Entrevista a Erik Gandini, director de “La teoría sueca del amor”. El encuentro tuvo lugar el jueves 3 de noviembre de 2016 en el hall de los Cines Aribau en Barcelona.
Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Erik Gandini, por su tiempo, generosidad, y cariño, a Ot Burgaya y Laia Aubia de El documental del mes, por su paciencia, amabilidad y cariño, y a la intérprete Marta Varela, que además, tuvo el detalle de tomar la fotografía que encabeza la publicación
“No es verdad que la felicidad signifique una vida libre de problemas. Una vida feliz implica tener que superar problemas, lidiar con ellos, solucionar dificultades y retos. Haces frente a los retos, lo intentas y te esfuerzas. Y entonces llegar al momento de felicidad cuando ves que has podido controlar los retos del destino. Y es precisamente esto: la felicidad de haber superado las dificultades, de luchar contra los problemas, de afrontarlos y superarlos… Esto es lo que se pierde cuando crecen las comodidades”
Zygmunt bauman
La película arranca con un prólogo en el que unas imágenes de archivo que pertenecen a los tiempos de gobierno de Olof Palme, en Suecia, cuando en 1972 puso en práctica el manifiesto titulado “La familia del futuro: una política socialista para la familia”, con el fin de romper la estructura que hasta entonces sustentaba el concepto tradicional de familia, para modernizarlo, y fomentar a nivel estatal que toda relación humana verdadera se tiene que asentar en las bases del principio de independencia entre las personas. Seguidamente, la película se instala en el 2015 y nos informan de los resultados devastadoras de aquel sueño: la mitad de los suecos vive solo, y un 25% muere en soledad.
La película de Erik Gandini (Bérgamo, Italia, 1967) indaga e investiga profundamente sobre la sociedad sueca y se centra en su forma de vida y en sus relaciones, construyendo un interesante documento sociológico y psicológico sobre no solo las formas de vida y relaciones de los ciudadanos suecos, sino del modo occidental demente y su miserable individualidad y perfeccionismo, tan arraigados en la sociedad, y cómo provoca estas conductas tan nocivas, provocan unos seres aislados y tremendamente individualistas. Gandini que alcanzo un merecido prestigio con la película Sacrificio. Quién traicionó al Che Guevara (2001), en el que investigaba la verdad sobre la captura y asesinato del célebre revolucionario, vuelve a uno de sus temas que más le interesan: las sociedades occidentales y sus relaciones. Preocupaciones que ya recogía en Surplus. Terrorismo de consumo (2003) sobre las formas de compra y consumo en la sociedad sueca, abocadas al gasto innecesario y a la acumulación sin medida, al que siguió Videocracia (2009) en el que retrató a Berlusconi y como había construido su impero de popularidad gracias al control de la televisión.
Gandini se centra en la cotidianidad de la vida de los suecos, y en sus actividades diarias, retratando diversos aspectos para analizar que ha llevado a sus ciudadanos a vivir tan aislados de los demás y seguir las directrices de las sociedades capitalistas occidentales, basadas en el trabajo, bienestar y la autonomía personal. Observamos a una joven que quiere ser madre soltera, y contrata a una empresa de Dinamarca que ofrece los servicios de autoinseminación artificial a domicilio, también, vemos a unos funcionarios que buscan los familiares de los fallecidos que mueren solos, las actividades grupales de los suecos como forma de actividad compartida, grupos de personas, cansados de la rutina infeliz a la que están sometidos, han dejado las ciudades y se han refugiado en los bosques, llevando una vida basada en lo físico, el contacto personal con los otros y las relaciones profundas entre los seres humanos, y los inmigrantes que llegan a Suecia y su acomodo en la vida cotidiana. Y finalmente, Gandini, abandona Suecia y se traslada hasta Etiopía, que según el mapa de valores sociales que nos enseñan, se encuentra en el otro extremo de Suecia. Allí, conocemos al Dr. Erichssen, un extravagante y peculiar doctor que en mitad de la nada, y habituado a unas carencias terribles, ejerce su profesión a favor de los más débiles, utilizando materiales precarios y reutilizables, derrochando una imaginación sin límites, y ejerciendo una desbordante alegría y felicidad, para cerrar su propuesta, con la aportación de Zygmunt Bauman, el sociólogo polaco nos habla de la felicidad, sus causas y conflictos, y nos invita a experimentar con nosotros mismos y a mirar al otro, en su interior, profundidad y complejidad.
Gandini ha huido del documental al uso, no quiere manipularnos ni hablarnos de las ventajas y desventajas de optar por una vida u otra, abre el debate para que los espectadores tomemos partido y saquemos las oportunas refelxiones. el realizador sueco simplemente investiga, y recorre las vidas que reflejan el problema existente de soledad e infelicidad que contamina el país con mejor bienestar personal del mundo, tampoco quiere sentar cátedra, ni mucho menos, aborda el problema desde varias perspectivas, de diferentes miradas, a través de la quietud del ritmo y personalidad sueco, reposando cada historia y cada encuadre, contado con mucha ironía y sarcasmo, en el que la sociedad automatizada, repleta de ciudadanos zombies, que se desplazan de un lugar a otro, demasiado ensimismados en su realidad y sus objetivos personales y económicos.
El pasado 29 de mayo, después de una semana intensa de cine, se cerraba la 19 edición del DOCSBARCELONA. Festival Internacional de Cinema Documental. Una muestra que arrancó con los encuentros profesionales que albergó el mercado, un espacio de debate y conocimiento en el que los proyectos llenan cargados de ilusión en busca de la ansiada financiación. También, hubo encuentros con cineastas y masterclass, en las que se habló largo y tendido del estado actual del cine documental, sus formas de financiación, y sus temáticas, que siguen caminando hacía la denuncia social, y en la medición de un mundo muy capitalizado, injusto y deshumanizado. El miércoles 25 de mayo con la película Sonita, de Rokhsareh Ghaem Maghami, quedaron inauguradas las proyecciones cinematográficas que se llevaron a cabo en los lugares acostumbrados, en las dos salas del club Aribau, y en el auditori y teatre CCCB. Cuatro días intensos de cine en las que se contó con gran cantidad de presencias de los directores de las películas programadas, en las que se dialogó y debatió con un público entusiasmado que llenó las salas y participó en un festival que se ha consolidado como un referente solido y enérgico en el panorama del documental. El domingo se cerró el certamen con la entrega de premios, el máximo galardón recayó en la película La familia chechena, de Martín Solá, el Premio Aministia Internacional y una mención especial del jurado se lo llevó El cuarto de los huesos, de Marcela Zamora, la película Call me Marianna, de Karolina Bielawaska, se alzó con el Premi Nuevo Talento, en la nueva sección Latitud DocsBarcelona se premió a Paciente, de Jorge Caballero, y finalmente, la producción catalana Metamorphosi, de Manuel Pérez, recibió el galardón del Premio del Público y además, se alzó con una Mención Especial del Jurado.
Mi camino por el festival arrancó con la película SONITA, de Rokhsareh Ghaem Maghami. Vivaz y contundente relato que sigue a Sonita, una joven afgana de 18 años refugiada en Irán que resiste ante un sistema familiar y patriarcal que la obliga a casarse obligada para conseguir dinero. La joven se revela ante la injusticia a través de sus canciones, en las que denuncia el trato inhumano de las mujeres obligadas a contraer matrimonio. La cineasta iraní sigue la peripecia de la joven, convirtiendo su película en un duro alegato en contra de la opresión femenina, en la que además debe intervenir personalmente para ayudar a su protagonista. El durísimo viaje emocional nos lleva desde Irán, de vuelta a Afganistán, observando y emocionándonos con una joven luchadora, resistente y admirable. La siguiente fue DANIEL’S WORLD, de Veronika Lisková. Un retrato absorbente y en primera persona de Daniel, un joven veinteañero que habla sin tapujos sobre su pedofilia. La cámara de la directora checa sigue el testimonio de Daniel de forma muy cercana, dotándolo de sensibilidad en una realidad cruel en la que tiene que vivir Daniel, despojando la película de cualquier artificio y condescendencia, penetrando en su intimidad, tanto emocional como física, en la que somos testigos de las dificultades diarias de alguien que conoce sus deseos sexuales y es consciente de su enfermedad. Daniel no oculta nada, se enfrenta a sus conflictos con entereza y sin esconderse, de un modo valiente y generoso. Una mirada sensible a un problema que afecta a muchas personas que tienen que lidiar con sus problemas emocionales en una sociedad demasiado hipócrita y clasista.
Después, me acerqué a FREIGHTENED – EL PREU REAL DEL TRANSPORT MARÍTIM, de Denis Delestrac. El prestigioso documentalista estadounidense coloca el grueso de su película en los grandes barcos que transportan las mercancías que consumimos hoy en día. Introduce su cámara en estos inmensos cargueros que transportan miles de contenedores de un lugar a otro del mundo. Un negocio que mueve miles de millones de dólares cada año. Nos abre un mundo desconocido, en la que se habla de paraísos fiscales, grandes multinacionales ocultas que manejan el transporte, escuchamos a expertos, y a los marinos, filipinos en su totalidad, que viajan incesantemente en estos barcos. Además, el director se detiene en el impacto medioambiental que provocan estos transportes en el mar y como afecta a las especies marinas que lo habitan. Un trabajo inmenso, didáctico y brutal sobre los negocios del mundo que vivimos, movidos por la codicia del dinero y poco más. La siguiente parada en el camino fue con THE SWEDISH THEORY OF LOVE, de Erik Gandini. El experimentado director italiano se adentra en el mito de la sociedad sueca como emblema de un modelo de vida elevado, y sobre todo feliz. Nos introduce en aquellos años 70, cuando el gobierno puso en marcha una serie de ideas para dotar a la población de calidad de vida. La película, muy divertida y cruel, sigue a una serie de personajes que dan una muestra de la realidad actual, y las diferentes vidas que han tomado para ser felices, unos, viven solos y tienen hijos sin la necesidad de una pareja, también, nos muestra la cruda realidad de morir en soledad, o la de una comunidad, que alejada de los núcleos urbanos, han creado sociedades en las que el tacto y la compañía como forma de vida, o la experiencia de un médico, que ha encontrado su felicidad ayudando a los más necesitados. Una sociedad en apariencia feliz, económicamente independiente, pero falta de amor y sobre todo, incapaces de no sentirse solos, ante una perfección vital sólo aparente.
EL CUARTO DE LOS HUESOS, de Marcela Zamora. La joven directora salvadoreña, con una filmografía centrada en la realidad violenta de su país, nos introduce de forma sensible y personal, en la cotidianidad de los médicos forenses de la capital, y su trabajo con los innumerables cadáveres que encuentran en fosas clandestinas, debido a la violencia desatada de las bandas juveniles, totalmente descontroladas, fuera del control del gobierno. También, seguimos la triste realidad de las madres que buscan incansablemente a sus hijos desaparecidos. Un país azotado por la violencia, ya en la década de los 80 con la guerra civil, y ahora metido en una violencia muy cruel que arroja a la muerte diariamente a miles de niños. Una voz interesante y contundente de una realidad silenciada por los medios, y un retrato admirable sobre la dignidad de las personas humildes en una sociedad injusta y despojada de humanidad. MI última parada fue con NEXT STOP: UTOPÍA, de Apostolos Karakasis. El experimentado cineasta griego, con una trayectoria que abarca más de la veintena de títulos, se sumerge en la trayectoria de un grupo de trabajadores de la empresa Vio. Después de cerrar y dejar a sus empleados en la calle, un grupo de ellos, deciden ocuparla y gestionarla para así seguir con la producción de forma cooperativa, democrática y social. Los conflictos y las discusiones entre ellos no se hacen esperar, y la cámara de Karakasis sigue todo este periplo de forma humana y honesta, sin tomar partido, dejando al espectador las pertinentes respuestas. Un retrato fascinante de la voluntad y resistencias humanas que traspasa la pantalla y se convierte en un alegato a favor de los humildes y pisoteados, y en contra de un sistema atroz, que ansía dinero, olvidándose de las necesidades de la población que trabaja duro por seguir hacía delante en una sociedad europea a la deriva y sin respuestas ante la injusticia. Hasta aquí mi camino por el festival, un viaje que empezó cargado de ilusión y entusiasmo, y acabó de la mejor de las maneras, lleno de emoción desbordante, convencido de haber asistido no sólo a una fiesta del cine documental, sino también a una emocionante y muy agradable reunión de amigos, llena de interesantes propuestas que nos hacen la vida mejor y sobre todo, nos muestran realidades ocultas y silenciadas por unos medios dominados por el capital, conocer la realidad nos aleja de la comodidad capitalista, y nos agita, llenándonos de sentimientos que nos hacen sentirnos más llenos de vida y algo más felices.