sobre todo, beben. Aunque su última película asevera aún más si cabe esta afirmación, porque aquí tendríamos serias dificultades para discernir aquello que forma parte de la propia vida del cineasta y su entorno, o lo que es puramente inventado, aunque tenga muchísima conexión con los hechos reales, como el cine de Ingmar Bergman o Woody Allen, donde la vida y el cine se mezclan sin discernir con exactitud dónde empieza uno y acaba el otro.

Su última película es quizás la más personal de su carrera, ya que Hong Sangsoo cuenta un hecho vivido por él mismo, que tiene que ver con la actriz Kim Minhee, con la que tuvo un romance durante el rodaje de la película Ahora sí, antes no (2015), situación compleja ya que el director estaba casado y los medios sensacionalistas aprovecharon para derramar ríos de difamación y escándalo. Si bien en la anterior película de Sangsoo, Lo tuyo y tú (2016) nos convocaba en un relato sobre el desamor visto desde los diferentes puntos de los (des)enamorados. Ahora, se centra exclusivamente en ella, en una especie de exorcismo personal en el que la propia persona que vivió su affaire protagoniza la película, la propia Kim Minhee, una mujer herida que pone tierra de por medio, y se toma un tiempo alejándose de él y de todos, visitando a una conocida de Hamburgo. Sangsoo captura el desamor a través de un poderosísimo retrato femenino sobre una mujer que se acuerda demasiado de su amor, de ese amor que no pudo ser, aquel que se perdió, aunque duela lo recuerda, y camina o más bien deambula, sola o acompañada, intentando aparentar lo que no siente, aunque ella sabe que no es así.

De la playa fría, casi helada de Alemania, pasa a la playa hibernal, pero más cercana de Corea del Sur, y lo que son las cosas, huyendo de su reciente pasado parece que consigue el efecto contrario o al menos a ella se lo parece. Una hermosísima película, delicada y sensible, que nos atrapa desde la propia melancolía que siente el personaje, dejándonos llevar por casi el silencio que viene arrastrando esta mujer triste y herida, una mujer en pleno desamor, o quizás podríamos decir atravesada por el amor, por ese amor cruel y doloroso, ese que por mucho que nos alejemos físicamente, sigue rondándonos, como si fuera una sombra que inútilmente queremos alejar. La sutil interpretación de Kim Minhee, llena de miradas y matices, consigue con mucha dulzura atraparnos en sus altibajos emocionales, donde parece odiar a los hombres, y beber para olvidar, aunque parece que cuanto más bebe, más se acuerda de aquel que quiere olvidar.

Sangsoo es una especie de demiurgo de las emociones humanas, investigando en los recovecos del (des)amor, unas emociones que describe con cercanía y sumergiéndose en todos los puntos de vista, mostrándolos en su forma más primaria y natural, dejando al espectador sacar las pertinentes conclusiones, si así lo desease. Yonghee es una de esas heroínas cotidianas que amaron y ahora no saben cómo se sienten, pretenden que la distancia se convierta en olvido, pero fracasan en su intento, sólo consiguen recordar con más nitidez, porque en el eterno combate que lidian los pensamientos con las emociones, nunca hay un ganador, sólo alguien que recuerda y siente más de lo que le gustaría, aunque sea recostada en la arena de una playa en invierno, que su tranquilidad y solitud no sean suficientes para alejar sus sentimientos, porque aunque estemos solos, sin nadie a nuestro alrededor, al que siempre escucharemos, aunque no queramos, será a nuestro corazón, a ese aliado o no motor en continua marcha, que nos ayuda a levantarnos cuando las circunstancias nos hayan vencido.

Next, de Elia Urquiza

Next-487186836-largeUN TROZO DEL PASTEL.

Una niña de unos 10 años mira a cámara e intenta interpretar un texto, pero se equivoca, y entonces, escuchamos la voz de la madre que le corrige la actuación y le pide que lo vuelva a repetir. De esta manera, tan descriptiva y elocuente, arranca la primera película de Elia Urquiza (1979, Pamplona), que después de realizar el máster de documental creativo de la UAB en Barcelona, consiguió una beca para estudiar dirección en el prestigioso California Institute of Arts de Los Ángeles en 2008. Allí, junto a otros 11 colegas españoles, fundaron La Panda, una productora que ayuda a producir títulos propios y ajenos que ya ha dado títulos como Open Windows, de Nacho Vigalondo o 10.000 km, de Carlos Marqués-Marcet. Otro de los títulos surgidos, es esta película de la realizadora navarra que ambienta en esa ciudad, rodeada de lujo y superficialidad, su primera aventura en la dirección. Su mirada se posa en cuatro niñas y adolescentes, de edades comprendidas entre los 6 y 16 años, cuatro vidas llegadas del medio oeste, esos lugares perdidos en los que nunca pasa nada, con el sueño de convertirse en actrices.

La cámara de Urquiza sigue con detalle e intimidad, los días de estas niñas con el objetivo de entrar en la meca del cine. Acompañadas de sus padres, que les ayudan, protegen y en algunos casos, les apoyan a continuar en esa ciudad, porque son ellos los que realmente quieren y pelean el éxito de sus primogénitas. Las audiciones por conseguir un papel, los encuentros con agentes con el fin de una representación que les lleve a las puertas del Olimpo, los días de rodaje, y las clases de actuación son la cotidianidad que vive o sobrevive estas niñas con la compañía de sus padres. Unos padres que dejan sus vidas corrientes de la América profunda para mudarse a hoteles o viviendas temporales a la espera que su hija sea una de las elegidas. Urquiza, no juzga a sus personajes, los sigue, manteniéndose a su lado, penetrando en su intimidad, sus anhelos, lo que piensan y sienten.

