La buena suerte, de Gracia Querejeta

PABLO FRENTE AL ESPEJO. 

“¿Qué le sucede al hombre que ha huido frente a su miedo? No le ocurre nada, sólo que no aprenderá nunca”. 

Carlos Castaneda 

Después de debutar con la estimable Una estación de paso (1996), Gracia Querejeta (Madrid, 1962), adaptó la novela “Todas las almas”, de Javier Marías en una película que se llamó El último viaje de Robert Rylands (1996), en inglés y con un reparto internacional en un relato admirable sobre el compromiso del amor y la solidaridad. Han tenido que pasar 7 largos entre los que destacan Cuando vuelvas a mi lado (1999), Siete mesas de billar francés (2007) e Invisibles (2020), algunas series, tantos cortometrajes y demás trabajos, para que la hija del célebre Elías Querejeta adaptará una novela, en este caso la de Rosa Montero bajo el título La buena suerte. Estamos ante un interesante cruce de historia intimista y thriller cotidiano donde un padre abrumado por los delitos de su único hijo, intenta dejarlo todo y huir a un pueblo cualquiera en el que refugiarse de tanto dolor y desesperación. 

Si bien la película se encuadra en una cinta que obedece a cierto academicismo, donde todo está muy bien encuadrado y contado, aunque se aparta un poco de esa convencionalidad para irnos descubriendo una historia que aparentemente parece una cosa pero esconde otras que sorprenderán y mucho. Seguimos la existencia de Pablo, un arquitecto de éxito en Madrid que huye dejándolo atrás y acabando en un pequeño pueblo perdido en algún lugar de la provincia de La Rioja. En ese recóndito lugar, conocerá a Raluca, mitad rumana-española que trabaja en el macro súper de la zona, a Felipe, una especie de viejo marino que pasa sus días entre escepticismo y lo sarcástico, y el Urraca, el mota broncas del lugar que acosa a Raluca. En ese microcosmos, Pablo hará lo imposible para olvidarse de quién era, o quizás, empezar de nuevo o simplemente, dejarse llevar mientras se oculta de otros acontecimientos que lo mantendrán alerta. Con un guion de María Ruiz (actriz que conocemos por su faceta como actriz en El camino de los ingleses y Un buen día lo tiene cualquiera, y posteriormente, como traductora y adaptadora de textos en musicales que dirige Antonio Banderas) y la propia directora obedece al cine intimista, de personajes y naturalista que tanto gusta a Querejeta. 

La directora madrileña se ha acompañado de dos de sus cómplices como son Juan Carlos Gómez, con casi el centenar de títulos en la cinematografía, en su cuarto trabajo juntos, con una luz cercana, nada impostada que recoge todo el momento emocional que tiene el protagonista, perdido en mitad de un cruce y ante un abismo que se acerca inexorablemente. Leire Alonso en el montaje, más de 35 largometrajes, también el cuarto largometraje con la directora, en un trabajo conciso y sobrio donde apenas hay sobresaltos, todo contado con una sencillez y clarividencia que recuerda aquel cine clásico y algún que otro western de personajes cayendo de no sé sabe donde en unos 90 minutos que no dejan indiferente. La música de Vanessa Garde que debuta en el universo Querejeta, después de una larga trayectoria de más de 30 películas con nombres tan interesantes como Raúl Arévalo, Daniel Sánchez-Arévalo, Álvaro Fernández Armero e Imanol Uribe, entre otros, consigue seducirnos con unas melodías honestas que saben captar todo el desbarajuste sentimental que sufre Pablo, sin hacer esa música que simplemente acompaña sin más.

Un reparto que brilla con honestidad y capta con sinceridad todas las capas de unos personajes muy perdidos o simplemente dejando que la vida vaya pasando, esperando algo, alguien o vete tú a saber. Tenemos a unos estupendos Hugo Silva como Pablo y Megan Montaner como Raluca, que repiten después de la estimable Dioses y perros (2014), aquí haciendo un dúo que sin saberlo, parecen estar bajo la misma barca de náufragos. Miguel Rellán es Felipe, un actor que lleva casi medio siglo de oficio con más de 150 títulos añadiendo todos esos toques de realidad y sobriedad al protagonista y por ende, a la película. Y luego, nos encontramos una retahíla de personajes que con su breve presencia dan a la historia una profundidad tan necesaria como humana, que encontramos en otras obras de la cineasta como Ismael Martínez en Urraca, una especie de antagonista y una amenaza constante, otra más. Eva Ugarte es la socia de Pablo, que ya habíamos visto por la factoría Tornasol. Chani Martín como un Guardia Civil con mucho sentido irónico, y no podemos olvidar a la pareja de polis que hacen Francisca Horcajo y Josean Bengoetxea, unos roper bien/mal avenidos de la ley. 

