Animal/Humano, de Alessandro Pugno

UN TORO Y UN HOMBRE. 

“Animal: 1) Bestia. 2) Ser que siente. 3) Con alma.

Humano: 1) Animal racional. 2) Dotado de empatía. 3) De naturaleza imperfecta”.

El universo cinematográfico de Alessandro Pugno (Casale Monferrato, Italia, 1983), se ha caracterizado a través de tres elementos muy definidos: lo más tradicional de la cultura española, la infancia y la relación entre humanos y animales. En A la sombra de la cruz (2013), se detenía en un grupo de escolares en el mismo Valle de los Caídos que recibían una educación conservadora. Con Jardines de plomo (2017), unos niños de una comunidad indigena peruana de los Andes en conflicto con el plomo de la mina de la que vive su pueblo. En Jamón, a Story of Essence (2019), exploraba la crianza y el comercio del cerdo ibérico. Con Animal/Humano, a partir de un guion de Natacha Kucic y el propio director, el documental, que había sido su principal foco, se fusiona con la ficción, en la que sigue profundizando en otra tradición muy de aquí como el mundo de  los toros y un joven italiano que desea convertirse en torero. 

Pudiera parecer que, debido a la temática tratada, la película es una oda al mundo de los toros, pero ni mucho menos, porque el que aquí suscribe no tiene ninguna simpatía al tema en cuestión, y la película no sólo me ha interesado mucho, sino que usa ese mundo para hablar de temas ancestrales de la condición humana: como la pasión, el destino, la eterna relación entre personas y animales, y sobre todo, se pregunta sobre la definición de lo humano y lo animal, como anuncia las frases con las que arranca la película (que encabezan este texto), y traza una magnífica muestra de ficción y documento, en el que tanto una parte como otra, quedan perfectamente ensambladas de forma natural y transparente. Ayuda enormemente su cuidada atmósfera, rodada en su mayor parte en localizaciones reales, y la excelente cinematografía en formato 4:3, apoyado en exteriores principalmente, que firma Alberto D. Centeno, con experiencia en diferentes géneros como el drama personal de El árbol magnético, el drama social de Diamantes negros, el thriller de 321 días en Michigan, el biográfico de La isla del viento, entre otras. El cuidadoso trabajo de sonido de Carlos De la Madrid, con casi medio centenar de películas, que ayuda a sumergirnos en un mundo donde prima lo animal, lo humano y la naturaleza.

La soberbia música con influencia del noir del dúo Giorgio Ferrero y Rodolfo Mongitore, de los que vimos la estupenda Bosco (2021), de Alicia Cano Menoni, aportan esos complejos cruces por los que transita la trama: la alegría y la oscuridad, lo racional y lo emocional, lo artificial y lo natural, la tradición y lo moderno, y lo humano y lo animal. El italiano Enrico Giovannone, con más de 40 títulos, entre los que están las citadas A la sombra de la cruz y Jardines de plomo, firma un excelente montaje estructurado a partir de los momentos de la dehesa con los animales y el trabajo cotidiano de los mayorales y sus ayudantes, con esos otros, donde la cámara se posa y nos sumerge en su interior: las inquietudes, sueños, frustraciones y miedos de los personajes. Una película construida a partir de dos almas, las de Matteo un joven italiano que sueña con ser torero, y la de Fandango, un joven becerro que se convertirá en toro de lidia, amén de otra breve historia que sucede en Italia, y hasta aquí puedo leer. Otro tanto que se marca el director italiano es su exquisito y elaborado reparto, en el que destacan Guillermo Bedward como el impaciente e inquieto Matteo, conocido por la serie The Outlaws (2021), compone un gran personaje, un joven deseoso de enfrentarse al toro, que cuestiona a su profesor, y se muestra como un carácter indomable y demasiado solitario.