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Resultan muy expositivos los planos cogidos desde el interior de los automóviles que las trasladan, donde observamos la tremenda vorágine de compras, extravagancias, y demás perplejidad, que se respira en cada rincón de la ciudad. Una obra breve, pero concisa, apenas 72 minutos, que se detiene en la sinrazón de un mundo totalmente superficial, donde el éxito personal, que trae consigo el prestigio social, se ha convertido en el único objetivo de unas niñas y sus padres, buscando de ese modo el verdadero sentido a sus vidas corrientes, y sobre todo, alejarse de esa América perdida en el medio oeste, de donde proceden, lugares a los que no desean volver, o sólo regresar rodeados de éxito y lujo. Un mundo de glamour y dinero que no considera la terrible frustración y vacío que puede quedar en estas personas después de no conseguir ese objetivo tan preciado y vital para ellos. Una sociedad de masas, inmoral y cruel, donde la televisión y la publicidad bombardean constantemente con sus productos, donde todo está venta, también los sueños e ilusiones de unas niñas que desean el éxito y el estatus que conlleva ser una estrella de Hollywood o la televisión. Urquiza ha filmado un documento sencillo y modesto en sus medios, pero grande e inmensa en su discurso, donde realiza una profunda reflexión sobre la sociedad capitalista de consumo, que no se detiene nunca en generar falsas ilusiones y expectativas, en un negocio devastador y deshumanizado, que solamente fabrica personas frustradas e infelices por no conseguir ese éxito que cada día les venden salvajemente en los medios.


<p><a href=”https://vimeo.com/147828384″>NEXT (Trailer)</a> from <a href=”https://vimeo.com/playtime”>Playtime Audiovisuales</a> on <a href=”https://vimeo.com”>Vimeo</a&gt;.</p>

10.000 KM, de Carlos Marques-Marcet

10000 KM cartelLas consecuencias del amor

“Tú no quieres estar conmigo, quieres que yo este contigo”

¿De qué seríamos capaces de renunciar por seguir con la persona de la que nos hemos enamorado? Alex y Sergio son una pareja de Barcelona que llevan 7 años juntos y quieren tener un hijo. Alex, fotógrafa, le ofrecen una beca de 1 año en Los Angeles, a partir de ese momento mantendrán su relación mediante la pantalla del ordenador. 10.000 KM, de Carlos Marques-Marcet es la crónica de cómo un amor sólido se ve maltratado debido a las circunstancias en las que se ve sometido. El realizador catalán, afincado en Los Ángeles, hizo un viaje parecido al de su protagonista hace seis años, de aquellos sentimientos y miedos nació su película, en la que aborda el tema de la necesidad de irse fuera a nivel profesional con los problemas que eso conlleva a nivel afectivo. Alex es independiente, quiere tenerlo todo sin renunciar a nada, por el otro lado tenemos a Sergio, que cree en el amor por encima de todo. Dos maneras antagónicas de posicionarse ante la disyuntiva de enamorarse y mantener una relación sentimental. Marques-Marcet construye una película sincera y emotiva, y también, muy dura. El proceso que siguen estos personajes que se ven abocados a enfrentarse a ellos mismos y a investigar la naturaleza real de sus sentimientos. El arranque de la película en un minucioso y espectacular plano secuencia de unos 20 minutos donde el director nos introduce la acción, y pone en situación al espectador, deja paso a una realización básicamente en interiores donde abundan las secuencias y planos cortos, y sobre todo, el discurso en el que sustenta la película, el plano real en Barcelona/Los Ángeles y su contraplano virtual en la pantalla del ordenador. Alex y Sergio se ven abocados a la ausencia del otro, a la falta del yo, a vivir un amor sin el contacto físico, a estar en una relación donde el otro se encuentra en el mismo espacio, pero de un modo diferente, sólo está de forma virtual, sólo habita en una pantalla, pero se encuentra en otro lugar y en otro tiempo. La película aborda el tema de las nuevas tecnologías, de cómo los nuevos medios para comunicarse están cambiando nuestras formas de relacionarnos con nosotros mismos y con los demás. El cineasta catalán, debutante con esta película, ha fabricado una historia hija de su tiempo, un relato que plantea situaciones que se viven en la actualidad. Podríamos verla como un análisis profundo sobre los límites de comunicación, y también de cómo sorteamos y reaccionamos ante los embates de la vida, de las decisiones que tenemos que afrontar en las diferentes situaciones que nos colocan las circunstancias vitales. Película que arrasó en el último Festival de cine de Málaga, donde recogió el primer premio, director, actriz, y guión. Un relato donde la pareja protagonista, Natalia Tena y David Verdaguer, estupendos en sus registros, destila mucha química y hace creíble unos personajes que se expresan a base de miradas y silencios. 10.000 KM es una historia que nos habla sobre el amor y la comunicación, pero también sobre lo solos que nos sentimos, aunque estemos rodeados de dispositivos para comunicarnos, porque al fin y al cabo, cómo le ocurría al protagonista de Her, de Spike Jonze, que se enamoraba de un sistema operativo informático en un futuro no muy lejano, las nuevas tecnologías quizás hacen nuestra vida más cómoda, pero no más feliz.