El hombre del saco, de Ángel Gómez Hernández

ÉRASE UNA VEZ EN GÁDOR EN 1910…

“Llega temprano a casa porque si no te va a llevar el hombre del Saco”.

La leyenda del Hombre del Saco es de sobra conocida, pero muy pocos conocen de dónde viene la famosa retahíla paterna para infundir temor a sus hijos rebeldes. El segundo largometraje de Ángel Gómez Hernández (Algeciras, Cádiz, 1988), da buena cuenta de ello, haciendo referencia al caso real de Francisco Ortega conocido como “EL Moruno” que, enfermo de tuberculosis, secuestró y asesinó a un niño de siete años con el fin de curarse con su sangre en Gádor, un pueblo de Almería allá por 1910. El asesino fue detenido y ejecutado por Garrote Vil. El caso se convirtió en leyenda y ha pasado de generaciones en generaciones. Del director conocíamos la estimable y sugerente Voces (2020), interesante cuento de terror clásico y psicológico protagonizado por una familia y su pequeño que escucha las mencionadas voces. Ahora, nos llega una vuelta de tuerca, porque deja el terror adulto para centrarse, a partir de la citada leyenda, en una mezcla de misterio juvenil, con el mejor aroma de Los cinco, la serie de novelas para chavales de la escritora británica Enid Blython, y el film Los goonies (1985), de Richard Donner, y el cuento de terror clásico, con pueblo de por medio, y protagonizado por chicos y chicos, los del lugar, y unos recién llegados. 

La película está destinada para un público infantil y juvenil, teniendo en cuenta la edad de sus jóvenes protagonistas, y la índole del enredo oscuro en el que están metidos. Tiene lugares comunes como el verano, las bicicletas, la casa abandonada, niños y niñas desaparecidos que siguen aumentando la leyenda más de un siglo después, adultos muy escépticos, y algún que otro extraño personaje que malvive escondido y muerto de miedo. La resolución del misterio se cuenta mediante la aventura tras este grupo de detectives amateurs que siempre van más allá, y desafían su propio miedo y rebeldía, para adentrarse en la oscuridad que se cierne sobre el citado pueblo, las inquietantes afueras y sobre todo, los hermanos y amigos desaparecidos. La trama nace a partir de una idea de Manuel Facal, Ignacio García Cucucovich y el propio director, con guion de Juma Fodde, del que hemos visto No dormirás y Lobo feroz, dos sendos viajes al terror. Esta vez, se centran en los niños y niñas y en sus pesquisas detectivescas, en una trama convencional, que sorprende poco, aunque contiene algún que otro momento interesante, como la aparición de cierto personaje que da a la historia una dosis de tensión e inquietud que le viene muy bien, o ese breve flashback en el que, muy inteligentemente, nos ponen en conocimiento del origen real de la leyenda, y la rareza de cierto personaje, una especie de “rara avis” dentro del pueblo, una activista de las causas perdidas. 

El director gaditano confía la parte técnica en monstruos del panorama español como el cinematógrafo Javier Salmones, todo un veterano con con más de 40 años de carrera y más de 80 títulos, con directores de la talla de Fernando Colomo, Gonzalo Suárez, José Luis Cuerda y Paco Plaza, entre otros. El montaje de Luis de la Madrid, con más de medio centenar de películas, entre los que destaca el terror al lado de nombres consumados como los de Jaume Balagueró, Guillermo del Toro y Miguel Ángel Vivas, que curiosamente hizo un corto llamado El hombre del Saco (2002). La música de Jesús Díaz, que vuelve a colaborar con el director, después de la experiencia de Voces, es una de las mejores bazas de la cinta. El reparto, una interesante mezcla de jóvenes intérpretes con experiencia en el género, en su mayoría, con otros, los adultos, llenos de rostros con experiencia. Entre los menores nos encontramos a Luna Fulgencio que, a pesar de su corta edad, sólo 12 años, ya ha trabajado en más de 20 títulos, entre los que destaca las comedias con Santiago Segura, series como El ministerio del tiempo, La valla y La caza, entre otras, y thrillers como Durante la tormenta, La casa de caracol, y más. Lucas de Blas, que era el niño de la citada Voces, Carlos González Morollón, que recordamos por ser uno de los hermanos albinos de la reciente Tin & Tina, amén de varias comedias, Claudia Placer, que hemos visto en las terroríficas Verónica y La influencia, Lorca Prada, que estaba en la intensa Adiós, de Paco Cabezas, Iván Renedo, con experiencia en la serie Estoy vivo, y otra de terror como Malasaña 32, Carla Tous, en la serie 30 monedas, de Álex de la Iglesia, y el debutante Guillermo Novillo. 

Los adultos son viejos conocidos de Gómez Hernández como Macarena Gómez y Javier Botet, que fueron habituales en sus cortometrajes, encarnando, respectivamente, la madre recién llegada con la idea de empezar de nuevo con sus tres hijos, y Botet, del que mejor no desvelamos nada, y Manolo Solo que, como ocurre con Botet, mejor mantenemos la incógnita de su identidad. Las mejores bazas de El hombre del Saco son su atmósfera, algunas apariciones, y nunca mejor dicho, el misterio, que mantiene el interés, y el concepto de la amistad cuando eres chaval, quizás la mejor época para saber qué es la amistad de verdad, a pesar de los conflictos, tan humanos. Las cosas a mejorar podrían ser la de anunciar a Javier Botet en el cartel le resta sorpresa e interés, porque ya sabemos de su historial cinematográfico, no todos los personajes de niños y niñas están definidos y hay un poco de caos con tanto rostro y conflicto, la trama, aunque no plana, resulta demasiado convencional y poco sorpresiva, aunque, insisto, la película está destinada al público más joven, y quizás, la película les gustará y les hará pasar un buen rato, porque por mucho que se diga, entretenerse también está muy bien. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

Voces, de Ángel Gómez Hernández

EL MAL QUE NOS ACECHA.

“El mayor número de los males que sufre el hombre proviene del hombre mismo”

Plinio el joven

Desde el primer instante de Voces, la opera prima de Ángel Gómez Hernández (Algeciras, 1988), con ese niño extraño, pavoroso y anulado, hablando con la psicóloga, en esa habitación con los plásticos traslúcidos, los dibujos que se convertirán en esenciales para el relato, y ese aire mortecino que contamina todo el espacio, ya intuimos que el mal que acecha a esa casa y a ese niño, nada tiene que ver con las conclusiones que extrae la psicóloga cuando habla con los padres minutos después. Todo se desenvuelve con ese aire malsano, gris, con ese arranque desde el cielo, con la cámara descendiendo hasta esa piscina llena de hojas y troncos, donde hay una pelota roja flotando que el padre recupera. Un único espacio, apenas cinco personajes, y una casa, pocos elementos, y bien colocados, con una casa que entraña un misterio, un pasado que se irá desvelando, produciendo una serie de situaciones que desnudará emocionalmente a los personajes.

El director algecireño consiguió un enorme éxito con el cortometraje Behind (2016), quince minutos de auténtico pavor en el que, una madre obsesionada con su ex marido, protegerá a su hijo hasta las últimas consecuencias. A partir de un guión escrito por Santiago Díaz (que debuta en el cine después de haberse fogueado en series televisivas), Gómez Hernández construye un clásico cuento de terror, bien urdido y planteado, apoyándose en una premisa sencilla, una casa aislada con pasado oscuro, una joven familia que se dedica a reformar casas y luego venderlas, un niño aterrado porque unas voces misteriosas le impiden el sueño. El primer tercio, la película se apoya en los detalles, esa rendija por la que salen molestas moscas que no paran de zumbar, los sonidos extraños de los Walkie Talkie, la puerta de la piscina, y los testimonios del niño. En el segundo tercio del relato, aparecen Germán, experto en psicofonías (sonidos del más allá), y su hija, Ruth, que ayudarán a Daniel, el padre, a desentrañar que se oculta en el alma de esa casa que está provocando esos sucesos terribles. En el último tramo, descubrirán el mal que se oculta y lucharán contra él.

