Entrevista a Léa Todorov

Entrevista a Léa Todorov, directora de la película «Maria Montessori», en el marco del BCN Film Festival, en el Hotel Casa Fuster en Barcelona, el jueves 25 de abril de 2024.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Léa Todorov, por su amistad, tiempo, sabiduría, generosidad, a Alba Sala, a la inmensa labor de la intérprete Sílvia Palà, y a Arantxa Sánchez de Karma Films, por su generosidad, cariño, tiempo y amabilidad. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

Maria Montessori, de Léa Todorov

LA MUJER QUE CAMBIÓ LA ENSEÑANZA. 

“Para educar a estos niños, lo primero que hicimos fue quererlos”

Maria Montessori 

Erase una vez… Una mujer llamada Maria Montessori (1870-1952), doctora, filósofa, psiquiatra y pedagoga, y un carácter indomable y una pasión desbordante, vive en la ciudad de Roma, por allá en 1900, trabajaba junto a su compañero en una institución para niños discapacitados. Maria aunque era codirectora del centro, no constaba en ningún registro oficial. aunque su amor y dedicación por los niños y su forma cercana y apasionada y observadora en sus métodos de enseñanza, cambió la forma rígida y conservadora e impulsó una nueva forma de educación en la que el niño sería el centro del universo, atendiendo sus capacidades, sus tiempos y sobre todo, enseñándolo a ser libre e independiente. Su forma acuñó el “Método Montessori” que, a día de hoy, sigue siendo la forma más adecuada e inteligente de educar. Esta es su historia y María Montessori (“La nouvelle femme”, en el original), de Léa Todorov (París, Francia, 1982), es la película que cuenta esta historia. Un relato situado en 1900, que arranca en las calles y los cabarets de la bohemia de París, en el que conocemos a Lili d’Alency, una famosa cortesana de gran éxito, que mantiene en secreto a una hija discapacitada, y para quitarse el “muerto” de encima, llegará hasta Montessori, donde la niña aprenderá a ser querida y sobre todo, donde será una más y respetada y visibilizada y tratada con amor y cariño. 

A partir de un personaje de ficción, la citada cortesana, y uno real, Maria, la película es un magnífico retrato del patriarcado de entonces, donde las mujeres estaban sometidas y oprimidas al marido, encontramos a dos mujeres libres e independientes, tanto vital como económicamente, que luchan con todas sus fuerzas para seguir siendo lo que son y demostrar a los hombres y a la sociedad conservadora que hay otras formas de vivir, muy alejadas a los convencionalismos y presiones sociales. También, la película es una excelente biopic, no al uso Hollywoodense, en el que se ensalzan los éxitos y se disfrazan los fracasos, aquí hay verdad, contratiempos, contradicciones (Maria debe ocultar a un hijo porque al no querer casarse, legalmente no puede vivir con él), dramas personales (entre el amor y el deseo contra la prisión del matrimonio), y con la educación (esa lucha entre la modernidad que propone Montessori frente a los carcas hombres que abogan por un sistema que oculta y discapacita al diferente. Una película que ensalza la diversidad y la diferencia, no como problemas, sino como retos para el que enseña y para la sociedad, tratándolo como lo que son, personas como nosotros pero diferentes. 

Una película nacida a partir del documental School Revolution: 1918-1939 (2017), sobre pedagogía alternativa, escrito por Todorov, en el que descubre a Montessori, y por encargo del productor Grégoire Debailly nació un guion coescrito por Catherine Paillé, que ha trabajado con directores tan importantes como Sarünas Baratas, Kiyoshi Kurosawa y Guillaume Brac, entre otros, y la propia directora, que recoge una parte de la vida de Maria Montessori, con la calidad y el detalle que tienen las películas históricas francesas, tanto en su forma como en su fondo, con una luz natural y concisa del cinematógrafo Sébastien Lowe, del que conocemos su trabajo en películas como Una historia de amor y deseo (2021), de Leyla Bouzid, el estupendo y rítmico montaje de Esther Lowe, que se ha fogueado en los equipos de cámara de grandes películas como Los miserables, de Ladj Ly, y La isla de Bergman, de Mia Hansen-Love, y su debut en Softie, de Samuel Theis, en una película ajustada en sus 99 minutos de metraje, que se pasan con atención y emoción. El ejemplar y sobrio sonido de un experto como Cédric Berger, con más de medio centenar de títulos a sus espaldas, y la delicada música de Rémi Boubal, que tiene en su filmografía a directores como Éric Zonka, y películas que hemos visto como Plan 75, de Chie Hayakawa. 

El tono sencillo e íntimo de la película debía tener unas actrices capaces de expresar mucho con nada y esto se consigue con creces con dos intérpretes magníficas como Leïla Bekhti, que tiene en su haber nombres tan importantes como Jacques Audiard, Cédric Khan y Joachim Lafosse, se mete en la piel de Lili d’Alency, una cortesana que hará su gran y personal travesía para ver con otra mirada, dejándose de prejuicios morales y sociales que la llevará a mirar de otro modo, como si mirase por primera vez, gracias al método de Montessori, que hace una fascinante e hipnótica Jasmine Trinca, una actriz que ya conocíamos de su capacidad en la cinematografía italiana al lado de monstruos como los Taviani, Moretti, Castellitto, Ozpetek, y sus “exilios” con Bonello, fue una de las cortesanas en la maravillosa L’Apollonide (Souvenirs de la maison choice), y con Ildikó Enyedi. Su Maria es cercanísima, se mueve con ligereza y camina con firmeza y valentía, y cómo mira a los niños, con dulzura, con sensibilidad, y sobre todo, con amor, ofreciéndoles toda la humanidad que se les ha negada, con dedicación, con atención y una voluntad y paciencia de hierro. 

No podemos dejar de alentar al respetado público que vaya a ver una película como Maria Montessori, por su inagotable belleza plástica y por su forma honesta y transparente de acercarse a la vida extraordinaria y dura de una mujer que se enfrentó a todos y todo para, sin hacer ruido y sin ningún atisbo de egolatría y ambición materialista, se acercó a los niños y niñas más necesitados, a aquellos que nadie quería y con un sólo gesto que fue mirarlos, cogerles de la mano y sobre todo, quererlos, los cambió para siempre, con mucho trabajo, saltando los obstáculos y presiones de esos hombres añejos y roñosos que le impedían y se mofaban de sus métodos y dedicación a un colectivo que creían inútiles. Maria rompió con lo establecido y generó una nueva forma de mirar, de educar, de sentir y de estar, a través del amor y el cariño, pusó unas nuevas formas de enseñanza donde el niño era un todo, donde el maestro aprendía con él, y no imponía nada, y se adapta a las necesidades del niño, en compañía, siendo el guía de su aprendizaje y formación, no a través de sólo conocimientos, sino a través de su personalidad, carácter y empatía, donde los sentimientos son la parte fundamental de su enseñanza. Una revolucionaria como Maria Montessori no sólo fue moderna en su época, sino en cualquier época, esta película es un buen ejemplo de cómo acercarse a su figura y descubrirla, para todo aquel/lla que no la conozca, porque seguro que le cambiará muchas cosas. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

Sala de profesores, de Ilker Çatak

CARLA NOWAK Y EL COLEGIO. 

“Idealismo es la capacidad de ver a las personas como podrían ser si no fueran como son”

Kurt Goetz

Érase una vez una maestra llamada Carla Nowak que lleva un semestre en su nuevo destino: un colegio en el que imparte matemáticas y gimnasia. El colegio lleva un tiempo sufriendo unos misteriosos robos que ocurren en la sala de profesores. A partir de una idea que, aparentemente, es brillante, Carla descubrirá quién comete esos robos, aunque cuando lo denuncia, el colegio se sumergirá en una serie en cadena de conflictos cada vez más violentos que tienen en liza a unos alumnos solidarizados que atentan contra la maestra, un colegio sometido a su lema de “tolerancia cero”, tomando decisiones erróneas e injustas, y unos compañeros de trabajo cada vez más indignados y en su contra. La joven maestra deberá lidiar con una situación tensa in crescendo que nadie puede detener. Una situación que destapa la frágil moral y la gran diferencia entre la teoría y la práctica para resolver conflictos de compleja solución, así como la rivalidad, la incapacidad y la confusión de unos docentes que se supone capaces para encarar con dignidad y humanismo los problemas que surgen en un centro de enseñanza. 

