Entrevista a Luis E. Parés

Entrevista a Luis E. Parés, director de la película «La primera mirada. Historia de una escuela de cine», en el Parque de la España Industrial en Barcelona, el miércoles 19 de junio de 2024.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Luis E. Parés, por su tiempo, sabiduría, generosidad, y a Sonia Uría de Suria Comunicación, por su generosidad, cariño, tiempo y amabilidad. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

La primera mirada. Historia de una escuela de cine, de Luis E. Parés

LOS JÓVENES QUE QUERÍAN HACER CINE. 

“Nos dijeron que no mirásemos atrás porque sólo encontraríamos ruinas tristes de una España gris. Pero, no era verdad. Si miramos detenidamente, de entre las sombras, surgen otras imágenes, las de unos jóvenes que querían contar el dolor de un país. Los estudiantes de una escuela de cine, creadores sin medios, pero sin miedo. Con ellos nacía una mirada cómplice. Una mirada dispuesta a ver las cosas por primera vez”. 

Todos aquellos que amamos el cine español sabemos del IIEC (Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas), aunque muy pocos hemos visto alguna de las prácticas allí realizadas. Una cuestión que dice mucho del poco valor institucional que se le ha dado al patrimonio cinematográfico. Algunas pocas de esas imágenes ya habían visto la luz en De Salamanca a ninguna parte (2002), de Chema de la Peña, un valioso documento centrado en las famosas conversaciones y en el Nuevo Cine Español, en el que se le daba voz a sus protagonistas. La película La primera mirada. Historia de una escuela de cine, de Luis E. Parés (Madrid, 1982), es todo un acontecimiento en el Cine Español, porque no es sólo es la primera vez que se bucea en los archivos de Filmoteca Española, sino que se sitúa en el epicentro de lo que significó el IIEC, mostrando las valiosísimas imágenes de aquellas prácticas de los nombres que revolucionaron el lenguaje y la mirada del cine de aquí. 

El recorrido cinematográfico de Parés viene de lejos: programador de Filmoteca, Cinemateca Madrid, Festival de Sevilla e inventor del programa de televisión “Historia de Nuestro Cine”, agitador, activista e historiador del Cine Español, amén de director de siete cortometrajes, entre los que se encuentran Los conspiradores (2023) y El espectro político (2024). Con todo este bagaje era la persona más que idónea para acometer una película de estas características, tan insólita como necesaria. El encargo le vino de Mario Madueño, productor de Pantalla Partida, y el bueno de Luis se sumergió en el archivo, visionando los más de medio centenar de trabajos conservados y con la ayuda de Luis Deltell y José M. Carrasco elaboraron un guion que repasa concienzudamente las peculiaridades de cada práctica, sino que se sumerge en sus características, tanto a nivel de contexto político, cultural, económico y social, mediante las voces de dos intérpretes como Aitana Sánchez-Gijón y Pedro Casablanc. Una amalgama de información que aborda sus primeros años, los que van de 1947 a 1962, bien estructurada y mejor administrada, tanto crítica como artística que da buena cuenta del valor incalculable de estas películas almacenadas tanto tiempo sin que nadie les diera luz y mucho menos, la visibilidad y su posición fundamental en la Historia del Cine Español. 

Vemos secuencias de los primeros trabajos de grandes nombres como Berlanga, Bardem, que se conocieron en la cola de las pruebas de acceso, Julio Diamante, Carlos Saura, Jesús Franco, Luis Ciges, Eugenio Martín, Javier Aguirre, Basilio Martín Patino, José Luis Borau, Antonio Mercero, Joaquím Jordà, Helena Lumbreras, Víctor Erice y Francisco Regueiro, y otros menos desconocidos como José Gutiérrez Maesso, José Maria Zabalza, Manuela González-Haba, Sergio Ferrer de María, Héctor Sevillano, y muchos más. Películas de índole académico que ya nos informan de todo el arsenal de unos jóvenes que encontraron en el IIEC una isla de libertad en la que podían abordar los temas sociales y políticos que se les negaba a los profesionales. Miradas de estudiantes que hablaban de un país en dictadura dominado por la moral religiosa, la represión sexual y la pobreza y miseria de sus habitantes, en unas prácticas donde no existía la temida y malvada censura. Una escuela que fue un espacio de ideas, amistad, libertad y sobre todo, de cine, de lo cinematográfico, donde se discutía y se compartía cine, títulos, y demás cuestiones del séptimo arte. Jóvenes que querían hablar de la realidad, a través de la verdad de sus prácticas/películas, donde la única frontera era la imaginación, sin importar los pocos medios que disponían, porque se las ingeniaban para hacer un cine crítico sobre la realidad sucia y gris del país. 