El inmenso trabajo de luz obra de Pablo Rosso (responsable de la exitosa saga Rec, y las siguientes películas de Balagueró y Plaza), que ya estaba en Behind, con esa luz densa, tenue y oscura, que irá transformándose a medida que avancen los descubrimientos de los protagonistas, o el exquisito trabajo de montaje de Victoria Lammers, esencial en este tipo de películas, donde sugerir es más importante que mostrar. Gómez Hernández no oculta sus “padres cinematográficos”, como la pareja que pierde a sus hijos de Amenaza en la sombra, la casa encantada de Al final de la escalera, los fenómenos extraños de Poltergeist, y esa deuda con el cine de terror patrio, con La residencia, de Chicho Ibáñez Serrador, auténtico alma mater para muchos cineastas españoles, con las ya comentadas Rec, Los sin nombre, de Balagueró, donde ya encontrábamos una madre que perdía a su hija, Los otros, de Amenábar, y las recientes Verónica, de Paco Plaza y Malasaña, 32, de Albert Pintó, tres cuentos de terror donde se jugaban mucho con las casas encantadas, todos esos elementos y huellas aparecen en la película.

Voces no oculta sus referencias, sino todo lo contrario, las muestra sin pudor,  y consigue lo más difícil, las sabe hacer suyas y dotarlas de un aire diferente y muy personal, creando esa atmósfera de terror puro, jugando con aquello que escuchamos y no vemos, adentrándonos en ese mundo oculto que hay detrás de todo lo que aparentamos ver, a través de la cotidianidad de una búsqueda en los infiernos que se encuentran en nuestro interior, lanzándose a esos abismos que también somos nosotros. Un buen reparto, que da esa naturalidad y aplomo que tanto demanda la película, con Rodolfo Sancho, convertido en un actor de raza, que sabe sacar un gran provecho de su mirada y su voz, bien acompañado por Belén Fabra, afianzada por esa mirada penetrante, son el matrimonio y los padres de Lucas, interpretado por el niño Lucas Blás, que a pesar de las dificultades de su personaje, lo saca con inteligencia y altura, y los dos forasteros que ayudarán a la familia, Germán, que interpreta un siempre convincente y maravilloso Ramón Barea (con ese pasado turbio que ayuda aún más si cabe a la oscuridad del relato, y su hija, Ruth, que hace con convicción Ana Fernández, y una breve aparición de Javier Botet, que ya estaba en Behind, convertido en un intérprete fetiche para muchos de los recién llegados al terror y fantástico español.

En el apartado de debes de la película, podríamos añadir un uso excesivo del volumen de sonido, heredado de algunas producciones estadounidenses, que buscan el susto del espectador a través del excesivo sonido, aunque esa parte no empaña el resultado global de la película, que siendo la primera incursión en el largometraje de Gómez Hernández, sabe contagiarnos de ese espíritu oscuro y malsano que atraviesa toda la película, sumergiéndonos en las profundidades del más allá, a partir de la serenidad y la paciencia, que tanto se agradecen en este tipo de películas, una calma necesaria para ir descubriendo todo aquello que se oculta, todo aquello que provoca los males del exterior, deteniéndose en las pistas y detalles que pululan por la casa y envuelven a los personajes, creando una buen cuento de terror, saldándose como un relato de de terror bien contado, que ni engaña ni resulta tramposo, muy entretenido y con carácter, augurando, quizás, el nacimiento de un nuevo director español interesado por el terror y el fantástico, que es capaz, con poco, llegar a lugares muy interesantes y oscuros para el género. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

https://youtu.be/yc1AueT27m4