LOS TIEMPOS PASADOS, LOS TIEMPOS PRESENTES.
“Si pudiéramos saber dónde y cuándo nos volveremos a reencontrar, seríamos más tiernos con nuestros amigos al despedirnos”
Marie Louise Ramé “Ouida”
Si hay una película que reflexiona sobre la juventud pasada y donde fueran a parar aquellos tiempos pasados es sin lugar a dudas Reencuentro (The Big Chill, 1983), de Lawrence Kasdan, donde un grupo de amigos, quince años después, se reencuentran para asistir al funeral de uno de los miembros del grupo. Unos amigos que volvían a verse y se enfrentan al paso del tiempo y a todo aquello que los unió y ahora, ya no existe. Hada, la ópera prima de Àlex Mañas podría ser una película hermanada con la de Kasdan, porque también habla de un reencuentro, y también, son unos amigos que acuden al funeral de uno de ellos. A esos elementos se añaden el suicidio y el equipo de basket como nexo de unión. Partiendo del trabajo final de carrera de unos alumnos de interpretación de la escuela Eòlia, Mañas ha reclutado a ocho jóvenes de 23 años que son los amigos y ex compañeros de baloncesto de Hada, la joven que se ha quitado la vida. Estaremos unos días con ellos, unos días donde se hablará del pasado, de las oscuridades y otros temas.

A Mañas lo conocemos por su trayectoria de dos décadas en las tablas en las que ha trabajado como dramaturgo y director en obras tan potentes como Béla Bartók: Exili en Nova York (2013) o Amanda T (2016/18/19), sus trabajos como guionista para tv-movies y la dirección del corto Mejor amigo (2015). La idea de Hada surgió a partir del montaje de Amanda T, una obra sobre el suicido de una joven canadiense a raíz del ciberacoso que sufrió que, al año después, recibió la llamada del suicido de una ex compañera de su antiguo equipo de basket que fue a ver su obra. A partir de esta experiencia real, la película se centra en esos días previos al funeral y el día de autos, donde un grupo de jóvenes, después de años sin verse, se reencuentran y vamos conociendo sus realidades y lo que compartían o no con la fallecida. Hay dos voces cantantes, Maria y Sara que nos van guiando por la historia, en el que la fragmentación se impone tanto en la forma como en el fondo evidenciando las fronteras y los espacios personales de cada uno de ellos. Todo lo vemos en partes, como un puzzle que en el pasado se compartía y ahora, en el presente, se ha difuminado en diferentes piezas que poco o nada tienen en común.

El cineasta barcelonés captura la agitación y las inestabilidades de una generación que no acaba de sentirse bien consigo misma y mucho menos, encontrar aquel trabajo, amor u otra cosa con la que soñaban y que el tiempo no ha terminado de concretar. La cámara de Kiku Piñol recoge con audacia y reposo todo ese microcosmos de unas personas que, ahora parecen extraños de sí mismos y con los demás, con una cámara muy cercana, que construye esa asfixia del momento y de las vidas por hacer o simplemente, olvidadas porque dieron a otras inesperadas. La música de Savi Lloses, que ha trabajado en los equipos de películas como Yo y Laia, y en las galas de Premis Gaudí, ayuda a acentuar esa no vida que sigue pendiente y argumenta los muros que separan a este grupo de amigos que ya no lo es tanto, y luego un par de temas que mejor no desvelaré. El montaje de Juan Gabriel García, que tiene en su haber experiencia en documental que, en sus 83 minutos de metraje nos lleva de aquí para allá, sin descanso y mucho corte limpio, en el que las oportunas pausas entre los reencuentros generan ese abismo y a la vez, esa cercanía que existe entre ellos, y entre la ausencia/presencia de Hada.

Si la técnica brilla con altura en Hada, Mañas muy conocedor de los intérpretes, por sus años en el teatro, ha reclutado un equipo de ocho actrices y actores excelente que demuestran una gran naturalidad y transparencia en unos personajes de aquí y ahora, que se parecen mucho a lo que hemos sido o somos, donde exponen sus dudas, miedos, contradicciones y demás aspectos y emociones en un sinfín de altibajos que se producen después de la “noticia”. Sus nombres son: Maria Sanz y Sara Espías, las protagonistas, y las compañías Júlia Ferré, Irene Quirós, Sofía Cortés, Héctor Vidondo, Adrián Portillo y Néstor Circolone que comparten el mismo nombre con sus personajes. Mañas ha debutado a lo grande con un proyecto pequeño, hablando de suicidio, de jóvenes, de amigos, o ex-amigos, y también, sobre la vida, sobre lo que fuimos, sobre lo que somos, sobre lo que nunca seremos, y sobre todas esas cosas que suceden cuando la vida se rompe, y la muerte cae sobre nosotros como un señor despiadado y poderoso que nos devuelve a la fragilidad de nuestras existencias, a lo pequeño que somos realmente, y todas esas cosas que deberíamos haber hecho y no hicimos, y ahora, ya es demasiado tarde. Una película que abre muchas puertas y ventanas a reflexionar sobre todas esas cosas que parecen importantes y que, en realidad, lo son y mucho, y lo tarde que nos damos cuenta de todo. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA




EL HOMBRE QUE HACÍA REÍR.

