Jurado Nº 2, de Clint Eastwood

UN DILEMA MORAL. 

“La moral y la ética cambian con el tiempo, pero siempre deben ser guiadas por la búsqueda de la verdad y la justicia”. 

Noah Chomsky

Desconocemos en qué momento la carrera como director Clint Eastwood (San Francisco, EE.UU. 1930), empezó a ser reconocida, como ya lo era su trabajo como actor que, a día de hoy tiene más de 120 títulos. Quizás podríamos situar ese reconocimiento a finales de los ochenta y principios de los noventa cuando filmó la extraordinaria fábula sobre periféricos veteranos que fue Sin perdón (1992), que revitalizó el olvidado género del western, acompañado de grandes críticas, gran respaldo de público, y numerosos premios. Después vinieron otros magníficos títulos como Los puentes de Madison (1995), Medianoche en el jardín del bien y el mal y Poder absoluto, ambas de 1997, Ejecución inminente (1998), y ya en el siglo XXI, siguió la estela con maravillosas películas como Mystic River (2003), Million Dollar Baby (2004), su díptico sobre la Segunda Guerra Mundial con Banderas de nuestros padre, desde el lado estadounidense y Cartas desde Iwo Jima, el lado japonés, producidas en 2006, y otras hasta llegar a los 40 trabajos, de las que ha compuesto la música en 7 de ellas, siempre a partir de guiones de otros como Boaz Yakin, John Lee Hancock, William Goldman, Paul Haggis hasta Jonathan Abrams, que firma Juror#2, el original de Jurado Nº 2

Su película número 40 nos sitúa en Savannah, en Georgia, una de esas pequeñas ciudades de la costa este estadounidense, donde conocemos a Justin Kemp, un miembro del jurado, el número 2, que debe decidir si James Sythe mató a su novia Kendall Carter en un juicio muy mediático. La cosa empieza a ennegrecerse cuando Justin tiene una implicación en el caso, ya que la noche del suceso, tropezó con algo mientras conducía. Con los hechos encima de la mesa, Eastwood, como tan bien sabe, echa mano al gran cine clásico, a los Preminger, Lumet, y demás, y a sus grandes thrillers judiciales para generar una atmósfera tensa y agobiante en un lugar muy tranquilo y donde parece no ocurrir grandes acontecimientos. Nos quedamos en la mirada y el gesto del protagonista, además, arrastra un pasado algo turbio mientras espera su primer hijo junto a su joven mujer. La trama transcurre sin sobresaltos, con ese tempo tan medido y a la vez, tan pausado, donde vamos conociendo no sólo las circunstancias del juicio, al que, aparentemente, parece tener claro su resolución, aunque Justin, sometido a un dilema moral de aúpa, irá inclinando el veredicto hacia otro lado, en continua lucha interna y externa frente a los hechos que lo inquietan.

La natural y cercana cinematografía del canadiense Yves Bélanger, que transmite toda esa intimidad y la vez negrura e invisibilidad que hay entre el protagonista y los otros, que ha trabajado con sus paisanos como Xavier Dolan y Jean-Marc Vallée, entre otros, en su tercer trabajo con Eastwood, después de Mula (2028) y Richard Jewell (2019), no juega al misterio, sino a la relación con unos hechos y qué hacer ante ellos. Lo mismo que la música de Marck Mancina, que ha trabajado mucho en el cine comercial y en estupendos policíacos como Training Day (2001), de Facqua, amén de hacer la soundtrack de Cry Macho (2018), que no juega a anticipar la trama, ni mucho menos, sino que acompaña a las imágenes, a los rostros y gestos tanto del citado protagonista como los otros intérpretes que ayudan a crear la asfixiante duda que experimenta Justin. El gran trabajo de montaje de Joel Cox, que lleva junto a Eastwood 33 películas desde Ruta suicida (1977), y David S. Cox, que componen una película con un in crescendo alucinante, que te coge desde el primer minuto y no te suelta hasta su gran final, y dejémoslo ahí, generando ese ambiente de duda e inquietud que tiene toda la trama, con esa marca de la casa de Eastwood de situar a un protagonista frente a todos, con sus conflictos y dilemas morales. 

Resulta ejemplar el talento y trabajo de Eastwood para confeccionar sus repartos, nada está al azar, todo está muy supervisado, como vemos en Jurado Nº 2, con la presencia de Nicolas Holt, que empezó de niño su carrera y ha pasado por películas de Bryan Singer, George Miller, Yorgos Lanthimos, y muchos más, siendo el actor perfecto para encarnar las dudas, los dilemas y la angustia que sufre Justin Kemp, intentan huir de su pasado y construyendo, o al menos eso desea, una vida mejor, tranquilo con su mujer y su futuro hijo, aunque la vida, como siempre ocurre, tiene otros planes. Le acompañan Toni Collete que encarna a la fiscal, rol fundamental porque ella también pasará por sus dilemas morales que tienen que ver con la verdad y su carrera política. Y luego, están los intérpretes de reparto, que son más cortos pero no por eso menos interesantes, como J. K. Simmons, curtido en mil batallas, otro miembro del jurado que también debe callar, y otros como Kiefer Sutherland, una especie de guía del protagonista, Joey Deutch, la esposa que está ahí, Chris Messina como abogado defensor, y otros miembros del jurado como Leslie Bibb como la portavoz, y Cedric Yarbrough, que tiene clara la culpabilidad del acusado. 

Desconocemos en absoluto si Jurado Nº 2 es la última película de Clint Eastwood, cuando se estrenó Cry Macho en 2021 si que se pronunció explicando que era su retiro. Por eso, guardamos prudencia y dejamos en el aire la decisión del maduro cineasta, cumplió 94 castañas el pasado 31 de mayo, aunque si nos preguntará a nosotros no tendríamos ninguna duda, le rogaríamos que seguiría haciendo cine, porque directores como Eastwood son los que continúan diciéndonos que el cine, a pesar de tanta tecnología que provoca alucinantes y vacíos impactos visuales, siempre quedan los maestros que capturan con la cámara las cuestiones de la condición humana, a través de la preocupación de un rostro, en una noche aciaga de tormenta donde todo puede cambiar, y nos van situando en el interior del personaje principal, y mostrando los diferentes puntos de vista, tanto emocionales como morales, que van construyendo los diferentes dilemas que se van produciendo. Es es gran cine, es el gran cine que hicieron tantos cineastas y han sido referentes para los otros y otras que han venido después, creyendo en la herramienta cinematográfica para ver todo lo que vemos de los demás y lo que no. Larga vida al cine y al cine de Clint Eastwood, al que ha hecho y al que quizás haga. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

Larga vida y prosperidad, de Ben Lewin

MR. SPOCK CAMINA JUNTO A MI.

Wendy es una joven inteligente e independiente que vive en San Francisco. Ella tiene autismo y vive en un centro asistencial, al cuidado de Scottie. Wendy trabaja en una pastelería y es fanática de la serie de Star Trek. Su vida es metódica, ordenada y rutinaria. Uno de sus sueños es vivir junto a su hermana Audrey y su sobrina recién nacida. Todo este orden cambiará cuando, debido a un concurso de la Paramount Pictures donde piden guiones sobre la serie de Star Trek, Wendy, sin contárselo a nadie, se lanza a la aventura de ir personalmente a los grandes estudios y entregar su guión de 500 páginas en mano. Para Wendy, salirse de su universo metódico y ordenado, conlleva una serie de riesgos mayores, ya que para ella el mundo exterior, el que no practica diariamente, se convierte en un universo desconocido y tremendamente confuso, un paralelismo en el que sustenta el guión sobre Star Trek que presentará para el concurso, donde el Capitán Kirk y Mr. Spock, los dos personajes principales, pierden la nave Enterprise, y caen en un planeta desconocido, donde el desierto los consume y las posibilidades de supervivencia son muy escasas. Ben Lewin (Polonia, 1946) dirigió varios capítulos de la serie Ally McBeal, y consiguió reconocimiento con Las sesiones (2012) una película que hablaba de la primera experiencia sexual de un tetrapléjico. Ahora, vuelve a centrarse en el tema de la discapacidad, en este caso emocional, centrándose en la vida de Wendy y su peripecia de llegar a L. A. en los estudios Paramount.

Nosotros nos vemos en Wendy, asistimos a su pérdida, a su confusión, a su inocencia, y la seguimos a su par. Wendy se muestra extraña en ese mundo tan nuevo para ella, un lugar en el que encontrará gentes amables y otras que no lo son tanto, donde dará muchos tumbos, más de los previstos, para llegar a su objetivo, y con Scottie y su hermana detrás de ella, intentando alcanzarla. Lewin acoge su relato en la estructura de El mago de Oz y en el viaje, más emocional que físico, de Dorothy, una niña huérfana, una niña que se siente desamparada y acaba en un mundo desconocido y extraño, un universo que se rige por otras normas y otras circunstancias, un lugar, donde se tropezará con otros compañeros de viaje que tienen como objetivo la magia de Oz, una magia que les ayudará a ser emocionalmente mejores. Wendy tiene mucho que ver con Dorothy y su extraño viaje, las dos comparten un objetivo, un destino que les ayudará a sentirse más fuertes y valientes, y les proporcionarán armas para enfrentarse a los desconocido, a esa parte del mundo que les parece confuso y difícil de descifrar, un viaje físico y emocional que les abrirá otros sentidos ocultos que jamás imaginaban que tendrían.

El guión de Michael Golamco nos lleva por distintos paisajes, desde lo urbano hasta las calles desiertas, entre delincuentes sin escrúpulos o abuelas negras bondadosas, dependientes  mentirosos, médicos confiados, vendedoras de billetes amables, policías que conocen el idioma klingon (idioma que hablan en Star Trek) en uno de los grandes momentos de la película, o oficinas jefe amargados y toda una serie de personajes que se encontrará Wendy en esta peculiar road movie simpática y bien construida, pero llena de verdad y sencillez, donde sobresale la excelente interpretación de Dakota Fanning, muy alejada de su rol en la saga vampírica adolescente Crepúsculo, que sabe llevar con honestidad, intimidad y valentía un personaje complejo y extremadamente controvertido, muy parecido al de Mr. Spock, que en su mitad vulcano mitad humano, lucha interiormente entre su racionalidad y su intuición, y ante los problemas se muestra demasiado calmo, como indica el título original, ese Please, Stand By, la frase que utiliza Scottie para tranquilizar a Wendy cuando sufre sus ataques de pánico.

Toni Collette como Scottie, la cuidadora y psicóloga que ayuda y sigue la evolución o no de Wendy, con ese rol de madre soltera que también ayuda a explicar más interiormente su carácter y su relación con su paciente, Alice Eve da vida a Audrey, la hermana mayor de Wendy, que todavía ve a Wendy de manera diferente y no preparada para llevársela a casa, una situación que la entristece y después del viaje, le hará despertarse y ver cosas en su hermana que creía inciertas. Larga vida y prosperidad, una de las frases que lanzaba Mr. Spock cuando se despedía, es una película intimista y sencilla, resuelta de manera convencional, sí, pero ese detalle no le resta ningún ápice de calidad y diversión, pero que huye del sentimentalismo y la autocompasión, con ese aire de tragicomedia, donde estaremos junto a Wendy, con sus pros y contras, con toda su sagacidad e inteligencia, pero también, con sus problemas para relacionarse y moverse por un mundo que en muchas ocasiones es un lugar muy difícil para aquellos que son diferentes, que tienen unas capacidades diferentes al resto, que sienten de otra manera, que miran y se relacionan con el mundo que les rodea de múltiples formas que algunas nunca llegaremos a entender, pero esa peculiaridad tan alejada no les hace ser entes extraños, sino personas diferentes, con otras inteligencias y relaciones,  como todas las demás.