El director Ilker Çatak (Berlín, Alemania, 1984), con su cuarto largometraje, a partir de un guion escrito junto a Johannes Duncker, con el que lleva colaborando desde sus cortometrajes y ya trabajaron en I Was, I Am, I Will Be (2019), en el que construyen un magnífico thriller situado entre las cuatro paredes de un colegio cualquiera de Alemania, a partir de un hecho que no parece de difícil resolución, pero que desembocará en una guerra interna entre la maestra, sus alumnos y la dirección del colegio. Ayuda mucho el formato 4:3 que contribuye a esa sensación de asfixia y prisión en la que va derivando la trama, en un gran trabajo de la cinematógrafa Judith Kaufmann, con casi cuarenta películas, de la que hemos visto por aquí de nacionalidad alemana como Cuatro minutos, Dos vidas, Entre mundos, 13 minutos para matar a Hitler, El orden divino y La emperatriz rebelde, entre otras, al igual que el estupendo montaje de Gesa Jäger, habitual del cineasta teutón Jakob Lass, a partir de pequeños planos secuencias cortantes que imprime agilidad, cercanía y la tensión que nos coge del pescuezo y no nos suelta en sus agobiantes 99 minutos de metraje. 

La afilada y rasgante música de Marvin Miller, en su tercera colaboración con Çatak, contribuye a la idea de lo íntimo y lo colectivo, por el que tanto se mueve la historia, donde el personaje principal se desdobla entre la firmeza y la vulnerabilidad que la hace caer con esos momentos de puro terror donde sale el grito mudo. Aunque nada de esto funcionaria sin la inmensa interpretación de Leonie Benesch, que la conocimos en La cinta blanca (2009), de Haneke, o en El profesor de persa, y otros trabajos para Thomas Berger, Uli Edel, etc… Su Carla Nowak no es un personaje, es el personaje, y lo digo así, porque su composición es digna de estudio, con un personaje que parece muy firme y directo en sus convicciones personales y profesionales, y debido a las circunstancias que se van produciendo, va limitándose y enfrentada a sí misma, a los demás, al colegio y a sus alumnos, en un alucha encarnizada en la que va perdiendo inexorablemente. Viviendo situaciones nuevas para ella, que la superan y que, además, no encuentra la forma de darles solución. Un personaje cotidiano, cercanísimo y humano, con sus ideas, sus miedos e inseguridades y sus equivocaciones, como cualquier docente que ahora mismo está en la función de su empleo. 

Le acompañan Eva Löbau, la secretaria del colegio que hemos visto en películas de Maren Ade y Quentin Tarantino, y muchos más, Michael Klammer y Rafael Stachoviak como maestros mediadores de conflictos, una confusa directora de colegio Anne-Kathrin Gummich, una compañera solidaria como Kathrin Wehlisch, y otra compañera, más crítica como Sara Bauerett, el niño Leonard Stettnisch, y los demás chavales, que hacen creíbles unos personajes que asumen una actitud de solidaridad al acusado del conflicto (madre de uno de ellos) y mucha hostilidad al colegio. Sala de profesores es una película que evidencia la importancia de los festivales de cine, en su caso, se presentó en la Berlinale del año pasado, en la sección Panorama, y a partir de ahí, sigue con un recorrido espectacular de certámenes que le ha llevado a encumbrar cotas tan impresionantes como infinidad de premios y estar entre las cinco candidatas en los Premios Oscar en la categoría de película internacional. Todo un logro para una película sencilla, sobria y social, que cogiendo un espacio tan cotidiano y cercano, construye de forma transparente, y alejada de artificios y estridencias argumentales, un excelente retrato sobre la condición humana, sobre nuestros claros y oscuridades, sobre aquello que idealizamos, el trato que damos a los demás, y sobre todo, es una cinta que habla de nosotros mismos, de cómo somos como seres humanos, y las relaciones que tenemos, cómo resolvemos nuestros conflictos y lo frágiles y vulnerables que somos ante los otros y ante nosotros mismos, ante esos espejos que nos miramos y nos juzgamos, de todo aquello que hacemos diariamente, todo aquello que somos y deseamos, que raras veces acabamos consiguiendo. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

Entrevista a Milo Taboada

Entrevista a Milo Taboada, actor de la película «El maestro que prometió el mar», de Patricia Font, en el Parc de l’Estació del Nord en Barcelona, el jueves 23 de noviembre de 2023.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Milo Taboada, por su tiempo, sabiduría, generosidad y cariño, y a Katia Casariego de Revolutionary Press, por su amabilidad, generosidad, tiempo y cariño. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

Entrevista a Patricia Font

Entrevista a Patricia Font, directora de la película «El maestro que prometió el mar», en los Cines Renoir Floridablanca en Barcelona, el martes 7 de noviembre de 2023.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Patricia Font, por su tiempo, sabiduría, generosidad y cariño, y a Katia Casariego de Revolutionary Press, por su amabilidad, generosidad, tiempo y cariño. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

Entrevista a Albert Val

Entrevista a Albert Val, guionista de la película «El maestro que prometió el mar», de Patricia Font, en los Cines Renoir Floridablanca en Barcelona, el martes 7 de noviembre de 2023.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Albert Val, por su tiempo, sabiduría, generosidad y cariño, y a Katia Casariego de Revolutionary Press, por su amabilidad, generosidad, tiempo y cariño. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

El maestro que prometió el mar, de Patricia Font

EL MAESTRO QUE CREÍA EN LOS NIÑOS. 

“Porque vamos al sentido profundo de la libertad. Sentido vital. El papel rayado es pauta. La pauta es conducción. O lo que es igual, dejarse llevar. (…) El niño, para ser educado, necesita camino libre, trazarse por sí mismo la trayectoria de sus actividades. ¿Que con papel sin rayar el niño escribe torcido? Mejor. Un motivo más para mejorarse yendo derecho. Dejémosle”. 

Antonio Benaiges, maestro (1903-1936)

Conocía la historia del maestro Antonio Benaiges a través de la película El retratista (2015), un documental de Alberto Bougleux que recogía su experiencia pedagógica en la escuela rural de Bañuelos de Bureba, una pequeña aldea de Burgos en el curso escolar de 1935-36. Un hombre republicano que creía en la enseñanza como método para pensar por un mismo y ser más libre, a través de la técnica Freinet, a través de la imprenta con la que imprimían cuadernos sobre sus ideas, pensamientos y reflexiones como aquel en el que escribían sobre un mar que nunca habían visto. El periodista Francesc Escribano recuperó la memoria de Benaiges y escribió el libro El maestro que prometió el mar, que ahora ha convertido en guion Albert Val, que ha trabajado para Filmax y la productora Minoría Absoluta, en una película de ficción que nos devuelve la excelsa figura de Antonio Benaiges, una figura indispensable para conocer el inmenso alcance que significó el gobierno de la República en aquella España oscura, beata y tradicionalista. 

La película se mueve a partir de dos tiempos: el de 1935, con la llegada de Benaiges al pequeño pueblo en 1935, donde la alegría y el entusiasmo es un torrente desbordante en un pueblo anclado en los valores ancestrales, y en 2010, donde el silencio se ha impuesto en una familia, con otra llegada, la de Ariadna, nieta de Carlos, uno de los alumnos del maestro, que llega también al pueblo porque se está excavando una fosa donde pueden encontrarse los restos de Benaiges. Dos viajes, dos experiencias, la de ayer y la de hoy, que se funden en una sola, que se retroalimentan en que el pasado y el ahora que funcionan como espejo-reflejo de lo que somos es porque fuimos. La directora Patricia Font (Barcelona, 1978), de la que conocemos su cortometraje Café para llevar (2014), su ópera prima Gente que viene y bah (2019), y su trabajo en series como Citas y Les de l’hoquei, firma una película muy emocionante, pero no sentimentalista, nos habla desde la altura de los niños la labor de Benaiges, sine ensalzar su figura, sino convirtiéndola en un trabajador por y para la enseñanza, alguien que formó una pequeña comunidad entre sus alumnos, alguien que creía en ellos, alguien que deseaba formar una nueva generación de adultos bien preparados y sobre todo, que hiciesen lo que ellos deseaban, sin seguir las reglas impuestas por sus padres y la sociedad conservadora de entonces. 

