It Follows, de David Robert Mitchell

it_follows_36078LA AMENAZA INVISIBLE

La película arranca con un trepidante y enigmático prólogo donde vemos a una joven salir despavorida de su casa huyendo de algo, no sabemos qué. Su padre sale tras ella y la llama insistentemente, pero la chica sigue corriendo sin rumbo, cayéndose y volviéndose a levantar, vuelve a entrar en casa, y sale al momento, coge el coche y desaparece ante los gritos del padre. El siguiente plano vemos a la joven despedazada en una playa. De esta manera tan contundente y brutal empieza la segunda película de David Robert Mitchell (Michigan, 1974), después de su primer trabajo, El mito de la adolescencia (2010), que tuvo una excelente acogida en la Semana de la Crítica del Festival de Cannes, donde jugaba de forma admirable con elementos temporales, en un relato sobre el fin de la adolescencia.

Ahora se embarca en otra aventura, situada en el desolado y triste Detroit, ciudad donde el director pasó su infancia, y que recientemente servía como telón de fondo de las existencias de la pareja de vampiros de Sólo los amantes sobreviven (2013), de Jim Jarmusch-. Mitchell se centra en Jay, una chica de 19 años estudiante unviersitaria que vive en las afueras de Detroir, su vida da un giro radical cuando después de un encuentro sexual con un chico con el que sale, se verá sometida a una pesadilla psicológica y tenebrosa donde parece que no hay salida posible. Unos seres la siguen para matarla, personas que sólo ella ve, y por mucho que escape siempre aparecen, este donde este. Con la ayuda de unos amigos y su hermana pequeña, Yay afrontará con más fuerza esta amenaza terrorífica que la sigue. Mithell aborda la película desde una trama clásica, aunque se atreve con una mise en scène novedosa, toda la trama está construida a través de planos secuencia y el punto de vista subjetivo (con Hitchcock en el horizonte), que siguen incesantemente a la heroína a su maldito pesar.

La cinta logra una atmósfera recurriendo a una luz natural o con una iluminación mínima, dotando al relato de una fuerza y verosimilitudes admirables. Otro de los elementos que destacan es la mezcla de géneros, pasamos de una película de contenido social y crítico, donde parece una radiografía sobre los comportamientos de los jóvenes estadounidenses, luego a un relato donde el drama familiar parece imponerse, y todo fundido con la trama de terror que estructura toda la acción. Mitchell se apoya en elementos cotidianos para desarrollar un cuento de terror contemporáneo que asfixia y angustia a partes iguales, con unos jóvenes intérpretes que logran dar verosimilitud a sus inquietos personajes, destacando la joven Maika Monroe que encarna a la desdichada Jay, que consigue soportar el peso de la historia de forma ejemplar, quizás en el segundo tercio, el ritmo de la película decae y se vuelve algo reiterativa, pero el buen hacer del realizador estadounidense reconduce la situación y consigue mantener el interés hasta la parte final, cerrando la película de forma novedosa e interesante. Una cinta que bebe de diferentes fuentes aunque nos tendríamos que detener en el cine de terror que hizo furor en los 70 para encontrar sus referentes, los Carpenter, Kubrick, Cronenberg, Polanski, etc… planean de forma seductora en todo el aroma que desprende esta humilde, cotidiana y estupenda fábula de terror cotidiano.

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