Entrevista a Fredrik Gertten, director de la película «Breaking Social», en el marco del Documental del Mes, en Casa Gràcia en Barcelona, el miércoles 3 de abril de 2024.
Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Fredrik Gertten, por su amistad, tiempo, sabiduría, generosidad, y a Óscar Fernández Orengo, por retratarnos de forma tan especial, y al equipo de comunicación de DocsBarcelona, por su generosidad, cariño, tiempo y amabilidad. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA
“Un cambio social real nunca se ha llevado a cabo sin una revolución… Revolución no es sino el pensamiento llevado a la acción”.
Emma Goldman.
El universo cinematográfico de Fredrik Gertten (Malmö, Suecia, 1956), tiene su base en lo humano, y por ende, en lo social, en lo político, en lo económico y en lo cultural. Un cine que mira atentamente a su alrededor, que mira a las personas y sus problemas, y no lo hace desde la condescendencia, ni el amarillismo y mucho menos desde el sentimentalismo. No, no hace nada de eso. Lo mira desde lo más cercano y cotidiano, situando su cámara a su altura, profundizando en sus historias de aquí y ahora, a partir de lo local para ir poco a poco llevándonos a lo más general, porque los problemas más íntimos siempre tienen un reflejo de aquello que no vemos, de aquello invisible, de aquello que finalmente te afecta en tu día a día. Un cine que investigue, que se interrogue, y sobre todo, que logre captar la atención de los espectadores que se hacen preguntas, que quieren saber, y que el cine provoque la ansiada reflexión, un pensamiento crítico con el sistema que padece, y les cambie de algún modo. El cine debería tener esa función, y el cine de Gertten la tiene, desde su modestia y nada pretencioso.
Las películas del cineasta sueco han tocado muchos temas: la arquitectura como arte elitista o para el pueblo en El socialista, el arquitecto y la torre girada (2005), Bananas! (2009), donde exponía las injusticias de la multinacional estadounidense Dole Food Company, y su posterior secuela Big Boys Gone Bananas (2011), en que la citada compañía perseguía al cineasta para que no difundiera su película, Bicicleta Vs Coches (2015), exploraba la difícil convivencia entre los citados vehículos en las grandes ciudades, Push (2019), reflexionaba sobre el fenómeno de la gentrificación que expulsa a los vecinos de los barrios en pos a los lobbys inmobiliarios. Una serie de obras contestatarias, que miran la injusticia y la desigualdad y la muestran, y van mucho más allá, porque se encuentra con personas que se han agrupado y batallan contra esas grandes compañías invisibles y devoradoras de dinero. Y hace todo ese retrato y retratos desde la “verdad”, y no me refiero a una única verdad, sino a múltiples verdades en películas caleidoscópicas, en las que vemos diversas formas de lucha y acciones para cambiar las leyes mercantilistas.
Con Breaking Social se ha adentrado en el mundo de esas grandes empresas que siempre están manejando los hilos del capitalismo, pero que nunca vemos, abriéndolas en canal, a través de de expertos que nos informan de sus infinitos tejemanejes y corruptos que, con la complicidad de los gobiernos, siguen enriqueciéndose impunemente, dejando un reguero de víctimas, aunque la película no muestra unos perdedores lamiéndose sus heridas, ni mucho menos, sino todos aquellos/as que se han puesto de pie, se han organizado y se han lanzado a las calles a batallar por sus derechos y por una sociedad donde prime la democracia, a los justos y no a los que han y deshacen a costa de quién sea. Como sucedía en Push, la película de Gertten empieza en lo local para ir abriéndose y mostrándonos múltiples realidades, que van desde un historiador holandés, que explica con detalle y un vocabulario transparente el modus operandi del mundo capitalista, una abogada estadounidense que describe la corrupción de su país, un inglés que trabajó para el mal y cuenta las argucias y triquiñuelas que vió, y una bailarina de danza chilena que baila en mitad de las movilizaciones en su país.
De lo concreto a lo grupal, a través de un grupo de trabajadores de Amazon que se asocian en un sindicato en EE.UU. para protestar contra las ilegalidades de la famosa empresa, los indígenas que luchan por devolver agua a sus tierras después de los desmanes de los poderosos, y todos aquellos y aquellas que se lanzaron a las calles de Santiago y todo Chile para parar tanta injusticia y violencia capitalista. A través de un extraordinario montaje que firma Benjamin Binderup, que dota de fluidez, armonía y ritmo a las diferentes imágenes y miradas de varios países. El gran trabajo de cinematografía de Janice D’Avila, habitual de Gertten, que muestra unas imágenes muy potentes, con esa pausa tan necesaria para mirar, entender, emocionarse y reflexionar sobre lo que vemos y cómo lo vemos. Breaking Social es una película que agita conciencias desde el alma, la palabra y el pensamiento, podríamos decir que es una obra sobre política, o mejor dicho, es una película que sitúa la política en primer persona, la que deciden las personas de abajo, y no esa otra, que dirigen las grandes corporaciones imponiendo sus normas y su codicia frente a los trabajadores, que acaban siendo meras marionetas que tienen trabajos precarios y gastan para mal vivir.
Estoy convencido que si el sistema económico estuviese construido por y para y desde las personas, desde sus necesidades, desde sus deseos e ilusiones, desde lo que somos, una película como Breaking Social no debería existir, porque las cosas serían de otra manera y ahora mismo, no estaríamos hablando de estas cosas y más allá. Así que, si existe una película como esta, y desafortunadamente, no hay muchas películas como la que nos ocupa, porque son películas incómodas, protestonas, cintas que también ayudan a levantarse y salir a la calle, porque nos nos indica que hay muchas cosas por mejorar, y cada día hay más, por eso esta película es de obligada visión por todos y todas, y sobre todo, dirigidas a los pesimistas y los depresivos con la sociedad, porque es hora de despertar y salir a gritar y luchar, porque el sistema, siempre maligno, nos quiere adormecidos, tristes y sin esperanza, porque enfermos es más fácil manejar a la muchedumbre, no seamos populacho, sino personas que nos agrupamos para ser más fuertes, más valientes, más decididos y sobre todo, más humanos que, hasta eso, lo estamos perdiendo. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA
Entrevista a Fredrik Gertten, director de la película «Push». El encuentro tuvo lugar el jueves 3 de octubre de 2019 en el Hotel Evenia Rosselló en Barcelona.
Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Fredrik Gertten, por su tiempo, amistad, generosidad y cariño, y a Jeny Montagut de DocsBarcelona, por su tiempo, paciencia, generosidad y trabajo.
“Si la gente no puede vivir en ellas, ¿para quién son las ciudades?”.
En los últimos tiempos el efecto de la globalización del planeta ha cambiado nuestras formas de vida radicalmente. En algunos aspectos estos cambios que ha sufrido nuestra vida diaria como el abaratamiento del transporte de personas, el acceso a nuevas formas laborales, entre otros, han servido para avanzar y crecer tanto como personas como en nuestras relaciones con los otros y el entorno. En cambio, otros cambios han sido para mal, entre otros, como las nuevas condiciones laborales que han aumentado la precariedad y la competitividad, y la vivienda, registrada como derecho en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, hoy día, se ha convertido en un artículo de lujo en los barrios populares y obreros, situación que provoca la marcha de los ciudadanos de siempre que no pueden asumir los elevadísimos costes de los hogares, todo provocado por multinacionales de fondos de inversión y pensiones dedicadas a la especulación inmobiliaria con la complicidad de los gobiernos y las triquiñuelas legales al servicio de un negocio catastrofista que hace enriquecer a una minoría y perjudica miserablemente a la gran mayoría.
El prestigioso cineasta Fredrik Gertten (Malmö, Suecia, 1956) experto en imbuirse en temas sociales muy candentes en el que siempre se pone de parte del más desfavorecido como hizo en El socialista, el arquitecto y la torre girada (2005) en la que reflexionaba sobre las relaciones difíciles entre el gobierno sueco y la arquitectura, en Bananas¡ (2009) en la que destapaba los abusos de la multinacional Dole Food Company contra los agricultores nicaragüenses, y su posterior secuela Big Boys gone Bananas¡ (2011) en la que seguía el proceso judicial de la citada multinacional contra él mismo. En Bicicletas vs coches (2015) ponía el dedo en la llaga en las complejas relaciones entre los ciclistas urbanos y los automóviles. Ahora, y de la mano de Leilani Farha, la relatora especial en vivienda de la ONU, abre una ventana para centrarse en este fenómeno de la vivienda donde multinacionales como Blackstone utilizan la vivienda como una mera mercancía para especular sobre su precio y expulsar a los vecinos de toda la vida de las ciudades con precios muy abusivos.
Visitaremos ciudades como Toronto, Berlín, Estocolmo, Seúl, Londres, Nueva York o Barcelona, en la que Farha se encontrará con la alcaldesa de Barcelona Ada Colau, la reputada socióloga Saskia Sassen, el economista Joseph Stiglitz o el periodista italiano autor de Gomorra Roberto Saviano, fuerzas públicas y personalidades que conocen de primera mano el conflicto que está expulsando a los vecinos de sus casas. Gertten utiliza un lenguaje claro y conciso para hablarnos de un problema complejo y lleno de vacíos legales que usan las empresas especuladoras para reventar el negocio de la vivienda y embolsarse espectaculares dividendos económicos. Al igual que la disputa de David contra Goliat, Leilana Farha se tropieza con grandes obstáculos para verse con los responsables de estos consorcios económicos que usan la vivienda como un mero negocio, con prácticas inhumanas, amorales y salvajes con el fin de ganar dinero.
Farha sabe que su reivindicación es una lucha constante, muy difícil y paciente para conseguir un poco, un resquicio de luz hay que trabajar mucho, llamar a muchas puertas, verse con multitud de gentes, muchos de ellos afectados que relatan su problema, como la torre social donde vivían gentes con pocos recursos que se calcinó y dejó unos setenta fallecidos, muchos más heridos y en la estacada a cientos de personas que perdieron su hogar, y otras situaciones como esos otros canadienses que realizan una huelga del alquiler, para reivindicar unos precios sociales y asequibles y todo el acoso sufrido por parte de los propietarios. Gertten construye una película que es más que eso, constituyéndose en un reflejo despiadado actual de hacia ese lugar sombrío y oscuro donde están yendo nuestras ciudades, tanto en su estructura humana, económica y social, convirtiéndolas en meros escaparates especuladores donde dinero de dudosa procedencia, como advierte Saviano, están comprándolas y llenándolas de enriquecidos holdings inmobiliarios para adinerados y turistas, en detrimento de tantas personas que necesitan un lugar para vivir.
El cineasta sueco no es ajeno a la complicidad del problema que tiene entre manos y consigue hacer una película clara y de frente, sin vericuetos narrativos ni formales, una road movie sobre el conflicto urbano serio y magnífico, siguiendo el periplo viajero de Leilani Farha que visita barrios obreros de todo tipo de cuatro continentes distintos, haciendo hincapié a las ciudades más cosmopolitas e importantes de un lado y al otro lado del charco para explicarnos los problemas in situ, escuchando a todos aquellos que lo sufren diariamente, y ofreciéndoles el protagonismo que quizás los medios ocultan o no les dan el tiempo suficiente que necesitarían para profundizar en la problemática. Un relato contundente y brutal sobre esa económica psicótica y terrorífica que nunca tiene suficiente, a partir de la denuncia seria y apabullante, dándole voz a todos los afectados, a los especuladores sin escrúpulos y sobre todo, y esto es digno de admirar, donde la película no cae en la condescendencia ni el catastrofismo, y mucho menos en el derrotismo, abriendo nuevos caminos para cooperativizar, empujando todos a una, como nos viene a decir el necesario y extraordinario titulo de la película, encarando los problemas con los responsables de esas ciudades, reuniéndose, compartiendo conflictos y generando soluciones para luchar contra tanta maldad. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA