LA BESTIA ESTÁ LLEGANDO.
“La violencia no es sino una expresión del miedo”
Arturo Graf
Desde el año 1964 en adelante, Sudamérica se vio abocada a violentas y sangrientas dictaduras militares que desmantelaron económica, física y emocionalmente países como Brasil, Bolivia, Paraguay, Perú, Ecuador, Colombia, Chile, Argentina, etc… Períodos muy oscuros que vieron como sus frágiles democracias eran absorbidas por juntas militares apoyadas por los EE.UU., para detener los avances democráticos y sobre todo, la ilusión de una nueva sociedad más humana, justa, solidaria y equitativa. Habíamos visto muchas películas sobre las dictaduras argentinas y chilenas, de la uruguaya no tantas, por eso es de agradecer esta mirada, y su forma, ya que se sumerge en las vidas de unos cuántos uruguayos de Montevideo que viven en ese Uruguay, que tampoco fue una excepción de sus país vecinos, y vio como durante la primavera de 1972, en el país empezaba el conocido como “El año de la furia”, que desembocó en la dictadura que estalló el 27 de junio del siguiente año, que llevó al país a un período de oscuridad, miedo y violencia que finalizó 12 años después. El director Rafa Russo (Madrid, 1962), de padres argentinos, ha destacado como guionista en interesantes propuestas como la comedia romántica de Lluvia en los zapatos, el drama íntimo de aunque tú no lo sepas y La decisión de Julia, o las películas para televisión dirigidas por Laura Mañà, sobre figuras femeninas de nuestra historia. Como director de largometrajes tiene el drama romántico Amor en defensa propia (2006) y Snowflake (2016), documento sobre la sensibilidad química múltiple.
Con El año de la furia vuelve a la dirección mezclando con acierto y sensibilidad el thriller político y el drama romántico y personal, de unos personajes que viven en el convulso Montevideo previo a la dictadura. Diego y Leonardo son dos guionistas-creadores del programa de televisión satírico “La máquina de la risa”, también, se encuentran Susana, una prostituta que se enamorará de Rojas, un militar torturador, y Emilia y Jenny, madre e hija, que viven en la pensión donde paran casi todos. Russo compone una película de muchos rostros y piezas, generando un relato íntimo sobre unos personajes que ante los acontecimientos vertiginosos que van oscureciendo sus vidas, van optando por enfrentarse, por mirar a otro lado, y sobre todo, por sobrevivir en una sociedad que se va llenando de desaparecidos y cadáveres. La película no solo se queda en el ciudadano normal y corriente, como acostumbran este tipo de cintas, sino que incluye muy acertadamente el otro lado del espejo, la del militar represor, que en cierto modo, también es una víctima más de estamentos más poderosos y de intereses nacionales para acabar contra cualquier atisbo de libertad y democracia.
La luz naturalista y mortecina que firma el cinematógrafo Daniel Aranyó, que se ha especializado en interesantes thrillers como La distancia, algunos dirigidos por Daniel Calparsoro, o Regresión, de Amenábar, ayuda a ennegrecer sutilmente tanto las vidas de los protagonistas, como el camino violento que se encamina el país, como el sólido montaje de Marta Salas, fogueado en series televisivas como las estupendas El ministerio del tiempo y Vivir sin permiso, entre muchas otras. Si hay algo en lo que destaca enormemente la película de Russo es su ajustado y extraordinario reparto que fusiona intérpretes argentinos tan solventes como Alberto Amman y Joaquín Furriel, dando vida a los amigos y diferentes guionistas, Martina Gusmán es la prostituta metida en una relación compleja y peligrosa, y la presencia siempre magnífica del gran Miguel Ángel Solá como militar superior de muy malas pulgas. Y la otra parte, experimentados intérpretes españoles como Daniel Grao, cada día más y mejor actor, compone a Rojas, ese militar dividido entre su patria y su corazón, Sara Salamó, como la activista e hija de Maribel Verdú, una madre que arrastra un amor frustrado.
El año de la furia es una película sobre política, pero sobre todo, es una película sobre la condición humana expuesta a acontecimientos que le superan, a rendirse o continuar resistiendo, al miedo como lugar donde ocultarse ante el dolor, a dejarse llevar por lo que sentimos o simplemente, derrotarse a aquello que se debe hacer, a la complejidad de nuestros sentimientos y también, es una película sobre hechos históricos que no deberían haberse producido, y como afectan a las personas como nosotros, aquellos que sus vidas se ven truncadas por los intereses nacionales que nada tienen que ver con los nuestros. Una película con el aroma de los mejores títulos de Costa-Gavras, a los títulos clásicos de Lang o Curtiz, con sus amores imposibles, el telón de fondo político, y las vidas en constante peligro, las novelas de Greene, Forsyth, Montalbán o Marsé, y las canciones románticas que nos devuelven a aquello que fuimos, a aquello que no volveremos, y sobre todo, a aquello que perdimos, a todo lo que perdimos. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA