Entrevista a Manuel Pérez

Entrevista a Manuel Pérez, director de «Metamorphosis». El encuentro tuvo lugar el sábado 18 de junio de 2016, en el hall de los Cines Girona de Barcelona.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Manuel Pérez, por su tiempo, generosidad y cariño, a Marina Cisa de Madavenue, por su paciencia, amabilidad y simpatía, a Laia Forné, protagonista de la película, que tuvo el detalle de tomar la fotografía que ilustra esta publicación, y al equipo de los Cines Girona, atentos y buena gente.

El lugar de las fresas, de Maite Vitoria Daneris

CARTELTRABAJAR LA TIERRA.

En el campo del documental suele ocurrir que la realidad irrumpe en las filmaciones, de manera fortuita, y lo hace con tal fuerza, que se acaba convirtiendo en la materia estudiada y esencial de las películas. Un caso parecido le ocurrió a la cineasta Maite Vitoria Daneris (1978, Madrid) que llegó a Turín con la intención de visitar a una amistad, y quedó fascinada con el entorno humano de Porta Palazzo, el mercado al aire libre más grande de Europa, donde decenas de campesinos venden sus productos. Una noche, de madrugada, con la intención de filmar el mercado desierto y en silencio, posó su cámara en ese espacio vacío con el amparo de la solitud nocturna. De repente, una furgoneta irrumpió en su plano y comenzó a registrar lo que sucedía. Del vehículo se bajó Lina, una anciana que comenzó a montar su puesto de verduras, fruta y fresas. De manera intuitiva, la cineasta madrileña comenzó a filmarla, se hizo de día y al mercado llegaron otros vendedores con sus mercaderías, pero ella seguía pendiente del trabajo de Lina.

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Durante 7 años, Daneris ha filmado la cotidianidad de Lina, junto a su marido Gianni, y el espacio donde trabajan en San Mauro, una pequeña localidad junto a Turín, allí en ese mundo trabajan la tierra cultivando frutas y verduras, sin olvidarnos de las preciadas y sabrosas fresas, típicas de la región del Piamonte, al norte de Italia. Un día, en otro guiño del azar, aparece en el mercado Hassan, un inmigrante marroquí, que entabla amistad con Lina, y se establece una relación de trabajo. Daneris filma ese paisaje de jornadas interminables de trabajo, en un bucle sin inicio y final, hay momentos, breves, en los que se comparte la comida y algunas risas, los viajes de madrugada al mercado, algunas visitas, esporádicas, de Lina a la iglesia, y vuelta a empezar, en la que todos los espacios tienen su importancia, el campo, el mercado, la casa, todo contado de manera sensible y detallista. Una vida dura, sencilla, de trabajar la tierra y seguir hacía adelante con entusiasmo y sin decaer en ningún momento. La asombrosa capacidad de trabajo y vitalidad de Lina son admirables, su forma de trabajo es continua, casi no descansa, y mantiene ese pequeño microcosmos de trabajo y vida. Hassan se esfuerza, aunque a veces se generen conflictos con la anciana, pero se ayudan y también, se entienden, y forman un buen equipo. Gianni, el marido de Lina, trabaja en la granja, aunque se mantiene al margen del grosor de la película.

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Daneris construye un documento asombroso y valiente, en la que conviven varios idiomas desde el italiano (o piamontés), castellano y árabe, y además, también aparece en su película, aunque de manera esporádica, cediendo todo el protagonismo a las personas que filma, unas personas humildes, de campo, que trabajan sin cesar en aquello que les da de comer, pero sin perder el amor por lo que hacen, aunque les deje poco tiempo para hacer sus cosas. Una película en la que se respira el aroma del cine neorrealista italiano ambientado en el campo, que también supo registrar el trabajo rural y la amistad compartida de tantas jornadas durísimas de trabajo, y en conceptos y elementos del cine de Raymond Depardon dedicado al campo francés, en el que asistimos, como testigos de excepción, a la vida rural en todo su esplendor, caminando, respirando, sudando, ordeñando, labrando, recogiendo, y trabajando la tierra, con las manos como principal herramienta en el trabajo de los seres humanos, deteniéndose en todos los detalles y elementos que conforman la vida campesina actual. Daneris ha emprendido un viaje físico y emocional de gran calado personal, capturado la humanidad, filmándola de modo honesto, sin caer en la condescendencia y el paternalismo de algunas producciones, aquí no hay nada de eso. La película rezuma vida, trabajo y amistad, en unos personajes que trabajan y luchan diariamente para vivir en un mundo cada vez más mecanizado, y menos humano. La personalidad y sabiduría de Lina son un ejemplo a seguir, vive para su trabajo con sencillez, cuidando cada detalle del cultivo con el fin de extraer la esencia de sus frutas y verduras para luego poder venderlas en el mercado.


<p><a href=»https://vimeo.com/73775419″>Trailer _ El lugar de las fresas</a> from <a href=»https://vimeo.com/user1774928″>Maite Vitoria Daneris</a> on <a href=»https://vimeo.com»>Vimeo</a>.</p>

Un amor de verano, de Catherine Corsini

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“Me di cuenta de que muchas cosas que hoy doy por hechas se las debo a esas mujeres comprometidas y luchadoras […] es más, las mujeres homosexuales hicieron mucho por la emancipación de la mujer en general”.

Catherine Corsini

La película arranca en plena campiña francesa, allí, conocemos a Delphine, una joven que trabaja en el campo junto a sus padres, y mantiene oculta su condición homosexual. El yugo de la vida en el campo la ahoga, y decide irse a París. Nos encontramos en 1971, en plena efervescencia de los movimientos surgidos a raíz de mayo de 1968. Delphine se tropieza con las feministas en plena calle durante una acción (tocan los traseros de los hombres como protesta) acude a sus reuniones y participa en el activismo para reivindicar los derechos de la mujer, se contagia de su vitalidad e insolencia, de la poderosa energía del grupo, bella y desobediente, en el que discuten y gritan en el paraninfo de la Universidad, rescatan a un amigo homosexual de un psiquiátrico, donde sus padres lo han ingresado debido a su condición, e incluso, tiran carne a un médico abortista, mientras lanzan octavillas y piden lo que se les niega, su derecho a ser mujeres libres, el derecho al aborto y disfrutar de su propio cuerpo. En ese ambiente parisino y de lucha política, Delphine conoce a Carole, maestra de español que vive con Manuel, pero el deseo y la atracción que sienten se desata y la pasión las devora, y se enamoran.

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Catherine Corsini (1956, Dreux, Francia) estructura su cine a través de las relaciones amorosas y homosexuales, dibujando personajes oscuros y sometidos a derivas emocionales de gran calado. En su anterior película, estrenada por estos lares, Partir (2009) se detenía en una burguesa casada, familiar y acomodada que mantenía una relación sexual con un español de oscuro pasado. Ahora, en su décimo título de su filmografía, acota la trama en la primavera y verano del 71, adentrándose en los convulsos años políticos de los 70, y en el movimiento feminista que tanto ayudó a emancipar a las mujeres, junto a su coguionista, Laurette Polmanss han rescatado una época de fuerte liberación del género femenino, sus referentes y fuentes de inspiración fueron Carole Roussopoulos y Delphine Seyrig (cineastas y artistas que hicieron películas feministas, de las que reivindican su figura, no obstante las dos protagonistas adoptan sus nombres), y otras figuras femeninas que, desde otros ámbitos, alzaron la voz sobre la situación discriminatoria de las mujeres, sometidas al yugo patriarcal en una sociedad que las silenciaba y las volvía invisibles.

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Corsini mezcla con naturalidad y sabiduría los contrastes de su propuesta, el bullicio y la libertad de París contra la intemporalidad y el aislamiento del campo, a ritmo de temas rockeros del momento de Janis Joplin, Colette Magny, Joe Dassin, y la música de Grégoire Hetzel, aportando el lirismo que pide en ciertos momentos la película. Dos mujeres que se aman, pero que deberán afrontar sus miedos e inseguridades para ser libres y afrontar su amor sin prejuicios. La cineasta francesa construye un relato bellísimo, vital, de pura energía e intimidad desaforada, sigue a dos almas enamoradas que, no sólo deberán luchas por sus derechos en el ámbito social, sino también en su intimidad, vencer los obstáculos reales e imaginarios que las acosan. La película, a través de una forma transparente, que da protagonismo a los personaes y sus emociones, describe la vida en la granja de forma detallista y realista, componiendo una imágenes bellísimas cargadas de una naturaleza absorbente, sin caer en ningún instante en la imagen edulcorada. La opresión del paisaje rural es evidente, la actitud de asfixia que siente el personaje de Delphine, atada por la enfermedad de su padre, y la mentalidad de su madre, y el miedo a mostrar su identidad homosexual en contraposición con la sensación de libertad de Carol, una mujer que ha vencido sus miedos y contradicciones y ha despertado en ella un mujer diferente, descubriendo un amor lleno de vida y deseo. Una pasión que la ha llevado a vivir en el campo con la persona que ama, dejándolo todo.

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Corsini nos sumerge en la vida rural de forma concisa y libre, desnudándonos los prejuicios, y filmando las escenas sexuales de forma sencilla y honesta, capturando la belleza sexual sin tapujos, mostrando esos cuerpos desnudos entre la hierba amándose libres, mientras las vacas mugen y pastan (con elementos que nos recuerdan a la pintura de Renoir o Manet, y el cine de Renoir o la Agnès Varda de La felicidad), sin olvidar ese ambiente cercado y de apariencias formado a partir de tradiciones ancestrales y conservadoras. El gran trabajo del trío protagonista, que contamina de humanidad y sensibilidad la película, con una maravillosa y lúcida Cécile De France, desnudándose física y emocionalmente, a su lado, Izïa Higelin, su tez morena, carnalidad, y aspecto rudo, componen un interesante contrapunto, y finalmente, Noémie Lvovsky, que interpreta a la madre de Delphine, anclada en una vida rural, de trabajo y supeditación marital. Corsini ha construido una historia de amor bellísima, apasionante y real, con su pasión, sexo, miedos, inseguridades y contradicciones, en un contexto histórico de reivindicaciones, acciones, y política, y sobre todo, impregnado por una lucha que, aunque se hayan conseguido muchos derechos, sigue en plena vigencia, porque hay luchas que continúan, y no sólo las sociales sino también las propias.