Un relato que reconstruye una época de esta magnitud, necesitaba un equipo técnico muy bien preparado como la experiencia de un grande como Josep Rosell en el diseño de producción, con varias años de trabajo con el desaparecido Vicente Aranda, en La lengua de las mariposas (1999), de José Luis Cuerda, con la que la película guarda muchas semejanzas, y El orfanato (2007), de Juan Antonio Bayona, entre otras, en un impecable trabajo de ambientación, con preciosismo y detalle. El vestuario de Maria Armengol, con esa ropa con vida y usada, que se ha especializado en trabajar en tv movies de época para TV3 como Serrallonga, Clara Campoamor, Tornarem y Ebre, del bressol a la batalla, entre otras. La sensible música de Natasha Arizu, que ayuda a acercarse a los dos tiempos. El gran trabajo del cinematógrafo David Valldepérez, con esa luz tenue que acompaña las dos historias, donde prevalece la intimidad y la sencillez, en otro trabajo con Font, amén de los ya citados, y con obras junto a directores como José María de Orbe, Rafa Cortés y Paco Caballero, entre otros. La exquisita y sobria edición de Dani Arregui, del que hemos visto La vampira de Barcelona, y series como Sé quién eres y Félix

El excelente y formidable trabajo de todo el equipo artístico de la película, que con miradas y silencios van componiendo la alegría y tristeza por la que atraviesan sus personajes. Mención especial tiene la elección de Enric Auquer dando vida al maestro Antonio Benaiges, porque no lo interpreta sino que es él, en una transformación basada en los pequeños detalles, en ese cuerpo de niño en uno adulto, en esa alegría y belleza de su pedagogía, en la magnitud de la tragedia que conocemos que se cernirá sobre ese pueblo y por todo el país, y sobre todo, en cómo mira Auquer, porque no sólo es, como ya he comentado, sino que se mueve y hace con una naturalidad y transparencia soberbias. Le acompañan en 1935, Luisa Gavasa siempre enorme, el padre Primitivo que hace Milo Taboada, que ya nos dejó impresionado con su rol en La isla de las mentiras, aquí representando la iglesia y sus cosas, y los maravillosos niños, con lo difícil que es que actúen bien, Nicolás Calvo como Emilio, Alba Hermoso como Josefina, y Gael Aparicio como el rebelde Carlos, abuelo de Ariadna, que hace una estupenda Laia Costa, en el 2010, junto a Ramón Agirre como Emilio adulto, y una eficaz Laura Conejero, y la breve pero intensa aparición de una gran actriz como Padi Padilla. 

Por favor, no se dejen llevar por los comentarios que habrá acerca de la película, porque merece mucho la pena verla en pantalla grande, que es donde están predestinadas las películas para contemplarse y emocionarse como El maestro que prometió el mar, porque conocerán y se enamorarán de la figura de ANTONIO BENAIGES, y sí, lo escribo con mayúsculas, porque su nombre debería conocerse por todos los que aman la vida y la enseñanza y el hecho de aprender, y su labor estudiarse en todos esos lugares que preparan a futuros docentes, porque su nombre y obra debería estar en el pensamiento de todos, porque estas personas fueron valientes cuando la valentía te podía costar la vida, y eso es algo que no podemos olvidar, porque en este país somos muy dados a olvidar a los que nos precedieron, un mal muy nuestro, y de esconder la basura bajo la alfombra, y eso no lo podemos hacer más, porque luego, pasa lo que pasa. Pasa que, a día de hoy, casi 90 años que empezó la Guerra Civil Española, miles de familias siguen buscando a sus seres queridos, que son también nuestras familias y hermanos, porque sin ellos no estaríamos donde estamos, a pesar de todos esos patriotas que siguen a lo suyo, defendiendo su minoría privilegiada, y no a la inmensa mayoría que sigue llorando sus muertos y sobre todo, buscándolos a pesar de los otros. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA