Entrevista a Laura Mora

Entrevista a Laura Mora, directora de la película «Los reyes del mundo», en Casa Amèrica Catalunya en Barcelona, el martes 14 de marzo de 2023.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Laura Mora, por su tiempo, generosidad y cariño, y a Sergio Martínez de BTeam Pictures, por su tiempo, amabilidad, generosidad y cariño.

Los reyes del mundo, de Laura Mora

LOS OLVIDADOS.

 “A mitad de camino entre ninguna parte y el olvido”.

Frase de Million Dollar Baby

Conocimos el cine de Laura Mora (Medellín, Colombia, 1981), en 2017 con Matar a Jesús, su primer largometraje en el que a partir de un suceso autobiográfico contaba la experiencia de una chica que presencia el asesinato de su padre y comienza una investigación para dar con su asesino, sumergiéndose en los ambientes más sucios, degradados y violentos de la urbe de Medellín. Sin salirse de esa atmósfera asfixiante y violenta, nos encontramos con los cinco chavales que protagonizan Los reyes del mundo. Los Rá, de 19 años de edad, Culebro de 16, Sere de 14, Winny de 12, y Nano de 13, son las cinco almas sin nadie, como los menciona Eduardo Galeano, esos chicos solos, sin más apoyo que ellos mismos, chicos de la calle que se buscan la vida como pueden, chicos sin más, a los que a nadie les importa. La trama es sumamente sencilla y directa, como esa espectacular apertura con la vida y el tumulto de Medellín, donde a toda prisa van los chicos de aquí para allá. 

Dejamos la urbe, porque al contrario que Matar a Jesús, el fabuloso guion que escriben Maria Camila Arias, que coescribió Pájaros de verano (2018), de Ciro Guerra y Cristina Gallego, y la propia directora, no se desarrolla en lo urbano, porque Rá recibe una notificación que las tierras arrebatadas durante el eterno conflicto que afectó a Colombia, les han sido devueltas, y así empezamos un viaje muy físico en un inicio y a medida que avanza se irá imponiendo el sentido más emocional, espiritual y fantasmagórico, que les sacará de la ciudad para cruzar la cordillera hacia el Bajo Cauca en busca de esa tierra para ellos, abandonados y olvidados sin tierra. Con una contundente y mágica cinematografía de un grande como David Gallego, que está detrás de magníficas películas como El abrazo de la serpiente (2015), y la citada Pájaros de verano (2018), del tándem Ciro Guerra y Cristina Gallego, que mezcla esos momentos tan físicos y viscerales con esos otros, tan hacia dentro, donde la película se transforma en un intenso e inmenso viaje hacia nuestro interior, hacia lo invisible, hacia la imaginación, hacia todos esos mundos inexistentes tan reales que hacen que podamos seguir vivos o simplemente nos impiden tener algo de esperanza en un mundo tan devastador y tan mercantilizado. 

Un viaje que nos recuerda aquel que hicieron los Juan en busca de “El Andarín”, en El corazón del bosque (1978), de Manuel Gutiérrez Aragón, y Willard tras el rastro de Kurtz en Apocalypse Now 81979), de Francis Ford Coppola, ambas películas basada en la monumental El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad, donde el viaje los adentraba en lo más profundo de su alma en contraposición con esa naturaleza tan violenta y arcaica. Un montaje alucinante y lleno de complejidad firmado por el tándem Sebastián Hernández y Gustavo Vasco, que ya trabajaron con la directora en la serie Frontera verde, que han trabajado con importantes nombres del cine colombiano como Luis Ospina, Rubén Mendoza, entre otros. El espectacular diseño sonoro de Carlos E. García, que también coincidió con Mora en la mencionada Frontera verde, y hemos disfrutado de su talento en Celda 211, Arrugas, Slimane, Blanco en blanco, Eles transportan a Morte, las citadas El abrazo de la serpiente y Pájaros de verano, entre muchas otras. Con una producción que firman la citada Cristina Gallego y Mirlanda Torres Zapata, también en Frontera verde, consiguen un look impresionante para una película con una textura y fuerza maravillosas. 

Un reparto de actores naturales reclutados de la calle que imprimen naturalidad, cercanía y alma a estos cinco chicos ensombrecidos por unas existencias durísimas y sin nada ni nadie: los Rá, Culebro, Sere, Winny y Nano son respectivamente los Carlos Andrés Castañeda, Cristian David Duque, Davison Florez, Cristian Campaña y Brahian Acevedo, que no sólo conocerán la hostilidad y la violencia de algunos, sino también el amor y el cariño de otros, como esos grandes momentos con las prostitutas mayores y el ermitaño anciano que los ayudan y los miran de otra forma.  Unos chavales que no están muy lejos de los Jaibo y compañía que deambulaban por aquel México de Los olvidados (1959), de Luis Buñuel, y de Mónica y demás que veíamos existir en La vendedor de rosas (1998), de Víctor Gaviria, y el Mechas y el resto de Los nadies (2016), de Juan Sebastián Mesa, con ese aire tan pasoliniano, tan cerca de la miseria y de la no vida, de la calle, de la derrota, de la desesperanza, de la violencia cotidiana, y sobre todo, de la invisibilidad, de la sombra, y de la tristeza que encoge el alma. 

Los reyes del mundo no es una película cómoda ni nada esperanzadora, tampoco es una historia triste, porque hay emociones que nos acercan a la esperanza, pero de otro modo, no esa que facilita las cosas y ayuda a levantarse cada día, sino aquella otra que nos ayuda a soñar, a crear otros mundos, otros universo, otras formas de mirar y relacionarse con la vida, en el mundo de los sueños, que siempre es más agradable y bonito de esa realidad durísima y violenta a la que se enfrentan cada día este grupo de cinco almas a la deriva, perdidas y sin nada ni nadie, que los acerca a esos chicos que pululan tantas ciudades de este planeta, que esnifan pegamento, que hacen lo que sea para comer algo, y que sueñan con una vida mejor, o quizás sólo sueñan que ya es mucho debido a sus circunstancias tan adversas. La directora colombiana Laura Mora no solo va mucho más allá en su segundo trabajo, que recibió el primer premio en el último Festival de San Sebastián, el mismo galardón que recibieron primeras películas y pusieron en el panorama internacional nombres de cineastas que hasta entonces eran unos completos desconocidos, como Llueve sobre mi corazón, de Coppola, El espíritu de la colmena, de Erice, Malas tierras, de Malick, Alas de mariposa, de Juanma Bajo Ulloa, entre otras, alumbrando grandes obras y empujando miradas diferentes, incómodas y llenas de inteligencia en un cine actual que también necesita mirar hacia otro lado, mirar hacia diferentes realidades, y sobre todo, dejarnos soñar y mostrarnos sueños, aunque sean de cinco chicos que no son nadie ni tienen nada, sólo a ellos que son una familia, una familia en continuo viaje, una travesía que no solo es lo ven y experimentan, sino también todo aquello que tienen en su interior, todos sus miedos, inseguridades, tristezas y fantasmas que nunca los abandonan, que son parte de sí mismos. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA