La infiltrada, de Arantxa Echevarría

EL SILENCIO DE UNA MUJER. 

“Miedo es lo que estás sintiendo. Valentía es lo que estás haciendo”.

Emma Donoghue

Recuerdo la impresión que me supuso ver en el cine la película Días contados (1994), de Imanol Uribe. Aquel otoño de entonces, mi conocimiento sobre ETA era mínimo, por no decir nulo. Así que, el cine, como siempre, venía a rescatarme de mi ignorancia. Aquella historia fue durante mucho tiempo mi ventana a la realidad que se ocultaba detrás de atentados y asesinatos. Sabía que era una historia de ficción, salida de una novela de Juan Madrid, pero para mi significó un comienzo para saber algo más. Uribe había tratado el entorno ETA en otra de sus grandes obras La muerte de Mikel (1984), y más tarde, volvió con Lejos del mar (2015). Viendo La infiltrada, de Arantxa Echevarría (Bilbao, 1968), he vuelto a las imágenes de Días contados, por su proximidad al tema, y también, por su acercamiento al género policíaco de aquí, es decir, un cine negro que hable de temas sociales y políticos, muy alejado de la convencionalidad en la que se ha instalado un género que calca las producciones hollywodiense de puro entretenimiento y muy blanditas.

La película surge de una idea de la productora María Luisa Gutiérrez para llevar a cabo la historia de Aranzazu Berrade, la policía de tan sólo 22 años que se infiltró durante 8 años en las entrañas de ETA, del que surge el guion que firman Amelia Mora, que ha sido guionista de la exitosa serie La unidad, y la propia directora que, aparentemente, parece que se ha embarcado en otro tipo de película, aunque en la realidad no lo es tanto, porque también estamos ante un drama social protagonizado por una mujer enfrentada a un enemigo muy fuerte, como sucedía en dos de sus anteriores largos como Carmen y Lola (2018) y Chinas (2023), situados en entornos íntimos, cercanos, invisibles y naturales. Eso sí, la realidad humana es evidente, aunque ha virado al género, en este caso, al mencionado policíaco, muy popular e interesante años atrás, casi desaparecido de nuestra cinematografía en años posteriores, salvo contadas excepciones como El arreglo, las citadas de Uribe, Fanny Pelopaja, la excepcional serie sobre Carvalho que protagonizó Poncela y dirigió Aristaraín, los de Garci y Urbizu, y las que tienen a ETA como epicentro, La voz de su amo, Todos estamos invitados y Lobo (2004), de Miguel Courtois, sobre Mikel Lejarza que se infiltró en la banda terrorista entre 1973 y 1965,  y alguna que otra película más. Así que estamos de enhorabuena porque La infiltrada es una gran policíaco, porque tiene a un ser anónimo y frágil enfrentado a un enemigo muy poderoso y sanguinario, y todo se filma con el mejor aroma de Melville como hacía en la espléndida Le samouraï, con un enorme Delon, donde se consigue una profunda e íntima atmósfera muy alejada de los estereotipos del género. 

La magnífica cinematografía de Javier Salmones, con casi 100 títulos en su carrera, al lado de grandes cineastas como Colomo, Fernán Gómez, Cuerda, Gonzalo Suárez, entre otros, consiguiendo capturar el plomizo y grisáceo de esos cielos del País Vasco, con esos encuadres agitados que escenifican con determinación todos los avatares emocionales de la protagonista Arantxa, acompañada de la excelente música de Fernando Velazquez, otro grande de nuestro cine, con más del centenar de títulos, que le ha llevado a trabajar con Bayona, Koldo Serra, Scherfig, Del Toro, Wenders, y muchos más, con una composición elegante, nada embellecedora, sino contándonos la interesante mezcla que hay en la historia, entre la invisibilidad de una joven cualquiera metida en la boca del lobo, y después, todos esos instantes de tensión  dificultad en la que se inmersa. Un montaje que, a priori, entrañaba muchos problemas, bien ejecutado por Vicky Lammers, que estaba en Patria, una serie con el tema de ETA como epicentro, donde nos conduce con maestría por el laberinto complejo por el que se mueve una mujer en soledad y sin ayuda, entregada a una labor en la pone su vida en peligro constantemente en sus asfixiantes dos horas de metraje. 

Como ocurría en los anteriores trabajos de la directora vasca, el reparto está muy bien escogido, porque transmiten, sin necesidad de estridencias ni de artimañas de otra índoles, todo el caudal emocional de unos personajes nada convencionales, como la extraordinaria Carolina Yuste, la actriz fetiche de Arantxa que, después de su espléndida interpretación de Conchita en Saben aquell, de David Trueba, del año pasado, vuelve a demostrar su enorme valía metiéndose en la piel de Arantxa, otro reto mayúsculo que la actriz pacense salda con una gran composición, dando vida a una mujer valiente con miedo, pero decidida en su trabajo, muy humana, mostrando su vulnerabilidad y su coraje, ahí es nada. Uno de esos personajes capitales del último cine español. Le acompañan un siempre convincente Luis Tosar, que hace de jefe de Arantxa, un actor que lo da todo desde la sencillez, metido en un tipo temido por los suyos y empecinado en demostrar que la policía es capaz de todo. Tenemos a los etarras. Por un lado, el joven idealista en la piel de Iñigo Gastesi, y el asesino despiadado con el rostro de Diego Anido, y los otros polis como Nausicaa Bonnín, Víctor Clavijo, y otros, que ayudan a darle la profundidad necesaria a la película, porque aunque el relato se centra en la mirada y el rostro de Yuste, los “otros” ayudan a relajar la trama. 

Nos alegramos que se haya producido una película como La infiltrada, de Arantxa Echevarría, porque habla de la organización terrorista ETA, que actúo durante sesenta años, y lo hace desde el rigor y la transparencia necesarias para comprender su complejidad, y no sólo eso, sino que lo hace desde una policía infiltrada en sus catatumbas, a partir de la cotidianidad de alguien que sacrificó su vida y su alma para ser una de ellos y así capturarlos. Además, de ser un convincente y estupendo policíaco que nos devuelve al mejor noir, aquel que era una radiografía del país, de sus gentes, de sus formas de ser, de su idiosincrasia, de su economía y de todo lo que no vemos, siendo muy fiel y a la vez, muy cinematográfico para retratar aquellos años noventa, en los que una mujer completamente desconocida para todos se volvió invisible y adquirió una nueva identidad para ser otra más de ETA. Por todo esto y mucho más, no se pierdan la película que ha construido con gran acierto Echevarría que, después de La infiltrada, y esto lo digo para sus haters, ha demostrado que es capaz de meterse en líos tan gordos como los de esta película, y sobre todo, salir con un contundente, ejemplar y fascinante noir que no dejará a nadie insatisfecho, y lo hace, es que no debería ver buen cine. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

Entrevista a Arantxa Echevarría

Entrevista a Arantxa Echevarría, directora de la película «Chinas», en el Cafe Salambó en Barcelona, el miércoles 4 de octubre de 2023.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Arantxa Echevarría, por su tiempo, sabiduría, generosidad y cariño, y al equipo de Revolutionary Press, por su amabilidad, generosidad, tiempo y cariño. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

Entrevista a Xinyi Ye

Entrevista a Xinyi Ye, actriz de la película «Chinas», de Arantxa Echevarría, en el Cafe Salambó en Barcelona, el miércoles 4 de octubre de 2023.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Xinyi Ye, por su tiempo, sabiduría, generosidad y cariño, y al equipo de Revolutionary Press, por su amabilidad, generosidad, tiempo y cariño. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

Entrevista a Leonor Watling

Entrevista a Leonor Watling, actriz de la película «Chinas», de Arantxa Echevarría, en el Cafe Salambó en Barcelona, el miércoles 4 de octubre de 2023.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Leonor Watling, por su tiempo, sabiduría, generosidad y cariño, y al equipo de Revolutionary Press, por su amabilidad, generosidad, tiempo y cariño. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

Chinas, de Arantxa Echevarría

EL LIMBO DE LA IDENTIDAD. 

“La identidad es una búsqueda siempre abierta e incluso la obsesiva defensa de los orígenes puede ser en ocasiones una esclavitud tan regresiva como, en otras circunstancias, cómplice rendición al desarraigo”.

Claudio Magris

Después de casi una década dirigiendo cortos de ficción y documental, conocimos a Arantxa Echevarría (Bilbao, 1968), con Carmen y Lola (2018), excelente ópera prima sobre los amores clandestinos de dos gitanas de barrio, enfrentadas a los prejuicios de su comunidad. Tres años más tarde, dirigió La familia perfecta, una comedia industrial que agrupaba a una familia burguesa con otra de barrio. En Chinas, su tercer largo, la directora vuelve al barrio, o quizás, podríamos decir, que sigue en el barrio, retratando a esas personas de la periferia, a los invisibles muy visibles de las grandes ciudades. Esta vez posa la mirada en la desconocida comunidad china, y no lo hace desde el paternalismo y el desconocimiento, sino a través de la complejidad y los miedos de la segunda generación. Esos niños y adolescentes que han crecido en el país de acogida y tienen, como no es de extrañar, los conflictos habituales con unos padres que los arrastran a su cultura china y ellos, a su vez, viven y crecen en una cultura completamente distinta. Ese limbo de identidad, de arraigo y desarraigo, y sobre todo, de difíciles relaciones paternofiliales son el objetivo y el análisis de la película. 

A partir de un estupendo guion bien documentado y elaborado de la propia Echevarría, la trama se asienta a través de tres mujeres que viven en el barrio periférico de Usera de Madrid: Claudia, la adolescente china que se debate entre la férrea actitud de sus padres que la obligan a trabajar muchas horas en el bar y por otra parte, es una joven que tiene amigas y le gustan los chicos. Lucía, su hermana pequeña de 9 años, y su relación con la nueva compañera de colegio, Xiang, una niña adoptada por un matrimonio acomodado. Tres miradas, tres formas de ser y estar entre dos universos, entre dos formas tan diferentes de hacer y pensar, hacen de la película una mirada sincera y honesta a la comunidad china, huyendo de esa manida representación en los thrillers convencionales a través de sus mafias y demás. Aquí, se habla de gente de barrio, los que trabajan de sol a sol, gente anónima, con vidas humildes, que luchan diariamente para seguir tirando del carro. Tiene Chinas mucho valor, y digo esto, porque ante la ausencia de cine social en nuestro país, se agradece enormemente que aparezcan cintas como esta, que mira a la gente de a pie, gente como nosotros, con sus problemas y vidas de verdad. 