La nueva película de Gracia Querejeta sigue la estela de su cine, aunque ahora parta de la base del genio de Rosa Montero, porque tiene muchos elementos que la directora madrileña ha ido construyendo en una larga filmografía que arrancó casi tres década con personajes de clase media/alta que se ven sumergidos en conflictos que los traspasan de tal manera que entran en barrena, es decir, en una deriva laberíntica que los enfrenta con sí mismos, con sus propios ideales, prejuicios y demás. En La buena suerte encontramos muchas de estas cosas, con la añadidura del thriller como hizo en Ola de crímenes (2018), eso sí, bajo otro tono, donde hay había humor negro, aquí hay un tono más amargo y más duro, donde un padre se ve violentado por las terribles fechorías de su primogénito, donde un padre tiene miedo a su propio hijo. Un tema que está tratado con inteligencia y sin caer en lo burdo ni en lo mundano. La película se ve con pausa, sin grandes peripecias de guion ni de forma, porque Gracia Querejeta no va por ahí, sino por contar una historia interesante con solvencia, respetando al espectador y sobre todo, siguiendo las formas de cómo se ha hecho cine durante tanto tiempo, atrapando al espectador con lo más mínimo y llevándolo sin sobresaltos, pero con solidez y sin atajos tramposos, que tanto hay en el cine de nuestro tiempo. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

Entrevista a Antonio Pagudo, Eva Ugarte y Juan Carlos Vellido

Entrevista a Antonio Pagudo, Eva Ugarte y Juan Carlos Vellido, intérpretes de la película «Bajo terapia», de Gerardo Herrero, en la cafetería del Hotel Market en Barcelona, el jueves 16 de marzo de 2023.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Antonio Pagudo, Eva Ugarte y Juan Carlos Vellido, por su tiempo, generosidad y cariño, y a Katia Casariego de Revolutionary Press, por su tiempo, amabilidad, generosidad y cariño.

Entrevista a Gerardo Herrero

Entrevista a Gerardo Herrero, director de la película «Bajo terapia», en la cafetería del Hotel Market en Barcelona, el jueves 16 de marzo de 2023.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Gerardo Herrero, por su tiempo, generosidad y cariño, y a Katia Casariego de Revolutionary Press, por su tiempo, amabilidad, generosidad y cariño.

Bajo terapia, de Gerardo Herrero

TRES PAREJAS EN CRISIS. 

“Amor no es resignación eterna, vulneración de principios, sumisión, descalificación o engaño. Los límites del amor están en nuestro amor propio, en nuestra dignidad”.

Alex Rovira

La historia de Bajo terapia, escrita por Matías del Federico, nació en los teatros donde se representó cosechando un gran éxito de crítica y público. Ahora, llega su adaptación al cine de la mano de Gerardo Herrero (Madrid, 1953), prolífico productor con más de 150 títulos entre los que se encuentran grandes nombres internacionales como Ken Loach, Adolfo Aristarain, Alain Tanner, Tomás Gutiérrez Alea, Arturo Ripstein, y de aquí como Manolo Gutiérrez Aragón, Mariano Barroso, Enrique Urbizu, Cesc Gay, Álex de la Iglesia, Rodrigo Sorogoyen, entre muchos otros. Paralelamente Herrero ha construido una interesante filmografía como director que abarca 20 títulos entre los que destacan las adaptaciones de novelas de Almudena Grandes, Belén Copegui, Manuel Vázquez Montalbán, entre otros. La premisa de Bajo terapia es muy sencilla y directa. La trama se localiza en un único escenario, en este caso un coworking ubicado en las afueras, en una de esos centros industriales reconvertidos, y con sólo seis personajes, que son tres parejas en crisis. Tres parejas acuden a la psicóloga, pero esta vez la profesional se muestra ausente y ha dejado unos sobres para que las tres parejas hagan terapia en grupo conjuntamente. 

El guion del propio Herrero se disfraza de comedia de sexos, aunque a medida que avanza la trama, la cosa irá derivando por otros derroteros. Tenemos tres conflictos. Es decir, a  Esteban y Carla, en el que ella no se decide a vivir juntos, a Daniel y Laura, que discuten sobre la forma de educar a sus hijos, y finalmente, a Roberto y Marta, que no llevan bien la depresión de ella. La hora y media de película la pasamos escuchándolos discutir y mucho, convirtiendo la improvisada y accidental reunión en una guerra de hombres machirulos que se niegan a aceptar unos roles que ellos creen que les desautorizan y demás cuestiones que los separan en estos dos bandos declarados. La película tiene ese toque de comedia disparatada pero con muchos toques de atención, donde toca temas serios y pertinentes tan actuales como el machismo, la salud mental, la mentira, el miedo y tantas cosas que nos suceden cuando estamos en pareja. El cineasta madrileño se acompaña de un equipo admirable arrancando con la precisa y natural cinematografía, llena de planos secuencias y planos cortos, de un experto como Juan Carlos Gómez, que tiene en su haber películas de Achero Mañas, Daniel Sánchez Arévalo y Gracia Querejeta, entre otras. 

Un único, inusual y especial escenario de un grande como Iñaki Ros, con más de cuarenta títulos a sus espaldas, añadiendo un plus muy interesante, con ese espacio donde no queda nadie y con ese aroma impersonal. La delicada e interesante música de Paula Olaz, que hemos escuchado en películas como Nora, Errementari y La cima, entre otras. Y por último, el preciso y conciso montaje de Clara Martínez Malagelada, que consigue un ritmo que casa perfectamente con las situaciones y los conflictos que se van desarrollando y acumulando entre los seis personajes de la película. Una trama de estas características necesitaba a seis intérpretes muy metidos en su roles y sus deseos, ilusiones y miedos y tristezas, y consigue un reparto lleno de grandes aciertos y sorprendente, empezando por Fele Martínez y Juan Carlos Vellido, que rescata de la obra homónima, y que acompaña de sus respectiva “parejas” en el rostro de Alexandra Jiménez y Malena Alterio, y Eva Ugarte y Antonio Pagudo, la pareja que falta. Una interesante mezcla de gente que viene de varios medios como el teatro, cine y televisión, en el que van creando esa lucha sin cuartel de hombres llenos de miedos y prejuicios contra las realidades que van imponiendo unas pacientes mujeres. 

Bajo terapia juega y con mucho acierto a ese tipo de comedias de sexo en apariencia, porque dentro de ella hay muchísimo más, porque es una película que nos hace reflexionar y mucho, viendo a unos personajes que parecen una cosa y en realidad son otra, individuos que mienten, que ocultan cosas, que se mueven en un miedo patológico que acaba lastimando a los demás, y sobre todo, a ellos mismos, que se engañan, que se pierden en sus idiotas prejuicios y demás estupideces que nos hace muy infelices y sin darnos cuenta vamos dañando a los que más queremos. Una película que va creciendo a medida que van avanzando sus intensos, divertidos y reflexivos noventa y dos minutos de metraje, en el que asistimos a poner sobre la mesa cuestiones que no nos atrevemos a plantear con nuestra pareja y mucho menos con nosotros mismos, y la ocurrencia de la invisible psicóloga hace posible. Citar a tres parejas en crisis que no se conocen entre sí, y ahora deberán hablar y mirarse los unos a los otros, para encontrar soluciones a sus respectivos conflictos, eso sí, sin trampa ni cartón, con toda la transparencia y desnudez posible, con todos sus sentimientos sobre la mesa, a la vista de todos y todas, y nada de eso es fácil, y mucho menos para personas que hablan mucho, en las que también me incluyo yo mismo, y casi todos, y bla bla bla, y sobre todo, no llegamos a decir nada relevante ni importante para solucionar los conflictos con los que amamos y con nosotros mismos, en fin, el mal moderno, de hablar para entretenerse, y no para crecer y mejorar. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

Reyes contra Santa, de Paco Caballero

PESADILLA EN NAVIDAD.

“A veces nos volvemos locos porque olvidamos que somos diferentes, porque el amor no es una competencia para que cada uno supere la fuerza del otro, sino una cooperación que necesita de esas diferencias”.

