El cine de fuera que me emocionó en el 2016

El año cinematográfico del 2016 ha bajado el telón. 365 días de cine han dado para mucho, y muy bueno, películas para todos los gustos y deferencias, cine que se abre en este mundo cada más contaminado por la televisión más casposa y artificial, la publicidad esteticista y burda, y las plataformas de internet ilegales que ofrecen cine gratuito. Con todos estos elementos ir al cine a ver cine, se ha convertido en un acto reivindicativo, y más si cuando se hace esa actividad, se elige una película que además de entretener, te abra la mente, te ofrezca nuevas miradas, y sea un cine que alimente el debate y sea una herramienta de conocimiento y reflexión. Como hice el año pasado por estas fechas, aquí os dejo la lista de 13 títulos que he confeccionado de las películas de fuera que me han conmovido y entusiasmado, no están todas, por supuesto, faltaría más, pero las que están, si que son obras que pertenecen a ese cine que habla de todo lo que he explicado. (El orden seguido ha sido el orden de visión por mi parte).

1.- EN EL SÓTANO, de Ulrich Seidl

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2.- LOS ODIOSOS OCHO, de Quentin Tarantino

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3.- EL HIJO DE SAÚL, de László Nemes

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4.- CAROL, de Todd Haynes

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5.- NUESTRA HERMANA PEQUEÑA, de Hirokazu Koreeda

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6.- AHORA SÍ, ANTES NO, de Hong Sangsoo

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7.- LA VENGANZA DE UNA MUJER, de Rita Azevedo Gomes

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8.- MÁS ALLÁ DE LAS MONTAÑAS, de Jia Zhang Ke

Jia Zhang Ke, uno de los autores más brillantes del actual panorama internacional, responsable de obras tan contundentes y demoledoras como The world, Nauraleza muerta o Un toque de violencia, vuelve a desmembrar y profundizar sobre la historia reciente de China bajo el prisma político, social y cultural, y cómo todos esos cambios han afectado a sus habitantes. La película se centra en Tao y sus dos amigos de la infancia, Zhang, prometedor propietario de una gasolinera, y Lianzi, minero en condiciones laborales durísimas. Estamos a finales de 1999, cuando Hong Kong se independizó y formó parte de China, cuando Tao elige como marido a Zhang y dejan de ver a Lianzi. Pasan los años, y nos encontramos en el 2015, y Tao y Lianzi vuelven a encontrarse, y aún existe otro capítulo, el que nos lleva al año 2030 cuando conocemos al hijo de Tao y Zhang que vive en el extranjero. Zhang Ke cuenta a través de tres momentos los avatares de tres personas que se separaron y volvieron a juntarse en medio de la profunda transformación sufrida por China, desde el prisma comunista hasta el capitalismo, haciendo hincapié en todo aquello que tenían, que anhelaban y sobre todo, en aquellas cosas que perdieron por el camino. Un melodrama excelente que equilibra de forma magistral lo íntimo y lo colectivo, la historia de tres amigos inmersos en los cambios políticos, económicos y sociales del país en el que viven, que cuenta con una maravillosa interpretación de Tao Zhao, musa del director.

9.- REGRESO A CASA, de Zhang Yimou

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10.- CABALLO DINERO, de Pedro Costa

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11.- ELLE, de Paul Verhoeven

Paul Verhoeven, prolífico autor holandés, después de su amplio periplo en la industria estadounidense, y embarcarse en su país en una historia sobre el colaboracionismo nazi en El libro negro, parece volver a sus orígenes componiendo una película sobre oscuras perversiones sexuales como en sus primeros filmes. Tomando como inspiración la novela de Philippe Djian, y contando con la maravillosa interpretación de una magistral Isabelle Huppert, parte de una situación terrorífica como es una violación al personaje de Huppert, Michelle. Verhoeven traza un magnífico thriller erótico sobre nuestras perversiones sexuales más profundas y oscuras, además de una comedia sobre las costumbres hipócritas y miserables de ciertas clases acomodadas en el seno de un barrio de lujo en Francia. La película de gran carga psicológica y social se mueve entre personajes que mienten y engañan a los otros y a ellos mismos, que se mueven entre las apariencias que ofrece el lujo y la riqueza, pero en el fondo, son incapaces de desarrollar abiertamente sus pasiones e instintos más mundanos o bajos, creyéndose un mundo donde todo lo mueve el dinero, y la familia es un objeto como otro, simplemente para guardar las apariencias de una vida que en el fondo está vacía y es inmensamente triste. Una de las películas del año por su mezcla de géneros, sus ambientes malsanos, donde se destapa una violencia brutal y reprimida, convirtiéndose en uno de los grandes títulos en la carrera tanto como de Verhoeven y Huppert.

12.- PATERSON, de Jim Jarmusch

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13.- LA DONCELLA, de Park Chan-wook

Park Chan-wook, uno de los más brillantes directores asiáticos de la última década, se sirve de la inspiración la novela de la británica Sarah Waters (especializada en erotismo femenino) para situarnos en la década de los 30 en la Corea colonizada por Japón, donde una joven Sookee entra a trabajar como criada en una mansión lujosa para atender a Hideko que vive rodeada de lujo, pero atrapada por su pervertido y sádico tío. Chan-wook toma como referencia la estructura del clásico Rashomon, de Kurosawa, para contarnos un relato construido a partir de tres voces, tres puntos de vista que nos adentrarán en un mundo perverso, erótico y malvado, donde todos parecen decir la verdad y mentir al mismo tiempo. Gracias a un estetecismo brillante, acompañado de una ambientación de lujo, un terrorífico juego de miradas y sombras, el director surcoreano se destapa con una trama de violencia soterrada, pero donde la venganza (leit motiv de su filmografía) vuelve a tener protagonismo en un perverso juego de espejos, en el que las identidades van cambiando y mutando según las circunstancias. Chan-wook combina con audacia y brillantez los diferentes géneros, construyendo un mosaico infinito que camina entre el thriller erótico (con magníficas secuencias sexuales) el terror, el misterio, e incluso el melodrama más íntimo y conmovedor, dentro de un paisaje sucio y concomido, donde los cuatro personajes que pululan por la trama están sedientos de sexo, dinero y venganza, sin importarles su cruel moral para llevarlos a buen término.

14.- THE NEON DEMON, de Nicolas Winding Refn

Nicolas Winding Refn, director danés con una decena de títulos en su filmografía, autor controvertido por desarrollar una estética efectista y  deslumbrante, donde la música electrónica y vanguardista tiene su protagonismo, al servicio de relatos llenos de violencia cruel y extrema, ha creado una narrativa rompedora y provocadora, donde sus personajes, sobre todo, violentos asesinos, se mueven por lugares malsanos, perversos y terroríficos de los submundos de las drogas, la prostitución y la violencia sin sentido. Logró un inusitado éxito con Drive, en la que a partir de la película The driver, de Walter Hill, desarrollaba una trama de amor, violencia y segundas oportunidad contando con la excelente composición de su pareja protagonista, Ryan Gosling y Carey Mulligan. Ahora, nos llega  con un relato ambientado en Los Ángeles, ciudad donde llegan miles de jóvenes con la esperanza de hacerse un hueco en el mundo del espectáculo, a medio camino entre la sordidez de Lynch o Cronenberg, y los ambientes aparentemente dulces de la riqueza y el lujo, tan propios de la ciudad en cuestión. Winding Refn sigue a Jesse, una angelical y joven pueblerina que arriba con el deseo de convertirse en una súper modelo. El director danés construye su película de forma abstracta, casi onírica, donde todo parece desarrollarse desde un lugar mágico y terrorífico a la vez, combinando los sucios moteles regentados por tipos siniestros, o las fiestas de lujo ambientas en una mansión propia de los cuentos de hadas dirigidas por la bruja de Blancanieves. La brillante composición de Elle Fanning convierte la película en una suerte macabra y perversa de “La caperucita roja”, donde los lobos que acechan son aquellas rivales que también ansían el mismo puesto, y harán lo imposible para arrebatárselo.

 

 

 

Paterson, de Jim Jarmusch

poster_patersonLA BELLEZA DE LO COTIDIANO.

“Nada es original. Roba de cualquier lado que resuene con inspiración o que impulse tu imaginación. Devora películas viejas, películas nuevas, música, libros, pinturas, fotografías, poemas, sueños, conversaciones aleatorias, arquitectura, puentes, señales de tránsito, árboles, nubes, masas de agua, luces y sombras. Selecciona sólo cosas para robar que hablen directamente a tu alma. Si haces esto, tu trabajo (y robo) será auténtico. La autenticidad es incalculable; la originalidad es inexistente. Y no te molestes en ocultar tu robo, celébralo si tienes ganas. En cualquier caso, siempre recuerda lo que dijo Jean-Luc Godard: No es de donde sacas las cosas, es en donde las pones.”

Jim Jarmusch

Los personajes de Jarmusch (Akron, Ohio, EE.UU., 1953) son gentes humildes y sencillas, que no destacan ni tampoco lo desean, suelen vagar por ciudades pequeñas o en las periferias de grandes ciudades, no siguen un patrón fijado, no van a la caza de algo o alguien, sino caminan, en un viaje sin fin, del que poco sabemos, porque poco nos dicen, son individuos que tienen poco y tampoco ansían más, sus ilusiones tienen un cariz emocional, desearían ser músicos, poetas o gentes de la bohemia, conocer a los grandes y tomar unas copas y fumarse unos cigarrillos. Poco más. Jarmusch envuelve a sus criaturas que, tienen procedencias y espíritus de toda índole y condición como, músicos frustrados, convictos enamorados, asiáticos rockeros perdidos, transeúntes nocturnos en busca de sí mismos, pistoleros muertos andantes, asesinos místicos, don juanes venidos a menos, vampiros sin alma, etc… Todos ellos, se mueven bajo una espesa capa de melancolía y desilusión, bajo un cielo gris de cualquier lugar, y en unos ambientes vacíos, desnudos, en los que encontramos lugares casi desérticos, bares donde va siempre la misma gente, y siempre se acababa hablando de lo mismo.

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Jarmusch huye de la narrativa convencional, sus obras están estructuradas a través de las emociones de sus personajes, y caracterizadas por fuertes y cargadas atmósferas, dentro de una misé en scene basada en la quietud y en los silencios, unos relatos en los que no hay una fuerte carga dramática, ni nada que conseguir, sólo la cotidianidad más ordinaria y sobre todo, la inmensa futilidad de la vida y sus pequeños placeres y detalles.  En su nueva película, Paterson, nos traslada hasta Paterson, una pequeña localidad en New Yersey, en el que conocemos a Paterson, un joven conductor de autobuses que escribe poesía, Paterson vive con su novia Laura, un torbellino de creatividad (sobre los colores del banco y el negro) e inconstancia, y su perro. Jarmusch acota su película en una semana, y mantiene sus constantes narrativas: repetición de secuencias y situaciones, el protagonista se llama igual que la ciudad, y en el que cada día, de los siete en los que somos testigos, se mantendrá la misma rutina, Paterson se levanta a las 6 y cuarto pasadas, desayuna cereales, se viste y se encamina hacia el hangar donde le espera su autobús, después recorrerá la ciudad conduciendo, mientras escucha furtivamente las conversaciones que mantienen los distintos pasajeros, cuando finaliza, vuelve caminando a su casa, recoge el correo y luego endereza el buzón, entra en casa, saluda a su mujer, que le sorprende con una nueva explosión de creatividad y una nueva idea de trabajo, ya sea artístico o manual, cenan juntos, y más tarde, saca al perro (que es de ella) a pasear, y en un momento dado, lo ata a un poste y entra en el mismo bar y se toma una cerveza, al rato, vuelve a casa y se acuesta junto a su mujer (situaciones que nunca veremos) y así, durante cada día, y los siete días que acontece la película.

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Jarmusch es un gran observador de la complejidad y contradicciones humanas, aquí, su conductor, introvertido y muy silencioso, escribe poesía, pero no sobre los grandes temas de la vida, sino sobre su intimidad, sobre su mirada de su cotidianidad, sobre su mujer, sus comidas, sus trayectos, los árboles que se encuentra, sobre la insignificancia de la belleza más ordinaria y cercana, sobre todos esos ínfimos detalles que se escapan por la aceleración de nuestras vidas. Jarmusch mira a sus personajes desde la tranquilidad y el sosiego, e invita a los espectadores que hagan lo mismo, tomas largas y fijas ayudan a seguir a Paterson y todo lo que le rodea y se va encontrando, incluyendo elementos sutiles que enriquecen la película, como el encuentro con la niña poeta, que Paterson lee uno de su poemas sobre el agua, o el fugaz encuentro matutino con su encargado y la retahíla de problemas que este le cuenta, o más concretamente, el encuentro con el japonés frente a la cascada, lugar que Paterson utiliza para comer al mediodía y contemplar la belleza del lugar.

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La película de Jarmusch se nutre de la intimidad y la delicadeza que nos rodea, de los rincones naturales y posindustriales de una ciudad como Paterson que podría ser cualquiera de las nuestras, del amor como idea de lo sencillo y lo humilde, de las conversaciones tranquilas junto a una cerveza, de todos esos personajes que transitan en comunión por un mundo que parece ir hacia un lado y todos nosotros en la dirección contraria. Jarmusch es un cineasta estadounidense, pero con raíces europeas, es una simbiosis entre lo del viejo continente (el cine de los 60 francés, inglés, o del este…) con las rupturas de la contracultura norteamericana de finales de los 50 (la generación beat con los Kerouac, Ginsberg, Burroughs, y demás) junto a la música de aquellos tiempos que impulsó a tantos jóvenes a lanzarse a la materialización de sus sueños (Neil Young o Iggy Pop, a los que ha filmado en dos películas). El cine de Jarmusch lo pueblan intérpretes que escapan de toda forma y encasillamiento, ha trabajado con músicos (Laurie, el citado Pop o el incombustible Waitts) con actores extranjeros o incluso le ha dado un nuevo aire a intérpretes con personajes muy característicos como Johnny Deep o Bill Murray, ofreciéndolos tipos venidos de vuelta y casi sin ganas de seguir.

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En Paterson, el alma poética que estructura su relato lo interpreta Adam Driver, con su aspecto zangolotino, de considerable altura, y ese rostro impertérrito que mira, observa y articula mínimas palabras, que lo expresa todo en su poesía y su cuaderno, a su lado, el lado opuesto, Laura, interpretada por la iraní Golshifteh Farahani, un no parar, llena de energía, habladora y nerviosa. Se aman y viven felices. Jarmusch logra con lo mínimo un universo inundado de riqueza poética, sólo desde la mera observación, incluso diríamos que en ciertos momentos la película podría ser un retrato de la vida en las pequeñas ciudades del medio oeste norteamericano, pero el cineasta de Ohio alimenta su relato desde la sensibilidad y la belleza de una calle desierta de domingo, la contemplación del tránsito, ensimismarse mirando la naturaleza y la trayectoria del agua,  viendo una película antigua un sábado por la noche, los rincones sucios de una zona industrial, o la escritura en un minúsculo sótano lleno de trastos.