Entrevista a Chloé Barreau, directora de la película «Fragmentos de una biografía amorosa», en el marco de El Documental del Mes, iniciativa de DocsBarcelona, en la terraza del Instituto Francés en Barcelona, el martes 1 de abril de 2025.
Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Chloé Barreau, por su tiempo, sabiduría, generosidad, a Sam Wallis, por su gran labor como intérprete, y a Carla Font de Comunicación de El Documental del Mes, por su generosidad, cariño, tiempo y amabilidad. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA
“Tú crees que amas el amor, pero lo que amas en realidad es la idea del amor”.
Frase escuchada en el film “El hombre que amaba las mujeres” (1977), de François Truffaut
El hecho de vivir, indispensablemente, va en consonancia con todas las personas que han transitado por nuestras vidas, y sobre todo, aquellas personas que han significado alguna cosa en nuestras existencias, personas que dejaron alguna huella, algún efecto que nos ha hecho ser de una u otra forma. Amistades y sobre todo, amores, ya sean correspondidos o no, y todas esas experiencias que siguen almacenadas en nuestro alma. Recuerdos y memoria de nuestra propia vida. Amores que parecían irrompibles, para toda la vida, pero que quedaron en historias de amor o no recordadas y la mayoría olvidadas. En la película Fragmentos de una biografía amorosa, de Chloé Barreau (París, Francia, 1976), se vuelven a las historias de amor de la directora, pero no desde el “Yo”, sino desde el contraplano, es decir, desde el recuerdo de sus ex, de aquellos personas que transitaron por su vida sentimental. Un recorrido profundo y sincero, y de ficción, ya que las personas recuerdan el pasado, y lo inventan, porque así es la memoria, mucho de invento y algo de verdad.
Barreau es licenciada en Literatura Moderna por la Soborna, también ha hecho cortometrajes, especiales para televisión, docuseries para especializarse como productora creativa en la pequeña pantalla, amén de debutar con la película La Faute à Mon Père, the scandal of Father Barreua (2012), sobre la historia de amor prohibido de sus padres: un sacerdote católico y una enfermera que fue un escándalo en la Francia puritana de los sesenta. Con su segundo trabajo, primero documental, repasa sus amores a partir de los testimonios de sus ex parejas, a través de sus voces e imágenes de vídeo, y el contenido de las cartas de amor y desamor, ya que la directora filma compulsivamente desde los 16 años, grabando su vida, sus amistades, sus experiencias y sus amores. Siguiendo una estructura lineal, con algún que otro salto, tanto atrás como adelante, rompiendo ese esquema lineal. Escuchamos a los otros/as y nos dan una visión abierta, profunda e interesante de los amores de la directora, recogiendo buena parte de la década de los noventa entre París y Roma, volviendo al tiempo de la juventud, al tiempo del amor, al tiempo donde todo era posible, donde la vida y el amor y la juventud todavía vivía sin móviles y demás pantallas que nos han encerrado aún más.
Todas las historias de amor tienen dos formas de mirarlas, pensarlas y sentirlas, y rara vez podemos conocer al otro/a y sobre todo, la visión que tuvieron o tienen, porque la película se adentra en el pasado desde el presente, o lo que es lo mismo, desde la memoria, desde el ejercicio de recordar, de todo aquello que recordamos o lo que creemos recordar que, acompañadas de las escogidas imágenes domésticas van dando una honesta exploración de todo lo que ocurrió, donde la película no juzga ni condiciona la visión de los espectadores, todo lo contrario, se sumerge con total libertad en todo lo que generan los testimonios y las citadas imágenes, creando esa idea de memoria fabulada, en que el cine ayuda a encontrar esos limbos necesarios y parecidos a lo que intuimos como aquella realidad, en un brutal ejercicio de memoria, documento, ficción donde el amor adquiere las mismas características, en ese intento de acercarse a lo que sentimos, a las huellas que nos dejaron aquellas historias, y sobre todo, lo que ha quedado de aquellas experiencias, si es que quedó algo, y cómo lo recordamos, como lo hablamos y cómo nos vemos entonces a través de nuestros recuerdos y las imágenes.
En realidad, la película Fragmentos de una biografía amorosa también nos habla de la imposibilidad de extraer algo contundente del pasado y lo que éramos, porque siempre nos vemos como extraños de nuestra propia vida, y por ende de nuestra memoria, y por mucho que pensemos en ello y analizamos nuestros recuerdos y las imágenes, como ocurre en el caso de la obra, siempre estamos bordeando nuestra propia historia en un vano intento de racionalizar lo que fuimos y lo que somos. Quizás todo es una ficción y a la postre, nosotros somos unos pobres diablos que intentamos acercarnos a la memoria con las armas equivocadas, y más bien deberíamos ver nuestra vida como una película, inventándola constantemente, y siendo esclavos de nuestra propia memoria o lo que creemos que es eso de recordar. Celebramos la película de Chloé Barreau por querer contarnos el amor o lo que creemos que es el amor a partir de los otros y otras, a través de lo que dejamos en ellos y ellas, y sobre todo, cómo nos ven, nos recuerdan y si es igual o parecido a cómo los recordamos nosotros/as, en un sugerente ejercicio de idas y venidas, de pasado y presente y sin tiempo, porque al fin y al cabo, la vida avanza hacia adelante de forma oficial, y en el fondo, avanza como quiere a merced de nosotros mismos, que acabamos siendo espectadores de nuestra memoria y sentimientos. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA