Flow, de Gints Zilbalodis

UN GATO, UN PERRO, UN LÉMUR, UNA CAPIBARA Y UN PÁJARO SECRETARIO.  

“No ha aprendido las lecciones de la vida quien diariamente no ha vencido algún temor”. 

Ralph Waldo Emerson 

La primera imagen que vemos de Flow, de Gints Zilbalodis (Riga, Letonia, 1994), es el reflejo en el agua del gato protagonista. Una imagen invertida, o lo que es lo mismo, una imagen del revés o quizás una premonición de lo que va a experimentar el gato en cuestión. También es una imagen que nos remite a nuestro interior, porque la segunda película del cineasta letón se mueve entre las oscuridades de lo invisible, removiendo todos los miedos personales que nos impiden vivir con plenitud y sobre todo, aceptar y aceptarnos. El gato, del que desconocemos su nombre, vivirá una aventura muy a su pesar, pero una travesía necesaria y sobreviviente, porque el mundo por el que se mueve, natural y vegetal, se verá sumergido bajo las aguas, y la única supervivencia será convivir en un barco a la deriva con otros cuatro animales: un perro, un lémur, una capibara y un pájaro secretario. 

La trayectoria de Zilbalodis está compuesta por 7 cortometrajes de animación dibujados a mano, amén de Away (2019), su ópera prima en el que contaba mediante la animación la peripecia de un chico y un pequeño pájaro que huían de un espíritu oscuro. Uno de esos cortos Aqua, que hablaba de un gato que tiene miedo al agua, le inspiró para Flow, traducido como “Fluir”, en el que mezcla animación también dibujada a mano en 2D y 3D, creando ese mundo onírico, de fantasía y de fábula, con el mejor espíritu de Esopo, un universo de una belleza deslumbrante y estéticamente alucinante que nos sumerge, y nunca mejor dicho, en ese universo donde el agua lo ha inundado todo y los cinco protagonistas deben convivir juntos para salvarse, aprendiendo a respetarse a pesar de sus diferencias y sobre todo, a vencer los miedos personales para seguir con vida a pesar de la catástrofe a la que se enfrentan. Una película que habla de cómo los humanos tratamos nuestro entorno y todos los demás seres vivos que nos rodean. Podemos ver la película como una llamada de atención a las horribles consecuencias que ya estamos sufriendo. 

Mucho del cine de ahora está construido a partir de los diálogos, que no siempre son ingeniosos ni inteligentes, ni ofrecen otra mirada. En Flow, se ha mirado al pasado, a cuando el cine no había diálogos y todo se construía a través de las imágenes y en ocasiones, la música, y es una película donde se han prescindido completamente de los diálogos, dando el valor a las imágenes y la excelente música de Rihards Zalupe y el propio director, y la gran labor de diseño de sonido de Gurwal Goïce-Gallas, un gran especialista en la materia con más de 60 títulos en su filmografía en la cinematografía francesa, para construir un mundo de pequeños gemidos, sonidos y una apabullante amalgama de sensaciones y emociones, donde la cámara en constante movimiento que sigue sin descanso cada acción de los diferentes personajes, en especial, las del gato, protagonista y vehículo conductor de este viaje a los confines o mejor dicho, a la supervivencia. El director letón nos sumerge en un mundo donde no hay humanos, pero si sus vestigios, que pueden remitirnos al sudesteasiático, aunque el relato no se decanta por un realismo palpable, vemos monumentos, templos y demás construcciones pero ni rastro humano.