Acompañan al rebelde Matteo, su único amigo César, interpretado por el debutante Donovan Raham, en el otro lado del espejo, porque es hijo del famoso matador de toros Eduardo Tejera, que interpreta Brontis Jodorowsky, y casi siempre está solo y perdido. El gran Antonio Dechent, que actor, que fortaleza, que señor, interpreta al ganadero y propietario de Fandango, Antonio Estrada, que hemos visto en series como Los herederos de la tierra y Bosé, y películas como Jaulas, es el profesor tranquilo y sobrio, entre otros, como los que se interpretan a sí mismos. Animal/Humano es otra buena muestra que, el mundo de los toros y toreros, no está reñido con el cine más personal, profundo y reflexivo, y a parte de hacer cine popular, también puede ofrecer grandes títulos como antes lo habían demostrado obras como Sangre y arena (1922), de Niblo, basada en la famosa novela homónima de Blasco Ibáñez, que tuvo otras versiones como la de Mamoulian de 1941, Toros bravos (1951), de Rossen, Tarde de toros (1956), de Vadja, El espontáneo (1964), de Grau, Matador (1986), y Habla con ella (2002), ambas de Almodóvar, y El brau blau (2008), de Daniel V. Villamediana, Arena (2010), de Günter Schwaiger, y Blancanieves (2011), de Pablo Berger, entre otras. 

No se dejen llevar por sus prejuicios al mundo de los toros y los toreros, y denle una oportunidad a Animal/Humano, porque es una película muy sorprendente, en su mirada nada complaciente y crítica del comportamiento humano en relación al animal, en las líneas que nos separan y las que nos unen, y demuestra un dominio absoluto en las secuencias documentales, tal y como explican los títulos de crédito de la cinta, en las que se especifica su carácter documental, tanto por su destreza en su aproximación, tan natural y de verdad, y su energía y aplomo en su forma de rodar, llena de intensidad, paciencia e intimidad. Tampoco se queda atrás en su ficción, que rueda por primera vez con intérpretes profesionales, porque maneja con soltura unos personajes complejos y contradictorios, como somos todos, y bucea con claridad por sus mundos interiores, por sus verdades y mentiras. Finalmente, debemos felicitar la propuesta de una distribuidora como Márgenes en aproximarnos a este tipo de cine, un cine que explica historias, que nos cuestiona prejuicios y sobre todo, nos alimenta una mirada crítica, tan deteriorada con tantas imágenes entretenidas, vacías y superfluas. JOSÉ A. PÉREZ GUEVARA

Entrevista a Enrique Rivero

Entrevista a Enrique Rivero, director de «Pozoamargo». El encuentro tuvo lugar el miércoles 27 de abril de 2016, en el marco del Festival Internacional de Cine de Autor de Barcelona, en la terraza del Candela Bar, junto a la Filmoteca de Barcelona.

Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que han hecho posible este encuentro: a Enrique Rivero, por su tiempo, generosidad y cariño, a Eva Calleja de Prismaideas, por su paciencia, amabilidad y simpatía, a Pablo Caballero de Márgenes Distribución, por su apoyo y cariño, a Óscar Fernández Orengo, buen amigo y mejor persona, que tuvo el detalle de tomar la fotografía que ilustra esta publicación, y al equipo del D’A, atentos y buena gente.

Pozoamargo, de Enrique Rivero

Poster Pozoamargo-TAMANO A4(21X 29.7cm)-outlineLA HUIDA IMPOSIBLE.

El arranque de la cinta anticipa el trabajo de concisión narrativa en el que está construida la película, vemos, en primerísimo primer plano, y con abundante luz, una jeringa penetrando en un brazo, pasamos a corte a un plano en penumbra, de una pareja haciendo el amor, y volvemos al hospital a conocer los resultados de los análisis. Una forma precisa y contundente, en que el sonido inunda todo el encuadre. Enrique Rivero (mexicano nacido en 1976 en Madrid) ya había demostrado sus maneras de gran narrador en sus anteriores trabajos, en Parque Vía (2008), galardonado con el Leopardo de Oro y FIPRESCI en Locarno, y en Mai morire (2012), que también viajó por múltiples festivales. Dos obras de gran calado narrativo, en el que tanto la forma como el fondo casaban de forma explícita y sencilla en todo lo que se contaba. Dos relatos profundamente oscuros, en el que dos personas de marcada naturaleza interior, tenían que lidiar con un exterior al que temían, tanto físico como emocionalmente.

