How to Have Sex, de Molly Mannig Walker

LA ÚLTIMA VIRGEN. 

“ (…) Que esas conversaciones nos ayuden a reaprender cómo tener relaciones sexuales, enfatizando y explorando el placer femenino y asegurándonos de que el sexo es para ambas personas involucradas. El consentimiento es lo mínimo que hay que esperar”.

Molly Manning Walker

En la película corta La última virgen (2017), de Bàrbara Farré (la tenéis en la imperdible Filmin), Sara, una niña de 13 años, agobiada por la presión de su virginidad y con el fin de encajar en su grupo de amigas, se ve obligada a mantener relaciones sexuales nada satisfactorias y vacías. En el mismo caso se encuentra Tara, la joven adolescente inglesa que se ha ido de vacaciones a Malia, en la isla de Creta, en Grecia, junto a sus dos amigas con el propósito de fiesta, alcohol y sexo salvaje en la magnífica How to Have Sex, la ópera prima de Molly Manning Walker (London, UK, 1993), de la que conocíamos su trabajo como cinematógrafa en la miniserie Mood (2021), y en la película Scrapper (2013), de Charlotte Regan. Un retrato de las actitudes nefastas y consecuencias oscuras de la obsesión por el sexo de la juventud actual, donde no hay reglas ni empatía ni ternura, sólo meterla y cuánto más mejor. 

Bajo un tono directo, en el que encontramos muchas referencias al cinema verité y el documental, el relato-retrato nos sumerge en una ciudad y en sus largas y oscuras noches donde sólo hay un objetivo para las tres amigas y los demás sin alma que por allí pululan: reventar de alcohol y sexo. Un lugar que parece más un territorio post apocalíptico, cómo podrían ser Magaluf, Benidorm y Lloret, por citar algunos de nuestro país. Un espacio destroyer donde los/las jóvenes mueren cada noche para resucitar al día siguiente, y así sucesivamente, mientras duren sus vacaciones desenfrenadas y estúpidas. La cinematografía, que firma Nicolas Cannicioni, que ha trabajado con nombres de prestigio como Xavier Dolan, Bruce La Bruce y Philippe Lesage, mueve la cámara entre los personajes, pegada a ellos, traspasándolos y siendo uno más, documentando sin juzgarlos, otro de los grandes aciertos de la película, porque no estamos ante una obra que planteé conflictos morales ni nada que se le parezca, la cinta presenta una serie de situaciones, donde la sexualidad se vive de forma salvaje y sin consentimiento, dejándose llevar por la situación y con el fin de pasarlo bien, sin preguntarse si eso que estás haciendo te gusta o no. 

El ágil y tenso montaje de fin Oates también ayuda y de qué manera a mostrar sin juicios, en una película que a veces más parece una de terror, con esos jóvenes imbuidos en sus obsesiones y sus locuras, sin nada de empatía, amor y sensibilidad en el otro. No es una película plana ni superficial, porque vemos diferentes formas de carácter entre los personajes, que hace evidente la complejidad y la dificultad de cómo afrontar las consecuencias de nuestros actos y cómo respondemos ante ellos. La falta de comunicación, los silencios y los gestos que llenan la pantalla cuando no salen las palabras. No es ni mucho menos una película que critique la fiesta y la idea de pasarlo bien. Eso sí, advierte que la forma usada no es la más adecuada, porque puede llevar a situaciones de abuso y degradantes. Tantos ellos como mucho menos, ellas, no lo pasan bien en el sexo, sino que lo practican de forma egoísta, abusiva y nada placentera, y lo que es más grave, no son conscientes del daño que han hecho, y además, mienten haciendo creer a los demás que todo ha sido genial. La presión sexual en una sociedad donde el sexo se ha convertido en una obsesión oscura, más que en una necesidad placentera, nos lleva a plantearnos muchas reflexiones sobre cómo actuamos los unos con los otros, lo lejos que estamos y la confusión entre el placer y el abuso. 

Uno de los grandes aciertos de una película como How to Have Sex radica en su fabuloso, natural e íntimo elenco. Arrancando por la impresionante Mia Mackenna Bruce que da vida a Tara, la protagonista total, porque aparece en casi todos los planos. Una actriz que conocíamos por su labor en series británicas de gran éxito. Con Tara consigue uno de esos personajes inolvidables, porque es una adolescente obsesionada por tener sexo y no ser la “jovencita inocente” que es en el grupo de sus amigas. Una obsesión que la llevará a hacerlo sin que le guste, y sobre todo, de forma brusca, abusiva y fría. Una actriz que tiene el aspecto de juvenil al comienzo de la película y la iremos viendo cómo va cambiando, seremos testigos de su proceso duro y sucio de dejar de ser para ser lo que no quiere. Casi como una transformación en alguien que odia y sobre todo, una experiencia que le resulta traumática y la deja sin palabras. En silencio y culpabilizante. Le acompañan otros intérpretes jóvenes, tan cercanos y excelentes como ella, como “sus amigas de fiesta”, con Lara Peake que hace de Skye, Enva Lewis es Em, y los chicos, Samuel Bottomley es Paddy y Shaun Thomas es Badger, y Laura Ambler es Paige, una joven que echará un cable a Tara después del abuso. 

La película How to Have Sex, de Molly Manning Walker, una obra que pone los temas que trata sobre la mesa, sin rodeos ni prejuicios ni nada que se le parezca, en crudo y sin sutilezas, de frente, porque no se anda con metáforas, y va a lo que va, muestra muchas actitudes y consecuencias de lo mal que nos divertimos, y sobre todo, de lo mal que nos comportamos los unos con los otros, y lo más grave, que no somos conscientes del daño que estamos provocando en los demás. Y no lo hace aleccionando a nadie, sino que usa el cine para provocar la reflexión, para que nos detengamos y sepamos que somos y cómo nos ven los demás. Y lo hace con ese tono festivo, de verbena sin fin, de una transparencia alucinante y bien ejecutada, que recuerda a películas como Spring Breakers (2012), de Harmony Korine, Magaluf Ghost Town (2021), de Miguel Ángel Blanca, y la primera mitad de Beach House (2013), de Héctor Hernández Vicens, entre otras, retratos de verdad sobre como ha desembocado ese turismo alucinógeno y estúpido que sólo busca divertirse y follar cueste lo cueste y se lleve por delante quién se lleve. Sociedad de mierda donde todo se consume a lo bestia, de usar y tirar: cosas, lugares y personas. Reflejo de estos tiempos y de cualquier tiempo donde nada tiene sentido y nadie vale nada. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

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