La ilusión se impone en la historia, creando un mundo muy natural y transparente, donde la realidad, el sueño, la fantasía que se mueve entre lo real y lo que no lo es, entre un espacio límbico en el que todo se puede tocar y es intangible a la vez. Una producción que ha tenido el esfuerzo y el entusiasmo de compañías como Dream Well Studio desde donde Zilbalodis crea sus películas, acompañada por Sacrebleu Productions de Francia de la que han salido grandes obras de animación como 90 cortometrajes que han cosechado premios alrededor del mundo, y películas como El techo del mundo (2015), de Rémi Chayé, El extraordinario viaje de Marona (2019), de Anca Damian, y Ma famille afghane (20121), de Michaela Pavlátová, entre otras, y Take five de Bélgica, con cintas como The Island (2021), de la citada Damian, y Sirocco y el reino de los vientos (2023), de Benoît Chieux, entre otras muchas. Un cine de animación que, a diferencia de otras producciones, optan por crear mundos reales y fantásticos que tienen una relación directa con los problemas que nos acechan en la sociedad actual, generando ese espacio de pensamiento, de reflexión y de conciencia personal.

No deberían dejar pasar una película como la que propone Flow, de Gints Zilbalodis, que recoge características de todo tipo como el cine mudo, la gran animación europea de los cineastas checos o franceses que han hablado de lo natural y las consecuencias de su no respeto. La película letona-francesa-belga está teniendo un recorrido internacional realmente impresionante, engordando una lista larguísima de galardones, reconocimientos y sobre todo, de espectadores, que invitan a seguir rastreando una animación diferente y nada complaciente, que puede ser disfrutada tanto por adultos como de niños, sin ser sensiblera e infantil, que vaya más allá del mero entretenimiento y explore sus extraordinarias e infinitas capacidades como hacen con esta (des) ventura sobre un gato, un perro, un lemúr, una capibara y un pájaro secretario, que podrían ser como los músicos de Bremen, pero en su caso, una especie de supervivientes que deben de respetarse, convivir y sobre todo, aceptarse, y convivir con sus miedos personales y exteriores para enfrentarse a los avatares del cambio climático, que viene de esos sapiens que han sido los primeros en caer. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

DOCSBARCELONA 2019.

El pasado 25 de mayo, después de diez intensos de cine, se cerraba la XXII edición del DOCSBARCELONA. Festival Internacional de Cinema Documental. Adoptando el título de MIRADAS INQUIETAS, el festival arrancó con los encuentros profesionales que albergó el mercado, un espacio de debate y conocimiento en el que los proyectos llegan cargados de ilusión en busca de la ansiada financiación. También, hubo encuentros con cineastas, y masterclass, en las que se habló largo y tendido del estado actual del cine documental, sus formas de financiación, y sus temáticas, que siguen caminando hacía la denuncia social y los conflictos humanos, y el análisis de un mundo muy capitalizado, injusto y deshumanizado. El miércoles 15 de mayo con la película Aquarela, de Victor Kossakovsky, quedaron inauguradas las proyecciones cinematográficas que se llevaron a cabo en los lugares acostumbrados, las cinco salas de los Aribau Multicines, y en el auditori y teatre CCCB. Díez días intensos de cine, en las que se contó con innumerable presencias de los directores de las películas programadas, en las que se dialogó y debatió con un público entusiasmado que llenó las salas y participó en un festival que se ha consolidado como un referente sólido y necesario en el panorama del documental. El domingo se cerró el certamen con la entrega de premios, los diferentes jurados formados entre otros, por destacados cineastas y profesionales del campo documental como Montse Armengou, Carolina Astudillo, Diana Toucedo, Denis Delestrac, etc. Hicieron públicos sus veredictos. El máximo galardón recayó en la película Honeyland, de Tamara Kotveska y Ljubomir Stefanov, también, hubo mención especial del jurado a Chris the Swiss, de Anja Kofmel, el premio Nou Talent, recayó en la película In Search, de Beryl Magoko, el premio Latitud se lo llevó Cahada, de Marlén Viñayo. El premio What the Doc recayó en Lapü, de Juan Pablo Polanco y César Alejandro Jaimes. El premio Jurat Jove Reteena fue a parar a Push, de Fredrik Gertten, y finalmente, el premio Amnistia Internacional de Cataluña a Me llamo Violeta, de Marc Parramón y David Fernández de Castro, que también se llevó el premio del público.

Mi camino por el festival arrancó con la película inaugural AQUARELA, de Victor Kossakovsky. El prestigioso cineasta ruso nos propone una viaje hipnótico y fascinante por el agua, en sus múltiples formas, texturas y estados, siguiendo su curso, observándola en su ambiente salvaje y natural, moviéndonos por encima y debajo de su superficie, por dentro y por fuera, mirándola desde múltiples puntos de vista y sintiéndola desde lo más profundo, en un viaje planetario que nos lleva desde los bloques de hielo del interior de Rusia, la irrupción devastadora del huracán “Irma”, o la “Caída del Ángel” en Venezuela, en que el agua se presenta libre y sin ataduras, en sus inabarcables capas y sonidos, y luego, en su encuentro con lo humano con consecuencias terribles. Un documento excepcional que huye de los diálogos, y filma el bien más preciado del planeta en todos sus estados y sus formas, fusionando su majestuosa belleza y su ira, descubriéndonos sus elementos y su interior filmado a 96 fotogramas por segundo para admirar y conocer sus entrañas y todo su esplendor. Seguí con la Sección Oficial LATITUD con la película CACHADA, de Marlén Viñayo. La directora leonesa debuta en el largometraje con una historia sencilla, profunda y reveladora, filmando a un grupo de mujeres de El Salvador, vendedoras ambulantes metidas a hacer teatro para explicar su pasado en el que fueron víctimas de la violencia machista, intrínseca en la sociedad salvadoreña. La película nos muestra la intimidad y la cotidianidad de los ensayos de la obra y los hogares de estas mujeres que se muestran sencillas y honestas,  el proceso interior que experimentan para enfrentarse a su pasado y la forma que cómo lo llevan a cabo, desnudándose tanto física como emocionalmente ante la cámara, hablándonos sin tapujos ni condescendencia de los males de su pasado, exponiéndonos todo el dolor que acarrean y explicándonos el poder creativo como magnífica medio para curar los males del alma.

FLOW, de Nicolás Molina. El director de Los castores, vuelve al festival para sumergirnos en un viaje profundo y magnético por los ríos Ganges de la India y el BioBío de Chile, desde sus nacimientos en las montañas hasta su paso por las ciudades y los distintos lugares de su curso, filmando con pausa y detenimiento todo aquello que se produce, en un proceso espiritual y onírico, capturando todos los seres humanos que viven a su alrededor y todas sus cotidianidades y reflexiones acerca del río y la vida, en un documento excepcional donde el río y el agua adquieren connotaciones mágicas y muy íntimas en su relación con las personas y todo lo que conlleva, en una experiencia mística donde tanto un río como el otro acaban confundiéndose en el relato y nos van guiando por un caleidoscopio inmenso de rostros, miradas, culturas y sociedades diversas, diferentes e iguales. CITY FOR SALE, de Laura Álvarez. El primer largometraje de la directora catalana es un retrato humano e íntimo sobre cuatro familias de Barcelona que sufren las terribles consecuencias de la turistificación y la gentrificación. La cámara filma con esmero y honestidad sus vidas, sus cotidianidades enfrentadas a los problemas con sus caseros para mantener sus viviendas y todo el proceso de acoso que reciben, como se organizan y protestan contra estos problemas. La película huye del manierismo y del posicionamiento ideológico para centrarse en el valor humano, en la necesidad humana de una vida digna y tranquila, frente a los especuladores inmobiliarios, centrándose en la vida vecinal, en el cómo era y cómo es ahora,  explicando en detalle un problema que sufren los vecinos de las ciudades donde el turismo se ha convertido no sólo en un problema social, sino también, político y económico.

Cerré la Sección con la propuesta de OPERACIÓ GLOBUS, de Ariadna Seuba Serra. La puesta de largo de la directora natural de Vic, arranca con una historia sucedida 40 años atrás, cuando un grupo de amigos se lanzó a dar la vuelta al mundo con el patrocinio de la marca “Pegaso” que les cedió uno de sus camiones. Mientras vemos algunas imágenes de aquel viaje que no fue como era de esperar, seguimos otra aventura, de nuestros días, cuando uno de aquellos intrigantes, Jou, vuelve a Sudamérica para encontrar el camión que tuvo que dejar hace cuatro décadas. El relato nos muestra las dos aventuras, una protagonizada por unos amigos ávidos de aventuras, conocimiento y experimentación, y otra, la actual, donde Jou, un hombre singular y diferente, busca su “Dorado” o lo que queda de él, rememorando aquel viaje o todo lo que aquel viaje lo cambió y lo transformó. En la Sección Oficial PANORAMA, arranqué con la película THE ANCIENT WOODS, de Mindaugas Survila. El cineasta y biólogo lituano nos sumerge en un documento excepcional y conmovedor, adentrándonos en un bosque ancestral, con su tiempo, ritmos y habitantes, desde los microorganismos más insignificantes hasta lo más inmenso, en una obra sencilla y honesta, que huye de la voz en off y los diálogos, para construir un relato inmenso y pequeño a la vez, donde el tratamiento del sonido acaba por trasladarnos a un espacio sensorial, donde le tiempo desparece y al contemplación del universo del bosque se convierte en una experiencia fascinante e hipnótica, donde las cosas adquieren un valor tremendo, donde todo tiene su gran valor y al vida adquiere connotaciones espirituales, ya sean insignificantes o grandes, done los accidentes del tiempo van conduciéndonos por este universo próximo y alejado a la vez, en un proceso donde la mirada vuelve a mirar, como si mirase por primera vez, descubriendo el inmenso placer de mirar sin tiempo, alejado de todos y todo.

CHRIS THE SWISS, de Anja Kofmel. La directora suiza nos traslada veinte años atrás, en los inicios de la Guerra de Yugoslavia, recorriendo el trayecto que hizo su primo, un periodista suizo que acabó asesinado perteneciendo a un grupo de mercenarios armado nacionalista y ultra católico. La película construye un relato en el que Kofmel vuelve al lugar de los hechos, escuchamos las anotaciones del diario del periodista fallecido, los testimonios de sus familiares, ex compañeros y demás testigos que se cruzaron con él malogrado periodista, ofreciendo una visión fragmentada de la identidad del periodista muerto, incluso la película recrea mediante animación momentos del periplo vital y profesional del periodista, así como sus últimos momentos de vida. Una película que nos habla de aventureros inconscientes, nacionalismos, familia, y procesos de vida de antes y ahora. COLD CASE HAMMARSKJÖLD, de Mads Brügger. Partiendo del accidente de avión que acabó con la vida de Dag Hammarskjöld, secretario de la ONU, en 1961 en Ndola (Zambia) el cineasta e investigador danés nos lleva por diversos lugares de África para contarnos un inmenso y complejo entramado que va desde las teorías conspiratorias, misiones secretas, intereses económicos y colonialismo de ayer y hoy, donde escucharemos a expertos, ex espías, activistas e investigadores que intentan darnos algo de luz a tantos secretos ocultos y desconocidos, como practicas donde multinacionales utilizaban a la población africana para extender el Sida o experimentar con medicamentos prohibidos o en proceso de fabricación. Un documento excepcional y necesario, no exento de humor, en el que se habla de política, economía, sociedad y sobre todo, de almas humanas, creando un complejo relato, donde todo desemboca en oscuras artimañas del poder político.

SOLES NEGROS, de Julien Elie. El cineasta canadiense vuelve a adentrarse en una zona de violencia como en sus anteriores trabajos, construyendo una película política y humanista, en un expresivo blanco y negro, un alegato contundente y honesto relato sobre la violencia en México, a través de varios familiares de víctimas y desaparecidos, activistas, periodistas y abogados que trabajan incansablemente para que todos estos asesinatos no queden impunes, y viajando a los lugares más oscuros y siniestros de las zonas rurales donde se ha desatado una violencia y corrupción estatal endémica que ha logrado construir una sociedad que tiene que ocultarse y llena de dolor y miedo. Los 154 minutos de metraje consiguen implicarnos y mantenernos atentos a todo lo que muestra, tanto el lado humanista como el mal que acecha a sus habitantes, poniendo cara y ojos a aquellos que no callan, a esa memoria silenciada que lucha por los derechos humanos de aquellos que no están, de los que desaparecieron o simplemente fueron asesinados, en una sociedad la mexicana abocada al silencio y el olvido. WHEN TOMATOES MET WAGNER, de Marianna Economou. Un documento interesante e íntimo sobre cómo revelarse ante la tremenda crisis que asoló Europa, y más concretamente en Grecia, en el que la directora helena se traslada a una pequeña zona rural donde dos primos acompañados de la sabiduría de las abuelas del lugar, consiguen cultivar tomates orgánicos y producir conservas que comercializan por todo el mundo, creando así una red cooperativa que ha ayudado a las familias del pueblo salir adelante y tener una vida digna. El relato nos habla de familia, hermandad y amistad, de ayudarse, de generar un cooperativismo entre todos y cada uno para lograr vivir de los tomates, con la peculiaridad que les ponen música clásica como Wagner y otros para que se desarrollen más bonitos, suaves y sabrosos.

De las Sesiones Especiales vi la película CITIZEN EUROPE, de Angeliki Aristomenopoulou, Andreas Apostolidis. Un documento sincero y próximo que mira a Europa y al programa Erasmus, a través de cinco jóvenes estudiantes que participaron en el programa en 1987, reflexionan sobre la participación del programa, la convivencia en el extranjero y todo aquello que les ha aportado en sus vidas. También, se le da voz a expertos, periodistas y pensadores sobre los cambios en Europa, con la crisis económica, la entrada de refugiados y las cuestiones que han debilitado el proyecto europeo. Así como estudiantes  que han vivido y estudiado en países con otros ritmos y sociedades en la actualidad, y todo lo que han sentido y experimentado, poniendo en debate el programa Erasmus actual, su supervivencia y estructura. Y finalmente, me acerqué a la clausura del festival, la película EL PEPE, UNA VIDA SUPREMA, de Emir Kusturica. El cineasta serbio, como hiciera con la figura de Maradona, vuelve a retratarnos de manera sencilla y sincera, la figura del ex guerrillero y político uruguayo Pepe Múgica, a través de su entorno doméstico, su huerto y sus sitios de costumbre. Partiendo de su último día como presidente de la república, Kusturica recorre desde la intimidad, la honestidad y el humanismo de un hombre común y transparente haciendo un recorrido de su vida, de aquellos oscuros de la dictadura cuando era un militante en la clandestinidad, sus años en prisión, su resistencia al capitalismo, su militancia política, sus años de presidente, y sobre todo, una obra donde escuchamos la sabiduría y la inteligencia de alguien corriente, alguien sencilla, alguien del pueblo, alguien con quién tomar mate mientras vemos las hortalizas en su huerto, y el sol del atardecer va bañando la vida de las personas corrientes y de la tierra, sin más deseos que una vida sencilla y llena de amor con los suyos y su entorno.

Hasta aquí mi camino por el festival, un viaje que empezó cargado de ilusión y entusiasmo, y acabó de la mejor de las maneras, lleno de emoción desbordante, convencido de haber asistido no sólo a una fiesta del cine documental, sino también a una emocionante y muy agradable reunión de amigos, llena de interesantes propuestas que nos hacen la vida mejor y sobre todo, nos muestran realidades inquietas, arraigadas, doloridas, reivindicativas, amargas, feministas, cotidianas, ocultas y silenciadas por unos medios dominados por el capital, y conocer esas realidades nos aleja de la comodidad capitalista, y nos agita, nos despierta y nos devuelve la mirada del otro, llenándonos de sentimientos que nos hacen sentirnos más llenos de vida y algo más felices. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

Entrevista a Nicolás Molina

Entrevista a Nicolás Molina, director de la película «Flow», en el marco del DocsBarcelona, en el Teatre CCCB en Barcelona, el lunes 20 de mayo de 2019.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Nicolás Molina, por su tiempo, sabiduría, generosidad y cariño, a Violeta Medina de Varanasi Prensa y Comunicación, y al equipo del DocsBarcelona, por su amabilidad, generosidad, tiempo y cariño.