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En este nuevo trabajo, se enfrasca en la existencia de Jesús (interpretado por el debutante Jesús Gallego) un hombre de mediana edad, de rostro duro y trabajado (recuerda a los viejos pistoleros de los westerns de Peckinpah o al Daniel Fanego de Los condenados) que ante la adversidad en forma de enfermedad venérea, opta por huir de su mujer embarazada y refugiarse en sí mismo. El viaje físico lo lleva hasta Pozoamargo, un pueblo de la Castilla rural y profunda, en el que las gentes se ganan el pan vendimiando. El cineasta mexicano opta por una estructura dividad en dos, con tonos diferentes, en el primero, con una duración cercana a la hora, somos la mirada de este hombre, acarreando a sus espaldas el sufrimiento que lo azota diariamente de culpa y castigo, una alma en pena, que huye de sí mismo, pero no encuentra alivio, y serenidad en su interior, y en el último tercio, la película se transforma, en un ejercicio en blanco y negro, con rasgos muy significativos del cine del este, con Tarkovski o Tarr a la cabeza, y nos introduce en otra dimensión de la existencia de Jesús. Rivero consigue sumergirnos, casi sin darnos cuenta, en esa atmósfera opresiva, utilizando pocos diálogos, a través de un paisaje árido y vacío, y pocas cosas que hacer, y unos personajes de pueblo, cerrados y parcos en palabras. La existencia de Jesús transcurre entre el trabajo en el campo, alguna partida en el bar, y la relación algo tormentosa con la dueña del bar, y los cantos de sirena de la putita del lugar (extraordinaria la caracterización como “lolita» de Natalia de Molina). Una vida sin vida, un alma sin corazón, una forma de ocultarse de los miedos y las inseguridades de alguien que no es capaz de enfrentarse a una realidad dura y difícil, un cobarde que prefiere la huida a aceptar los palos vitales.

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Rivero ha construido una obra de corte cinematográfico bellísimo, pero de contenido muy doloroso, a través de un armazón de puro hierro, en una obra de gran sentido vital, que profundiza en la oscuridad de lo humano, aquello que nos impide ser quiénes somos, y afrontar nuestra propia vida. Un brutal descenso a los infiernos, a través de una forma elegante y demoledora, que no deja respiro, que nos ahoga y nos invita a reflexionar en nuestra propia naturaleza, en las zonas oscuras de nuestro interior. Una película impregnada de las huellas del cine mexicano contemporáneo en el que los universos de Reygadas, Escalante, entre otros, se dejan intuir en la cinta. Una película física, agreste, con una animalidad absorbente y esculpidora, con una maravillosa fotografía de Gris Jordana (asistente de cámara en Mai morire, que ha destacado en Family tour, de Liliana Torres y en El adiós, de Clara Roquet) en la que priman los contrastes de la luz de Castilla, con los interiores opacos u oscuros que reinan toda la película), y el excelente trabajo de arte de Miguel Ángel Rebollo (habitual del cine de Javier Rebollo y Jonás Trueba) a través de la concisión y la desnudez de las localizaciones, sin olvidarnos, del gran trabajo de montaje, del propio director y Javier Ruiz Caldera (responsable de las ediciones de las anteriores películas de Rivero, y director de Tres bodas de más y Anacleto: Agente secreto) en un ejercicio de economía narrativa, en el que casi sin respiro, nos van introduciendo en el interior de un hombre acosado por los miedos, la culpa y el castigo, que no encuentra redención para su mal.


<p><a href=»https://vimeo.com/141942738″>Pozoamargo – Trailer oficial</a> from <a href=»https://vimeo.com/user21891033″>Una Comunion</a> on <a href=»https://vimeo.com»>Vimeo</a>.</p>