El 14 de Mayo de 2011, Dominique Strauss-Kahn, director del FMI era detenido en el aeropuerto de Nueva York, acusado de agresión sexual e intento de violación a una empleada negra en la suite del Sofitel New York Hotel. Welcome to New York, de Abel Ferrara toma como punto de partida este affaire para construirnos un ejercicio que, como se nos anuncia en el texto que precede a la película, juega a representarnos lo que fue, apropiándose de unos hechos que ocurrieron en la realidad y que no llegaron a ser esclarecidos del todo durante el proceso judicial que se levó a cabo. Estructurado en tres partes bien diferenciadas: durante el primer tercio, asistimos a una bacanal de sexo y lujuria, rodada como si fuese una soft porno, luego, nos presentan el ataque sexual de Devereaux (sosias de Strauss-Kahn) a la camarera y la posterior detención y encarcelamiento, aquí Ferrara, echa mano de la forma cinematográfica de Haneke, para mostrar toda la frialdad y contundencia del aislamiento en el que se ve sometido el magnate. En el último tramo, la película vuelve a cambiar el tono cuando aparece en la función Simone, la mujer de Devereaux, en la que las discusiones, tensiones y reproches del matrimonio inundan la pantalla, unas secuencias filmadas de forma realista y cruda en los interiores del domicilio donde tuvo su arresto el acusado. Ferrara interesado en personajes en estado de degradación que se mueven por ambientes malsanos y mugrientos que son seguidos por su cámara de forma fría escarbando en sus miserias y miedos: la yonqui de Ángel de venganza (Ms. 45. 1981), el policía de Teniente corrupto (Bad lieutenant, 1992), los vampiros de The addiction (1995), los gánsteres de El funeral (the funeral, 1996). En Welcome to New York cambia de escenario, pero no de personajes a la deriva emocional. El cineasta neoyorquino dibuja a Devereaux como un depravado sexual (magnífico el registro de Depardieu), que muestra sin ningún tipo de tapujos su inmensa anatomía, que parece una morsa marina en continúo celo. Un hombre enfrentado a sus miserias y debilidades, un individuo podrido de dinero que se muestra incapaz de mantener su lívido en paz, que tiene una nefasta relación con su hija, y su mujer, que veía en él al futuro presidente de la República Francesa. Una Simone, protagonizada por Jacqueline Bisset, (maravilloso contrapunto de Depardieu), una esposa que fabrica un personaje sofisticado que se siente incapaz de controlar a su marido, y a la vez, sus ansías de poder le ciegan para enfrentarse a una realidad alejada de sus delirios de grandeza. Ferrara continúa mostrándonos la parte oscura del alma humana, en un mundo dominado por el dinero y por los más bajos instintos. Nos coloca delante de un espejo deformado que nos devuelve el reflejo de una sociedad llena de suciedad y mugre que se mira demasiado a sí misma.