En el apartado técnico, la directora bilbaína de nacimiento y madrileña de adopción, vuelve a contar con los “suyos”, con Pilar Sánchez Díaz en la cinematografía, y Renato Sanjuán en el montaje, que llevan casi la decena de títulos juntos. Construyen, en sus respectivos trabajos, sendas composiciones donde prevalece la “verdad”, es decir, lugares reales, lugares de barrio, y una luz lo más natural posible, que no embellezca nada de lo que mira y cuente. Los 118 minutos de metraje no se hacen para nada pesados, porque la película cuenta muchas cosas, y de esas que no se explican con palabras, sino con miradas y la tensión que les sigue. Aunque como sucediera en Carmen y Lola, con sus maravillosos intérpretes naturales, en Chinas, la directora lo ha vuelto a hacer, y ha construido su película a través de un reparto natural en su mayoría como las increíbles niñas Daniela Shiman Yang como Lucía y Ella Qiu es Xiang, las dos niñas que una es todo desparpajo y simpatía y la otra, todo silencio, que conjugan muy bien a medida que va avanzando la trama y las vamos conociendo más a fondo. Yeju Ji es una madre china que le cuesta comprender y adaptarse a los cambios de sus inquietas hijas. 

Mención aparte tiene Xinyi Ye. Recuerden su nombre, seguramente lo seguiremos disfrutando interpretando personajes como Claudia. La actriz, debutante en la película, auténtica revelación de Chinas, porque muestra una mirada y una naturalidad sorprendentes, que le ayudan a componer un personaje de esos personajes que se nos quedan, siendo esa adolescente que quiere ser una más y ve amenazado su universo por la negación de sus padres y esos amigos que parecen otra cosa. El reparto se complementa con unos formidables Leonor Watling y Pablo Molinero, un matrimonio que adopta a Xiang, que son dos personas que chocan en la educación de su hija. Cierra el reparto una colaboración muy especial, la de Carolina Yuste, que ha estado en todas las de Echeverría, una especie de alter ego de la directora, esa chica que llega a la hora del cierre al bazar a comprar cuatro cosas de última hora, y mantiene una relación especial con Lucía. Podríamos decir que Echevarría se ha marcado un Stephen Frears, es decir, ha hecho una película social, llena de verdad, cotidiana, íntima y llena de tensión y conflictos, sin olvidar el sentido del humor, con el mejor aroma del director de Leicester en películas como Mi hermosa lavandería (1985), Café irlandés (1993) y La camioneta (1996), entre otras, donde se habla de un colectivo cuando se cierra la puerta de sus casas, en sus quehaceres diarios y sus trabajos. Chinas haría fraternidad con la película Oriente es oriente (1999), de Damien O’Donnell, donde también se hablaba de los conflictos entre un padre paquistaní con sus hijos ingleses. 

No me gusta recomendar películas, y cuando lo hago, me siento muy pequeño, porque quién soy yo para decirle a nadie lo que tiene que ver. Así que no lo voy a hacer con Chinas. Sí que voy a hacer una cosa, si ustedes me lo permiten, y no es otra cosa que, aplaudir, celebrar y rendirme a una película como Chinas, porque hacía falta una mirada de verdad sobre este tema en nuestra cinematografía, exponiendo tres miradas tan cotidianas que nos podemos encontrar en nuestras vidas, y creo que la cinta de Arantxa Echevarría servirá para dejemos de mirar a chinos y chinas y comencemos a mirar a seres humanos que, a parte de su cultura y todas las aparentes diferencias, tenemos algo en común muy importante y no es otra cosa que un hogar y un trabajo para soportar las dificultades de un sistema demasiado económico y poco humano, por no decir completamente deshumanizado. Miremos al otro, no queriendo cambiarlo ni mucho menos, ni pretender que siga nuestras costumbres y demás, sino aprendiendo unos de los otros y compartir un lugar y sus cotidianidades, sólo eso, que no es nada fácil, lo sé, por eso todos tenemos que poner de nuestra parte, y sobre todo, no lo hagamos más complicado de lo que los malvados nos lo ponen. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

Entrevista a Arantxa Echevarría

Entrevista a Arantxa Echevarría, directora de la película «Carmen y Lola». El encuentro tuvo lugar el lunes 3 de septiembre de 2018 en cafetería de los Cines Renoir Floridablanca en Barcelona.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Arantxa Echevarría, por su tiempo, sabiduría, generosidad y cariño, y a Sandra Ejarque y Ainhoa Pernaute de Vasaver, por su tiempo, generosidad, paciencia y cariño.