LAS CIUDADES VACÍAS.
“Si la gente no puede vivir en ellas, ¿para quién son las ciudades?”.
En los últimos tiempos el efecto de la globalización del planeta ha cambiado nuestras formas de vida radicalmente. En algunos aspectos estos cambios que ha sufrido nuestra vida diaria como el abaratamiento del transporte de personas, el acceso a nuevas formas laborales, entre otros, han servido para avanzar y crecer tanto como personas como en nuestras relaciones con los otros y el entorno. En cambio, otros cambios han sido para mal, entre otros, como las nuevas condiciones laborales que han aumentado la precariedad y la competitividad, y la vivienda, registrada como derecho en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, hoy día, se ha convertido en un artículo de lujo en los barrios populares y obreros, situación que provoca la marcha de los ciudadanos de siempre que no pueden asumir los elevadísimos costes de los hogares, todo provocado por multinacionales de fondos de inversión y pensiones dedicadas a la especulación inmobiliaria con la complicidad de los gobiernos y las triquiñuelas legales al servicio de un negocio catastrofista que hace enriquecer a una minoría y perjudica miserablemente a la gran mayoría.
El prestigioso cineasta Fredrik Gertten (Malmö, Suecia, 1956) experto en imbuirse en temas sociales muy candentes en el que siempre se pone de parte del más desfavorecido como hizo en El socialista, el arquitecto y la torre girada (2005) en la que reflexionaba sobre las relaciones difíciles entre el gobierno sueco y la arquitectura, en Bananas¡ (2009) en la que destapaba los abusos de la multinacional Dole Food Company contra los agricultores nicaragüenses, y su posterior secuela Big Boys gone Bananas¡ (2011) en la que seguía el proceso judicial de la citada multinacional contra él mismo. En Bicicletas vs coches (2015) ponía el dedo en la llaga en las complejas relaciones entre los ciclistas urbanos y los automóviles. Ahora, y de la mano de Leilani Farha, la relatora especial en vivienda de la ONU, abre una ventana para centrarse en este fenómeno de la vivienda donde multinacionales como Blackstone utilizan la vivienda como una mera mercancía para especular sobre su precio y expulsar a los vecinos de toda la vida de las ciudades con precios muy abusivos.
Visitaremos ciudades como Toronto, Berlín, Estocolmo, Seúl, Londres, Nueva York o Barcelona, en la que Farha se encontrará con la alcaldesa de Barcelona Ada Colau, la reputada socióloga Saskia Sassen, el economista Joseph Stiglitz o el periodista italiano autor de Gomorra Roberto Saviano, fuerzas públicas y personalidades que conocen de primera mano el conflicto que está expulsando a los vecinos de sus casas. Gertten utiliza un lenguaje claro y conciso para hablarnos de un problema complejo y lleno de vacíos legales que usan las empresas especuladoras para reventar el negocio de la vivienda y embolsarse espectaculares dividendos económicos. Al igual que la disputa de David contra Goliat, Leilana Farha se tropieza con grandes obstáculos para verse con los responsables de estos consorcios económicos que usan la vivienda como un mero negocio, con prácticas inhumanas, amorales y salvajes con el fin de ganar dinero.
Farha sabe que su reivindicación es una lucha constante, muy difícil y paciente para conseguir un poco, un resquicio de luz hay que trabajar mucho, llamar a muchas puertas, verse con multitud de gentes, muchos de ellos afectados que relatan su problema, como la torre social donde vivían gentes con pocos recursos que se calcinó y dejó unos setenta fallecidos, muchos más heridos y en la estacada a cientos de personas que perdieron su hogar, y otras situaciones como esos otros canadienses que realizan una huelga del alquiler, para reivindicar unos precios sociales y asequibles y todo el acoso sufrido por parte de los propietarios. Gertten construye una película que es más que eso, constituyéndose en un reflejo despiadado actual de hacia ese lugar sombrío y oscuro donde están yendo nuestras ciudades, tanto en su estructura humana, económica y social, convirtiéndolas en meros escaparates especuladores donde dinero de dudosa procedencia, como advierte Saviano, están comprándolas y llenándolas de enriquecidos holdings inmobiliarios para adinerados y turistas, en detrimento de tantas personas que necesitan un lugar para vivir.
El cineasta sueco no es ajeno a la complicidad del problema que tiene entre manos y consigue hacer una película clara y de frente, sin vericuetos narrativos ni formales, una road movie sobre el conflicto urbano serio y magnífico, siguiendo el periplo viajero de Leilani Farha que visita barrios obreros de todo tipo de cuatro continentes distintos, haciendo hincapié a las ciudades más cosmopolitas e importantes de un lado y al otro lado del charco para explicarnos los problemas in situ, escuchando a todos aquellos que lo sufren diariamente, y ofreciéndoles el protagonismo que quizás los medios ocultan o no les dan el tiempo suficiente que necesitarían para profundizar en la problemática. Un relato contundente y brutal sobre esa económica psicótica y terrorífica que nunca tiene suficiente, a partir de la denuncia seria y apabullante, dándole voz a todos los afectados, a los especuladores sin escrúpulos y sobre todo, y esto es digno de admirar, donde la película no cae en la condescendencia ni el catastrofismo, y mucho menos en el derrotismo, abriendo nuevos caminos para cooperativizar, empujando todos a una, como nos viene a decir el necesario y extraordinario titulo de la película, encarando los problemas con los responsables de esas ciudades, reuniéndose, compartiendo conflictos y generando soluciones para luchar contra tanta maldad. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA