Solan & Eri, misión a la luna, de Ramus A. Sivertsen

EL ESPACIO Y MÁS ALLÁ. 

Solan y Eri nacieron alrededor de los años cincuenta en el diario Mannskapsavisa de la mano del dibujante y caricaturista Kjell Aukrust (1920-2002). Pronto las historias del pato Solan y el erizo Eri, junto con su humano creativo e inventor, se convirtieron en muy populares entre la audiencia finlandesa, pasando a libros y otro tipo de publicaciones. En 1975 el director Ivo Caprino ya llevó una de sus historias a la gran pantalla con Grand Prix en la montaña de los inventos, que distribuyó Pack Màgic, en la que el peculiar trío se enfrascaban en la construcción de un coche de carreras para participar en una carrera en su pueblo de Flaklypa. En Solan & Eri, misión a la luna, se basa en los personajes creados por Aukrust pero con la variedad que la historia nace de la imaginación de Ramus A. Sivertsen (Inderoy, Noruega, 1972) director y animador que lleva desde el año 2008 haciendo películas de animación cosechando grandes éxitos como la trilogía de Flaklypa, en la que ya experimentó con los personas de Solan y Eri, o las populares El bosque de Haquivaqui o Dos colegas al rescate, estrenadas en España.

En la nueva aventura, recoge el espíritu de Aukrust para llevarnos a un historia en la que el trío protagonista pretende ir a la luna medio siglo después de la primera llegada. Sivertsen mediante técnicas de stop motion y steampunk, dan vida a estos cercanos y excéntricos personajes, encabezados por Solan, un pato intrépido y valiente, junto a él, su fiel amigo y compañero Eri, un erizo demasiado prudente y acobardado, y para cerrar este terna nos encontramos con el humano con el que viven, un señor que vive en lo alto de una montaña en la que aparte de arreglar bicicletas, es un consumado inventor de todo tipo de artilugios motorizados como coches de carreras y cohetes. La película tiene una retahíla de secundarios que se mueven entre lo excéntrico y la crítica social como el recto y parsimonioso representante del gobierno, que propiciará el viaje con la financiación, la aprovechada y egocéntrica alcaldesa, los reporteros que cubren el viaje a la luna, que parecen una pareja de humoristas, el bobo y el pasota, o ese fabricante de quesos que ve en la luna una forma fácil de sacar dinero.

El relato contiene de todo, humor irónico, muy crítico con los poderes, y también, ese humor irreverente, en el que las situaciones que se van generando tienen mucho de slapstick a lo Keaton, Lewis o Sellers, creando situaciones inverosímiles pero tremendamente divertidas, en este extraño y cercano viaje a la luna, con todo ese funcionamiento del cohete, entre lo más artesano y mecánico, en el que el universo de Julio Verne es una de las grandes fuentes de inspiración. La película tiene ritmo y honestidad, no cesan de suceder situaciones que complican aún más si cabe el viaje, como inesperados tripulantes del viaje, o alguna que otra idea del representante gubernamental que tiene otros planes con la luna. La película es divertida, creativa y extraordinariamente imaginativa, conservando el espíritu productivo y creativo de grandes del género como Svankmajer, Trnka o Nick Park, creador de Wallace & Gromit, pero también muy crítica con los tejemanejes del poder y su forma de embaucar a unos aventureros inocentes como Solan, Eri y el inventor, para que ejecuten, sin saberlo, sus planes demoníacos.

En sus ochenta minutos trepidantes encontramos de todo, amistad, fraternidad, compañía, pero también, intereses, egoísmo, afán de protagonismo y una mala praxis de la utilización de los recursos personales y naturales. Un relato que nos interpela directamente a los espectadores, en cuestiones que nos atañen como la utilización de los recursos económicos por parte del gobierno, las malas prácticas de os recursos naturales, y ese afán de protagonismo y de invasión ajena para embolsar las cuentas, ajenos a las necesidades de la población. Una película que hará disfrutar a los más pequeños de la casa, y a sus padres acompañantes, porque hay para todos, donde la comedia disparatada y de tartazos se mezcla con la crítica al poder, pero haciéndolo de forma divertida y cercana, alejándose de la moralina tan añeja o el sentimentalismo de otros filmes, aquí se habla de amistad y compañerismo, de ir todos a una, ayudándose y siendo uno, creando esa empatía necesaria para vencer los obstáculos que se presenten, y sobre todo, entender al que tenemos delante, sin importarnos sus defectos o debilidades, sino abrazando todas sus virtudes y apoyándolos, creyendo en ellos. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA