Paula, de Florencia Wehbe

LA NIÑA QUE NO SE QUERÍA. 

“La adolescencia es cuando las niñas experimentan la presión social para dejar de lado su yo auténtico, y mostrar solo una pequeña porción de sus dones”.

Mary Pipher

La película se abre con una secuencia-prólogo muy reveladora, en la que asistimos a la conversación de las cinco compañeras de clase que, después del verano, están en su primer día de colegio. Las notamos tristes, fuman, e intercambian ideas y sobre todo, desilusiones y tristezas de una existencia que pasa demasiado rápido y no hay tiempo para asimilarlo todo, donde la rutina las aplasta, y el ocio es siempre un leve instante de tiempo, como un sueño. Corte a unos imaginativos, coloridos y sorprendentes títulos iniciales con animaciones, que manifiestan esa adolescencia de cambios y problemas. Después, la película se asienta en la existencia de una de las cinco amigas, Paula, un adolescente de 14 años, con unos kilos de más, que debe soportar a una hermana mayor delgada, una madre que le insta a llevar una ropa que no le viene, un padre ausente, y sobre todo, la presión social de adelgazar para tener un cuerpo normativo y gustar a Facu, el chico que le gusta. Paula decide conectarse a una de esas webs con las que adelgazar milagrosamente a base de no comer y adentrarse en la anorexia. 

Segundo largometraje de la directora Florencia Wehbe (Río Cuarto, Córdoba, Argentina), después de Mañana tal vez (2020), en la que también hablaba de la adolescencia a través de Elena, aspirante a compositora, y el encuentro con su abuelo, un compositor jubilado que sentía el menosprecio de su edad. La aceptación de uno mismo en pos a la presión social en la que vive, vuelve a ser el motor de la trama, en la que la joven Paula se siente atrapada en esos kilos de más que no la dejan ser la persona que quiere ser, para así gustar a los demás, y ponerse la ropa de su hermana, gustar al chico y sobre todo, sentirse más bella y atractiva. con un espléndido y acertadísimo guion de Daniela de Francisco y la propia directora, la historia podría haberse metido en el duro drama de esta adolescente, pero en cambio, aunque hay dureza, la trama se va por otros derroteros, sumergiéndonos en esa existencia donde la cámara se va filtrando por las aristas emocionales, retratando su tristeza, su realidad durísima, y sus dolorosos métodos para adelgazar en tiempo récord. 

Estamos ante una especie de diario personal y muy íntimo de la vida de Paula, “Pauli” para las amigas, en un relato asentado en una naturalidad muy transparente y cercanísima, filmada con detalle y precisión quirúrgica, en un portentoso trabajo de la cinematógrafa Nadir Medina, que la hemos visto en películas con Darío Mascambroni, y en Bandido, de Luciano Juncos, y en la citada ópera prima de Wehbe, en un ejercicio donde prima el retrato de Paula frente a ella misma y frente al resto, donde nunca se juzga y sobre todo, se sigue sin subrayar nada, acompañando a la protagonista en el colegio, en su casa y con sus amigas, son maravillosos esos momentos entre las cinco amigas, mientras se preparan para salir y su complicidad en la discoteca y demás lugares que transitan. La directora no sólo ha vuelto a contar con Medina, sino también encontramos a Fernanda Rocca, la productora y Julia Pesce en arte, que repiten en esta segunda película, y la incorporación de Damián Telelbaum, en el montaje, al que hemos visto tanto en ficción como no ficción, bajo las órdenes de cineastas como Anna Paula Hönig, Alejandra Marino, Lorena Muñoz, Silvina Schnicer y Ulises Porra, en un estupendo trabajo de precisión y contención, donde en sus magníficos ochenta y nueve minutos de metraje se cuenta todo lo necesario, en los que ni falta ni sobra nada. 

Paula se adentra en el complejo y difícil territorio de la adolescencia, ese espacio a veces terrorífico, incierto, lleno de cambios, todos impredecibles, todos inquietantes, y sobre todo, un lugar del que no salimos indemnes, donde vamos haciéndonos y haciendo en relación con nosotros y con los demás. Una etapa que últimamente el cine americano ha tratado con sutileza, a partir de un acercamiento humano y complejo, y también, retratando todo su verdad y su angustia, hay tenemos casos como los de Después de Lucía (2012), de Michel Franco, Juana a los 12 (2014), de Martin Shanly, Las plantas (2015), de Roberto Doveris, Kékszakállú (2016), de Gastón Solnicki, Tarde para morir joven (2018), de Dominga Sotomayor y Las mil y una (2020), de Clarisa Navas y Tengo sueños eléctricos (2022), de Valentina Maurel, títulos a los que hay que añadir Paula, en su incansable búsqueda de ese sentir todavía demasiado joven y expuesto a peligros inconscientes, sometidos a una sociedad demasiado superficial y competitiva que sólo quiere alcanzar ese éxito cueste lo que cueste, para ser uno más y pertenecer a las reglas artificiosas que dictan los mercados y la publicidad. Paula tendría su más fiel reflejo en la película Miriam miente (2018), de Natalia Cabral y Oriol Estrada, porque también habla de una joven de 14 años, enamorada de un chico, y al igual que la protagonista, está preparando su fiesta de los 15, y por lo visto, la presión social no entiende de territorios y demás, porque una sucede en la República Dominicana y otra en Argentina. 

Para terminar no podíamos olvidarnos de la potentísima y maravillosa interpretación de la debutante Lucía Castro en el papel de la protagonista Paula, lo bien que mira, que se mueve, y sobre todo, lo bien que habla sin abrir la boca, todo un extraordinario hallazgo que con su presencia hace que la película vuele muy alto, y consiga todo lo que se propone, su verdad y todo lo que transmite. Le acompañan su familia: María Belén Pistone, como la madre, Beto Bernuéz como Horacio, el padre, que ya estuvo en la mencionada Mañana tal vez, y Virgina Shultess como la hermana mayor, y la retahíla de amigas de Paula, tan naturales y cercanas como la protagonista, todas ellas debutantes son un gran descubrimiento. Tenemos a Tiziana Faleschini, Lara Griboff, Julieta Montes y Líz Correa. No se pierdan Paula, de Florencia Wehbe, y quédense con el nombre de esta directora riocuartense de Argentina, que de buen seguro, nos volverá a conmovernos con su contención y su maravilloso retrato sobre la adolescencia, la vida y lo que somos y lo que no. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

L’ALTERNATIVA 23: IDENTIDADES Y DIÁLOGOS CON LAS IMÁGENES

El pasado domingo 20 de noviembre hecho el cierre la edición número 23 de l’Alternativa, certamen plenamente consolidado en el panorama cinematográfico de la ciudad, sigue manteniéndose fiel a un estilo marcado por un cine diferente, nacido en los márgenes de una industria demasiado obsesionada en embellecerse y dar la espalda a la reflexión y el conocimiento del mundo en el que vivimos, alejándose de las realidades del hombre y su tiempo. L’alternativa propone cine resistente, cine furioso y lleno de energía, un cine venido de diferentes lugares del mundo, heterogéneo en su esencia, pero cercano en su materia. Unos trabajos muy necesarios que nos muestran realidades complejas, oscuras y tremendamente vivas, orgánicas y sinceras. Cine con espíritu dialoguista que huye de convencionalismos, y construido en base a una identidad muy personal que lo hace muy reivindicativo, profundo y bello.

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Mi viaje por la 23 edición arrancó en la sección oficial con BEIN GDEROT (BETWEEN FENCES), de Avi Mograbi. El director israelí continúa con su compromiso social, político y cultural en el que propone diferentes formas de entender su entorno y los conflictos que se generan. Ahora, nos encierra en Holot, un centro en pleno desierto de inmigrantes africanos a la espera de asilo. Su propuesta se asienta en un taller de teatro en el que los propios internos escenifican su propia vida y de esta manera extraen sus propias reflexiones y sobre todo, una herramienta para mirar al futuro con optimismo. Mograbi arranca el experimento con los africanos pero a medida que avanza el metraje, incluye a los propios israelís que participan en el taller, creando un paisaje homogéneo en el que todo se mezcla y el otro, o la idea que se tiene del extranjero, se reformula convirtiéndose en alguien que no está tan lejos y se encuentra muy próximo a uno mismo. Seguí con PAULA, de Eugenio Canevari. El cineasta argentino debuta en el largometraje con un relato intimista y muy cercano, en el que ahonda en las relaciones sociales mediante la diferencia de clases, en el que sigue la cotidianidad de una joven que cuida a los hijos de una familia burguesa impertinente y estúpida, que al quedarse embarazada de un paria se ve abocada a solicitar ayuda a sus patronos que se la niegan, y así arranca un periplo vital en el que la joven se siente cada vez más sola y aislada. Con reminiscencias al cine de Albertina Carri, Lucrecia Martel y Lisandro Alonso, la película indaga de forma sencilla y con una utilización ejemplar del encuadre y el fuera de campo, de una realidad incómoda y sucia que estructura la degradante condición del marginado en el capitalismo.

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MIMOSAS, de Oliver Laxe. Una de las películas más esperadas del certamen que levantó ánimos contradictorios y semejantes. La segunda película del director gallego afincado en Tánger, después de su sonado debut Tóts vós sodes capitáns (2010). En esta ocasión, se ha marchado a las planicies y llanuras del desierto rocoso de la cordillera del Atlas, para contarnos una aventura épica sobre la fe y el destino de uno mismo. A través de un estilo minimalista y muy cercano, Laxe consigue sumergirnos en la ensoñación de unos hombres en eterna búsqueda de algo que de sentido a sus existencias, aunque seguramente, no lo encontrarán, y deberán mirar hacia dentro de ellos mismos para obtener esas respuestas que tanto ansían. El cine de Herzog y el western crepuscular se manifiestan en una película con ritmo cadencioso que nos descubre a un director que sigue en su búsqueda de formas y representaciones de un cine nacido desde las entrañas. HAVARIE, de Philip Scheffner. La película ganadora del certamen, propone un análisis profundo y reflexivo sobre el mediterráneo y su historia. A través de un vídeo de youtube que dura tres minutos, en el que observamos una frágil embarcación con inmigrantes, que ralentizado que serán las imágenes que componen la película del realizador alemán que añade diferentes conversaciones de toda el micorocosmos relacionado con el mediterráneo, en las que traza la historia convulsa del mar, desde sus primeros viajeros a la caza de conquistas y tesoros, hasta los inmigrantes que arriesgan sus vidas para llegar a la Europa del bienestar y la tranquilidad. Escuchamos policías, inmigrantes, turistas y demás personajes que pueblan ese universo que lleva a tantos a desaparecer y a otros, a disfrutar de sus aguas. Fuertes contrastes de un mundo cada vez más alejado de sí mismo, y podrido, en el que la humanidad se ha transformado en un espejo deformante en el que el reflejo ya no se vislumbra.

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BEHEMOTH, de Zhao Liang.  El realizador chino nos traslada a un mundo desértico, lleno de llanuras y rampas de vértigo, plagado de hombres y mujeres ennegrecidos por el carbón y otros minerales, que trabajan en condiciones extremas extrayendo los materiales para empresas mastodónticas que se hacen de oro. Los trabajadores hablan a la cámara y explican sus vacías existencias. Cercano a la mirada de los trabajadores del cineasta Michael Glawogger, Liang nos interpela directamente hacía ese capitalismo atroz y devorador que construye sin parar con la necesidad imperiosa de seguir produciendo para aumentar sus beneficios económicos a costa de quién sea y triturando los recursos naturales y provocando efectos desastrosos para el planeta. Dentro de un estilo minimalista y consiguiendo imágenes de una belleza que duele, finaliza este viaje a la sinrazón, en las infinitas avenidas de un barrio plagado de rascacielos donde no vive nadie, en un estado vegetativo y de ruina posmoderna vacía de humanidad. Para finalizar me dejé llevar por COMO ME DA LA GANA II, de Ignacio Agüero. El cineasta chileno como hiciera hace treinta años en la que hablaba con los directores chilenos sobre la dificultad de filmar en Chile en plena dictadura, de la que rescata diversas imágenes de aquel trabajo, nos sumerge ahora, valiéndose de la misma estructura, en un ejercicio en el que vuelve a hablar con los directores chilenos que se encuentran en pleno proceso de rodaje, y les formula la cuestión de lo cinematográfico, excusa que le sirve a Agüero para profundizar en la representación cinematográfica y hacer un retrato profundo sobre la creación artística y sus dificultades, llevándonos por diferentes lugares de la geografía de su país y dialogando, no sólo con cineastas, sino también con transeúntes que pueblan los diferentes paisajes que visita.

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En la sección Panorama que recoge los trabajos más interesantes producidos en el terreno nacional me acerqué a  GURE HORMEK (NUESTRAS PAREDES), de Maider Fernández Iriarte y Maria Elorza. Pieza de 16 minutos en la que las jóvenes directoras vascas nos invitan a penetrar en las vidas de las mujeres de sus vidas y entorno, a través de la información que nos transmiten las paredes. Una película llena de humor, en la que su sencillez y la magia de sus historias nos transportan a otros lugares y escenarios que han marcado la vida de estas mujeres, como la guerra, el miedo, la ilusión y la extrañeza de unas vidas que no tienen tiempo ni lugar. También, destaco LAS VÍSCERAS de Elena López Riera. La realizadora de Orihuela vuelve a su pueblo natal para enfrentarnos a las tradiciones que siguen manteniéndose y que forman parte de la idiosincrasia de sus habitantes. En su anterior y celebrado cortometraje Pueblo, nos mostraba a una joven que volvía a su Orihuela y no encontraba su lugar en un ambiente que le era ajeno y lejano. Ahora, nos sumergimos en una tarde de verano calurosa en el que unos niños asisten a la muerte de un conejo, dentro de un estilo cercano al documental, en el que la observación deviene una reflexión sobre las costumbres ancestrales y los diferentes ritos que siguen perviviendo en nuestra sociedad. Y finalmente, CC1682, de David Reznak. Autor del celebrado documental La osa mayor menos dos, en el que se sumergía en la cotidianidad de un psiquiátrico, ahora, se adentra en la terrible situación social de Malí, para profundizar y analizar las devastadoras consecuencias del capitalismo en la realidad africana. Con un tono cercano y naturalista, Reznak habla con los habitantes malienses que nos explican los conflictos generados por la situación de desempleo y falta de oportunidades en los ámbitos relaciones con la subsistencia de recursos naturales, derivados por la sangrante utilización por parte de empresas extranjeras (francesas en su mayoría), en la que se hace un recorrido desde la época colonialista hasta la actualidad, donde el colonialismo solamente ha cambiado de denominación, pero sigue manteniendo unas prácticas desarrollistas en contra de la población de Malí. Un trabajo que recuerda al cine de Rouch o Saubert, en su acercamiento a mostrar la realidad africana desde su idiosincrasia, sin adornos ni sentimentalismos, retratando su complejidad y sus eternos problemas provocados por el invasor sin escrúpulos.

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Del estupendo y estimulante ciclo de Maurice Pialat que se sigue llevando a cabo en la Filmoteca de Catalunya doy buena cuenta de PASSE TON BAC D’ABORD, en la que el genio francés hace un retrato de aquella juventud francesa de 1978, más concretamente en la oscura, aburrida y fría Lens, una ciudad industrial sin más allá. Pialat sigue fiel a su estilo, su tono documental y su fealdad en describir la cotidianidad de unos chicos abocados a una vida rutinaria y cotidiana, como la de sus padres, pierden su tiempo entre el sexo, las drogas y la diversión porque si. Una película cercana que profundiza en los conflictos entre las relaciones de adolescentes con profesores y padres, en esa difícil convivencia y sobre todo, en la falta de expectativas de una vida diferente y alejada de la triste realidad de una ciudad fea y proletaria. También, pude ver NOUS NE VIEILLIRONS PAS, en la que Pialat retrata las idas y venidas de una pareja que no saben vivir el uno sin el otro, pero tampoco con ellos. El retrato de la energía que acompaña a estos (des)enamorados que parecen quererse a rabiar, y al momento, parecen odiarse hasta la muerte. El cineasta francés continúa fiel a su estilo, la fealdad que acompaña a sus personajes es patente, los mantiene en continuo movimiento, no les deja respirar, a cada instante están haciendo cosas, la cámara los sigue sin descanso, provocando esa sensación de agobio que parece presidir las vidas de estos seres que ni saben ni intentan mantener un amor que les ayude a seguir con la persona que se supone que quieren.

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El Hall sirvió de escenario a la proyección de piezas en el que el tema de debate era el turismo de masas. En esta ocasión, seguí con expectación la presentación de IDRISSA, la nueva película de los responsables de la imponente y desgarradora Ciutat Morta, que destapaba uno de los casos más flagrantes de corrupción policial en Barcelona. Ahora, los integrantes del colectivo Metromuster emprenden su investigación de la muerte de un joven guineano inmigrante en el Centro de Inmigrantes de Zona Franca, y siguen su viaje a la inversa para conocer sus orígenes y componer su propia identidad desaparecida en la Europa del “bienestar y la solidaridad”. La presentación estuvo acompaña de las canciones de una joven guineana que servía de contrapunto a las explicaciones que tanto ella, como los integrantes de Metromuster nos iban acercando al espíritu que recorrerá su nuevo trabajo. Finalmente, me acerque a la conversación que mantuvieron el crítico Manu Yañez con el guionista Santiago Fillol, que bajo el título “Cinema i Èpica: Rodatges que no caben en les butxaques de la nostra experiencia., nos hablaron del rodaje de Mimosas, de Oliver Laxe, mediante explicaciones y la lectura por parte de Fillol del diario de rodaje que fue escribiendo. Una sesión francamente interesante y reflexiva repleta de grandes instantes, de la sutil ironía y espíritu libre en los textos de Fillol, que nos transporta a la materia orgánica de la cotidianidad de un rodaje que lo más vivido y pensado es aquello que se vive en ese instante, que la película acaba adquiriendo de una forma espiritual. Y hasta aquí mi periplo por l’Alternativa 23, que sigue más enérgica, más audaz, y provocadora que nunca, ofreciendo un cine que gustará más o menos, pero que sigue fiel a su espíritu contestatario, complejo y sumamente radical tanto en su forma como en su contenido. GRACIAS POR TODO A AQUELLOS QUE HACEN POSIBLE L’ALTERNATIVA 23 y nos vemos el año que viene…