Una película que tiene un contenido muy trabajado, lleno de detalles e información concisa y muy directa, explorando cada encuadre, fotograma y mirada de las diferentes películas. Un excelente trabajo de found footage donde el archivo adquiere su valor histórico y cinematográfico, a partir de un concienzudo y rítmico montaje que firma Vanessa Marimbet, que ha trabajado en documentales como Flamenco, Flamenco y Las paredes hablan, ambas de Carlos Saura, y ficciones como El plan, y El buen patrón, entre otras, y la excelente y detallista música de Bruno Dozza, que resignifica cada encuadre, cada gesto y cada mirada en una composición que explica y conmueve. Una película que habla de cine con el cine, olvidándose de los testimonios que existen de archivo, porque la película de Parés quiere mostrar lo invisible, desenterrar de las catacumbas del archivo de la Filmoteca, todo este material tan valioso como olvidado, y dotar de visibilidad, acceso y contextualizarlas en el Cine Español de antes y de ahora, estableciendo los puentes que no existían y sobre todo, generando ese reflejo de espejos entre aquellos jóvenes y los de ahora, entre aquella España dictatorial y la democrática de ahora. 

No se pierdan la película La primera mirada. Historia de una escuela de cine, porque les va sorprender muchísimo a todas aquellas que amamos el Cine Español, y a los que no, seguirán perdiéndose obras que hablan de ellos, de su país, de su historia, sus costumbres y su recorrido que no es poco. Si tuviésemos que encontrar un paralelismo con lo que ha hecho Parés lo encontraríamos en el trabajo del norirlandés Mark Cousins en obras de la calidad de The Story of Film: An Odissey (2011), y su análisis en the Story of Film: A New Generation (2021), A Story of Children and Film (2013), Women Make Film: A New Road Movie Through Cinema (2018), amén de sus trabajos sobre Welles, Jeremy Thomas y Hitchcock, y demás. Un cine que hable de cine, que lo mire con tiempo, con reflexión y contextualizando cada imagen, cada instante y cada coyuntura política, económica y social, construyendo un archivo de imágenes en constante diálogo, cuestionando y sobre todo, mostrando a las nuevas generaciones de cineastas, para saber de dónde venimos y hacia dónde vamos, que no es poco, en un país que mira de forma institucional muy poco su cultura y menos a su cine. En fin, habrá que seguir trabajando, porque si no lo hacen, otros como Parés deberán hacerlo. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA


<p><a href=»https://vimeo.com/932447885″>LA PRIMERA MIRADA, Luis E. Par&eacute;s [Clip with English subtitles]</a> from <a href=»https://vimeo.com/agfreak»>Agencia Freak</a> on <a href=»https://vimeo.com»>Vimeo</a>.</p>

Marisol llámame Pepa, de Blanca Torres

DEL MITO A LA MUJER. 

“Lo único que quiero es ser una persona normal”

Pepa Flores

Películas como Un rayo de luz (1960), Ha llegado un ángel (1961), Tómbola (1962) y Marisol rumbo a Río (1963), convirtieron a una humilde niña andaluza en toda una star infantil, tanto a nivel nacional como internacional, convertida en paradigma del franquismo. Su nombre era Josefa Flores González (Málaga, 1948), pero todos y todas la conocieron por su nombre artístico: Marisol. Se ha escrito, hablado y analizado su carrera artística desde que fue niña prodigio hasta que en los años setenta deja todo esa imagen y pasa a llamarse Pepa Flores y cambia su perspectiva y carrera, con trabajos de otra índole, junto a autores como Juan Antonio Bardem, Mario Camus y Carlos Saura, y su activismo político de izquierdas. La película Marisol llámame Pepa, de Blanca Torres (Zaragoza, 1977), hace un recorrido desde su infancia, su éxito y toda su vida, tanto delante como detrás de las cámaras, con el subtítulo “Proceso a un mito”, a través de material de archivo, testimonios en el que van evocando a la artista y a la persona mediante una narradora, sacada de sus propias palabras, que nos van guiando por su mundo y su historia. 

