Martin Eden, de Pietro Marcello

LA BELLEZA Y EL DOLOR.

“El escribir… era el esfuerzo consciente de liberarse de una angustia y el momento límite que indicaba que otra angustia había de surgir. Era algo como eso que hacen muchos hombres y mujeres, el “desahogarse”, que les lleva a decir hasta la última palabra de un dolor real o imaginario para curarse de él”.

De la novela “Martin Eden”, de Jack London

La novela “Martin Eden”, de Jack London (1876-1916), era un relato muy autobiográfico del escritor estadounidense, donde exponía los males de su oficio, las consecuencias de convertirse en un escritor de éxito, y sobre todo, el libro era un durísimo ataque al individualismo, a dejar de ser una persona para convertirse en un mero producto para las masas, abandonando la realidad para ser uno más, un títere de la sociedad de consumo, un infiel a sus ideales humanísticos para ser un extraño. Pietro Marcello (Caserta, Italia, 1976), ha desarrollado una filmografía con documentales muy interesantes donde exploraba los viajes en tren y sus habitantes en Il passaggio della línea (2007), o la redención de un ex convicto y su amor en La bocca del lupo (2009), también había tocado la ficción anteriormente con Bella y perdida (2015), una fantasía sobre un sirviente que quiere salvar a un búfalo atrapado.

Con Martin Eden, coescrita por su guionista cómplice Maurizio Braucci (autor de prestigio que tiene en su haber nombres como los de Matteo Garrone o Abel Ferrara), el cineasta italiano ha compuesto un puzle que engloban sus anteriores trabajos, porque conocemos a un antihéroe nacido en el fango, alguien que viene de orígenes pobres, un tipo que se gana la vida como marinero y que conoce los barrios populares, las dificultades de ganarse la vida en el Nápoles de principios del siglo XX, un hombre que tiene todo lo que lleva puesto, al que la vida le cambiará cuando conoce a Elena, una mujer joven y hermosa, rica y sofisticada, que pertenece a otro mundo, a otra clase social. El amor que siente por ella, le abre un nuevo mundo, una nueva vida, y empieza a leer, y sueña con convertirse en escritor, mientras sigue viviendo, adentrándose en el convulso y triste siglo XX, con sus luchas obreras, su idealismo político, sus idas y venidas con gentes humildes, y sus continuos rechazos a sus cuentos y novelas, donde plasma su vida, lo que ve y sus gentes.

La película recorre los avatares históricos de buena parte del siglo XX, donde Martin Eden es testigo, muy crítico con el socialismo, y también, con la burguesía a la que pertenece la familia de Elena, con la figura de Russ Brissenden, el intelectual de izquierdas bastante frustrado y triste, que ejemplifica el sentimiento de la lucha obrera y las formas de contenido político frente al capitalismo creciente. Eden es un outsider, alguien que no encuentra su lugar en el mundo, una especie de náufrago sin isla en la que añorar un lugar en el que se sienta comprendido, o simplemente, acogido, un hombre que sueña con ser escritor fiel a sus raíces y cronista del tiempo que le rodea, casarse con Elena y vivir felices en una posición a la que aspira, pero también, esta Margherita, una mujer de su misma condición, de su lugar, pero que Eden la mira con otros ojos, convirtiéndose en esa figura que el joven aspirante a escritor quiere abandonar.

La película está estructurada mediante capítulos que se abren con imágenes de archivo reales, como las primeras que pertenecen al anarquista Errico Malatesta, y le seguirán otras, que vienen a contextualizarnos el tiempo de Eden, con esa cinematografía que firman Francesco Di Giacomo y Alessandro Abate, en la que priman los colores pálidos y los encuadres atmosféricos, donde constantemente vemos al protagonista y el entorno por donde se mueve, que va desde los lugares más tristes y pobres a los espacios más lujosos y detallistas, en un viaje que podríamos considerar de Pasolini a Visconti, pasando por los ambientes de Bertolucci, Scola o Germi, en que el rítmico y sobrio montaje de aline Hervé y Fabrizio Federico, resulta ejemplar en este recorrido por tantos lugares y tiempos, donde abundan las continuas disputas entre obreros y patronos, las relaciones laborales deprimentes y una sociedad en continuo cambio social, económico, político y cultural, donde Martin Eden actúa como testigo de su tiempo, convertido en un vehículo para hablarnos de su sociedad, de su interior y todo su proceso social, esos tipos que abundan en las novelas de Marsé, el “pijoaparte” de turno que quiere escalar en la vida, a través del amor de la rica, aunque este sea sincero.

Otros de los elementos destacadísimos de la película es la inmensa y magnífica interpretación de Luca Marinelli, uno de esos personajes “bigger than life”, una explosión de furia y humanidad, una mezcla de toro desbocado y apasionado, al que vemos por todo ese recorrido vital, tanto físico como emocional, con su idealismo, su sueño de ser escritor, sus contradicciones, sus miedos, inseguridades, su pasión por la lectura y la escritura, su complejidad, su constante búsqueda de la belleza, y el dolor al que deberá enfrentarse cuando este le toca, la infidelidad de dejar de ser quién era para convertirse en un escritor de masas, la frustración de ser la persona que pierde su sentido de la realidad, de perderse en una existencia que no le llena, en un mundo complejo y triste, que solo aplauden a los exitosos y aplasta a los más vulnerables y necesitados, a esa sensación permanente de tristeza de no saber qué hacer y haber perdido el sentido de su vida, y su desolación tras ser escritor y no encontrarse en su propio reflejo, como le ocurría a Dorian Grey, de venderse al diablo y sentirse vacío e invisible, mientras la sociedad italiana y el mundo, se encaminan a la destrucción y el horror, como demuestra la estupenda secuencia en la playa, donde vemos completamente abatido a Eden, mientras no lejos de allí, unos camisas negras se mofan de un hombre bajito.

Bien secundado en el reparto por las actrices Jessica Cressy como Elena, y la otra cara de la moneda, Denise Sardisco como Margherita, dos mujeres que ejemplifican la vida y el tiempo de Eden, la burguesía y el pueblo, los privilegiados que viven acosta del hambre de la inmensa mayoría, dos mundos que se necesitan, pero completamente irreconciliables y literalmente opuestos. Y el veterano Carlo Cecchi (actor con Bertolucci o Tognazzi, entre otros) como Brissenden, el mejor ejemplo para Eden de ese desencanto de los ideales políticos, de la frustración de una lucha que sin saberlo, solo pretende continuar las injusticias. Marcello ha construido una película asombrosa, intensa y dolorosa, que se convierte en un clásico al instante, llena de verdad, humanidad, furia y contradicciones, de pasiones arrebatadores, de sencillez y honestidad, una película para entender quiénes somos y de dónde venimos, que se da una vuelta por el siglo XX, a través de alguien que es un hombre de su tiempo y sus ideales, y como suele pasar, el tiempo se encarga de manejarlo a su antojo, de exprimir sus valiosas ideas, y la sociedad y su ideario con el individualismo feroz y salvaje como banderas, le convierten en un fantasma, en un espectro sin vida, sin ilusión, y sin nada, alejado de su verdadera identidad, y lanzado a los devoradores de ideas que las utilizan para su beneficio económico. Eden es uno más de tantos poetas y escritores malditos, que nunca encajaron en una sociedad vacía, enferma y desoladora, adicta a lo material, y perdida en la inmensidad de su desoladora existencia. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

 

 

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