Las cícladas. Escapada de amigas, de Marc Fitoussi

BLANDINE SE REENCUENTRA CON MAGALIE. 

“Solo nos separamos para reencontrarnos”.

John Gay

Cuenta la no vida de Blandine, una mujer de cuarenta y tantos, como cantaba Sabina, a la que su marido dejó hace dos años por una mujer tan joven como su hijo de 20 años. Blandine va del trabajo a su vida rutinaria y aburrida hogareña, tan cuadrado como previsible, sin más qué hacer y sometida a su pena y compasión, apática y triste. Su hijo, preocupado por su madre, provoca una cita con Magalie, una amiga íntima del instituto treinta años atrás. Magalie es el otro lado del espejo de Blandine, es ruidosa, vive al día, de aquí para allá, libre en el amor y despreocupada en todo. La cita no acaba de funcionar, una está en la vida y disfrutar, y la otra, está en sufrir y encerrarse. Pero la cosa no va acabar ahí, porque el hijo, otra vez, empecinado en la felicidad de su madre, provocará otro encuentro, empujando a compartir viaje a Grecia y visitar la famosa isla Amorgos, donde se rodó su película favorita de entonces, Le Grand Bleu (1988), de Luc Besson. 

Como es de esperar, el viaje estará plagado de imprevistos, desencuentros y mucho más. Si echamos un vistazo a la filmografía de Marc Fitoussi (Francia, 1976), a los ocho títulos que la componen, está repleta de heroínas femeninas, o mejor dicho, de antiheroínas femeninas, de todas las edades y condiciones sociales. Mujeres envueltas en encrucijadas emocionales que deben lidiar con problemas de todo tipo, pero sobre todo, con ellas mismas. En Las cícladas. Escapadas con amigas, (que hace referencia al archipiélago griego donde se desarrolla la película), no iba a ser menos, pero esta vez, reúne a dos mujeres en las antípodas, tan diferentes como extrañas que, en su día, fueron íntimas pero ahora son dos desconocidas. Como ocurre en sus anteriores trabajos, mezcla con sutileza y acierto, el drama íntimo y personal con la comedia más loca y desprejuiciada, en las dos figuras protagonistas. Una, Blandine, es alta y delgada, una especie de patito feo que ni se quiere ni lo intenta, y enfadada con el mundo, pero más con ella misma, una especie de día nublado en bucle. Frente a ella, Magalie, que está en el otro extremo, totalmente despreocupada en todos los sentidos, fascinada por la dance music, liberada en el sexo y en las relaciones, y sobre todo, una mujer que vive la vida sin pensar en el mañana. 

El director francés estructura su película a través de una road movie al uso, visitando las diferentes islas, es decir, Santorini, la primera escala, luego Kerinos, donde conocen surfistas y cabras, y esperan, Miconos, donde pasan una gran noche con bijou y Dimitris, una pareja excéntrica, y finalmente Amorgos, el destino final o no. Unas islas que las circunstancias van llevando a las protagonistas, donde cada isla-visita se convierte en los diferentes estados de ánimo por los que van pasando las actrices principales y en sus (des) encuentros, que tienen muchos momentos agridulces y altibajos. Con una cuidada y detallada luz mediterránea que combina sus claroscuros propios de la historia que nos cuenta, que firma Antoine Roch, en su segunda película con Fitoussi después de Las apariencias, hace tres años, en una interesante incursión en el thriller psicológico. el exquisito y agitado montaje de Catherine Schwartz, que ya trabajó con Fitoussi en la serie Call My Agent (2015), entre otras, en una película con muchas experiencias y situaciones que se va a los 110 minutos de metraje. 

Aunque la verdadera fortaleza de la película reside sin dudarlo en su grandísimo reparto con una desatada y exuberante y genial Lauren Calamy como Magalie, en su segundo trabajo con el director después de la citada Call My Agent, y que hemos visto mucho últimamente en títulos tan diferentes como el drama íntimo y social A tiempo completo, y el thriller rural Sólo las bestias. Junto a ella, y en ocasiones, algo más alejada, jejejeje, un impresionante y Señorita Rottenmeier triste y rígida como Olivia Cóte, que nos encantó como la secretaria de Catherine Frot en Entre rosas,  en su primera vez con Fitoussi, dos actrices que ya coincidieron en la comedia alocada y divertidísima Vacaciones contigo… y tu mujer (2020), de Caroline Vignal, y para rizar el rizo, a esta pareja cómica y tan diferente, se les une una estupenda Kristin Scott Thomas, que le da ese toque desatado que va mucho con el personaje de Magalie, las dos tan locas y divertidas. Una actriz a la que nos hemos acostumbrado demasiado a verla en roles dramáticos cuando es una gran comedianta como demuestra con su Bijou y la relación libre que tiene con su griego, o sea, con Dimitri, el pintor rico que no entiende ni papa de francés. 

Fitoussi nos regala y nunca mejor dicho, una comedia para divertirse y pasar el rato, pero con algo más, como suele pasar en la cinematografía francesa, tan cuidadosos con ese cine comercial con algo más, porque Las cícladas. Escapada con amigas, no sólo nos hace pasar un buen rato riéndonos con las ocurrencias de Magalie y las reacciones de Blandine, sino que también explora temas tan universales y humanistas como la amistad, la bondad, la fraternidad, la empatía, el amor y la reconciliación y cómo lidiar con las personas que queremos y son tan diferentes a nosotros, y sobre todo, es también un relato que nos habla a susurros y a gritos de cómo aceptar la derrota, el abandono y encontrar las herramientas para seguir, para conocernos y conocer a los otros, a que la tristeza puede ser un gran vehículo para dejar y dejarnos de leches y descubrir y descubrirnos porque el mundo está ahí fuera y nunca espera a nadie, sigue girando con más o menos personas, es así, y Blandine lo debe de aceptar y mirarlo de frente. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

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