Los héroes del mal, de Zoe Berriatúa

 Los-heroes-del-mal_referenceLA VIOLENCIA DESDE DENTRO

El arranque de la película con la entrada de unos alumnos en una aula, en cámara lenta, con el acompañamiento musical de The Young Person’s Guide to the Orchestra, de Benjamin Britten, ya nos pone en guardia, y es todo un augurio de por donde irán los tiros. Zoe Berriatúa (Madrid, 1978), actor de dilatada carrera que arrancó en 1996 con África, del siempre interesante y audaz Alfonso Ungría, y prolífico cortometrajista en los últimos años, hace su debut con una película producida por Alex De la Iglesia, que gustó en su paso por el Festival de Málaga.

La cinta se centra en tres adolescentes que sienten como su primer día de instituto se les asigna los roles de inadaptados o raros, como ustedes gusten. A partir de ese momento, sus compañeros de clase, les dedicarán todo tipo de insultos, vejaciones y demás maltratos, y ultrajes. Pero, esos no se quedarán impávidos antes tantas humillaciones, y después de hacerse colegas, planearán su venganza. Poco a poco, se van introduciendo en una espiral que la maldad se convierte en su modus vivendi, en su forma de protesta ante ese mundo cruel que se ha declarado en guerra contra ellos. El mundo les pertenece, su guarida la encuentran en una casa abandonada rodeada de maleza, allí disfrutan y sonríen con sus botines, alcohol y drogas, y demás objetos que roban impunemente. También, allí descubren el sexo, una relación ménage à trois que ataca con más violencia a la violencia imperante en la sociedad. Pero la cosa se deteriora y donde la violencia era divertida y cojonuda, genera una violencia en su contra, el trío se resquebraja y se distancian. Berriatúa se viste de largo en una película compleja, que mira de frente a los temas que trata, de forma honesta y sincera, y escarba en esa violencia sin sentido que está tan aceptada en la sociedad, del acoso escolar de cada día, de unos adolescentes que huyen de sí mismos, de los que les hacen daño, sean padres o compañeros de clase, de seres que no saben ni pueden encontrar el lugar que le corresponde.

Una cinta que maneja temas especialmente delicados, que los trata de frente, sin quitarles la cara, que combina, de forma interesante, el drama íntimo con el degradado entorno social de muchos institutos y barrios. Una obra que en ocasiones raya a gran altura, dejándose de complejos y pequeñeces. Aunque su segundo tramo, cuando el mal y la perversión se instala en este grupo, es cuando la película alcanza su mayor dulzura, porque los tres protagonistas ya no saben quién es quién y más aún, no saben quiénes son ellos mismos, y dudan de los otros y les tienen miedo. Una de sus grandes bazas es el trío de jóvenes actores que dan vida a estas almas que se enfrentan a todos y a ellos mismos, Jorge Clemente, nos brinda con el personaje más terrible y sumamente complicado, perdido y amenazado en conflicto perpetúo contra la sociedad de la que se siente atacado, Emilio Palacios, el amigo que comprende e intenta salvar a su desgraciado amigo, y por último, Beatriz Medina, la chica con pintas de macho, que equilibra esta balanza diseñada para hacer daño, y hacerse daño.

 