De Torres conocíamos su excelente trayectoria junto al director Gabriel Velázquez con él que ha montado sus películas Ärtico (2014) y Zamiki (2018), coescrito Amateurs (2008), Iceberg (2011), además de la codirección de Análisis de sangre y azul (2016). Con su nuevo trabajo se adentra en el universo de Marisol/Pepa Flores que describe con detalle e inteligencia el devenir de un país en dictadura y su pasó a la democracia, a partir de un personaje como Marisol y su conversión en la edad adulta en Pepa Flores, una mujer que quiso dejar atrás lo que representaba para ser ella misma, a pesar de todos y todo. La mezcla de found footage muy rico, entre imágenes de todo tipo: fotografías, cine, entrevistas, recortes de prensa, acompañado de los sinceros testimonios en los que encontramos escritoras como Elvira Lindo y Marta Sanz, la periodista Nativel Preciado, la política Cristina Almeida, la cantante Amaia, la bailaora Cristina Hoyos y el productor Enrique Cerezo, entre otros y otras, que analizan su trayectoria, su actitud y su persona, compartiendo sus ideas tanto a nivel personal como profesional, y esas voces en off en que recogen testimonios de la propia artista, en una película construida desde muchos lugares y posiciones en las que se busca mostrar y reflexionar sobre la vida del mayor mito de la historia de España, desde una forma y fondo donde se traza un espacio de reflexión, profundidad y sobre todo, muy personal. 

Una película que ha contado con un trío de productores muy potente: Chema de la Peña, director de películas interesantes como Sud Exprés (2005), y Amarás sobre todas las cosas (2016), y documentales sobre cine De Salamanca a ninguna parte (2002), Un cine como tú en un país como este (2010), o literatura Mario y los perros (2019), entre otros, y Sarao Films, que después de dos décadas en la televisión han saltado al cine con películas sobre artistas como De caballos y guitarras, de Pedro G. Romero y Antonio, un bailarín español, de Paco Ortiz. Compañeros de viaje que han ayudado a contar, quizás, la película que faltaba sobre Marisol/Pepa Flores que, sin pretenderlo, han conseguido una obra didáctica y tremendamente intensa y rítmica, con la cinematografía de Juana Jiménez, de la que conocemos su trabajo en series como Las de la última fila, y en Las paredes hablan, la última película del gran Carlos Saura, y el montaje de Martina Seminara y la propia directora, que en sus 87 minutos sin descanso, repasa la vida y la obra, lo que se vio, lo que no y deja muchas ideas y pensamientos de una mujer que en el año 1985 decidió dejarlo todo y retirarse de la vida pública para ser ella misma alejada de todos y todo. 

Hay que agradecer la audacia y la propuesta de Marisol llámame Pepa, porque a pesar de todo lo que se ha escrito, hablado y profundizado en la vida de Marisol/Pepa Flores, la película de Blanca Torres, sin ningún ánimo de hacer la película capital sobre el mito, sí que consigue acercar la persona, la mujer que había detrás, la niña que creció alejada de su familia en la casa/cárcel de su productor, la niña que fue explotada y reventada en pos del éxito promocionando la idea tradicionalista del franquismo en un país sumido en la tristeza, la violencia y el desánimo, y luego, la mujer que quiso ser, romper con esa imagen de candidez y convertirse en una mujer de pleno de derecho, tener una carrera más adulta y seria, enfocada en temas importantes, y seguir cantando y bailando, y su compromiso político en pos de la injusticia, contra la explotación y ser una más en la lucha y la reivindicación, no para borrar aquella imagen, sino para que la viesen como la artista que era, la actriz adulta que pensaba por sí misma y con personalidad, carácter y determinación en una España que estaba cambiando, que se hacía mayor, que se resistía a olvidar sus mitos franquistas y empezaba a ver que había realmente detras de todo aquello, y encontraba la imagen de Pepa Flores, de una mujer, de alguien que se sentía capaz de seguir siendo artista y sobre todo, mujer. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA