Sobre la marxa (El inventor de la selva), de Jordi Morató

 cartell-sobre-la-marxa-webEl hombre contra la civilización

En el arranque de Los impacables (1955), de Raoul Walsh, un par de cowboys cabalga entre montañas nevadas. De repente, se detienen y observan a un hombre colgado de un árbol, a lo que uno de ellos exclama: “Al fin nos acercamos a la civilización”. La lucha del hombre libre contra la civilización es el tema elegido por el joven realizador Jordi Morató (Torelló, 1989) para su proyecto final de carrera en el máster de documental de la UPF, apadrinado por Isa Campo e Isaki lacuesta. A través de unos amigos y de casualidad, Morató conoció al protagonista de su relato, Josep Pujiula, llamado Garrel, y apodado “El tarzán de Argelaguer”. En un bosque de La Garrotxa, cercano a su vivienda, Garrel construyó con sus propias manos y durante 45 años, toda una ciudad: torres de 30 metros, laberintos, casas, presas de agua y túneles en la roca, todo ello utilizando materiales propios del entorno y reciclados. La película está fabricada a través de las imágenes de archivo que Aleix, un joven amigo, grabó a principios de los 90, en un serie de películas domésticas, donde Garrel actúa de Tarzán, jugando en el entorno que ha construido, así como también, luchando contra una manada de motoristas domingueros que amenazan con destruir sus construcciones. Las imágenes se acompañan con la voz en off del propio Morató, que nos va contando y reflexionando el mundo de Garrel, a través de un modo honesto y sincero. Realidad y ficción se mezclan en este documental humanista y emotivo, que atrapa la realidad de un hombre corriente que disfruta de su libertad en contacto con la naturaleza. Primero los gamberros drogatas, como el propio Garrel los denomina, luego la construcción de una autovía, y posteriormente, las normas legales que le obliga a cumplir el Ayuntamiento, hacen que el propio Garrel destruya su ciudad y pasado un tiempo, la llamada de lo salvaje, como le ocurría al can de Jack London, le obligue a volver a su bosque y comenzar a construir de nuevo su ciudad. Un hombre que se metamorfosea en ese ambiente, donde se siente libre y tremendamente feliz, un espíritu que no ha perdido sus ansias de jugar y el niño que sigue dispuesto a seguir disfrutando de la vida. Una película que también nos habla de un encuentro, el de Garrel con el cineasta, momento donde el relato nos asalta con bellísimas imágenes de observación, la mirada del cineasta hacía ese mundo, donde la naturaleza adquiere vida propia, y la materialidad, fuego, tierra y agua, se funden en una simbiosis de pureza donde las imágenes adquieren todo su valor. El debutante Jordi Morató nos habla de la libertad, de la tenacidad y la perseverancia de un hombre sencillo, que en la actualidad, a sus 77 años,  sigue alzando con paciencia, su paraíso particular, con la misma ilusión que le ha perseguido toda su vida, la de ese niño inquieto que no puede dejar de hacer cosas.