El Visionario. El hombre que predecía la economía mundial, de Marcus Vetter

poster_castEL HOMBRE QUE SABÍA DEMASIADO

En un momento de la película, alguien suelta la siguiente premisa: «Quién domine la economía, dominará el mundo». El experimentado realizador Marcus Vetter (Alemania, 1967), con larga trayectoria en el mundo documental nos sumerge en un fascinante y laberíntico baile de cifras, valores, mercados financieros y sobre todo, en un mundo donde nada de lo que vemos parece real, todo se mueve entre sombras y espectros, donde unos juegan y siempre ganan, y otros, nunca juegan, y cuando lo hacen, siempre pierden. Uno de esos personajes es Martin Armstrong, un economista e informático, que se convierte en el absoluto protagonista de la cinta, no se trata de una biografía al uso, sino en concentrarse en el éxito financiero que obtuvo Armstrong en los años 80, cuando diseñó un modelo de predicción basado en el número Pi, y luego el caso que lo condenó al ocaso. Armstrong ideó un modelo de gran precisión que anticipó algunas de las crisis con exactitud de reloj suizo como la Guerra del Líbano del 82 y la burbuja del índice Nikkei en diciembre del 89. Los banqueros más poderosos de Nueva York lo invitaron por todos los medios a su alcance a que formara parte de sus equipos, pero Armstrong siempre se negó. Hecho que lo condujo a una acusación de estafa y conspiración. El FBI requisó toda su documentación y se enfrentó a un delito de estafa por valor de 3000 millones de dólares. En el 2001 ingresaba en una prisión federal donde acabó pasando 11 años de su vida.

La película se detiene en el caso que hundió a Armstrong hablando con el propio protagonista, además de todos sus colaboradores y familiares, todos ellos nos ponen en antecedentes de lo ocurrido, nos desvelan detalles precisos y datos que nos llevan a pensar en una conspiración bien armada por los más poderosos para acabar con el negocio de Armstrong. La cinta arranca en el 2012, cuando Armstrong ha cumplido su condena, y asiste a realizar un seminario de economía donde vuelve a reencontrarse con todos los allegados de su equipo profesional. Luego, la cinta nos irá contando su modus operandi que utilizaba para prever las crisis y desastres financieros mundiales. Para centrarse, en el grueso de la trama, del caso que le llevó a prisión. Un caso lleno de sombras y zonas muy oscuras que implicaba al gobierno de Rusia, el FMI y uno de los bancos más poderos de Nueva York. Un caso que a día de hoy sigue sin desvelarse. Se describe minuciosamente el verdadero linchamiento al que fue sometido Armstrong, un juicio donde se le acusó injustamente con pruebas falsas, y tiempo después, cuando el Republic National Bank declaró su culpabilidad, el juez encargado del caso, quizás movido por hilos de las altas esferas, lo mantuvo en prisión. A pesar de las innumerables ofertas, primero, y luego coacciones y chantajes, Armstrong nunca desveló la clave de su modelo económico infalible. Quizás, el quid de la cuestión, que le mantuvo tantos años privado e libertad.

Un documento demoledor contra el sistema económico mundial, su modo de operar, basado en un funcionamiento ilegal fuera del alcance de la ley, donde las grandes operaciones financieras lo dominan todo, dirigen países, gobiernos y toda clase de poderes. Vetter ha realizado una obra de gran ímpetu fílmico, a modo de aquellas grandes obras de gran calado político de los 70 que dirigieron cineastas de la talla de Pollack, Pakula, Costa-Gavras… Una cinta desarrollada de forma brillante, aportando y documentando todos los datos y fuentes de primera mano, siguiendo el caso como si fuese un investigador experto, lástima que el juez y el fiscal no hayan querido participar en la realización de la película, porque quizás ellos si que tienen la clave de acceso a la información oculta que abriría las puertas que hacen falta para saber la verdad. Porque aunque el poder siempre se resista a desvelar la verdad, ésta, con el tiempo aparecerá, aunque llegados a ese momento, conoceremos todos los detalles del caso, quizás ya sea demasiado tarde, porque la frenética actualidad nos habrá sometido a otro nuevo caso sin resolver.

 

 

Corazón silencioso, de Bille August

2015_09_02_No_15-1MORIR EN FAMILIA

El cineasta danés Bille August (1948) descubrió las mieles del éxito con dos títulos que forman parte del imaginario cinéfilo de finales de los 80 y principios de los 90. Pelle en conquistador (1987), ganadora de la Palma de Oro en Cannes, el Globo de Oro y el Oscar, narraba la odisea de unos inmigrantes, y Las mejores intenciones (1992), a partir de un guión autobiográfico de Ingmar Bergman, se adentraba en un intenso y memorable drama familiar. Ahora, después de un periplo internacional, donde el director escandinavo se ha dirigido grandes producciones rodadas en inglés con resultados menos buenos de los esperados, ha vuelto a su país, y ha recuperado la esencia de aquel cine intenso e intimista, un cine de personajes, de las relaciones entre ellos, y los conflictos que los abordan.

El resultado es este intenso drama, de envoltura de pieza de cámara, como aquel teatro que defendía Brecht, o el cine de Bergman, y nos cuenta, o podríamos decir, nos susurra, en apenas tres jornadas, y con una única localización, la casa familiar, junto a un lago, que reúne durante un fin de semana, que será el último que los reúna a todos, a tres generaciones de una familia, ahora mas desunida que antes, como suele ocurrir en todas. Todos ellos, la hermana mayor, Heidi, acompañada de su marido e hijo, Sanne, la hermana menor que aparece con su novio de idas y venidas, una amiga del matrimonio, y los padres. Todos se han juntado para despedir a la madre, para pasar el último fin de semana con ella, porque la matriarca, Esther, enferma de una dolencia degenerativa ha decidido acabar con su vida. August filtra su cámara en las aristas y los pliegues que se irán resquebrajando entre los componentes de esta familia a lo largo de esos tres días. El cineasta mira a sus criaturas de forma honesta y sincera, los observa sin inmiscuirse en sus vidas, se detiene cerca de ellos, pero sin molestar, se toma el tiempo preciso y cocina a fuego lento este durísimo encuentro de verdades y mentiras que salen a la luz, y sobre todo, un retrato sobre lo efímero de la vida, donde los personajes deberán redimirse frente a ellos y al que tienen delante, despojarse de sus miedos e inseguridades, y aceptar al otro, la decisión que tendrán que entender por el bien de todos, y sobre todo, por su bien.

Una película que aborda temas complejos y difíciles donde cada uno de los personajes deberá hacerse las pertinentes preguntas para entender y aceptarse primero a él mismo, y luego comprender a una madre que sólo quiere morir como ha vivido, en paz. La cinta de August tiene muchos elementos comunes con Celebración (1998), de Thomas Vinterberg, una de las joyas del movimiento «Dogma» que se inventó Lars Von Trier, si en aquella una fiesta familiar destapa la caja de los truenos mediante reproches e insultos, debido a un padre maltratador y represor, en ésta, con que también comparte algunos intérpretes, la reunión deriva por otros derroteros, menos acusadores, pero a la postre, los hijos mantienen una posición moral parecida, deben enfrentarse a una decisión que algunos de ellos ignoraban, y otros deben aceptarla y vivir con ella. El trabajo de August dirigiendo a los actores es magistral, todos ellos, algunos tomando protagonismo sólo en breves momentos, tienen su instante de importancia dentro del conflicto familiar, entre las que destacan Paprika Steen, conocida actriz que ha trabajado en la mencionada Celebración, al lado de Von Trier y con Susanne Bier, entre otros, reconocida con la Concha de Plata a la mejor actriz en el Festival de San Sebastián del 2014, por su notable interpretación de la calculadora, engreída y perfecta Heidi, que enmascara con esa apariencia una vida aburrida, monótona y tradicional, Ghita Norby, que interpreta a la madre, logra con una mirada y un gesto lo que no se puede describir con palabras, y finalmente, Danica Curcic, que compone a Sanne, esa hermana pequeña depresiva, desencajada dentro del núcleo familiar, que no logra la estabilidad emocional y que anda dando tumbos sin remedio. Un grupo humano que deberá enfrentarse a una situación en la que no sólo deberán aceptar la muerte de su madre, sino aceptarse a ellos mismos y también, a los otros componentes familiares.

Anacleto: Agente Secreto, de Javier Ruiz Caldera

poster-anacletoPARODIANDO UNA DE ESPíAS

El personaje de Anacleto ya había debutado en la gran pantalla brevemente, fue en la película El gran Vázquez (2010), de Óscar Aibar, (cinta donde se relataban las andanzas del famoso historietista, que también servía de homenaje al cine patrio de los 60). Anacleto aparecía a modo de animación interactuando con su propio creador. Ahora, llega su salto a la gran pantalla, como anteriormente dieron el gran salto otras criaturas de la Editorial Bruguera como Mortadelo y Filemón, El Capitán Trueno o Zipi y Zape, con resultados desiguales.

El responsable de esa aventura cinematográfica ha sido el director barcelonés Javier Ruiz Caldera, el joven director sigue en su cuarto título de su carrera, el camino emprendido en su debut Spanish Movie (2009), una parodia sobre cine español surgida a raíz del éxito de Scary movie, le siguió tres años después Promoción fantasma, aquí el objeto de la mofa radicaba en las cintas estadounidenses ambientadas en institutos donde los estudiantes se enfrentaban a terroríficos asesinos. La tercera incursión en este género paródico fue hace un par de años en la excelente y rabiosa 3 bodas de más, (donde se reía de esas comedias romanticonas americanas donde la chica angelical y de vida profesional triunfante fracasa constantemente en el amor). Caldera paría una agitada y buenísima comedia con patosa científica e inmadura emocionalmente que se veía envuelta en las mil y una en la caza del amor romántico. Ahora, se enfrenta en la difícil tarea de adaptar un cómic legendario en la historieta española, y creado por uno de los grandes, Manuel Vázquez Gallego (autor también de Las hermanas Gilda y La familia Cebolleta, entre otros) en el 1965 como parodia del agente James Bond 007, que en el 1962 había debutado en el cine en la película 007 contra el Dr. No, no obstante el autor se declinaba más como referencia el personaje Maxwell Smart e la serie televisiva Superagente 86. Ruiz Caldera sale airoso del envite dotando a su película de comedia clásica, hay trompazos, golpes y persecuciones al más puro slastick, y cómo no, también hay comedia, como en sus anterior films, esta vez una comedia física, de carreras, de nervios, disparos, explosiones, de constante tensión. Nos recuerda mucho a la saga de Torrente, de Santiago Segura, aunque la comparación es obvia, ya que el personaje de José Luis Torrente y sus andanzas beben y mucho del universo Bruguera y esa idiosincrásica carpetovetónica tan arraigada en nuestro ser.

La película coge la esencia del tebeo, con abundantes guiños y referencias al universo Bruguera y Vázquez: el arranque de la cinta con el desierto de Gobi, perdido en el culo del mundo, y ese inicio a lo Bond, los innumerables tics paródicos de objetos, escondrijos y demás herramientas andrajosas y fueras de tiempo, el inseparable cigarrillo, el smoking con pajarita, y esos andrajosos edificios, llenos de recortes y oficinistas caricaturizados y esa (des) organización que recorre toda la trama, sin olvidarnos de su archienemigo «El malvado Vázquez», parodia del propio creador y de esos siniestros monstruos de las películas de 007. La película se desarrolla a un ritmo vertiginoso, con una ambientación atemporal, porque por un lado tiene un look muy de los 70, con esos edificios interminables ubicados en barrios colmenas y plazas de estética cutre, y mercados a la vuelta de la esquina , y por otro, se cita a películas actuales del tipo sagas de Misión imposible y Jason Bourne. El reparto, con algunos de los habituales del director,  ajustado y definido también hace un espléndido trabajo, la elección de Imanol Arias como ese Anacleto, cansado y viejo es muy acertada, Quim Gutiérrez como hijo del antihéroe se destapa como el patito feo que da el salto sacando la bestia que lleva en su interior, Berto Romero, como amigo patoso y listillo, Carlos Areces, que raya a gran altura en la piel del malo, y no menos su grupito de secuaces que lo sigue hasta la muerte, sin olvidarnos de esa familia disfuncional y cutre que tanto conocemos todos. Quizás la película decae en algunos momentos cuando intenta aclarar ciertos elementos, porque cuando dan rienda suelta a la locura y la parodia, metiendo caña y soltando libremente el despiporre y la caspa, la cinta aumenta su energía y sus salvajadas, y sus ganas de hacer reír y divertir al personal riéndose de todo y todos, sobre todo, de si mismos, y de ese cine de espías de escuadra y cartabón que tanto se ha gustado a si mismo.