DESCUBRIR LOS ORÍGENES
La cineasta alemana Margarethe von Trotta (1942, Berlín) lleva más de medio siglo dedicada al cine, primero como actriz, en obras del director de corte vanguardista Herbert Achternbusch y Rainer Werner Fassbinder, y luego, como directora, desde que debutase, junto a su marido de entonces, el cineasta Volker Schlöndorff, en aquella maravilla de El honor perdido de Katharina Blum (1975). Su cine se edifica a través de la mirada hacía el retrato femenino, como las históricas (Rosa Luxemburgo, en 1986, Visión. La historia de Hildegard Von Bingen, del 2009 y Hannah Arendt, del 2012, todas protagonizadas por una de sus actrices fetiche, Barbara Sukowa), o aquellas películas protagonizadas por hermanas, Las hermanas alemanas (1981), siempre desde un punto de vista crítico y humano, en el que dibuja un retrato de la mujer en Alemania y cómo se ha visto señalada a través del devenir histórico de la Alemania del siglo XX.
Ahora, vuelve a una historia de hermanas, y a una mirada personal, ya que la propia directora vivió un caso parecido con su hermana. Nos presenta a Sophie, una atractiva cantante de blues y jazz, que es informada por su padre, que ha visto el asombroso parecido entre su madre (recientemente fallecida) y una cantante de ópera que vive en Nueva York. Sophie viaje a la ciudad de los rascacielos y conoce a Caterina, que primero se muestra reacia ante la posibilidad que sean hermanas, y más tarde, irá abriéndose y conociendo su pasado, a través de su madre, que padece demencia senil y las averiguaciones de Sophie. Von Trotta realiza una película sencilla y honesta, donde la trama se va abriendo paso a paso a medida que las dos mujeres van descubriendo su pasado, y sabiendo quiénes son en realidad, y la relación que lentamente va naciendo entre ellas. Una composición y puesta en escena firme y eficaz, y el inmenso trabajo interpretativo de la pareja de actrices, Katja Riemann y Barbara Sukowa, colaboradores de la directora en anteriores trabajos, y la aportación de los demás intérpretes componen una película sobre la familia, las dificultades del pasado, el odio y rivalidad entre hermanos, y la necesidad de conocer de dónde venimos y sobre todo, de saber quiénes somos.
Una película que rezuma ese aroma de drama familiar encerrado en cuatro paredes, construido a través de leves detalles y miradas, que se sigue tranquilo, y que la directora, sortea con gran admiración los momentos de revelaciones familiares, (como ocurría en Todo sobre mi madre, de Almodóvar), que en otra película, podrían convertirse en auténtico folletín desmesurado y plañidero, aquí no, todo se va envolviendo en pocos personajes y la investigación que se desarrolla entre dos países, Alemania y EE.UU., tendrá su epicentro en la amistad entre dos amigas y también, entre el enfrentamiento de dos hermanos. Una historia familiar y doméstica, donde von Trotta vuelve a demostrar su buen hacer en las tramas sencillas sobre mujeres de carne y hueso, filmadas de forma humana y realista, los problemas y preocupaciones de estas mujeres y la lucha constante que tienen que emprender para poder seguir siendo ellas mismas. Una mirada noble y contundente sobre las mujeres, y sobre todo, un retrato sobre sus emociones.