Entrevista a Laura Mañá

Entrevista a Laura Mañá, directora de la película «Un novio para mi mujer», en Arcadia Motion Pictures en Barcelona, el martes 19 de julio de 2022.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Laura Mañá, por su tiempo, sabiduría, generosidad y cariño,  y a Katia Casariego de Vasaver, por su amabilidad, generosidad, tiempo y cariño. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

Un novio para mi mujer, de Laura Mañá

QUERERSE O MORIR.

“Querer ser alguien más es malgastar la persona que eres”

Marilyn Monroe

La carrera de Laura Mañá (Barcelona, 1968), como actriz ha tenido a directores tan importantes como Antonio Chavarrías, Bigas Luna, Vicente Aranda, entre otros, hasta que en el año 2000 debutó como directora en el largometraje con la interesantísima Sexo por compasión, a la que siguieron otras tan valiosas como Palabras encadenadas, Morir en San Hilario, Ni Dios, ni patrón, ni marido y La vida empieza hoy. Relatos personales y agridulces sobre personas maduras en las que se profundiza en la muerte y el sexo, con grandes dosis de realismo mágico y esperpento. Un total de diez títulos a los que hay que añadir tres trabajos para televisión en los que aborda las figuras históricas de Clara Campoamor, Concepción Arenal y Federica Montseny, entre medias había rodado Te quiero, imbécil (2020), suerte de comedia actual sobre los devaneos sentimentales con mujeres fuertes y hombres débiles emocionalmente, con la que está muy emparentada Un novio para mi mujer, remake de la homónima argentina de 2008 dirigida por Juan Taratuto, con guion de Pablo Solarz.

La directora barcelonesa escribe junto a Pol Cortecans (del que hemos visto sus guiones para series como Cites, Sé quién eres y Benvinguts a la familia entre otras. Una historia que nos sitúa en la piel de Diego, un tipo que no aguanta a su mujer Lucía, una estúpida, insufrible y peleada con el mundo, peor es incapaz de decirle que se separen. Instigado por los amigos conoce al Cuervo Flores, una especie de mito sobre el amor y sus cosas, que le ayudará conquistando a su mujer y así poder quitársela de encima. La trama funciona a las mil maravillas, tiene chispa, situaciones divertidas y sobre todo, esa mirada agridulce a las relaciones sentimentales actuales, donde todos somos unos perfectos inválidos en las emociones, yendo de aquí para allá como pollos sin cabeza. Mañá conduce con acierto y simpatía una comedia al uso, pero dándole un toque personal, con esa otra Barcelona, que huye de la postal turística, que podría ser cualquier ciudad occidental, y esa comedia que se aleja de la risa fácil y del gag descacharrante y tontín, para profundizar en nuestras relaciones y sobre todo, en como afrontamos lo difícil, en una sociedad cada vez más automatizada y llena de superficialidades.

La cineasta catalana vuelve a contar con algunos de sus cómplices habituales como Sergio Gallardo en la cinematografía, y Paula González en el montaje, dos buenos profesionales que consiguen dotar a la acción de naturalidad y cotidianidad, y también, de ritmo y agilidad, tan importantes en cualquier comedia de libro que se precie. Algunos espectadores se preguntarán que tiene de novedoso una película de la que ya conocíamos su historia, y a parte de mirar su relato desde otro prisma, más cercano y de aquí y ahora, es su sobresaliente reparto. Unos intérpretes maravillosos que se meten con gracia y acierto en los roles de unos individuos al borde del precipicio emocional. Tenemos a una excelente Belén Cuesta en la piel de Lucía, esa mujer odiosa que se odia a sí misma y arremete con todo lo que se menea, resulta esclarecedor su mítica frase en el programa de radio: “La vida es un bajón”. A su lado, un estupendo Diego Martín, que heredó en el negocio de fotos de su padre y se ha quedado anclado en su rutina y tristeza, y se ve incapaz de afrontar sus problemas y lo que es más importante, está muy perdido con su vida, y por último, un desatado Hugo Silva, un hippie trasnochado, alguien perdido en la inmensidad de su nula existencia, alguien que cree saber y en realidad, sabe bien poco, alguien hundido por su propio mito y relegado a un barco como una especie de náufrago sin isla y sin nada.

Tenemos al trío protagonista, y luego, como toda buena comedia que se precie, nos gusta encontrar a ese otro “protagonista”, que nos es otro que los de reparto, tan importante como los primeros. Y ahí nos tropezamos con un interesante ramillete de buenos intérpretes como Enric Masip, Andreu Castro y Ángela Cervantes, y un “calvo” y estúpido tontín que hace un irreconocible Joaquín Reyes, el típico amigo que lo sabe todo, que va que lo sabe todo y es un pobre diablo. Mañá ha construido una comedia divertida y juguetona, que no recurre al chiste fácil ni al disparate infantil para hacer reír al personal, sino que va conformando una serie de situaciones cómicas del día a día, en la que bucea sobre el vacío existencial y la falta de valor para encarar la vida y los sueños que alguna vez fueron lo más importante, porque de eso nos habla esta nueva versión de Un novio para mi mujer, de lo que nos cuesta para enfrentarnos a nuestra propia vida, a esa que hacemos tan poco caso y luego, pagamos una factura demasiado costosa. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

Sin rodeos, de Santiago Segura

¡HASTA AQUÍ HEMOS LLEGADO!

A una buena comedia se le pide que ante todo sea divertida, que nos provoque carcajadas en las situaciones más absurdas e hilarantes, también, se le pide, aunque no sea indispensable, que te haga pensar, aunque sea un poco. Sin rodeos es una buena comedia, hace reír y bastante, y también, porque no decirlo, hace pensar, aunque sea un poquito. La película nos habla de Paz, una publicista de unos 40 años que parece que está feliz con su vida, tiene un trabajo que le gusta, tiene una pareja de la que está enamorada, y más o menos tiene una vida que aparentemente le gusta, aunque parece que no, se siente mal, agobiada, ausente y deprimida, y eso no es nada, porque las cosas pueden volverse peor. Un día, su jefe, un cretino de picha floja que ha heredado el negocio familiar del que no tiene ni puta idea, le coloca una estúpida y modernilla niñata “influencer” para que trabaje con ella, después de 15 años en la empresa. Paz, además tiene que aguantar los aires de grandeza de su novio, un argentino artistilla del tres al cuarto que vive de ella, y además, soportar a su hijastro que es un perla de mucho cuidado. Sin salida y sin nadie a quién recurrir, acude a uno de esos gurús de saldo que, después de explicarle sus problemas, le da un botecito que contiene una agua milagrosa. A partir de ese momento, ya nada será igual para Paz ni para todos los que la rodean.

Después de cinco películas dedicadas a Torrente, el policía más casposo, fascista e inútil de la historia, Santiago Segura (Madrid, 1965) cambia de rumbo y realiza el remake de una exitosa comedia chilena para construir una comedia muy divertida y socarrona, con su punto de crítica, protagonizada por una mujer que podría ser la antítesis del sucio y pazguato policía, porque Paz es una mujer inteligente, atractiva y brillante, aunque su mundo hace tiempo que se ha venido abajo, y ella aguanta que te aguanta, hasta que el agüita mágica le hará estallar, romper con todo, o romper con lo que tiene más a mano, y poner en su sitio a todo aquel cretino que se cruza en su vida, como al tontolino que tiene de jefe, o la niñata que cuelga videos en youtube y ya se cree algo, o la estupidez de una hermana que llena su soledad y vacío humanizando un gato, y su novio, que le echa jeta para no darse cuenta que tiene nulo talento para la pintura o lo que haga, o ese ex que se casa con una sargento de mil demonios porque se muestra incapaz de dirigir su vida y encima, olvidar a Paz. Paz se libera, da rienda suelta a sus inquietudes y pensamientos, y además, muestra su lado más sensible y humano.

Segura ha dirigido una comedia feminista, brillante y muy divertida, llena de carcajadas, y con un estupendo ritmo, y acogedora y brillante fotografía de Kiko de la Rica, que además, atiza con fuerza a las moderneces superficiales de estos tiempos absurdos y deshumanizados, como youtubers, influencers, hastags, likes y demás paridas y gilipolleces varias (por los que muchos andan obsesionados) a nuestra adicción a las nuevas tecnologías, o esos yonquis que no sueltan el móvil ni a tiros, y también, hay palos para todos esos que han llevado su amor por los animales hasta la locura e idiotez, con el error de humanizar a los animales. El director madrileño deja su trama a favor de Maribel Verdú, omnipresente en la cinta, una actriz genial, que lleva su personaje con dignidad y valentía, aguantando mecha cuando las cosas están en su contra, y luego, cuando la situación se pone de su parte, poniéndose a tope, desmelenándose y dejándose llevar con sable en mano, y atizando con fuerza a tanto cretino y soplapollas que anda por ahí. Maribel Verdú va muy bien acompañada de algún que otro rostro televisivo, como Cristina Pedroche (que debuta en el cine) o Diego Martín, el ex, estupendo con esa cara de bobalicón, o Toni Acosta, como la hermana animalista, Enrique San Francisco, como ese vecino canalla y pasado con esa fiesta continúa desde el siglo pasado, o las apariciones de Florentino Fernández como técnico de internet, Candela Peña de maleducada al volante o El Gran Wyoming como psiquiatra caradura. Incluso, Segura se reserva un breve papel dando vida al gurú sanador.

Segura no sabemos si ha enterrado a su policía que tantos éxitos le ha proporcionado, pero por ahora, nos ha presentado a Paz, que también daría caña al policía obeso y repugnante, una mujer fuerte y decidida, que da un golpe en la mesa o unos cuántos, para dejar de teledirigir su vida por los demás o por las situaciones que no le gustan, y decide coger las riendas de su existencia, primero, y de su vida, después, dejando atrás tanta mierda moderna, y volviendo a sentirse ella misma, alejada de tanta estupidez y yonquis del móvil, del gimnasio, de los gatitos, y demás gilipolleces que nos han idiotizado y encerrándonos en nuestro pozo sin fondo, convirtiéndonos en obsesivos enfermizos, sin tiempo para los demás, para aquellos que queremos, y lo más grave aún, sin tiempo para nosotros, siempre ocupados y haciendo cosas, y olvidándonos que hay que parar, mirarse al espejo, y no descuidarnos del que tenemos delante, y saber que queremos hacer con nuestras vidas, y cuánto antes hagamos todo esto, nos irá mucho mejor y dejaremos de hacer tantas tonterías que no aportan absolutamente nada y nos aíslan de los demás.