“El puente hacia el infinito” (1984), de Richard Bach

No sé si recuerdan la película Babe, el cerdito valiente (1995), de Chris Noonan, aquella en que un cerdito se empeñaba en ser perro pastor con el objetivo de librarse de ser la cena de Navidad. La película australiana es también una de las primeras películas que se acordaba de los adultos que acompañaban a los niños y niñas al cine, porque tenía muchas situaciones que solo comprendían los mayores, amén de ser una cinta destinada al público más pequeño. Reyes contra Santa, el cuarto trabajo de Paco Caballero (Madrid, 1980), se mueve por esos mismos derroteros, porque es una película infantil, pero también tiene esas dosis gamberras que solo entenderán los adultos. El director madrileño siempre se ha movido por la comedia, ya sea en televisión donde ha trabajado en series como Cites, y Benvinguts a la familia, en TV3, o en su largometrajes, Perdiendo el este (2019), Donde caben dos (2021), y Amor de madre, de este mismo año. Comedias destinadas al gran público, donde el objetivo es entretener al personal y sobre todo, hacer reír.

Reyes contra Santa sería una película diferente en la trayectoria de Caballero, porque es la primera que va destinada al público infantil, sin olvidar esos momentos que hemos mencionado tan gamberros, con esa apertura en plena frontera del estrecho, tan real como triste, como esa organización de los personajes de las Navidades llamada con las siglas de C.H.U.S.M.A., y sus curiosos personajes que son creencias de las diferentes tierras del mundo, donde hay animales, árboles con forma humana que recrea el tió, y humanos, con ese Santa Claus, con esa entrada muy yanqui con música rock, y hablando en inglés, con su trineo tuneado y patrocinado, toda una horterada y gilipollez americanada. Mezcla con mucho acierto la fantasía, con ese otro mundo invisible al nuestro, con esas pequeñas dosis de realidad, en una lucha por la hegemonía de la Navidad entre los tres Reyes Magos y Santa Claus, con un inesperado y maléfico invitado que lo pondrá todo patas arriba, en una historia que tiene mucho de esa maravilla que es Pesadilla antes de Navidad (1993), de Henry Shelick y concebida y producida por Tim Burton.

Un guion escrito a cuatro manos por Benjamín Herranz y Jelen Morales, surgidos de la serie Aida, Carmen López-Areal y Eric Navarro, que acompaña a Caballero desde sus cortometrajes, así como el director de fotografía David Valldepérez, y la presencia del gran montador Nacho Ruiz Capillas, con más de 140 títulos en su filmografía, que repite después de la experiencia de Amor de madre. Un reparto encabezado por los tres Reyes Magos que son Karra Elejalde, David Verdaguer y Janick, el Santa es Andrés Almeida, Isa Montalbán es Ana, esa especie de D’ artagnan, aquí convertida en una pizpireta y sagaz paje en prácticas, Eva Ugarte es Amelia, esa mujer y madre soltera que espera a Melchor cada Navidad, y cada Navidad espera que algo pase, y Adal Ramones es el malo de turno. Reyes contra Santa pretende acercarse a los más pequeños, a dar un toque de ilusión y alegría para que la Navidad, la primera Navidad sin restricciones de ningún tipo se disfrute de verdad, que recuperen ese entusiasmo por los regalos, da igual si los traen Santa o los Reyes, o los dos, porque los niños no piensan en esas cosas, esas son cosas de adultos, como casi todo.

El director madrileño sale airoso del envite, porque no era sencillo hacer una película de estas características, con tanta competencia que existe en este mundo de las películas, o del audiovisual como algunos pretenden llamarlo, donde cada semana hay muchos estrenos, y siempre es de agradecer que el cine que se hace para los más pequeños y pequeñas no sea tan ñoño y siempre venga de Estados Unidos, con ese aire de superioridad y esa falsa ilusión por la Navidad, que oculta una mercantilización de todo, porque Reyes contra Santa también aboga por valores que, desgraciadamente, andan en vías de extinción, como la fraternidad, la amistad, la cooperación y el amor, dejando desterrados esos otros aspectos como la competitividad, el individualismo y el consumismo, donde todo está en venta y todo tenemos un precio barato. Disfruten de Reyes contra Santa y vayan con sus pequeños y pequeñas, ya sean suyos o ajenos, porque ellos disfrutarán con las aventuras y desventuras de estos tres tipos peculiares por ese Madrid más de barrio y obrero, y los adultos se reirán de esos toques de gamberrada y doble sentido, que agradecen tanto aquellos que acompañan a los niños y niñas a los cines, porque durante mucho tiempo los creadores olvidaban ese pequeño detalle, que los niños no van solos a las salas. Ah! Por cierto!. Feliz Navidad!. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA